viernes, septiembre 22, 2017

México a prueba

Una voluntaria ayuda en los rescates en la CDMX.
Fuente: google.com

Por Rogelio Ríos Herrán

Tiene mucho de reminiscencias prehispánicas el ciclo que desde el siglo pasado vive la sociedad mexicana en su relación con el Gobierno: cada tanto en tanto, a golpes de huracanes y temblores, de sequías e inundaciones, de migraciones y desplazamientos de refugiados, se rompe por unos momentos la subordinación tradicional de los mexicanos a sus autoridades y se libera el impulso enérgico y magnífico de los ciudadanos que toman el destino en sus manos.

Como en el renacimiento del fuego nuevo de los aztecas cada 52 años, el temblor del 19 de septiembre pasado, justo en el aniversario del terrible terremoto de 1985, nos hizo revivir las escenas de solidaridad desbordada de los habitantes de la Ciudad de México hacia sus congéneres en desgracia.

Igual que hace 32 años, la primera reacción fue la de los capitalinos mismos, ahora con una mayor coordinación con sus autoridades, pero sin dejar de criticar la imprevisión y la corrupción gubernamentales, así como sin escatimar su desdén hacia los políticos y funcionarios que aprovechan el suceso para lucirse en los reflectores.

Esta vez, sin embargo, siento que el contexto es distinto al de tres décadas atrás. Que el centro político y económico del país haya sido casi paralizado por el temblor es grave por sí mismo, pero a ello debemos sumar los daños en Puebla y Morelos y la más reciente devastación en Oaxaca y Chiapas.

Si consideramos además los daños de las tormentas tropicales y huracanes como el “Frankin” que golpeó en agosto a Veracruz, nos damos cuenta que México es un territorio sumamente vulnerable a los fenómenos naturales y que ni la mejor voluntad de sus autoridades ni la heroica resistencia de su sociedad civil bastan para aliviar totalmente la situación en el corto plazo ni nos permite pensar en una reconstrucción a largo plazo.

No alcanza para todo lo urgente, no son suficientes los recursos disponibles ni la capacidad de movilización del Estado para atender tantos desastres que se dan de manera casi simultánea y que dejan muchas víctimas. Es una triste realidad que es preciso enfrentar. Hoy se atiende a la Ciudad de México, pero ¿a costa de desatender a Oaxaca y Chiapas? Eso sería entendible, aunque inaceptable.

Vista de la CDMX tras el terremoto.
Fuente: google.com
Aplaudo la propuesta de Enrique Krauze sobre la formación de una Comisión Nacional de Reconstrucción con participación ciudadana y una contraloría internacional (ver en www.letraslibres.com) para los estados de Oaxaca, Chiapas, Puebla, Morelos y la Ciudad de México, pues va en el sentido de que el horizonte de grandes desastres que enfrentamos demanda respuestas extraordinarias y la concentración de recursos en tareas útiles, no en dispendios electorales ante la proximidad del 2018.

Tal vez tendría que convertirse, sin embargo, en una Comisión de carácter permanente. Seguirá temblando en el Eje Volcánico sobre el cual está montado el México central, vendrán cada año más tormentas tropicales y huracanes de fuerzas devastadoras, las sequías e inundaciones en nuestro territorio no cesarán.

Los mexicanos tendremos que aprender a vivir no sólo con la historia en mente, sino con la geografía. Recuerdo que el historiador y geógrafo Bernardo García Martínez -recientemente fallecido- proponía en sus “Consideraciones corográficas” sobre México (en la “Historia General de México” publicada por El Colegio de México, 1977) no separar las dos grandes dimensiones de la realidad humana: la histórica y la geográfica.

Para García Martínez, “las dos dimensiones deberían estar tan estrechamente unidas en el conocimiento como lo están en la realidad; por eso, algún día debiera la historia conquistar ese territorio de la dimensión espacial… no separar nunca más el tiempo del espacio”.

