viernes, abril 27, 2018

PAZ EN COREA




Por Rogelio Ríos Herrán

Nada resulta más esperanzador para la seguridad internacional que el “handshake” del 26 de abril entre los dos líderes coreanos Kim Jong-un y Moon Jae-in con el que se inauguraron negociaciones tendientes a concluir el conflicto militar pendiente desde los años 50 y arrancar la desnuclearización de la península coreana.

Nada resulta más desesperanzador, sin embargo, que comprobar que la baja credibilidad de las partes involucradas (en particular Corea del Norte, China y Estados Unidos) eleva el escepticismo respecto a la sinceridad y la efectividad del gesto teatral del encuentro coreano en la zona desmilitarizada.

Ya se ha visto esto antes en Corea del Norte, ya intervino el Organismo Internacional de Energía Atómica, las Naciones Unidas, las potencias europeas, China, Estados Unidos (con presidentes demócratas y republicanos) y, al final del día, las promesas de paz y cooperación de los norcoreanos no se cumplen.

¿Será distinto en esta ocasión? ¿Funcionará el acuerdo entre las dos Coreas? ¿Se reunirán finalmente Kim y Trump y tendrá esa reunión un resultado benéfico?

Qué gran contraste entre la esperanza de naciones y pueblos que apoyan la paz en las Coreas y, por otra parte, la mala reputación de los gobernantes involucrados en la negociación y las crueles realidades de los intereses de poder de las grandes potencias.

Mucho ruido y pocas nueces, dice un viejo adagio. Muchas negociaciones y nulos resultados, podríamos decir respecto a la península coreana con base en experiencias anteriores.

Duele mucho ver las cosas de esa manera, pues hablamos en primer lugar de dos pueblos enteros amenazados por la guerra nuclear, pero además de una región completa de Asia Oriental que sufriría en carne propia las consecuencias de la continuación del conflicto coreano.

Ni qué decir del resto del mundo, el cual observa con aprensión los gestos diplomáticos entre coreanos del Norte y del Sur y reza porque sean, ahora sí, genuinos.

Tomemos entonces con una buena dosis de escepticismo esta diplomacia de saludos, abrazos y sonrisas entre los líderes coreanos en la línea fronteriza. No hay mucho lugar para el optimismo, como varios analistas de la política internacional lo han expresado, entre ellos Nicolas Kristof (“How to understand what’s happening in North Korea”, New York Times, 26/04/2018) al opinar sobre el encuentro de líderes coreanos: “inspirador, pero cuéntenme entre los escépticos”.

Un arreglo coreano, por más frágil que sea, es preferible a una guerra entre Norte y Sur que arrastraría a las grandes potencias. En eso concuerdo, pero, como Kristof, sin abandonar un profundo e histórico escepticismo respecto a las probabilidades de éxito de esta nueva negociación de paz.

Además, como observador mexicano, aplaudo cualquier paso que se dé hacia la desnuclearización militar en cualquier parte del mundo. La energía nuclear debe servir propósitos de paz, no de guerra: eso alimenta mi optimismo. Veremos si derrota a mi pesimismo.

rogelio.rios60@gmail.com



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