martes, diciembre 31, 2013

Adiós 2013; bienvenido 2014





Por Rogelio Ríos Herrán

Si algo tienen los últimos días de diciembre del año que se va y los primeros días de enero del año que llega es esa irresistible sensación de renovación que atrapa a personas y negocios por igual, como si el simple cambio en la hoja del calendario fuera como un acto de magia que podría traernos buena fortuna.

Nada de malo hay en ello y es bien recibida esa brisa de esperanza de un año que sea mejor que el que se fue. Por unas horas, el pensamiento vuela hacia horizontes más luminosos que son una promesa de mejoría en nuestras vidas y en nuestras organizaciones empresariales.

Pero de poco valdría alimentar esa esperanza solamente con sentimientos nobles e intensos si no ponemos de inmediato a trabajar nuestras mentes en la elaboración de una estrategia que nos permita, por lo menos, empezar a transitar por caminos diferentes y fructíferos.

Pocas veces como en el arranque del 2014 se hace evidente lo valioso de la planeación en nuestras vidas personales y profesionales para enfrentar los retos que un escenario cambiante nos presenta como una montaña de obstáculos a sortear.

Derivado del afán reformista del Gobierno y partidos políticos y como consecuencia de la febril actividad del Congreso y el Senado, tenemos en marcha una serie de reformas cuya coincidencia en el tiempo y el espacio plantean un desafío mayúsculo a la sociedad.

Desde las más inmediatas como son las reformas fiscal, energética y laboral, hasta una de gran magnitud como la educativa, todas ellas, aun considerando las reservas que guardemos ante cada una, nos deben motivar a conocerlas a fondo y a adoptar una posición y una estrategia para beneficiarnos de sus aspectos positivos y minimizar sus efectos adversos.

Una coincidencia fortuita de tantos cambios a la vez en México siempre es un problema, pues vivimos en un país más acostumbrado a las inercias que a las transformaciones.

Nada de qué atemorizarse, sin embargo, si enfrentamos esta situación inédita en nuestra historia contemporánea con la actitud adecuada: ante los retos, la reacción atinada es informarse, planear y ejecutar de la mejor manera posible.

Las oportunidades de negocios y de éxito profesional siempre van a existir aun en los escenarios más hostiles, así que si nosotros no hacemos el esfuerzo y no perseguimos las puertas que se abren, tengamos por seguro que otros lo harán.

Por eso vemos con asombro las historias de éxito que se presentan en los lugares menos pensados o en los entornos más inseguros o improbables para los negocios, todos conocemos alguna historia cercana que nos hace entornar una ceja y preguntarnos: ¿cómo le hicieron?

Es tiempo de reflexionar, de convivir en familia y de despedir al 2013 que nos deja. Pero después del descanso, una vez terminado el ‘break’ decembrino, retomemos con fuerza renovada y mente despejada las riendas de nuestras vidas y trayectorias profesionales para emprender la ruta del 2014.

Consideremos que lo que se presenta ante nosotros son tanto factores de incertidumbre como ventanas de grandes oportunidades que nos pueden ayudar  a dar el paso hacia una vida exitosa y llena de retribuciones.

“Caminante no hay camino,” decía el gran poeta Antonio Machado; “se hace camino al andar”. De nosotros depende, de nadie más.

¡Feliz Año Nuevo y un gran 2014 para todos!

rogelio.rios60@gmail.com

@rogeliux


viernes, diciembre 06, 2013

Mandela, su libertad

Por Rogelio Ríos Herrán

Muy pocas veces en el curso de las vidas de una generación de personas se puede vivir un acontecimiento histórico de tal magnitud que trascienda a toda la humanidad.

La muerte de Nelson Mandela, el padre de Sudáfrica, el padre de todos los oprimidos del mundo, es uno de esos acontecimientos, tan grande y cuyas repercusiones abarcan el planeta entero que captura la atención de todos.

Desde México, adquiere un singular matiz el recuerdo de Mandela como un referente de quienes, desposeídos de todo, hasta de su dignidad como personas, ven en la saga de su vida llena de adversidades y penurias, de largos años de prisión en condiciones miserables, una fuente de consuelo e inspiración.