Solamente la plena consciencia de los mexicanos sobre nuestra realidad geográfica puede ayudarnos a enfrentar las adversidades naturales que seguramente vendrán. La orientación de todos nuestros recursos y buena voluntad sobre la consideración de nuestra vulnerabilidad ante la Naturaleza nos hará más fuertes y nos permitirá estar mejor preparados para lo que venga.

Me parte el corazón observar los esfuerzos titánicos de gente de la calle, soldados, marinos, rescatistas de todo el país y del extranjero, que salvan a personas atrapadas bajo los escombros en la Ciudad de México y de otras poblaciones. Ojalá que como nación lleguemos algún día al punto en que, en los próximos temblores, la planeación rigurosa de las construcciones evite al máximo el desmoronamiento de edificios y casas y la muerte de tantos mexicanos.

Frida, la perrita rescatista de la Marina.
Fuente: google.com
Somos “hijos de la tierra que tiembla”, como nos llamó el antropólogo Eric Wolf, y nuestro subsuelo volcánico no conoce el descanso, no tiene término su actividad subterránea. Al final de la quinta era, nuestra propia era según los antiguos mitos prehispánicos (después de terminadas las cuatro eras anteriores por el derrumbe del cielo sobre la Tierra, las tormentas, el fuego y las inundaciones, respectivamente), el final llegará en la forma de un terremoto cataclísmico.

Como hombres modernos que somos, plantemos frente a los mitos la racionalidad científica que nos ayude a romper la fatalidad de los ciclos de desastres. No separemos nuestra historia de nuestra geografía. No dejemos que México se nos vaya de las manos.

rogelio.rios60@gmail.com






jueves, septiembre 21, 2017

"¿Por qué con AMLO?"

Romo en la plática.
Fuente: fotografía propia.
Por Rogelio Ríos Herrán

Se puede conocer la sinceridad de un hombre cuando se le escucha hablar cara a cara, cuando se mete al ruedo de los encuentros presenciales con ciudadanos y líderes de opinión de los que no siempre sale todo mundo bien librado.

Los gestos no mienten, el tono de voz delata si alguien habla por hablar o porque trae una convicción profunda sobre lo que dice, la mirada de cada quien es un espejo de su alma. Nada de eso se puede ocultar en un “face to face”.

El Ingeniero Alfonso Romo invitó a platicar el 20 de septiembre en Monterrey a miembros de PROpuesta Ciudadana (que impulsa Verónica Sada) y a ciudadanos y líderes de opinión a una plática “en corto” sobre sus motivos para apoyar a Andrés Manuel López Obrador (dirigente de Morena) y su proyecto de nación en las elecciones del 2018.

Asistí con la esperanza de escuchar a una persona interesante decir cosas igualmente interesantes, y no salí decepcionado. Romo tiene una habilidad natural para exponer y hacerse explicar, producto seguramente de su larga trayectoria empresarial y de incontables juntas de negocios. Pero no se queda ahí, al hombre se le desborda la convicción sobre su apoyo político a un proyecto de nación que dará sustento a la candidatura presidencial de AMLO.

Es ciertamente Alfonso un ave rara en el horizonte empresarial: ¿Cómo a un gran empresario, y para colmo de Monterrey, se le ocurre siquiera dar su apoyo al Peje, el “peligro para México”?, se preguntan muchos en la Sultana del Norte. ¿Qué no sabe que nos va a convertir en otra Venezuela, que nos va a quitar nuestras propiedades, que cerrará las escuelas privadas?, repiten otros con un celo religioso según lo ven en las redes sociales.

De todo ello habló Romo de frente, sin rodeos. Las preguntas y comentarios de los asistentes no fueron complacientes, todo lo contrario. Hubo intervenciones muy críticas, cuestionadoras y desafiantes que el expositor recibió y respondió con buen ánimo. Al final, el hilo conductor de la conversación fue el de las posibilidades de una transformación real en México y de la capacidad de AMLO de “cambiar el rumbo del país” (como dijo Romo) si en el 2018 gana la Presidencia de la República sobre la plataforma de Morena.

