domingo, marzo 31, 2019

España: las trampas del pensamiento


Paelleros mexicanos en Festival de la Paella, Club Mundet, CDMX, puente con España.
Fuente: Google.com

Por Rogelio Ríos Herrán
¿Por qué tengo que dedicarle tiempo, esfuerzo, desgaste emocional e intelectual a cuestiones que, por mucho, no son, en mi opinión, las más importantes en la agenda pública?
¿Por qué consume a la opinión pública mexicana en estos días la cuestión de la carta del Presidente López Obrador al Rey de España sobre sucesos de hace 500 años?
Se habla más de eso que de los problemas urgentes de hoy: las consecuencias negativas de la cancelación del Aeropuerto en Texcoco que padeceremos por mucho tiempo, la posible degradación de la deuda soberana mexicana, las amenazas y hostilidad abiertas del Presidente Trump hacia México, la revisión del T-MEC en el Congreso de Estados Unidos, la CNTE y su bloqueo al Congreso de la Unión, y un largo etcétera.
No me atribuyo, por supuesto, la capacidad de decidir por mi cuenta qué es o no lo importante para los demás. Lo que no acepto es que se me imponga una agenda pública en donde las prioridades de los gobernantes en turno y de sus “ideólogos” (de alguna manera hay que llamarlos) parecen enfocadas a cuestiones específicas que no son relevantes en el momento actual, aunque por sí mismas sean temas fascinantes para historiadores, literatos y personas en general, como lo son la Conquista y la época colonial (la Nueva España) en México.
Por eso no me había agregado a la discusión pública sobre ese tema, uno que me fascina y del cual aprecio su importancia, pero que planteado ahora y desde el Gobierno, además del manejo mediático y diplomático que ha tenido hasta el momento, es irrelevante para “el interés nacional”, por usar ese concepto tan preciado por muchos.
Filósofos y literatos, además de académicos y pensadores, nos ayudan a pensar con claridad, discernir entre los problemas y asuntos bajo nuestra atención y, sobre todo, a argumentar con elegancia y mantener una mente abierta a las opiniones de los demás y advertir los errores cometidos.
No sucede así cuando desde “la esfera del poder” (otra noción tan preciada) se elaboran conceptos y argumentaciones que derivan en decisiones que al gran público le parecen inexplicables: ¿Por qué una crisis diplomática con España en este momento y por esos motivos?
¿Con base en qué proceso racional o ideológico se tomó esa decisión? ¿Qué información, cuáles opiniones y trabajo académico de historiadores la nutrieron? ¿Qué universidades y centros de estudios mexicanos participaron con opiniones y documentación en su elaboración?
Bueno, casi caigo en mi propia trampa. Aquí estoy discutiendo sobre lo que no quiero discutir. Lo hago, sin embargo, porque me parece un buen ejemplo de como una idea convertida en política pública, cuando viene débilmente sustentada y extrañamente manejada, entra a la arena de la opinión pública y se convierte en una bola de nieve que nadie puede detener y que consume valiosos recursos humanos, intelectuales y físicos, que dejan de enfocarse a otras cosas de suma urgencia.
Mi intención no era provocar un enfrentamiento con España, expresó el propio Presidente López Obrador con toda sinceridad. No dudo de sus buenas intenciones e integridad, pero sus palabras me mueven a pensar que no supo medir esas consecuencias, no consultó con alguien más fuera de su círculo cercano o no hubo quien le diera una opinión diferente. Tal vez eso hubiera evitado lo que sucedió después y le causó tanto asombro.
La Madre Naturaleza nos dio un cerebro evolucionado y la capacidad de pensar y reflexionar, pero también nos puso algunas trampas para frenar el entusiasmo desmedido que nos podría llevar a la soberbia intelectual: las falacias, las confusiones mentales, las extrapolaciones sin sustento, la selección inadecuada de las palabras, la falta del sentido de oportunidad, el lenguaje teñido de ambigüedad.
Mucho cuidado debe tener el gobernante -mucho más cuidado que cualquier ciudadano en particular- en recibir la información adecuada para tomar la mejor decisión sobre cada asunto, luego de discernir entre el abanico de posibilidades cuál de ellos merece la atención prioritaria.
Puede ser que en los altos círculos de Gobierno (la Casa Blanca, el Palacio Nacional, el Rey de España, Vladimir Putin y Theresa May) se dé una paradoja similar: sus titulares, esos poderosos gobernantes, no son necesariamente los que toman las mejores decisiones. No por la cantidad de información de la que disponen, ni su calidad (cuentan con información altamente procesada y seleccionada), sino por las trampas del pensamiento: viven en círculos tan cerrados que sus opciones de pensamiento y reflexión son escasas y sorprendentemente alejadas del sentido común. No son discutidas, no son contrastadas contra la evidencia. Nada.
Así como abrimos las ventanas de nuestra casa para orearla de los olores y humedad que se encierran ella, así también podrían los gobernantes orear un poco sus propias ideas y la manera en que funcionan sus pensamientos: nadie, absolutamente nadie en este mundo es infalible. Es bueno tenerlo en cuenta.
rogelio.rios60@gmail.com