No podría ser de otra manera: si el sufrimiento es universal, también lo son las vidas de luchadores inquebrantables como Mandela, quienes con su existencia nos alientan a seguir adelante, a vencer cualquier obstáculo, a amar la libertad.

Por eso los mexicanos ven en la larga marcha de los sudafricanos hacia su independencia y en el esfuerzo por hacer que país entero progrese y que su nación destaque ante las demás, muchas similitudes con su propia historia, una en la que México no parece haber sido poco más que una avalancha de calamidades.

Un océano y un continente aparte, la huella de Mandela cruzó por México no sólo con su presencia física como visitante ilustre, sino en la forma de un legado que perdurará seguramente entre nosotros.

¿Quién no encuentra inspiración en Madiba? ¿Cómo no conmoverse ante los abundantes detalles de este abogado sudafricano que llevó su profesión a la altura de un apostolado? ¿De qué manera se sobrevive a 27 años de prisión infame para salir libre y gobernar a su país?

La gratitud de Sudáfrica se vuelca ahora sobre su padre fundador, su querido Madiba. Nuestra gratitud va también ante su memoria a presentar nuestros respetos: Gracias, Nelson Mandela, por tu inteligencia y valentía, gracias por la libertad.

@rogeliux


jueves, noviembre 21, 2013

El 'smog' y la corrupción

 
Fuente: www.portafolio.co.
 Por Rogelio Ríos Herrán

Es curioso, pero de la misma manera que sentimos casi a diario que el aire que respiramos en nuestra Sultana del Norte está cargado de polvo, olores y mónoxido de carbono de las emisiones de los automóviles, al punto que se torna irrespirable, así también percibimos el clima político mexicano en estos días de fines de Noviembre.

No importa el nivel de análisis, desde lo local hasta lo estatal y nacional e incluso en los asuntos que trascienden fronteras, el aire se vuelve, literalmente, asfixiante para los ciudadanos comunes.

El espectáculo de lo que es la arena pública, un eufemismo elegante para referirse a la lucha libre política, tal vez no sea ni más ni menos edificante que en otros momentos, pero en ésta época en particular nos lleva a los límites del hartazgo.

Se combinan entre los ciudadanos, situados en el último eslabón de la cadena alimenticia electoral, circunstancias personales y de calendario, pues el fin de año nos vuelve nostálgicos de los momentos dorados, además de que parece caernos encima, y de golpe, el estrés y las fatigas de todo el año de andar afanosamente “correteando la chuleta”, para decirlo llanamente.

Pero no sólo es eso, sino algo más: de veras, la clase política mexicana se esmera en alcanzar niveles de degradación cada vez más bajos y los escándalos de corrupción, las negociaciones truculentas y las declaraciones altisonantes se suceden sin freno, como si eso llenara por completo el hambre de vida pública que padecemos los mexicanos, pero de vida pública de altura, no de arrabal.

Es tan profundo el impacto de los personajes y los actos nocivos de la política mexicana que opacan casi por completo a aquel sector político que trabaja correctamente y empujado por un genuino interés en los asuntos públicos –no para enriquecerse groseramente- , realmente, la última muralla con la que contamos los ciudadanos para evitar el derrumbe total del escenario político y con ello de nuestras expectativas de alcanzar a vivir en una democracia que funcione, y que no sea sólo de membrete.

Gobernadores, alcaldes, diputados, funcionarios federales, estatales y municipales, todos ellos protagonizan escándalos y exhiben malas prácticas de gobierno que en verdad dan pavor por el nivel tan bajo y pedestre de sus motivaciones públicas. Si no aspiran esos malos políticos a otra cosa que no sea enriquecerse a manos llenas, si no hay en ellos un rastro ya de dignidad y de vocación de servicio, ¿qué nos espera a los mexicanos?

Transcurrida casi década y media de este siglo 21, aún tengo fresco en la memoria el ambiente de altas esperanzas y enormes expectativas que para la democracia representaba la alternancia política, en el año 2000, con la llegada de la Oposición panista a la Presidencia de la República, los rostros iluminados por el entusiasmo, las visiones idílicas del inminente fin de la añeja corrupción mexicana.