El sentido de urgencia sobre hacer algo, participar e involucrarse a fondo en las tareas que se necesitan para aliviar a México y darle una nueva orientación al Gobierno, un sentimiento compartido por los presentes, fue el motivo central para que Romo y un equipo de trabajo (quienes no son miembros de Morena, sino que lo hacen como aportación externa) se dieran a la tarea de elaborar un plan de gobierno que será presentado a la opinión pública el día 20 de noviembre próximo.

Después, el 15 de diciembre, se darán a conocer los nombres de quienes integrarían el Gabinete de AMLO. Esto es importante porque se me ocurrió preguntarle a Romo cómo le van a hacer en Morena para evitar que la campaña presidencial de López Obrador gire exclusivamente en torno a su persona y no sobre su proyecto.

Es decir, cómo difundir ampliamente una propuesta de gobierno que vale la pena conocer cuando, por el carisma y fuerza de atracción del Peje los medios de comunicación y los ciudadanos se fijarían en lo cotidiano (la frase ingeniosa del día, las declaraciones banqueteras, su rancho La Chingada, el pleito verbal con fulano o mengano, etc.) por sobre sus propuestas de gobierno.

Una vez nombrado el gabinete, me contestó Romo, sus integrantes saldrán a recorrer el país, a presentarse en foros de todo tipo, a dar la cara a los medios, a hablar y difundir el proyecto de nación. Preparémonos entonces, pensé de mi parte, a recibir a los nuevos apóstoles que difundirán un “Gospel” duramente trabajado y pulido para capturar la atención de una ciudadanía severamente golpeada por la desconfianza hacia la clase gobernante y los partidos políticos.

Me interesa, por supuesto, escuchar esas propuestas y ver si López Obrador, en su último intento por ganar la Presidencia, puede llevar a cabo -si resultara vencedor- una buena parte del mismo en apenas seis años.

AMLO y Alfonso Romo.
Fuente: google.com
A partir del 20 de noviembre se establecerá una vara muy alta en cuanto a propuestas de campaña para cambiar a México, a ver qué otros contrincantes pueden no sólo saltar esa valla, sino ponerla más alto. Que sea una confrontación de propuestas, no de personalidades.

Por los nombres del equipo presidencial amlista que manejó Romo (los cuales se conocerán el 15 de diciembre), está claro que López Obrador mantiene un fuerte poder de convocatoria en torno a su liderazgo social. Más que demagogia y rollos electorales, lo que se presente será fruto de un trabajo de expertos no partidistas, ajenos a las lides electorales y profundamente preocupados por México.

Quienes compartimos esa preocupación esperaremos atentos. Mientras tanto, me resultó grato departir entre personas de distintos giros de la vida, con intereses sociales y políticos divergentes, pero que no pierden la capacidad de sentarse juntos a dialogar sobre México y que difícilmente nos hubiéramos reunido por nuestra cuenta en la calle, gracias a Alfonso Romo por una velada tan agradable.


rogelio.rios60@gmail.com

sábado, septiembre 16, 2017

USA: percepción negativa

Vista de un tramo de cerca en la frontera.
Fuente: google.com


Por Rogelio Ríos Herrán

No resulta sorpresivo constatar que el 65 por ciento de los mexicanos tienen hoy una percepción más negativa de Estados Unidos que en 2015 (29 por ciento), según la encuesta más reciente del Pew Research Center (ver en www.pewglobal.org).

Ahora, un 55 por ciento de los mexicanos cree que las relaciones económicas con USA son buenas para México, contra un 70 por ciento en 2013.

Y un abrumador 94 por ciento de los mexicanos se opone a la construcción de un muro en la frontera, una de las más insistentes promesas de campaña del Presidente Donald Trump. Solamente un 5 por ciento de los encuestados cree que Trump hará lo correcto en la arena de los asuntos mundiales.