sábado, marzo 16, 2019

Interview con Obama (un sueño que sucedió)


Barack Obama en un coffee-break
Fuente: Google.com

Por Rogelio Ríos Herrán

No me lo van a creer, pero estaba yo sentado muy a gusto en la cafetería Starbucks habitual (la de Magma Towers) a la que voy a charlar con los amigos, leer y revisar papeles e ideas, en el área de San Pedro, un suburbio rico de Monterrey, México, cuando entró al recinto nada menos que Barack Obama.

Sí señor, era el mismísimo ex Presidente de Estados Unidos, con su look habitual de saco sin corbata, aunque ahora había cambiado su sonrisa habitual, la que le da ese “charming” mediático tan apreciado por muchos, por un semblante pensativo.

Se sentó a mi lado en la barra y como si nada empezamos a platicar, yo no me iba a quedar impávido ante su presencia y me presenté como periodista. Curiosamente, él hablaba un español fluido, así que la plática, breve en realidad, se desarrolló intermitentemente en español e inglés.

¿En qué piensa, señor Presidente? En una cuestión sobre los niños en países en desarrollo, me contestó. ¿Qué te parecería, me dijo, un programa de mi Fundación con donativos para apoyarlos dando fondos a los gobiernos de sus países? Los gobiernos aplicarían esos recursos para aliviar su pobreza y carencias de educación y servicios de salud.

¿Cómo calificarías esa propuesta?, me preguntó el señorón a mí, un columnista provinciano que no podía creer siquiera que lo tuviera tomando un café conmigo. Tuve arrestos todavía para contestarle que, en una escala de 1 al 10, le daría un 8, pues todo está muy bien en su programa excepto que entregar dinero directamente a los gobiernos latinoamericanos no era lo más conveniente, ¿por qué no buscar otra manera de hacerlo?

En ese momento, varias personas se habían acercado ya, atraídas por Don Barack, quien las saludaba y se sonreía con ellas. El instinto me dijo que la plática perdería fuerza con tantas interrupciones, así que le empecé a preguntar sobre Michelle, sus hijas, qué hacían ahora, ¿se lanzaría su esposa a la candidatura en el 2020?, cómo pasaba él sus días de pensionado, etc., como cuando uno pregunta a los amigos cómo está la familia, a qué te dedicas ahora, cuándo nos tomamos unas cervezas.

No tuve tiempo ni de tomarme la obligada selfie del recuerdo, se hubiera visto muy bien la foto de Obama y un servidor encabezando este escrito, en lugar de una foto de archivo: hubiera sido un hit de primera plana. Los dos perros de la casa se pusieron a ladrar furiosos a un gato noctámbulo que cada noche, como a las tres de la mañana, se divierte con sus tontos amigos caninos al pasar caminando, muy lentamente, por la cochera, justo abajo de la ventana de nuestra recámara en la planta alta, y volverlos locos. El sueño terminó.

Bajé a calmar a los perros, a tomar un poco de café y a sacudirme la impresión que me causó la plática con Obama. No es una cosa de todos los días lo que me pasó. Fue algo surrealista, a André Bretón le hubiera fascinado, la vida es demasiado grande para abarcarla con la estrecha realidad, me hubieran dicho los surrealistas; por eso, los sueños la complementan, le abren un “dintel” a la experiencia total de vivir: el sueño es la vida en toda su plenitud. La vida es sueño, agregaría Lope de Vega, y los sueños, sueños son.

Regresé a mi lecho, me volví a dormir, pero ya se había ido Don Barack a otro lado, lástima; espero que por lo menos le dé una breve consideración a lo que le dije. De mi parte, le cumplo como periodista al compartirles a ustedes una estampa posible de un sueño que sucedió, una evidencia onírica, una realidad ampliada: decir lo soñé es decir que lo viví.
Ya quiero que sea de noche: ¿con quién soñaré hoy?