Sueños que no se cumplieron probaron ser, al final, muchos de ellos. En el final del año 2013 así se percibe, en particular, entre la generación de mexicanos menores de 25 años a quienes, en su mayoría, poco parece atraerles e importarles la política, opinar y participar en la vida pública, o por lo menos informarse de manera suficiente y útil sobre lo que sucede en su comunidad, ya no digamos en México o en el mundo.

¿Quién puede culparlos o reprocharles su actitud? Nadie de mi generación, ciertamente, quienes les hemos dejado una democracia limitada y que parece existir sólo en el papel, y un país en donde la corrupción no sufrió en la última década ni un rasguño a como se ha practicado ancestralmente.

Las prácticas corruptas siguen siendo, al final, el gran obstáculo al crecimiento de México como democracia moderna y como economía competitiva. No olvidemos eso en el 2014, mientras seguimos adelante en el trajinar de nuestras vidas, pero no dejemos de creer en la democracia posible en México, a pesar del “smog” político, luchemos duro por ella y porque los jóvenes tomen la estafeta del cambio político en nuestro país: es su turno.

@rogeliux


martes, junio 04, 2013

¿Para qué los chinos?

Niña aprendiendo chino. Fuente: www.china-family-adventure.com


Por Rogelio Ríos Herrán

Díganle “chinos” a un mexicano y seguramente saltarán en su mente las imágenes populares que todos conocemos: la fayuca en Tepito, la Virgen de Guadalupe Made in China, las mercancías baratas introducidas al País a precio de dumping, el callejón de Dolores en la Ciudad de México como nuestro Chinatown versión mexicana, lo baratito y chafo en productos comerciales.

Además, la imagen lejana de un antiguo país con su muralla kilométrica, súper poblado y cuyos barcos, la Nao de China, cruzaban el Pacífico en siglos anteriores para traer mercancías a Acapulco cuando nosotros éramos una colonia española.

¿Quién es Xi Jinping y a qué viene a México? ¿Qué beneficios nos trae su visita entre el 4 y el 6 de Junio y la relación con la República Popular China? ¿Para qué queremos a los chinos?

Si uno se detiene a reflexionar sobre las respuestas a estas interrogantes, en lugar de contestarlas de inmediato como sería el caso, por ejemplo, con la relación con Estados Unidos, entonces, nos daremos cuenta de que no obstante los contactos desde siglos atrás con China, los mexicanos seguimos comprendiendo tan poco a esa nación como desde la época novohispana.

No es tarea fácil, por supuesto, comprender a China y no habrá nación en la Tierra que se precie realmente de hacerlo a fondo, tan particulares y originales son los chinos, su cultura, idioma y sociedad.

Pero la necesidad de convivir con el gigante chino, una superpotencia económica, científica y militar en ascenso que próximamente realizará una visita a la Luna, nos obliga a vencer nuestra ignorancia e indiferencia con un abundante y refrescante conocimiento de lo que China significa hoy en el mundo.
 
Se sorprendería usted de saber que en Monterrey, por ejemplo, a mis hijas les dan lecciones de chino mandarín en su colegio, que el ITESM se enseña chino desde la preparatoria, y que hay una variedad de lugares en los cuales estudiar el mandarín en nuestra Ciudad, por si se siente animado a emprender el aprendizaje del idioma que hablan más de mil millones de personas en el mundo. No se va a arrepentir.

A otro nivel, si México quiere realmente retomar un lugar en la escena internacional y diversificar su política exterior y sus relaciones comerciales, tendrá entonces que afinar la mira para entender y cultivar a China como una relación que sea benéfica para ambas partes.

Los clichés y estereotipos de los mexicanos hacia los chinos se borran fácilmente a medida que nuestro conocimiento sobre China aumenta en cantidad y calidad.

Al hacerlo, entenderíamos que Jinping es uno de los gobernantes más poderosos del planeta, que su visita se encuadra en un momento de impulso de las relaciones de China con América Latina y que Beijing quiere afianzar su presencia en el área.

Si bien hay socios comerciales de China en América Latina con mayor volumen de comercio e inversiones que México, a ojos de los chinos la particularidad de que los mexicanos somos vecinos de Estados Unidos nos da un valor estratégico que nadie más tiene en la región.