En fin, de los 37 países encuestados por el Pew Research Center, la baja más pronunciada en la percepción negativa de Estados Unidos la tuvieron los mexicanos. El 65 por ciento mencionado representa el punto más alto de desaprobación de Estados Unidos desde que se empezó a encuestar a los mexicanos en el año 2002.

El estudio del Pew menciona que “la erosión de la buena voluntad de México hacia Estados Unidos coincide con la baja aprobación del Presidente Donald Trump y de una de sus políticas estelares (la propuesta de construir un muro en la frontera que pague México)”.

No es tan sorpresivo, insisto, porque la hostilidad verbal de Trump hacia México por temas migratorios, de seguridad o de corrupción simplemente no podía pasar desapercibida en el ánimo de los mexicanos, quienes le cobran una alta factura al inquilino de la Casa Blanca.

Lo más curioso de la investigación del Pew Center, sin embargo, es que en la misma encuesta se preguntó a los mexicanos que si, a pesar de Trump y sus dichos hostiles, seguirían dispuestos a irse a probar fortuna a USA:  más de la mitad de los mexicanos con opinión desfavorable hacia Estados Unidos admitieron, sin embargo, que se vive mejor allá que en México. Si se les diera la oportunidad, más de un tercio de ellos se iría a vivir al norte de la frontera.

¿Somos así de incongruentes los mexicanos? No tanto, pues si bien hay mucho descontento entre nuestros paisanos hacia Trump, no es menor ese descontento hacia el Presidente Enrique Peña Nieto y el Gobierno de México.

Por ejemplo, otra cifra abrumadora: un 85 por ciento de los mexicanos no están satisfechos en general con la forma en que marcha su país debido al crimen organizado, la violencia de los cárteles, la corrupción de los políticos, el alza de precios, el bajo nivel de la educación y las diferencias de ingresos entre los mexicanos.

Contra el 61 por ciento en 2011 (el año anterior a su llegada a la Presidencia), la popularidad de Peña Nieto se ha derrumbado a poco más de un 25 por ciento. La insatisfacción se relaciona con su manejo de la economía, los casos de corrupción, crimen organizado y narcotráfico y las relaciones con Estados Unidos.

¿A quiénes ven más favorablemente los mexicanos? A los militares (79 por ciento), medios de comunicación (76 por ciento), las organizaciones de derechos humanos (65 por ciento) y a los líderes religiosos (63 por ciento), según el Pew Center.

No son los mejores tiempos para los mexicanos: se sienten insatisfechos y agraviados por el vecino del norte, pero también por su propio país y los gobernantes que lo conducen. Hablando coloquialmente, no tienen ni para dónde hacerse.

Los fuertes lazos que unen a mexicanos y estadounidenses ofrecen quizá la única salida posible a esta situación de gran insatisfacción general, pues en su cultivo cotidiano y estrecho (sean nexos familiares, culturales o de negocios) se forja realmente la solidaridad y fraternidad entre México y Estados Unidos más allá de los desacuerdos entre gobiernos.

Habrá que esperar al próximo relevo gubernamental en México (2018) y en Estados Unidos (2020) para ver si el “mood” de los mexicanos mejora tanto en su país como respecto a Estados Unidos. No es saludable para la nación mexicana vivir en una constante “depresión colectiva”, si se me permite usar esa expresión, que es fruto de lo que se percibe como gobiernos incapaces de satisfacer las necesidades de sus sociedades.

Ya vendrán tiempos mejores.

rogelio.rios60@gmail.com




martes, septiembre 12, 2017

Frente Ciudadano: contrapesos al poder

Jesús Ortega expuso los términos de la alianza.
Fuente: El Horizonte


Por Rogelio Ríos Herrán

Lo primero que noté de la conferencia de Jesús Ortega sobre el Frente Ciudadano por México que expuso en Monterrey el pasado 11 de septiembre, fue el alto nivel de argumentación del experimentado político de izquierda forjado en el PRD, y la claridad de las razones que desplegó para sustentar y defender la alianza que bajo la figura legal del frente político constituyeron recientemente el PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano.

