martes, junio 26, 2007

BOB DYLAN



Por Rogelio Ríos Herrán

Una característica luminosa de la cultura iberoamericana es su capacidad de percibir la creatividad artística en otras culturas, no sólo en la propia. Se lee la literatura y se escucha la música de todas partes del mundo en nuestro espacio cultural compartido entre españoles y latinoamericanos y eso enriquece, de maneras insospechadas, la cultura que se expresa en español.
Bob Dylan fue declarado ayer ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2007, y al conocer la noticia me saltó de inmediato un resorte profundo de orgullo, como latinoamericano y rockero, al saber que uno de los símbolos de la contracultura estadounidense, sinónimo de una visión crítica de la sociedad de su tiempo, alguien a quien se admira por la fuerza de su melodía y la contundencia de su mensaje, es bienvenido por la puerta grande de la cultura iberoamericana.
Y lo reciben los iberoamericanos, en palabras del jurado que concede el premio, como un mito viviente, "el faro de una generación que tuvo el sueño de cambiar el mundo".
Dylan ha combinado "la canción y la poesía en una obra que crea escuela y determina la educación sentimental de muchos millones de personas", por lo cual "ha sido reflejo de una época que busca las respuestas en el viento", expresó José Lladó al leer el veredicto.
La candidatura de Dylan al premio en la categoría de artes se sobrepuso a la de distinguidas figuras como la del músico Andrew Lloyd Webber, la pianista Maria Joao Pires y los arquitectos Frank Ghery y Rafael Moreno, lo cual nos una idea del nivel de excelencia del premio.
La magia de las canciones de Dylan reside en su cercanía al corazón, su sencillez increíble que le permite transportarse a cualquier lugar del mundo para ser apreciada y en la posibilidad de que cualquiera tome una guitarra, rasgue dos o tres acordes y se ponga a cantar "It's all over now, baby blue".
Las barreras del lenguaje, las supuestas distancias culturales irreconciliables y la mítica imposibilidad de los rockeros para trascender mediante su música y sus letras más allá de su entorno cultural inmediato quedaron hechas trizas gracias a la obra de Dylan y su difusión en el mundo iberoamericano.
El Premio Cervantes de las Artes 2007 al "hijo" espiritual de Woody Guthrie es el reconocimiento a su trascendencia cultural. Dylan coloca ahora entre sus estandartes la entrada a la amplia y efervescente cultura de quienes lo aprecian más abajo del Río Bravo y más allá del Atlántico. No es un conquistador que impone su huella, sino un misionero, un jesuita del rock, que difunde su evangelio de protesta.
Cada uno de los versos de "La respuesta está en el viento", la legendaria canción de 1963, se mantiene vigente en el Siglo 21 contra la guerra que se esparce en el mundo, en formas nuevas y viejas, igual de mortífera en su violencia indiscriminada y en la opresión de la libertad en nombre de causas políticas. Cántela usted ahora, en el 2007, y sabrá por qué existió "una generación que tuvo el sueño de cambiar el mundo", a la cual abanderó Bob Dylan.
De Dylan escribió José Agustín, en su obra "La nueva música clásica", al escuchar su música desde 1963 (seguramente oyó "The Freewheelin' Bob Dylan" de ese mismo año), que "él fue el primer gran aviso de que no había que ponerse a chillar: el comercio y la usura no se habían tragado al rock: una onda verdaderamente efectiva, pero impredecible en esos momentos, estaba por venir".
Por esas fechas, a Dylan lo oían ya rockeros de la talla de John Lennon, Mick Jagger, Keith Richards, Eric Clapton, Van Morrison, Eric Burdon, Pete Townshend y muchos otros, "y todos asimilaron al poeta, de una manera o de otra, así como él asimiló a los rockers".
Dylan entra al mundo iberoamericano por la puerta grande del reconocimiento a su obra, pero también al poder fraternizante del rock. Con él viajan varias generaciones de rockeros que el mundo conservador, mercantilista y opresivo del nuevo siglo no pudo destruir, porque, ¿quién puede detener a las piedras rodantes?
Publicado en EL NORTE
5 de junio de 2007.

