domingo, mayo 20, 2007

EL BESO DE GERE




Un episodio que se quedó más como nota de color que de fondo, pero que tiene muchas implicaciones sobre la forma en que nos relacionamos las personas en el mundo, fue el protagonizado por el actor estadounidense Richard Gere y la actriz india Shilpa Shetty recientemente en Nueva Delhi, India.
Gere se encontraba en la India como parte de la promoción de una campaña contra el sida cuando sobre un escenario en un evento público besó las manos, las mejillas y abrazó repetidamente a la actriz india. Al día siguiente, la indignación estalló en los medios de comunicación indios y, en las calles, diversos grupos protestaron contra el actor hollywoodense llegando, incluso, a quemar efigies con su representación.
El asunto pasó a los tribunales. Días después, un juez determinó que Gere era culpable del delito de violación de las leyes indias contra la obscenidad en público y ordenó su arresto. Ahora, si Gere volviera a la India, enfrentaría una multa y hasta tres meses de prisión por sus besos en público.
La actriz Shetty declaró que "entiendo que ésa es su cultura, no la nuestra. Pero no fue algo tan grande ni tan obsceno como para que la gente reaccione de esta manera. Entiendo los sentimientos del público, pero no quiero que un extranjero se lleve malos recuerdos de aquí".
El actor americano emitió posteriormente una disculpa a quien se haya sentido ofendido en la India por lo que hizo: “Lo más importante para mí es que quede clara mi intención como defensor de las causas del sida, y que mis amigos en India comprendan que nunca ha sido mi intención, y jamás podría ser, ofenderlos. Si ello ocurrió, por supuesto me es fácil ofrecerles una disculpa sincera".
Conociendo el compromiso de Richard Gere con las causas políticas y sociales como su defensa de la autonomía del Tíbet y su actividad en favor de la lucha contra el sida, el incidente del beso difícilmente puede ser interpretado como un acto de frivolidad a la que muchos actores de Hollywood nos tienen acostumbrados.
Lo de Nueva Delhi fue un gesto espontáneo de Gere que desbordó lo que en los escenarios americanos hubiera pasado como algo normal para convertirse en un escándalo mediático. No hay un elemento de mala fe de parte de Gere, ni de Shetty y por el contrario, no debió perderse entre tanto ruido el fondo del asunto: hacer conciencia sobre el problema del sida.
Lo que nos queda como asunto de fondo de esta nota de color es qué tan delgada resulta la línea cultural que divide nuestras creencias, costumbres y prácticas sociales de las de los demás.
Los diplomáticos y la gente de negocios tienen bien afinada la sensibilidad para detectar acciones, palabras o gestos que puedan ser tomados, fuera de nuestro propio contexto cultural, como ofensas en otras sociedades y culturas, las cuales aunque involuntarias, pueden estropear una relación diplomática o comercial o, en el peor de los casos, llevar a rupturas y conflictos mayores.
En una época de exposición pública tan intensa como la que estamos viviendo, de globalización y mayor cosmopolitanismo del que jamás soñaron nuestros padres y abuelos, se impone revisar nuestras propias actitudes y lenguaje cuando, por alguna circunstancia, nos encontramos lejos del terruño o recibimos visitantes que traen consigo sus costumbres y maneras de ver la vida que pueden ser muy distintas a las nuestras.
Sea el beso de Gere o la instalación artística con desnudos de Spencer Tunick en la ciudad de México, el encuentro de culturas pone a prueba la capacidad del ser humano para aceptar que el resto del mundo piensa y actúa diferente a nosotros y no está obligado a ver el mundo bajo nuestra misma óptica.
Por eso, parafraseando a Shetty, no quiero que ningún extranjero se lleve malos recuerdos de México. Es cuestión de tolerancia.

rogelio_riosherran@hotmail.com

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