Si sumamos a ello la tradición de los lazos comerciales con China que datan de siglos atrás y el aprecio por el idioma y la cultura chinas que hoy se vive en México, nos daremos cuenta que hay razones de sobra, más allá de las económicas y comerciales, para recibir en México al nuevo Presidente de China y avanzar en la relación diplomática con Beijing a niveles inéditos.

¿Para qué los chinos? Pues para darnos cuenta de que México no pasa desapercibido para la gran potencia de Asia, que sus gobernantes se acercan y se interesan en los mexicanos, y que con ello se abren oportunidades y riesgos que vale la pena explorar como contrapeso a la excesiva concentración de nuestras relaciones y afectos con Estados Unidos.

La inmensidad del Oceáno Pacífico se abre ahora como un mar que nos acerca, no que nos aleja, de China.

La pregunta es si sabremos aprovecharlo los mexicanos, gobierno, empresarios y personas en general. No está en chino.

Rogelio.rios60@gmail.com

jueves, abril 18, 2013

El pequeño Richard

Por Rogelio Ríos Herrán
 
No encuentro otro punto de partida más relevante para abordar los bombazos del Maratón de Boston que el de la muerte de Richard Martin, un niño de 8 años quien junto con sus padres y su hermana de seis años (quien a su vez perdió una pierna, además de que su madre sufrió heridas graves) acudió a ver y disfrutar del gran evento anual de los bostonianos.
El pequeño Richard, según los vecinos y sus compañeros de escuela, en donde cursaba el tercer año, como cualquier niño de su edad jugaba y se divertía en el patio de su casa; así es como se le recuerda, como parte de una familia muy unida.
Su padre, al presentarse ante los medios de comunicación, expresó a nombre de su familia palabras muy conmovedoras: “Mi esposa y mi hija se están recuperando de lesiones graves. Damos gracias a nuestros familiares y amigos, por sus pensamientos y oraciones. Les pido que sigan orando por mi familia mientras recordamos a Martin”.
Guardo aún el recuerdo del testimonio del padre de uno de los niños asesinados en Newton, con palabras sentidas que parten el alma, sobre la inocencia de sus hijos, su niñez cortada de tajo, pero, ante todo, sobre la necesidad de seguir adelante con el resto de la familia. No queda mucho tiempo para el duelo, sólo la búsqueda de pronta resignación, pues la vida, implacable, sigue adelante.
No es posible pasar por alto que, al final, no importa la causa por la que se lleven a cabo acciones de violencia, las víctimas son personas y niños que tenían derecho a seguir adelante con sus vidas, a llenar de plenitud sus existencias, a tener hijos a su vez y formar familias o a vivir como individuos en una comunidad pacífica.
Nadie, absolutamente nadie tiene ningún derecho de cualquier especie para cortar de tajo al pequeño Richard cuando a sus ocho años apenas descubría el mundo, del cual conoció el lunes 18 de abril su cara fatídica.
Falló el Gobierno estadounidense al no protegerlo, es verdad, pero quizá falló en mayor medida una sociedad en cuyo seno abrevan fuerzas extremistas, grupos violentos y ciegos ante cualquier escrúpulo de humanidad, insensibles al dolor ajeno.
Los grandes debates políticos de hoy en Estados Unidos, sobre el control de armas y sobre la reforma migratoria, se ven cruzados por opiniones extremas que pretenden cerrar la puerta, en nombre de supuestos derechos inalienables, a la tolerancia y al control de los impulsos violentos que anidan en muchas personas, quienes no dudan en recurrir a la violencia contra ciudadanos inocentes y vulnerables para imponer sus puntos de vista.
Para mí, la respuesta precisa a los sucesos trágicos del Maratón de Boston en este 2013 no puede ser otra que capturar y enjuiciar a los responsables de los bombazos en donde murió el niño Richard, dos adultos más y hubo casi dos centenares de heridos graves, muchos de ellos con pérdida de piernas y brazos.
Hablo de Richard Martin en particular porque él encarna la fragilidad que ahora parece vivir el niño estadounidense en una sociedad en donde la casi libre circulación de armas, carente de controles rigurosos, se junta con la expresión igualmente ilimitada de las opiniones más diversas, extremas y disparatadas, pero que se ponen en práctica con letal efectividad. Recordemos a Newtown.
Me quedo con su sonrisa y su gorra de beisbolista para no olvidar jamás que ningún análisis de la situación contemporánea del país en donde vivió brevemente el niño Martin debe tener ya otro punto de partida que el de las víctimas que, como él y sus familias, quedan a la espera de justicia.
Para ellos, fortaleza para seguir con sus vidas. Para el Gobierno y la sociedad americanos, la responsabilidad de hacerles sentir a ellos y a la sociedad toda que de ésta y cualquier acción violenta sus responsables serán llevados ante la justicia a responder por ello. Además, que las instituciones harán todo lo posible para que las leyes se apliquen y se aplaque la violencia que parece desbordarse en sus ciudades y comunidades.
Es cuestión de dignidad.