Rogelio.rios60@gmail.com




domingo, marzo 10, 2019

¡Mejor 200 días!


El Presidente de España, Pedro Sánchez, y AMLO.
Fuente Google.com


Por Rogelio Ríos Herrán 

En mis tiempos de corredor aficionado activo, allá en la lejana juventud, siempre preferí la media distancia, alcanzar el mayor kilometraje posible con mi capacidad física, que las carreras de velocidad. El hermoso Bosque de Tlalpan al sur de la CDMX fue testigo de innumerables corridas en medio de sus árboles y senderos que me transportaban a un pequeño Nirvana chilango.

Aprendí de esas corridas que lo veloz, lo inmediato, lo que hay que analizar y darle forma cuando está a la vista, es siempre un asunto traicionero al juicio, un pantano en donde fácilmente podemos atascarnos en busca de respuestas rápidas y evaluaciones sobre las rodillas (“bomberazos”, como se les conoce en el argot). Sólo la carrera larga me daba la serenidad necesaria para reflexionar. Me volví desde entonces enemigo de las prisas.

¿100 días de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador? Puedo dar una opinión, por supuesto, pero les diré que mi meta desde el arranque del presente sexenio fueron los primeros seis meses, digamos los 200 días, para empezar a tener una idea más clara de lo que estaba pasando.

¿Por qué? No creo que 100 días sean un corte preciso para evaluar seriamente a una administración pública que apenas arranca. La tentación de extender una opinión, sin embargo, es demasiado grande para cualquier periodista, por eso creo que sí es relevante dar ahora una fotografía de lo que puede o no puede venir en el futuro inmediato.

Mi fotografía va más en el sentido de lo externo que de lo interno, es decir, de lo que nos espera del mundo para México, una variable que definitivamente está fuera de nuestro control:

1)    ¿Qué viene de USA? El arranque de las precampañas presidenciales desde hace semanas, la depuración de posibles candidatos y, sobre todo, la definición de una plataforma Demócrata para el 2020 hace que “el tema México” (las caravanas, la migración, drogas, El Chapo, las armas que llegan al país, las calificadoras, la legalización de la mariguana que podría incluso discutirse en Texas -of all places- este mismo año)  juegue, independientemente de lo que quieran los mexicanos un papel importante en la carrera electoral. ¿Seremos alfiles o peones en el tablero de ajedrez demócrata-republicano? Tenemos un buena estrategia de protección al migrante recientemente expuesta por el Secretario Marcelo Ebrard que se aplicará a través del trabajo intenso del Servicio Exterior Mexicano, pero ¿qué más va a hacer AMLO para apoyar el plan de Ebrard? ¿Está plenamente consciente el Presidente mexicano -¿se lo han recalcado sus asesores y funcionarios del área?- de que una actitud pasiva ante Washington (el Washington de Trump) es una invitación abierta a la hostilidad y al manejo negativo de la imagen de México como carta electoral? ¿Cuándo irá AMLO por primera vez como Presidente a Los Ángeles, Nueva York, Houston, San Antonio, Atlanta, para “hacer campaña” entre las comunidades mexicanas a favor de una imagen positiva de México? ¿Por qué no lo hizo en estos 100 días? ¿Por qué el Presidente no viaja el exterior?


2)    Los conflictos entre países con armamento nuclear como el actual entre Paquistán-India y Corea del Norte-Corea del Sur, además de Corea del Norte-Estados Unidos, más el anuncio del Presidente ruso Vladimir Putin del desarrollo de nuevos y poderosos misiles en Rusia y su postura de reiniciar la carrera armamentista con Washington al retirarse estadounidenses y rusos de los actuales tratados de desarme nuclear, son para poner los pelos de punta a cualquiera. Si las potencias reviven la carrera armamentista de la Guerra Fría y los conflictos regionales elevan el riesgo de una crisis con armas nucleares, a México no le queda más remedio que elevar la voz para condenar esa carrera y a los involucrados, tal como lo demanda nuestra tradición anti-armamentista. No he escuchado mucho sobre eso en la opinión pública mexicana, no es tema de debate y parece como si ignorar la cuestión nos “blindara” contra los riesgos. No nos engañemos: será un tema obligado para AMLO definir posturas en los siguientes 100 días, incluso si ello lo enfrenta a Trump.