domingo, mayo 20, 2007

EL BESO DE GERE




Un episodio que se quedó más como nota de color que de fondo, pero que tiene muchas implicaciones sobre la forma en que nos relacionamos las personas en el mundo, fue el protagonizado por el actor estadounidense Richard Gere y la actriz india Shilpa Shetty recientemente en Nueva Delhi, India.
Gere se encontraba en la India como parte de la promoción de una campaña contra el sida cuando sobre un escenario en un evento público besó las manos, las mejillas y abrazó repetidamente a la actriz india. Al día siguiente, la indignación estalló en los medios de comunicación indios y, en las calles, diversos grupos protestaron contra el actor hollywoodense llegando, incluso, a quemar efigies con su representación.
El asunto pasó a los tribunales. Días después, un juez determinó que Gere era culpable del delito de violación de las leyes indias contra la obscenidad en público y ordenó su arresto. Ahora, si Gere volviera a la India, enfrentaría una multa y hasta tres meses de prisión por sus besos en público.
La actriz Shetty declaró que "entiendo que ésa es su cultura, no la nuestra. Pero no fue algo tan grande ni tan obsceno como para que la gente reaccione de esta manera. Entiendo los sentimientos del público, pero no quiero que un extranjero se lleve malos recuerdos de aquí".
El actor americano emitió posteriormente una disculpa a quien se haya sentido ofendido en la India por lo que hizo: “Lo más importante para mí es que quede clara mi intención como defensor de las causas del sida, y que mis amigos en India comprendan que nunca ha sido mi intención, y jamás podría ser, ofenderlos. Si ello ocurrió, por supuesto me es fácil ofrecerles una disculpa sincera".
Conociendo el compromiso de Richard Gere con las causas políticas y sociales como su defensa de la autonomía del Tíbet y su actividad en favor de la lucha contra el sida, el incidente del beso difícilmente puede ser interpretado como un acto de frivolidad a la que muchos actores de Hollywood nos tienen acostumbrados.
Lo de Nueva Delhi fue un gesto espontáneo de Gere que desbordó lo que en los escenarios americanos hubiera pasado como algo normal para convertirse en un escándalo mediático. No hay un elemento de mala fe de parte de Gere, ni de Shetty y por el contrario, no debió perderse entre tanto ruido el fondo del asunto: hacer conciencia sobre el problema del sida.
Lo que nos queda como asunto de fondo de esta nota de color es qué tan delgada resulta la línea cultural que divide nuestras creencias, costumbres y prácticas sociales de las de los demás.
Los diplomáticos y la gente de negocios tienen bien afinada la sensibilidad para detectar acciones, palabras o gestos que puedan ser tomados, fuera de nuestro propio contexto cultural, como ofensas en otras sociedades y culturas, las cuales aunque involuntarias, pueden estropear una relación diplomática o comercial o, en el peor de los casos, llevar a rupturas y conflictos mayores.
En una época de exposición pública tan intensa como la que estamos viviendo, de globalización y mayor cosmopolitanismo del que jamás soñaron nuestros padres y abuelos, se impone revisar nuestras propias actitudes y lenguaje cuando, por alguna circunstancia, nos encontramos lejos del terruño o recibimos visitantes que traen consigo sus costumbres y maneras de ver la vida que pueden ser muy distintas a las nuestras.
Sea el beso de Gere o la instalación artística con desnudos de Spencer Tunick en la ciudad de México, el encuentro de culturas pone a prueba la capacidad del ser humano para aceptar que el resto del mundo piensa y actúa diferente a nosotros y no está obligado a ver el mundo bajo nuestra misma óptica.
Por eso, parafraseando a Shetty, no quiero que ningún extranjero se lleve malos recuerdos de México. Es cuestión de tolerancia.

