miércoles, agosto 27, 2014

Alcance de las reformas

Una plataforma petrolera en las costas de Campeche.
Fuente: google.com


Por Rogelio Ríos Herrán

Se celebra en estos días en muchos círculos públicos y del sector empresarial la aprobación de un paquete de reformas -entre las que brilla con luz propia la energética- que fueron el fruto de una larga e intensa negociación entre partidos políticos, empresarios y grupos de opinión.

Las cámaras legislativas fueron el escenario de discusión de senadores y diputados en torno a los temas de las reformas en un tono apocalíptico que hizo recordar otros momentos de la historia de México en los cuales, se decía, se jugaba el futuro de la Patria: o reformamos o nos hundimos.

El Presidente Enrique Peña Nieto sentó el tono –desde la perspectiva oficial- del momento que vive hoy nuestro país en un editorial publicado el 24 de agosto en el diario El País: las reformas aprobadas fueron “la plataforma sobre la cual se generó una agenda de cambios profundos que han sentado las bases jurídicas e institucionales para la construcción de un nuevo México”.

“Estas reformas”, agregó el Presidente de México, “tienen tres grandes objetivos: elevar la productividad de México para impulsar el crecimiento y el desarrollo económico; fortalecer y ampliar los derechos de los mexicanos; y afianzar nuestro régimen democrático y de libertades”.

Al abrirse ahora el ciclo de la implementación de las reformas, el desafío para gobierno, sociedad y sectores empresariales será llevarlas a la vida diaria de los mexicanos en forma de beneficios tangibles que permitan hablar en efecto “de un nuevo México”.

En esta ocasión, y en particular en torno a la reforma energética, no sólo las expectativas de los mexicanos son muy altas, sino que la conciencia crítica de una buena parte de la sociedad –en especial de la clase media- respecto a las acciones de gobierno y a la manera en cómo se hacen negocios en México, será la que marque la diferencia frente a otras épocas.

Es verdad que el marco institucional y el estado de derecho siguen siendo débiles o muy vulnerables en México, pero lo que existe, con lo que contamos, es un punto de partida para que los ciudadanos por sí mismos o a través de las organizaciones y partidos políticos hagan valer en la realidad sus derechos, reciban los beneficios concretos y perciban que verdaderamente se combate y se abate a la corrupción.

Contra el optimismo gubernamental y empresarial va a contracorriente un escepticismo profundo de los mexicanos que una y otra vez han escuchado promesas y ofrecimientos similares de sus gobernantes sólo para padecer profundas devaluaciones y crisis económicas cuyas cicatrices todavía perduran en la memoria colectiva.

No pienso en cómo el gobierno va a implementar las reformas, sino en cómo la respuesta de la sociedad a ellas permitirá o no que se concreten y que sean benéficas para la sociedad mexicana.

No pienso en la inercia gubernamental, sino en la iniciativa de la sociedad, en los mexicanos proactivos y críticos que no cejarán en la tarea cotidiana, dura y desgastante de tratar de ejercer plenamente sus derechos y cumplir sus obligaciones.

¿Cuándo llegarán las reformas a nuestros bolsillos?
Fuente: google.com

México sigue siendo un país de jóvenes, de muchachos que apenas acceden a la edad económicamente activa y que no se van a conformar, en su mayor parte, simplemente con vivir en un país que los adultos les entregan con tantas carencias y rezagos y con tan pocas oportunidades para los recién llegados.


¿Cuál será el alcance de las reformas? ¿Está nuestro petróleo en riesgo o en efecto será el detonante de una nueva etapa de desarrollo? Los ojos de un adulto y los ojos de un joven lo ven de maneras distintas: alguno de los dos tendrá la respuesta correcta.

rogelio.rios60@gmail.com

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