Venezolanos en Monterrey.
Fuente: Google.com
3)    Sobre el conflicto venezolano, me parece que se discutió y analizó suficientemente la postura de México (“Cien días de soledad” le llamó el analista y ex diplomático Enrique Berruga), la cual no ha rendido los frutos esperados. Considerando el nudo en el que se ha convertido Venezuela y su conflicto interno, se explica esa falta de resultados porque nadie más (el Grupo de Lima, la presión de Washington, el Secretario Luis Almagro en la OEA) ha logrado nada. Maduro se aferra al poder a cualquier precio, el opositor Guaidó se apoya en Trump y los venezolanos sufren cada día más el deterioro de su nación. La pregunta es si, a la luz de los hechos, México alterará o no su curso diplomático y cambiará su estrategia, a qué costo y bajo cuáles circunstancias. El acercamiento a la comunidad venezolana exiliada en México podría proporcionar claves para un mejor entendimiento de la situación interna en esa nación; por lo menos con los venezolanos en Monterrey (donde resido) no se ha intentado.


4)    Si bien las remesas provenientes de Estados Unidos alcanzaron una cifra récord en 2018 al superar los 30 mil millones de dólares, no es posible que el Gobierno mexicano cuente con un panorama similar para el presente año. Hay signos de una desaceleración económica norteamericana, su guerra comercial con China empieza a cobrar el precio y el ciclo de crecimiento económico que tanto a ha beneficiado al Presidente Trump (cortesía de Barack Obama) parece llegar a su fin. Hay voces en el Congreso y en los sindicatos automotrices estadounidenses que piden una mayor revisión del T-MEC (otra vez) negociado con la anterior administración mexicana. ¿Se ha preparado el actual Gobierno mexicano para tal eventualidad? ¿Cuenta ya AMLO con el relevo de Ildefonso Guajardo, el negociador estrella de Peña Nieto, que lleve a buen puerto una posible renegociación comercial? ¿Será Jesús Seade el nuevo “Golden Boy” del equipo negociador comercial mexicano?

Vaya, reviso lo escrito y percibo más preguntas que respuestas, pero no se me ocurre cosa para estos primeros 100 días que compartir con ustedes mis interrogantes.

En términos beisboleros, como le gustan a AMLO, apenas va el Gobierno mexicano rumbo a la mitad de la temporada, sus mejores pitchers siguen frescos, no se les ha cansado el brazo y siguen tirando rectas de 90 millas, pero sus bateadores estrella aún no logran, lamentablemente, sacarla del cuadro.

Como buen estratega, “El Peje” sabrá a quién y cuándo enviar de relevo a la caja de bateo, pues sin un bateador oportuno no hay pitcher que aguante siquiera siete entradas contra el poderoso team USA y su aguerrido coach Trump con su inseparable cachucha roja.

Nos vemos mejor en 100 días para otro recuento. 
Rogelio.rios60@gmail.com

domingo, marzo 03, 2019

¿Es la política lo más importante para los mexicanos?