Invitado por PROpuesta Ciudadana y Vertebra y por el Diputado federal perredista Waldo Fernández en la magnífica sede del Club Industrial, Ortega dio razones a las cuales difícilmente podría oponerse quien busca mejorar y perfeccionar nuestro añejo sistema político: poner contrapesos al poder centralizado excesivamente en la persona del Presidente de la República, incluir temas sociales y de grupos ciudadanos que no encuentran hoy suficiente eco en los partidos políticos o considerar que se dé el 50 por ciento de las candidaturas del Frente a personas ajenas a los partidos, en fin, sustituir al viejo régimen (“en fase terminal”, según Ortega) por un nuevo sistema abierto, incluyente y mucho más democrático (incluido el combate a la corrupción) que el actual.

Tal vez por eso, por la fuerza de esos argumentos de valor universal, fue posible ver sentados en la misma mesa a panistas, perredistas y miembros del MC en una convivencia que si bien reconocía la existencia de diferentes maneras de ver la política, no dejaba que esas diferencias impidieran el diálogo.

No sé si la vida política del Frente dure en efecto los siete años, de aquí al 2024, que tiene establecido en su documento constitutivo. No sé incluso si sobrevivirá el vendaval electoral del 2018 y a las pasiones políticas que inevitablemente se desatarán; lo que sí sé es que el simple hecho de intentar una acción política en conjunto entre partidos supuestamente irreconciliables y el reconocimiento de sus fallas y de la necesidad de incorporar integralmente la perspectiva de los ciudadanos en la tarea de gobierno, es ya un paso novedoso que merece nuestro aplauso.

En un país de desacuerdos perennes, cualquier atisbo de acción conjunta es una fuente de esperanza. Sobre todo, la apertura a las críticas y al debate, como se vio en la sesión de preguntas y respuestas, indica que quizá los políticos y los partidos están ya tomando nota del hartazgo ciudadano y reaccionando al mismo.

Insisto en el buen nivel de argumentación de Ortega porque no es común ver ese rasgo en la mayoría de los políticos y porque con polemistas de altos vuelos, estemos o no de acuerdo con lo que dicen, se eleva en consecuencia todo el nivel de un debate y se acostumbra al ciudadano a exigir a todos sus representantes legislativos y a sus gobernantes una mayor preparación, más información y rigor intelectual, además de conocimiento de los temas políticos que les incumben. No pedimos que se transforme cada uno de ellos en un Montesquieu, pero sí que puedan aprobar el riguroso examen ciudadano.

Por ejemplo, al mencionar uno de los ciudadanos asistentes al evento que la propuesta de un Jefe de Gabinete no había funcionado en Nuevo León cuando a la entrada del Nuevo Gobierno independiente el Gobernador designó a Fernando Elizondo como su coordinador ejecutivo (además de la existencia de un Secretario de Gobierno estatal), Ortega contestó que en realidad lo que se hizo en Nuevo León no era propiamente hablando un “Jefe de Gabinete”; lo que propone el Frente vendría armado de diferente manera y con atribuciones legales específicas que le darían fuerza y eficacia a esa figura.

Foro tras foro, evento tras evento, abrir los espacios al diálogo y promover las discusiones de altura son ya una labor largamente necesitada en Nuevo León. Bien hecho por PROpuesta Ciudadana y Vertebra al promover este tipo de eventos que dan voz a los que casi nunca son escuchados y permite contrastar quién es quién en el terreno del debate político. Todo sea por la democracia.

rogelio.rios60@gmail.com






Nahuel, fútbol y políticos: adiós “fair play”

  Por Rogelio Ríos Herrán En México, el fútbol precede a la política en el triste arte de no respetar a los demás contendientes, violar las ...