miércoles, marzo 20, 2013

Ansiedad por las reformas

Fuente: www.losbloguitos.com


Por Rogelio Ríos Herrán

En estos momentos se discute en el Congreso federal el proyecto de reformas a las telecomunicaciones mexicanas que ha creado grandes expectativas en la opinión pública respecto a que, al fin, serán metidas en cintura y puestas de nuevo bajo la rectoría del Estado las grandes empresas de comunicaciones que todos conocemos y que han incurrido en prácticas monopólicas que todos hemos padecido.

Una reforma laboral, al final del anterior sexenio, y otra educativa, al arranque del actual del Presidente Peña Nieto, fueron deliberadas y aprobadas por las cámaras legislativas con el beneplácito de la sociedad porque ¿quién en su sano juicio puede oponerse a la modernización de México vía las reformas?

Nadie, por supuesto. Pero de ese deseo común de todos los mexicanos por destrabar los nudos que nos impiden avanzar por el camino del desarrollo vía las reformas, a la aprobación del Legislativo y a su implementación concreta, hay un largo trecho por recorrer.

Se entiende que en el ánimo del nuevo Gobierno hay un prurito por borrar la huella del anterior y establecer su marca propia, eso es natural y hasta encomiable en todo nuevo grupo gobernante que quiere gobernar de manera distinta a sus antecesores.

Qué bueno que hay ese impulso de cambio, de transformación. Además, qué bien que se sacuda la parsimonia legislativa con iniciativas de ley y reformas a las existentes que de veras prometen ir al fondo de las cosas, que buscan soluciones estructurales a los problemas nacionales que nos ahogan, como en el caso de las telecomunicaciones.

Pero de ahí a considerar que el reformismo, por sí sólo, impulsará el cambio en México, es otra cosa completamente diferente. Es como seguir apegados a la noción tradicional, muy mexicana, de que cambiando la ley se cambia la realidad, que la letra de una ley es sagrada y que su mera existencia en un documento es suficiente para que influya y modifique a la realidad.

No solamente hay grandes intereses creados en todas y cada una de las áreas de la economía y la política mexicanas que se resistirán al cambio, también hay un grave problema, digamos, de inercia y “tradición”: un aparato de gobierno impermeable a los cambios, una burocracia que difícilmente –incluso bajo coerción- variará su rumbo, y una cultura política en la que todavía predominan valores absolutamente antidemocráticos: autoritarismo, clientelismo, corrupción simple y llana, “transas” al por mayor, que no se va a acabar de la noche a la mañana como por arte de magia de una reforma.

Si bien las discusiones en el Congreso y el Senado llaman poderosamente la atención mediática y alimentan la ansiedad de la opinión pública sobre el advenimiento del cambio tan anhelado, será en otro terreno en donde se decidirá el destino de cada una de las relumbrantes reformas que se van aprobando una tras otra en una marcha implacable de la Historia, así con mayúscula, y que nos dan la sensación de vivir un gran momento histórico; será en el terreno, reiteramos, de la realidad mexicana en donde se pondrán a prueba realmente la voluntad y la capacidad de cambio del nuevo Gobierno de Peña Nieto.

