viernes, enero 26, 2024

AMLO no entiende a Estados Unidos


Por Rogelio Ríos Herrán 

Cuando se haga el saldo final del sexenio del presidente López Obrador, uno de los rubros con saldo negativo será el de su política exterior errática e improvisada; el peor saldo será, sin duda, el de la relación bilateral México-Estados Unidos. 

Para cualquier presidente mexicano contemporáneo, la visión y estrategia que se requiere para lidiar con una superpotencia con la cual compartimos 3 mil kilómetros de frontera debe tener prioridad. No hay lugar para el aprendizaje, la improvisación ni los sesgos ideológicos o impulsos emocionales. 

¿En qué punto se encuentra el gobierno de López Obrador frente a Estados Unidos?  

Después de lidiar con dos presidentes (Donald Trump y Joseph Biden), ignorar las relaciones con el Congreso y el Senado estadounidenses, no cultivar una buena relación con el gobernador de Texas (estado con el cual compartimos casi 2 mil kilómetros de frontera), de fricciones comerciales severas con el TMEC y por desdeñar públicamente al embajador Ken Salazar, la respuesta es que se ubica en uno de los peores momentos entre ambas naciones desde la Segunda Guerra Mundial. 

El punto de partida de la política exterior mexicana se encuentra en el Poder Ejecutivo por mandato constitucional. Tanto en el Senado como en el Congreso funcionan, es verdad, comisiones de política exterior en las que se revisan temas como la ratificación de tratados, los nombramientos de embajadores y la revisión de las decisiones presidenciales. 

Es tan limitado el Poder Legislativo y son tan apáticos los diputados y senadores, sin embargo, que en la práctica se hace en política exterior lo que el presidente decida y quiera.  

Una política exterior benéfica para el interés nacional no puede ejecutarse, sin embargo, si el presidente carece de visión, estrategia e interés en los asuntos internacionales.  

El origen de esa actitud despectiva de AMLO ante los asuntos externos (resumida en el equívoco lema “la mejor política exterior es la política interior”) es su incomprensión del mundo externo y, en particular, del mundo político de los Estados Unidos. 

Nadie le reprocharía nada al presidente López Obrador si hubiera decidido dedicarse por entero a la relación bilateral México-Estados Unidos, incluso en detrimento de la relación con el resto del mundo. Los beneficios de cultivar estratégicamente la relación con Washington, a conciencia y con inteligencia, hubieran superado los costos de ignorar al resto de las naciones. 

No fue así como procedió AMLO. Ignoró al resto del mundo y se manejó a la defensiva, de forma reactiva y poco planeada ante los embates de dos presidentes norteamericanos. 

Si algo se salvó del naufragio fue gracias a la labor de elevado nivel de la embajadora Martha Bárcena (2018 a 2021), primera mujer embajadora de México ante Estados Unidos, y su delicada labor de cultivo de los sectores políticos, empresariales y sociales de ese país que jugaban roles de gran importancia para México. 

Ni por asomo hay evidencia pública de que se prepara en la presidencia o en el gabinete la formación de un grupo de trabajo dedicado exclusivamente a observar y analizar el proceso electoral en Estados Unidos.  

Analizar, por ejemplo, cuáles serían las repercusiones para México de un posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca o de la permanencia de Joseph Biden para un segundo periodo de gobierno. 

“En pocos rubros de la gestión gubernamental han sido tantos los estragos de este sexenio como en la política exterior. Afortunadamente para López Obrador, pero para desgracia de México, a nadie le importa mayormente”, escribió Jorge G. Castañeda (Secretario de Relaciones Exteriores entre 2000-2003) en su columna “La imperdonable ausencia de López Obrador en Guatemala” (Nexos, 15/01/2024). 