rogelio_riosherran@hotmail.com

martes, abril 24, 2007

ARMAS Y ROSAS



Millones de computadoras conviven con 200 millones de armas de fuego en los hogares estadounidenses (según cifra de BBC World Service); la banda ancha abre amplias avenidas de comunicación en la sociedad norteamericana y la violencia criminal aniquila a sus ciudadanos; la economía pujante de primer mundo va acompañada de mentes criminales en un número indeterminado; la rica y fértil cultura americana acuna también a asesinos en serie: es la tierra de "Guns N' Roses" (armas y rosas).
Del nombre de la ya clásica banda de rock, tomo la frase que define la realidad contemporánea en la Unión Americana. La matanza de Virginia Tech, sobrecogedora en su dramatismo, mueve a pensar de inmediato en cómo pueden convivir en un mismo espacio la violencia y la prosperidad.
El culto a la violencia es palpable en la sociedad que, por otra parte, se precia de ser una de las democracias más avanzadas en el mundo, en muchos sentidos ejemplar para el resto del Planeta. Por la difusión en el mercado del entretenimiento y la cobertura que recibe de los medios, la violencia criminal es el tema central de la agenda pública, apenas opacado eventualmente por los escándalos políticos.
Si eso refleja nítidamente la realidad americana o es una distorsión mediática, no lo puedo decir. A nivel de percepción, sin embargo, parece que no sucediera otra cosa en Estados Unidos, si nos atenemos a las noticias cotidianas, que los actos violentos, las muertes trágicas y los hogares enlutados.
No debe ser absolutamente así , por supuesto; la gente sigue pintando y escribiendo libros, investigando y publicando sus hallazgos, sirviendo a la comunidad desde la empresa y el gobierno, en fin, sigue llevando a cabo la clase de trabajo callado y no publicitado que sostiene a una sociedad. Frente a los que blanden los "Guns", se sostienen los que cultivan sus "Roses": el culto a la libertad.
Los 33 muertos en el campus universitario virginiano revivirán seguramente el debate sobre el control de armas en nuestro vecino del norte. Demasiado tarde para resucitar a los caídos. No tanto para evitar futuras tragedias.
La clave a desentrañar, una vez pasado el estupor, es la de encontrar los resortes que desencadenan las masacres. Y, quizá, de ahí podamos extraer algunas lecciones aplicables al sur del Río Bravo.
Desde México, lo sucedido en Virginia Tech llena de horror y nos hace voltear hacia nuestra propia realidad: ¿estamos exentos de acontecimientos del tipo de los tiroteos indiscriminados en Estados Unidos?
En Estados Unidos, algunos comentaristas relacionan el fácil acceso a las armas con los altos niveles de violencia. En México, con un acceso muy restringido a las armas, vivimos, sin embargo, niveles elevados de violencia criminal.
Allá se compran armas de manera legal. Es un derecho constitucional y la posesión y manejo correcto de las armas le da a mucha gente una sensación de seguridad complementaria a la que recibe de las policías estadounidenses.
En México es legal la posesión de armas, pero no hay manera de acudir a un armería a comprar un pistola para la defensa del hogar. Se recurre al contrabando, por supuesto, lo cual convierte a la Ley sobre armas y explosivos en una ficción legal más, de las que abundan en nuestro país, por la desconfianza ante las autoridades.
Tenemos las armas, tenemos también las mentes criminales. Si en México no hay tiroteos en las universidades -hasta ahora, por lo menos- eso no nos convierte en un país más seguro. Si pensamos que la Ley mexicana es suficientemente estricta para evitar la venta indiscriminada de armas, eso no evita que prácticamente cualquier mexicano pueda comprar cualquier tipo de arma en el mercado negro.
Hay muchas armas en México, pero muy pocas rosas. Hay muchas armas en Estados Unidos, pero también muchas rosas. ¿A qué aspiramos los mexicanos? A no vivir como la canción de Bob Dylan cantada por Guns N' Roses: "Tocando a las puertas del cielo".


Publicado en EL NORTE, 19 de abril de 2007.

jueves, febrero 15, 2007

¿Presidenta Menchú?



