sábado, marzo 28, 2009

HILLARY EN MONTERREY


Por Rogelio Ríos Herrán

rogelio.rios60@gmail.com

Muchas veces, la sola presencia de una figura pública es suficiente, más allá de lo que diga, para enviar un mensaje poderoso a sus receptores: aquí estoy con ustedes, parecía decir Hillary Clinton en México, en dos de sus principales ciudades (Ciudad de México y Monterrey) asediadas por el crimen organizado.


Ese gesto habló por sí mismo más que mil palabras. En particular en Monterrey, metrópoli que desde hace tres años ha visto recrudecer al crimen organizado y crecer exponencialmente las cifras de ejecuciones, secuestros y extorsiones, la visita de Hillary Clinton permitió a los regiomontanos contar con una referencia de en dónde está parada verdaderamente su ciudad: en una mala posición, es verdad, pero para salir de la cual no estará sola: contará con ello con el apoyo del gobierno de Obama.


Si en un punto hay acuerdo entre el Presidente Calderón y el Presidente Obama es en el relativo a la necesidad de hacer frente al narcotráfico. A partir de ahí empiezan los desacuerdos entre cómo hacerlo y quién lleva más responsabilidad en ello, pero me parece que después de negociaciones y acomodos se perfila una estrategia general a nivel bilateral: México seguirá enfrentando a los cárteles de la droga con el apoyo de la Iniciativa Mérida, y Estados Unidos pondrá atención a frenar el tráfico de armas a México.


Aparte de los aspectos de las controversias comerciales y la posibilidad de un acuerdo migratorio que empieza a abrirse entre los puntos de la agenda de Obama, el tema de la seguridad no admite dilaciones entre ambas naciones ni estará sujeto a otros temas.


No se puede esperar más, el crimen organizado no abre pausas de ningún tipo y la sociedad mexicana no aguanta más el hostigamiento y la violencia.


Hillary dijo, entre otras cosas, en Monterrey que la educación de los jóvenes (el principal recurso humano del narcotráfico) es la mejor manera de asegurar un futuro tranquilo para las sociedades de Estados Unidos y México, cuyas palabras llevaron ecos de aquella famosa campaña “It takes a village” de los años 90 sobre la conveniencia de que las comunidades acunaran a sus jóvenes y los educaran para tomar mejores decisiones en la vida.


Su figura serena, su semblante que refleja experiencia y agudeza, y su sonrisa cautivaron a los regiomontanos. Hillary habló fuerte y habló bien en Monterrey y venciendo la imagen negativa en los medios internacionales de la Sultana del Norte, la capital industrial del norte de México, vino a mostrar con su presencia que nadie que se proponga combatir a la delincuencia organizada estará solo en su lucha.


Lo dicho, una presencia vale más que mil palabras.

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