Concuerdo con su punto de vista. Y agrego: el reto para los internacionalistas mexicanos es recuperar la política exterior del pantano en que se encuentra, llevarla a primer plano, y hacer de la relación bilateral México-Estados Unidos uno de los temas principales de la campaña electoral presidencial del 2024, junto a las preocupaciones internas. 

Para México, ya no hay distinción entre política interior y exterior en el siglo 21, mucho menos en la relación con Estados Unidos. 

Rogelio.rios60@gmail.com 

miércoles, enero 24, 2024

Claudia Sheinbaum: continuidad sin cambio

 


Por Rogelio Ríos Herrán 

“Continuaremos, seguiremos, consolidaremos...” fueron quizá las palabras más repetidas en el discurso de Claudia Sheinbaum al cierre de su precampaña electoral en la CDMX el pasado 18 de enero. 

No sé si ella o sus asesores, al preparar el evento y el discurso, tuvieron plena conciencia de lo que significa hablar públicamente en el Monumento a la Revolución.  

El lugar quedó marcado desde hace décadas por el discurso de Luis Donaldo Colosio (el 6 de marzo de 1994, cuando él era el candidato presidencial del PRI) al delinear claramente sus diferencias de visión política con el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari. 

Lo de Colosio fue una pieza oratoria de excelencia, una revisión crítica del gobierno presidido por su propio partido y una afirmación de su identidad como candidato presidencial ubicado a la distancia precisa de Salinas como para mantener su autonomía. Manuel Camacho le llamó, con certeza, “Cambio sin ruptura”, en un libro memorable. 

Al escuchar las palabras de Sheinbaum, treinta años después de las de Colosio y en el mismo sitio, no pude evitar la comparación: su énfasis en la “continuidad” llana y lisa de las políticas de AMLO, sin crítica ni diferencia alguna contrasta con el tono crítico de Luis Donaldo frente al partido que lo postulaba. 

A la oferta de “continuidad sin crítica” de Claudia no la acompañó siquiera un gesto de mano tendida hacia la oposición política. Ninguna mención de su disposición al diálogo. Ningún matiz que la distinga del lenguaje político de López Obrador. 

Buen hubiera podido tomar prestada Sheinbaum una frase de Marcelo Ebrard (discípulo de Manuel Camacho) que utilizó recientemente: “continuidad con cambio”, concepto que explicó ampliamente en su libro “El Camino de México”. 

No fue así. Todo el discurso de Sheinbaum se construyó en los viejos moldes de oratoria tradicional de los políticos mexicanos, muy vintage priista, demasiado formal y con conceptos y lenguaje del México de hace cinco décadas. Fue el lenguaje del siglo 20 para una candidata del siglo 21. 

Destaco de entre sus palabras lo siguiente: 

  1. “No creo exagerar al decir que somos el movimiento social político más fuerte de todo el planeta, porque sabemos que la unidad se da en la lucha, en las acciones, en las definiciones, en nuestra democracia interna, en los principios, y que la unidad es con el pueblo y para la Transformación.” 

  2. “La democracia en nuestro país no es un arma de la derecha, del conservadurismo, no, es una arma de la lucha del pueblo de México. La lucha por la democracia es el origen de nuestro movimiento.” 

  3. “Nosotros somos herederos de Hidalgo, de Morelos, de Leona Vicario, de Josefa Ortíz de Domínguez, de Benito Juárez; de los liberales mexicanos, de Madero, de Villa, de Zapata, de los Flores Magón, de Felipe Carrillo Puerto, de Elvia Carrillo Puerto, del general Lázaro Cárdenas, de Mújica, de Felipe Ángeles, de las Adelitas, de las sufragistas, de los estudiantes de 1968.” 

  4. “Bajo su mandato (López Obrador), estamos viviendo un momento extraordinario. México ha cambiado profundamente, para bien, en lo económico, en lo político, en lo social, pero también en la consolidación de esta nueva forma de pensamiento, el Humanismo mexicano basado en nuestra historia y en un profundo sentido de fraternidad.” 

