lunes, junio 27, 2022

Villoro: La Tierra Prometida

 



Por Rogelio Ríos Herrán


Conocía al escritor Juan Villoro como lector asiduo de sus columnas de los viernes en Reforma, lleno de agudeza analítica, sensibilidad y claridad al escribir, todo ello reunido (lo cual no es usual) en un solo autor. Tres por uno, dirían en las tiendas de descuento.


Me faltaba abordar sus novelas, lo cual por alguna razón (la prisa insana del periodista cuyo horizonte son 700 palabras en un texto, no más) siempre lo posponía, así me salté “Arrecife” (2012), pero al fin llegó a mis manos “La Tierra de la Gran Promesa” (México: Penguin Ramdom House, 2021) y sobre esa obra quiero compartir mis comentarios.


Me gustó la fluidez narrativa de Villoro, por supuesto, la cual, como lector, siempre se agradece. Por esa facilidad de contar a las cosas y las personas, de resaltar detalles, dibujar atmósferas y, en particular, situar la trama en el contexto del México de hoy, de lo que sucede a nuestro alrededor y que determina los límites de lo privado y lo individual a cada uno de nosotros (el poder del narcotráfico y sus redes de dinero, por ejemplo), a Villoro lo cuento entre mis escritores favoritos, aquellos que rinden culto a la narrativa, pero además saben cuándo y cómo manejar sus pausas, un poco como en el fútbol.


Eso es , de alguna manera, algo que ya sabía sobre el autor. Lo que no esperaba es la habilidad de armar una historia compleja con personajes intensos y a la CDMX como un personaje más, no sólo como contexto, que encontré en la “Gran Promesa”. En la narración, la Capital adquiere vida propia, define humores a los personajes, provoca encuentros en lugares inverosímiles, pero reconforta también con la grata sensación de la luz del sol colándose entre las ramas de los árboles.


El Parque Hundido, al que yo recuerdo de adolescente en una época en que viví en la Colonia Nápoles, cobra vida de nuevo desde el sueño profundo de un recuerdo y es protagonista en uno de los momentos culminantes del relato.


Con otros tantos lugares que yo también conocí (el Sanborn’s de Aguascalientes e Insurgentes, por ejemplo, o la sede del CUEC en la Colonia del Valle) sucede lo mismo: el lector que haya tenido paso por el Distrito Federal de otras décadas, y en México casi todo mundo ha tenido algo que ver con la Capital, se sentirá conectado espontáneamente con el autor, como si estuvieran en la misma mesa tomando un café y compartiendo recuerdos urbanos


Villoro tuvo la chispa genial de que su personaje principal, Diego, fuera un cineasta de corazón y que viera la vida, la suya personal e íntima, como una sucesión de tomas de la cámara, iluminación, captura de sonido y edición. 


El resultado es sensacional: se puede leer la novela como un pequeño manual de cómo asomarse al cine, qué vale la pena filmar y cómo editar lo que no sirve. Es una obsesión sublime la de Diego, el autor y los cineastas, con el cine como forma de vida, no como simple entretenimiento.


Consideremos, como muestra, este retrato de Luis Buñuel: 


“Diego no se sintió ante un ‘artista’, sino ante algo más natural y misterioso. Buñuel abrumaba como si fuera un peñasco, un árbol, un abismo. Tenía una manera directa y simple de ser portentoso. Hablaba del sueño como de una mesa, algo que podía modificar con esas manos grandes que habían calzado guantes de boxeador. Diego no olvidó sus ojos. Demasiado abiertos, demasiado vivos. Su mayor truco consistía en cerrarlos. La cabeza del maestro disminuía cualquier almohada. Una cabeza de campesino difícil de romper.”  .


Para concluir, México se aleja de esa tierra de promesa que da título a la novela (mismo título también de una película, faltaba más, guión y dirección de Andrzej Wajda, en 1975, sobre una novela del escritor polaco Wladislaw S. Reymont, Premio Nobel de Literatura en 1924), no es que el país se está quedando atrás, sino que ya no va en la misma dirección que hacia la tierra redentora. Gran metáfora de Villoro para una época oscura como la nuestra.


Su novela, sin embargo, es reflejo de luz sobre esa oscuridad: si nos asomamos, nos veremos sumidos en ella. Mi consejo: no se pierda este relato de película.