Ahí, en ese suelo de lo real y concreto -en donde todo finalmente se estrella o se renueva- se dará o no el gran cambio de México. Ojalá que éste sí sea nuestro momento histórico, uno que recordemos en el futuro como de grandes logros, pero no echemos desde ahorita las campanas al vuelo: falta mucho por hacer desde la base de la pirámide.

rogelio.rios60@gmail.com

lunes, marzo 11, 2013

Un nuevo Papa ¿en español?




 

Por Rogelio Ríos Herrán


Que el mundo se mantenga en vilo, no sólo entre la población que profesa el catolicismo, respecto al inicio del Cónclave vaticano del cual surgirá el nuevo Papa que suceda a Benedicto XVI, es una muestra del peso continuo de la Iglesia católica y su representante terrenal, el Estado del Vaticano, en el escenario político internacional.

Brasil y México, en América Latina, las naciones con mayor población católica del continente, siguen con ansiedad la posibilidad de que entre los Papabili se destaque la figura de algún cardenal latinoamericano, entre ellos, el argentino Bergoglio o el brasileño Scherer, incluso el cardenal mexicano Francisco Robles Ortega, quien ha sido mencionado entre los posibles sucesores de San Pedro.

No es una ansiedad que se limite a la esfera espiritual; por el contrario, sus repercusiones políticas terrenales nos llevan al terreno de los escenarios posibles que se abrirían si la elección de un nuevo Papa recae en una figura europea, latinoamericana, asiática o africana.

Es una tendencia conocida que el crecimiento de la población católica se da en países de economías emergentes, mientras que en los países desarrollados sucede lo contrario, ligado además con sus tendencias poblacionales estancadas o decrecientes y el envejecimiento de sus poblaciones.

La sangre joven del catolicismo se encuentra en América Latina, en algunos países africanos o en las densamente pobladas Filipinas en donde destaca la carismática figura del Cardenal Luis Antonio Tagle.

Cifras recientes difundidas por El Vaticano indican que la población católica a nivel mundial creció en 1.3 por ciento entre 2009 y 2010, al pasar de mil 181 millones a mil 196 millones de católicos, de acuerdo con el Anuario Pontificio 2012 que recogió cifras de las 2 mil 966 circunscripciones con que cuenta la Iglesia católica, según la agencia EFE.

El 28 por ciento de la población católica mundial corresponde a América del Sur, mientras que Europa sigue viendo una declinación que la lleva al 23 por ciento.

El nombramiento de 15 prelados nuevos en el Continente Americano en el 2010 ayudó a elevar el número de obispos en el mundo a la cifra de 5 mil 104.

Filipinas cuenta con 72 millones de católicos aproximadamente, lo que la coloca sólo después de Brasil y México como los países con mayor población católica y ciertamente como el país de Asia con mayor número de creyentes católicos, según datos de Wikipedia (ver como Iglesia católica en Filipinas).

Tres países en desarrollo aportan un gran número de católicos en el mundo, pero se trata de naciones que no son grandes potencias, ni mucho menos, en la arena internacional. Muy probablemente no verán reflejados sus anhelos -a pesar de tener candidatos idóneos al Pontificado- de contar en El Vaticano con un Papa de los suyos, uno que refleje las nuevas realidades de la distribución geográfica de la Iglesia católica.

En cualquier caso, sea que resulte un Papa italiano, como se espera, o procedente de Europa en general, la tarea del nuevo Pontífice será en buena medida la de integrar a los católicos brasileños, mexicanos y filipinos en una Iglesia de la cual se sientan verdaderamente parte de ella, en la cual su voz y su voto sea atendido y escuchado, y que dé respuesta a las inquietudes y cuestionamientos de sus millones de católicos jóvenes latinoamericanos y asiáticos que tienen muchas cosas que preguntarle al Papa sobre los problemas que afectan sus formas de vida.

Veremos entonces si el humo blanco que señale al nuevo Pontífice será uno que anuncie a un Papa que hable español, portugués o tagalo, uno que provenga del tercer mundo, un Papa del siglo 21.

 

Amenaza la violencia a las elecciones?

Por Rogelio Ríos Herrán  No recuerdo una Semana Santa reciente, por lo menos en la última década, con tantos eventos violentos como la de e...