No sólo hay efervescencia electoral al norte del Río Bravo, sino al sur del Río Suchiate. Y una novedad del proceso electoral de este año en Guatemala es que parece muy factible que Rigoberta Menchú se presente como candidata presidencial.
El simple anuncio el martes pasado de su posible participación con un movimiento político creado ex profeso para servir de plataforma a la candidatura de Menchú, llamado Winaq (que significa "persona integral" en maya), abre grandes posibilidades para el avance de la democracia en América Central y la solución a los problemas de seguridad en la región que no pueden pasar desapercibidas para México.
Los guatemaltecos renovarán, en septiembre, a los titulares del Poder Ejecutivo, a a 158 diputados y a 222 alcaldes para el periodo 2008-2012, según nos informa EL NORTE.
Pero es la posible candidatura presidencial de Menchú la que le da un giro distinto a lo que de otra manera sería un proceso meramente nacional para volverlo uno de dimensiones internacionales. Ahora, el mundo entero prestará atención a lo que suceda en las elecciones.
Su vida y su tenaz lucha por los derechos de la mujer y por los indígenas le han valido toda clase de reconocimientos, destacando entre ellos el Premio Nobel de la Paz de 1992, que honra a una luchadora social que ha pagado un precio personal muy alto en su trayectoria.
Desafía las nociones tradicionales de izquierda y derecha, convoca a la solidaridad con los oprimidos y marginados, es un testimonio viviente de la crueldad de la guerra interna que dividió a Guatemala durante décadas, todo eso simboliza Rigoberta Menchú.
Su propuesta ha desatado toda clase de críticas y señalamientos en su país: proponer un partido indígena, dicen algunos, es contribuir a la división profunda de los guatemaltecos; otros afirman que es una forma más de discriminación que, lejos de conciliar, polarizará más a una nación dividida.
A ellos respondió Menchú afirmando que "durante los 200 años de vida republicana de Guatemala, los indígenas hemos sido electores pero no elegidos y éste es el momento de cambiar eso", en declaraciones al diario guatemalteco El Periódico.
Dadas las afinidades del sur mexicano con Centroamérica, la importancia de la frontera sur ha sido de alguna manera desvirtuada cuando la atención y los recursos de los mexicanos los absorbe la frontera norte.
Pero al convertirse la frontera sur en un territorio de límites difuminados por el intenso tráfico de personas y mercancías, en buena medida de carácter ilegal, se ha convertido en un submundo de inmigrantes centroamericanos en ruta al norte, de Maras asaltantes, de narcotraficantes y contrabandistas, de autoridades locales y federales corruptas que los mexicanos vemos con vergüenza.
El problema de seguridad nacional de la frontera sur mexicana no es menor que el de su frontera norte, sólo que está menos publicitado.
De ahí la importancia de un entendimiento más profundo entre México y Guatemala que sirva de base a una verdadera reconstrucción de la seguridad fronteriza. Sin la voluntad política forjada y sellada entre los dos gobiernos al más alto nivel, la cooperación bilateral no avanzará más abajo de la superficie.
Rigoberta Menchú guarda en su experiencia de vida un agradecimiento profundo a México por todo lo que nuestra nación ha representado en su vida.
En el 2001 escribió para la BBC, "recordaré siempre la generosidad y la hospitalidad de muchas personas que a través de su acompañamiento y solidaridad, me dieron la perspectiva de luchar por una cultura de la paz.
"Dentro de estas sensibilidades, quiero reconocer el aporte del pueblo mexicano que prestó su casa y compartió su familia con todos los guatemaltecos que les tocó ser refugiados durante casi dos décadas. Así como reconocer el apoyo del Gobierno de México y de la comunidad internacional".
¿Ayudará una eventual Presidenta Menchú a consolidar un entendimiento sólido con México para rescatar la frontera sur?
Una buena combinación para el 2008: Hillary Clinton al norte del Río Bravo; Rigoberta Menchú al sur del Río Suchiate.


Publicado en EL NORTE, 15 de febrero de 2007.

AMLO: la fatiga del poder

  Por Rogelio Ríos Herrán  Al poco tiempo de empezar las conferencias matutinas (“las mañaneras”) en el arranque del gobierno de López Obra...