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viernes, junio 24, 2022

2024: el Rock de la Cárcel


 


Por Rogelio Ríos Herrán


Todo el mundo en la prisión 

corrieron a bailar el rock

Los Teen Tops, 1960


Por casualidad me topé en YouTube un video con la grabación del “Rock de la Cárcel”, de los legendarios Teen Tops y su cantante Enrique Guzmán (en el año del caldo de 1960), por lo que, al fin, pude encontrar el título adecuado que buscaba para el tema de la columna de hoy.


Me ha dado vueltas y vueltas en la cabeza, desde hace días, que la mejor bandera electoral en el 2024 para la Oposición al Gobierno de López Obrador sería, ironías de la vida, la “lucha contra la corrupción” y la crítica a la “mafia del poder”, dos de los principales mantras morenistas. Les doy mis razones.


En época electoral, ambos lemas fueron un hit seguro en contra de quienes los usaron en el 2018 con tan buenos resultados. Para el 2024, tras seis años de una gestión pública federal descuidada e incompetente. llena de irregularidades y posibles delitos, además de mediocres resultados, formarán una legión los funcionarios de la Cuarta Transformación que habrán de rendir cuentas y pasar a los tribunales.


No será suficiente Almoloya para albergarlos a todos. Incluso en el escenario del triunfo de un candidato morenista, la purga interna será feroz entre las facciones de Morena: no habrá mejor fuente de legitimidad que meter a la cárcel al que antes ocupaba el puesto, empezando por la Presidencia de la República, ante la falta de resultados. Sin piedad, como se acostumbra en la política.


A  muchos, los pondrán a bailar el Rock de la Cárcel de los Teen Tops. De alguna manera habrá que aplacar, pensará el flamante próximo presidente, a la opinión pública en medio del estancamiento económico, la inseguridad y el pleito con Estados Unidos (que a esas alturas será épico) que veremos en 2024. Nadie tendrá un retiro dorado.


Nada más considere usted los siguientes eventos en donde se pueden fincar graves responsabilidades en materia de seguridad pública a civiles y militares:


  1. La liberación de Ovidio Guzman en Culiacán, Sinaloa.

  2. La absolución sin juicio al General Salvador Cienfuegos una vez que regresó a México después de ser acusado y detenido en Estados Unidos. 

  3. La política de no enfrentamiento a la delincuencia organizada y cárteles de la droga (“abrazos, no balazos”).

  4. El dominio regional del territorio por la delincuencia organizada sin presencia de la autoridad del Estado..

  5. Derechos Humanos: detenciones arbitrarias, asesinatos y ejecuciones extrajudiciales de civiles por parte de policías y militares, el mayor número de homicidios dolosos en un sexenio, la tendencia imparable de la desaparición de personas, la falta de atención y recursos para la búsqueda de personas desaparecidas, etcétera.

  6. Hostigamiento verbal y mediático a periodistas y medios de comunicación por parte de los servidores públicos, el mayor número de periodistas asesinados en un sexenio.  


En asuntos de la economía:


  1. El costo de la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la CDMX, el de Texcoco.

  2. La construcción de la nueva refinería Dos Bocas y la operación para cerrar la compra de Deer Park en Houston, Texas.

  3. La construcción del Tren Maya, su sobrecosto e impacto ambiental.

  4. El Canal Interoceánico, su costo y utilidad, contratos opacos, etcétera.

  5. La regulación del sector energético y la exclusión de la producción privada (incumplimiento de reglas del TEMEC, arbitrajes internacionales, etcétera).

  6. La asignación directa de contratos y la disminución de las licitaciones, en contra de las mejores prácticas internacionales.

  7. La Línea 12 del Metro en la CDMX.



Agreguemos, además, lo relativo a salud y pandemia de coronavirus:


  1. Cancelación del Seguro Popular e ineficiencia del Insabi.

  2. Desabasto de medicinas sin solución a la vista y su efecto en los enfermos crónicos.

  3. El manejo de la adquisición de vacunas y de los programas de vacunación.

  4. La conducción discrecional de la estrategia de contención del Covid-19 (desdeñando al Consejo General de Salubridad y la opinión de expertos).

  5. De los aproximadamente 600 mil muertos por la pandemia en México, ¿qué responsabilidad llevó cada quien en el gobierno? ¿Cuántas muertes eran evitables?


No termina la lista ahí (faltan los gobernadores y alcaldes, “jueces de consigna”, Ministros de la Suprema Corte, legisladores tramposos), pero son apenas algunos de los temas conflictivos en los cuales se acabará la impunidad de estar en el poder a quienes tengan que dejarlo, incluso si el relevo es del mismo partido político.