Pulquería Las Mil Mentiras, CDMX
Fuente: Google.com

Por Rogelio Ríos Herrán
La respuesta a esta interrogante no es complicada: la política, es decir, el funcionamiento de las instituciones, la aplicación de las leyes y el desempeño de los gobernantes no capta realmente la atención del mexicano promedio en su vida diaria.
El hombre y la mujer de la calle, los jóvenes recién llegados a su ciudadanía, los más viejos que ya han visto ir y venir a muchos gobernantes, a ninguno de ellos le roba el alma -no por más de un momento, la respuesta a una encuesta o una plática de café- lo que llamamos vida pública y el mundo de lo político.
Digo esto porque mi observación de la vida cotidiana de las personas, a lo largo de los años, me ha llevado a darme cuenta de que nuestra “alimentación” de información sobre la política en México sigue siendo tan deficiente y distorsionada que inevitablemente orilla, en la mayoría de los casos, al rechazo de todo lo que huela a rollo político.
Abunda la información pública, incluso la de buena calidad hecha por periodistas de alto nivel, pero su consumo es incompleto y limitado porque las personas tienen cosas más importantes que hacer que perder tanto el tiempo con los políticos.
Al mexicano común le sigue llegando, es verdad, por todos los medios de comunicación disponibles, la lluvia de declaraciones y dichos de los políticos: presidentes municipales, diputados y senadores, gobernadores, Presidente de la República, funcionarios de cualquier nivel, etcétera, que constituyen lo que para nosotros es la vida pública.
Si la cobertura de los medios de información se enfocara no hacia lo que dicen los políticos, sino a los hechos cumplidos, a las obras realizadas y bien hechas, sus páginas y noticieros se quedarían vacíos.
Sin las palabras diarias de cada Tlatoani mexicano -desde el presidente municipal del pueblo más rascuache hasta el mismo Presidente- no habría nota periodística, los reporteros y editores caerían en pánico porque no tendrían con qué llenar sus páginas o su tiempo de transmisión al aire.
Mientras tanto, los más chavos no encuentran empleo o se meten a trabajar en lo que sea ganando cualquier cosa, sin prestaciones. El adulto mayor vive al pendiente de que no falle o se retrase el pago de su pensión, de tomar su medicina, de que sus hijos ya no lo visitan. La esposa maltratada vive la angustia de no poder quitarse de encima a su golpeador, al vecino le preocupa que no le tapen su cochera. La traición y la deslealtad campean libremente entre amigos, familiares y socios de negocios que acaban peleados a muerte y sus negocios en la ruina.
División y más división, pleitos interminables entre los mexicanos. Enfermedades y padecimientos temporales y crónicos que nos impiden dedicarnos a ser ciudadanos de tiempo completo y exigirles a los políticos que se dejen de tonterías y se pongan a trabajar.
Una montaña de obstáculos se interpone para emprender cualquier negocio, desde una taquería en la esquina de la calle hasta una planta manufacturera que daría empleo a mil personas, es lo mismo para la burocracia, la cual no interviene para ayudar, sino para que su tajada sea más grande.
El desencanto del mexicano con la política no es de hoy, de este gobierno nacional o del anterior o del anterior del anterior, ni de este gobierno estatal y municipal ni del anterior y el anterior del anterior.
La decepción profunda del mexicano con sus autoridades viene de siglos atrás: “Dios está muy alto, el Rey está muy lejos”, se decía en la Nueva España para justificar las transas. El incumplimiento de las leyes, sacar la vuelta a las normas establecidas es proverbial, tan antiguo como los antiguos mexicanos.
La construcción de un México diferente desde décadas atrás, la participación de grupos políticos y sociales para la creación de organismos autónomos, de una cultura de transparencia y rendición de cuentas, el crecimiento de la sociedad civil que es indispensable para la vida común de las personas, la libertad de expresión periodística, se ven amenazados hoy no nada más por los gobernantes en turno, sino por el desinterés tan hondo y abismal que los mexicanos siguen teniendo en la vida pública.
Dejar hacer y dejar pasar todo lo que hagan los políticos es una receta para el desastre. Si como ciudadanos no queremos o no podemos zafarnos por lo menos un poco de las cadenas de la vida cotidiana, de las deudas, el desempleo, las enfermedades y padecimientos, la manipulación de que somos víctimas por la propaganda gubernamental y la cobertura ineficaz de los medios de información que confunden más en lugar de aclarar, seguiremos condenados a jugar el papel secundario y subordinado que los mexicanos hemos tenido desde la creación de México como país independiente: las leyes como letra muerta, la palabra del gobernante como norma.

¿Qué hacer? De entrada, cuestionar todo lo que dicen los políticos, desconfiar de sus palabras y sus personas y solamente confiar en sus actos si estos se realizan conforme al bien común y en cumplimiento del interés público. Hacerles saber que gobernar no es cosa de ocurrencia, de cómo amaneció hoy el Tlatoani en turno, sino de una tarea profesional en la toma de decisiones y en cumplimiento de las leyes, de dar resultados, no declaraciones sin fin, ¿es mucho pedir a los políticos mexicanos?
Además, bien podríamos los ciudadanos ir colocando “la política” en otro lugar de nuestras vidas, en uno en donde la veamos no como problema, sino como solución. Después de cada elección, al ver el desempeño inicial de quienes elegimos para gobernantes, siempre nos cuestionamos: ¿en qué estaba yo pensando que voté por fulano o menganita? ¿No me di cuenta de cómo eran en realidad? (No se preocupe: eso mismo se preguntan los estadounidenses, los ingleses, los franceses, argentinos, etcétera).
No se trata, para los ciudadanos, de poner al país de cabeza, sino de hacerlo caminar por un camino ya trazado y conocido como exitoso en otros países: participar activamente para construir un estado de derecho, de rendición de cuentas de los gobernantes, de gobiernos responsables y gobernantes juiciosos y respetuosos de los principios democráticos, de anteponer el interés público al privado, de gobernar para todos, no solamente para los del mismo partido, entre otras cosas.
¿Es mucho pedir a mis compatriotas mexicanos? ¿Neta?
rogelio.rios60@gmail.com

  

  


  




  

#YoNoMeDistraigo

  Por Rogelio Ríos Herrán  Mientras se dirime en el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos el conflicto que ocasionó l...