  5. “Hoy México es respetado en el mundo entero y es una referencia, es ejemplo de buen desempeño económico, por la fortaleza del peso, la recuperación de la soberanía, la autosuficiencia energética, la reducción de la pobreza y la desigualdad y por el mejoramiento del nivel de vida de la gente.” 

  6. “Encabezamos un proyecto humanista en el que caben empresarios, clases medias, todas las profesiones, oficios, todas las religiones y todos los libres pensadores, pero que tiene claro que no puede traicionar nuestra historia y la dignidad del pueblo de México en su anhelo de democracia, justicia y libertad.” 

  7. “Hemos hecho a lo largo de todos estos años, lo que parecía imposible, la revolución de las conciencias, de la mente del pueblo de México. Les convoco a seguir transformando a México, a continuar su renacimiento y regeneración”.  

¿Les suenan familiares, estimados amigos, las frases y conceptos de Claudia? ¿En dónde las han oído antes? ¿Cuál es su aportación a un lenguaje político distintivo y fresco en su candidatura? Saquen sus propias conclusiones. 

Si bien fue apenas el cierre de su precampaña, Sheinbaum no volverá al Monumento a la Revolución a dar otro discurso para el cierre de su próxima campaña formal. La oportunidad para definir su identidad como candidata en un lugar políticamente significativo en México se perdió irremediablemente: no se abrió al diálogo político, sólo ofreció “continuidad sin cambio”.

lunes, enero 22, 2024

AMLO y Boric: Israel y Gaza

 


Por Rogelio Ríos Herrán 

Aunque con grandes diferencias en el manejo diplomático de su anuncio conjunto, tanto Gabriel Boric (presidente de Chile) como Andrés Manuel López Obrador (presidente de México) no resistieron la tentación de tomar postura personal en el conflicto de Gaza en contra de Israel y proyectarla como política de gobierno. 

Los anuncios simultáneos de las cancillerías mexicana y chilena, el 18 de enero, respecto al envío de un escrito a la Corte Penal Internacional (CPI) para que investigue crímenes bajo su competencia (en el marco de la Convención contra el Genocidio) en el territorio palestino de Gaza desde el 7 de octubre, cuando la organización paramilitar terrorista Hamas atacó a militares y civiles israelíes, intentaban reafirmar “la neutralidad” de ambos países, pero acabaron exhibiendo lo contrario. 

De inmediato, la comunidad judía chilena anunció que no asistiría al acto en memoria del Holocausto el próximo 27 de enero, en donde estarían presentes las autoridades chilenas. 

En México, falta ver cuál será la reacción de la comunidad judía. Bien recuerda el columnista Raymundo Riva Palacio el incidente en el que el presidente Luis Echeverría, en noviembre de 1975, ordenó votar a favor de una resolución en la Asamblea General de la ONU que condenaba al sionismo como una forma de racismo. 

Un boicot turístico organizado por la comunidad judía en Estados Unidos originó la cancelación de 30 mil viajes a México “y pérdidas por unos mil millones de dólares, alrededor de cinco mil millones de dólares al valor presente”, escribe Riva Palacio (“México apuesta por Gaza”, 19 de enero, Eje Central). 

De manera sorprendente, López Obrador dijo el 19 de enero (un día después del comunicado conjunto mexicano-chileno): “No he leído el comunicado de la Secretaría de Relaciones Exteriores, pero le tengo mucha confianza a los diplomáticos mexicanos y desde luego a la Secretaria Alicia Bárcena, no sé si va en ese sentido (investigar)”. (“México urge a ONU actuar ante el conflicto bélico en la Franja de Gaza”, El Universal, Alberto Morales, Pedro Villa, 10/01/2024). 

“Nosotros lo que queremos es la paz, nosotros no tomamos partido por ninguna de las partes” agregó el presidente mexicano. 