Lamento mucho ese escenario en el 2024, no por quienes vayan a la cárcel, sino porque las campañas electorales se consumirán probablemente entre el morbo de arrestos, juicios y encarcelamientos en lugar de propuestas y estrategias para rescatar a México de sus ruinas. 


¿Servirá de consuelo, en 2024, ver a muchos de los que hoy son intocables en el poder tomarse la foto con su número de prisionero? Creo que de muy poco: el daño ya estará hecho.


De todas maneras, ¡todo el mundo a bailar!, como cantaba Enríque Guzmán.






AMLO: lo perdido de la Cumbre


 


Por Rogelio Ríos Herrán



Entre las muchas consecuencias negativas de la ausencia del Presidente López Obrador en la Cumbre de las Américas 2022 (Los Angeles, California), me quedo con lo que se perdió nuestro mandatario por no asistir: la gran oportunidad de abandonar, de una vez por todas, el complejo de “provinciano” (en la peor acepción del término) que lo caracteriza.


Los viajes ilustran, dice la sabiduría popular. Ilustran y dan mundo, es verdad, ayudan a ser más abiertos a personas, ideas, costumbres y gastronomía de otros países, pero sobre todo, a ser una persona más desenvuelta en las interacciones sociales.


Para cualquiera de nosotros, viajar es enriquecedor en ese sentido. Para un Presidente de la República, es un deber que debe cumplir puntualmente para su nación. Su representación debe incluir a la mayor cantidad de mexicanos posibles, no solamente a los que piensan como él y comparten su ideología.


En lugar de proyectarse como mexicano en el exterior, se quedó AMLO encerrado en su limitado ámbito local. No sé si él ha viajado antes a Los Angeles, pero alguien de su círculo cercano debió recordarle que esa metrópoli es una capital latinoamericana en territorio estadounidense, de ese tamaño es su importancia.


Nada más echemos un vistazo sobre lo que perdió AMLO (y México) al no ir a la Cumbre en defensa, como alegó, de Cuba, Nicaragua y Venezuela:


  1. La colorida protesta trans en una plaza cercana al centro de convenciones que dio sede a la Cumbre: la organización civil Avaaz coordinó un performance de cinco “drag queens”, vestidas como Marylin Monroe y una de ellas como Evita Perón, dieron la bienvenida a algunos presidentes visitantes (Brasil, Ecuador, Argentina y Canadá) y al propio Presidente Biden a la reunión utilizando para ello fotos de tamaño real de cada mandatario. “Esta iniciativa surge de la solidaridad de la comunidad drag de Los Angeles”, expresó Óscar Soria (de Avaaz), “con todas aquellas personas que han tenido que migrar en América debido a las consecuencias de la crisis climática”. Cada una de las drags interpretó “Happy Birthday, Mr. President”, la icónica canción de Marylin Monroe.

  2. Colectivos y activistas angelinos hicieron su propia Cumbre del Pueblo en las calles del centro, a la par que la Cumbre oficial, Criticaron a mansalva: la ausencia de una reforma migratoria, la incertidumbre de los solicitantes de asilo y “Dreamers”, el acercamiento de Biden con Bolsonaro y su negativa a invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua. “Es muy decepcionante que la inmigración no se esté discutiendo al más alto nivel, no tienen liderazgo, expresó Angélica Salas, quien dirige la Coalición por los Derechos HUmanos de los Inmigrantes.

  3. El Presidente Biden hizo dos anuncios importantes, si hubiera estado AMLO en la Cumbre se hubiera podido colgar parte de la medalla: un plan de financiamiento llamado “Alianza de EU y el Caribe para detener la crisis climática” (PACC, por sus siglas en inglés), mediante el cual se identificarán proyectos de energía renovable para suministrar asistencia técnica y facilitar inversiones privadas. Además, Biden dio la nota al criticar al neoliberalismo: “tenemos que actualizar nuestra receta, desde mi punto de vista, para el crecimiento. Es hora de enterrar la economía del goteo”, es decir, la política neoliberal de no tasarni regular privadas  a los ricos ni a las inversiones para que derramen sus beneficios al resto de la sociedad. “Se puede hacer cualquier trabajo pagando buenos salarios y respetando los derechos de los trabajadores… así ganan todos”.


