sábado, julio 09, 2016

Dallas, otra vez

Agente de policía de Dallas durante la caza del francotirador.
Fuente: Google.com

Por Rogelio Ríos Herrán

Duele escribir en tono trágico sobre Dallas, la hermosa y dinámica ciudad texana tan querida y cercana para muchos mexicanos.

Algo pega en el corazón cuando nos referimos a una comunidad estadounidense que ha absorbido a hispanos y afroamericanos por igual para integrarlos a una economía urbana que ha dado un lugar privilegiado a Dallas entre las ciudades no sólo de Texas, sino de todo Estados Unidos.

Cinco oficiales de policía asesinados por francotiradores en las calles, después de una protesta contra dos casos de abuso policiaco recientes y varios agentes tras una noche de disparos y terror, nos lleva al triste recuerdo de la tensión e incredulidad que invadió a los texanos aquel Noviembre de 1963, cuando el Presidente John F. Kennedy fue asesinado en el centro de Dallas.

Así reaccionamos ahora: no puede ser, esto no está sucediendo, no otra vez en esta ciudad.

Si el ataque a los policías metropolitanos fue, como dijo inicialmente uno de los sospechosos capturados, en represalia a casos de abuso de autoridad de policías de otras ciudades norteamericanas, eso no justifica, por supuesto, que alguien pretenda tomarse la justicia por mano propia ni es en modo alguno una forma de protestar contra las autoridades.

El problema, sin embargo, va más allá: lo de Dallas, como lo de las otras ciudades en donde han estallado disturbios y enojo contra casos de abusos de policías -el caso de Baltimore- revela una herida profunda en la sociedad estadounidense todavía sin cerrar: la de la sombra del racismo y su cauda de enfrentamientos, división de la sociedad y las conductas violentas.

Descartando que este evento llevado a cabo por francotiradores tenga motivaciones o ligas con el terrorismo, la situación no es menos grave que si la propia Al-Qaeda hubiera perpetrado el asesinato de policías texanos, pues atacar y matar a un policía en Estados Unidos es un delito gravísimo y provoca una respuesta unánime e inmediata de las autoridades y la sociedad: se condena a quien lo hace, aunque sin dejar de criticar a los policías que incurren en abusos y corrupción.

Si a todo ello agregamos el trasfondo de la disponibilidad casi irrestricta de armas y municiones de grueso calibre que permiten a cualquier ciudadano enfrentar a los policías por horas y matarlos y herirlos, entonces veremos que -otra vez, como en los sesentas- la nación americana a la que tanto admiramos y criticamos, parece encontrarse al borde del precipicio de una violencia social que puede llegar a ser incontrolable: no ya sólo “Mississipi burning”, como la película de Alan Parker, sino “USA burning”.

Espero fervientemente que no sea así, el pueblo estadounidense tan variado y trabajador y pacífico en su mayor parte, no se lo merece, como tampoco los mexicanos que en Texas y en toda la Unión Americana viven y trabajan codo a codo con “los gringos” por salir adelante como comunidad, como ciudad y como país.


Dallas: ¡no otra vez!

rogelio.rios60@gmail.com

#YoNoMeDistraigo

  Por Rogelio Ríos Herrán  Mientras se dirime en el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos el conflicto que ocasionó l...