Como ven ustedes, no solamente se perdió AMLO del sabor y calor hispano de Los Ángeles, sino que fue rebasado por la izquierda por el Presidente Biden y su anuncio del plan para Centroamérica, complementado por otro anuncio adicional de la Vicepresidenta Kamala Harris sobre la participación de empresas privadas norteamericanas en ese proyecto.


Touché, Presidente López Obrador, le comieron el mandado. De veras, ¿por qué no fue a la Cumbre de las Américas?




domingo, junio 05, 2022

Reencuentros


Por Rogelio Ríos Herrán



Cuando estoy a punto de perder (otra vez) la fe en la humanidad, cuando guerras y cambios climáticos, aguas escasas y crímenes abundantes, se confabulan para apachurrar el ánimo, me salvan los reencuentros: las reuniones presenciales con amigos queridos y de años que nos hacen sentir lo que se conoce como la “alegría de vivir”. 


Viví este fin de semana dos encuentros con amigos de hace 40 o más años, un grupo de ellos de la época universitaria que pasé en la CDMX y, el otro, de la gloriosa Secundaria Torres Bodet en Monterrey. Escribo estas líneas en un domingo en la tarde sobre esas gratas experiencias y se atropellan tantas cosas buenas que quisiera comentar que no sé por dónde comenzar.


¿Hablaré del gusto de tener enfrente a los mismos cuates de las escapadas universitarias? Tienen menos pelo y más panza, pero se ríen igual y me hacen rebotar a carcajadas con las anécdotas, como si el tiempo no hubiera transcurrido durante décadas.


¿O mejor les cuento sobre cómo, inadvertidamente, la conversación deriva hacia achaques, remedios y recetas para tal o cual dolencia, para tal o cual enfermedad del tiempo, como me gusta considerarlas: el desgaste del motor por tanto kilometraje recorrido?


Puedo hablarles de cualquiera de esas cosas maravillosas que platicamos, pero entre los amigos de la Secundaria (Generación 1975 de la Torres Bodet) como entre los de la universidad (El Colegio de México, 1981) hay un mismo hilo vital: somos criaturas del encuentro físico, del apretón de manos, los abrazos a palmadas y los ojos llorosos de la emoción, incluso entre los bigotones más machines.


Sí, en verdad necesitamos la experiencia de la cercanía que ninguna plataforma digital puede proporcionar. Tenemos una necesidad de escuchar la voz, observar los gestos, calibrar las palabras según el matiz con que se pronuncian. 


Un abrazo fuerte borra los malos humores y las discordias que inevitablemente surgen entre los amigos. Todo lo malo se olvida, queda sólo lo bueno, la pura carnita de la amistad.


No sé si volveremos algún día a un encierro forzado como el que provocó la pandemia de coronavirus, espero que eso no suceda. Si cayéramos de nuevo en el aislamiento, sin embargo, guardaré los momentos vividos este fin de semana con amigos y amigas tan queridos como antídoto contra las durezas de la vida; su sola evocación me ayudará a superar la adversidad.


Efraín Huerta, el poeta guanajuatense que me deslumbró en mi juventud, escribió respecto a la amistad que se construye en la juventud y perdura a través de los años, los siguientes versos:


“Había un mundo para caerse muerto y sin tener con qué,

había una soledad en cada esquina, en cada beso:

teníamos un secreto y la juventud nos parecía algo

dulcemente ruin;

callábamos o cantábamos himnos de miseria.

Teníamos, pues, la negra plata de los veinte años.

Nos dividíamos en ebrios y sobrios, 

inteligentes e idiotas, ebrios e inteligentes, 

sobrios e idiotas.

Nos juntaba una luz, algo semejante a la comunión, y

una pobreza que nuestros padres no inventaron

nos crecía tan alta como una torre de blasfemias.

Las piedras nos calaban. No nos calentaba el sol.

Una espiga nos parecía un templo

y en un poema cabía el universo del amor.

Todo brillaba entonces como el alma del alba.

¡Oh, juventud, espada de dos filos,

juventud medianoche, juventud mediodía, 

ardida juventud de especie diamantina!”


Sí, les digo, ¡es bueno darse un abrazo con los amigos! No dejen de hacerlo cuando puedan..



AMLO: la fatiga del poder

  Por Rogelio Ríos Herrán  Al poco tiempo de empezar las conferencias matutinas (“las mañaneras”) en el arranque del gobierno de López Obra...