En Chile, el escrito del gobierno enviado a la CPI de manera conjunta forma parte de una estrategia diplomática amplia y planeada, a diferencia de la mexicana. 

El Canciller chileno Alberto van Klaveren habló en una conferencia de prensa sobre la iniciativa: “Lo que nos interesa es aportar, apoyar la investigación de cualquier crimen de guerra cometido en el área. Venga este crimen de guerra de donde venga. Trátese de crímenes de guerra cometidos por israelíes o por palestinos. Y crímenes de guerra que se hayan cometido en el territorio de Gaza, en los territorios ocupados de Cisjordania, en Jerusalén del Este y también, por cierto, en Israel.” (“Chile presenta escrito ante la Corte Penal Internacional por actos de Israel y Hamas”, La Tercera, José Navarrete, 18/01/2024). 

Por su parte, el comunicado mexicano no menciona a Israel por su nombre, sino como “potencia ocupante”, como si esto fuera a evitar la reacción diplomática israelí. 

“Chile no permanecerá indiferente frente a la actual situación y al dolor del pueblo palestino”, expresó en redes sociales el presidente chileno Gabriel Boric.  

Desde el 2023, el gobierno de Boric había votado a favor de que la Asamblea General le solicitara a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que pidiera la opinión de los estados parte de su estatuto sobre la situación de Gaza. Fueron 55 países, incluyendo a Chile, los que enviaron sus opiniones. 

Adicionalmente, el embajador chileno Jaime Moscoso asistió a la primera audiencia de la CPI en el caso presentado por Sudáfrica en contra de Israel, el 11 de enero, respecto de lo cual el Canciller Klaveren expresó: “Chile apoya, al igual que muchos otros miembros de la comunidad internacional, la petición de cese del fuego para terminar con la situación terrible que se está viviendo en Gaza. Pero Chile no es parte de ese procedimiento... (se va a) evaluar la posibilidad de participar en el fondo del tema”. 

En el caso de que Chile decida participar junto a Sudáfrica en el procedimiento, ¿se sumará también el gobierno mexicano a dicho procedimiento? 

Por lo pronto, saltan a la vista dos cosas preocupantes para los mexicanos: 

  1. La confesión del presidente López Obrador -al decir que no había leído el escrito enviado por la Secretaria Bárcena a la CPI- exhibe desconexión con su cuerpo diplomático y cierta displicencia de Bárcena al no reunirse con el presidente mexicano para exponerle las consecuencias de una decisión tan importante, 

  2. El gobierno de México deberá hacer frente a las reacciones de Israel, Estados Unidos y Canadá al tomar –aparentemente por razones ideológicas o emocionales- una decisión que coloca a México en contraposición a sus aliados de América del Norte.  

Con tantos especialistas de alto nivel en relaciones internacionales disponibles en universidades y centros de investigación mexicanos, ¿por qué no los consultó el presidente López Obrador antes de embarcarse en otro conflicto diplomático gratuito más en su gestión? 

sábado, enero 20, 2024

Xóchitl Gálvez: un cierre estratégico en CDMX

 


Por Rogelio Ríos Herrán 

Por dos razones considero el cierre de precampaña en la CDMX de Xóchitl Gálvez (precandidata del Frente Amplio por México) como estratégico, es decir, orientado a centrar la discusión nacional en los problemas de México, no en la visión ficticia del presidente López Obrador. 

La primera fue el bien armado evento de cierre en la Arena Ciudad de México, el domingo 14 de enero, al cual asistieron aproximadamente 20 mil personas (cálculo del periódico REFORMA) que le dieron el marco festivo al discurso de Xóchitl en contraste con los eventos de ambiente tibio de su contrincante Claudia Sheinbaum (precandidata de Morena). 

La segunda razón fueron las palabras y el mensaje de su discurso enfocadas al verdadero contrincante en la próxima campaña presidencial: Andrés Manuel López Obrador, quien es la figura detrás de Claudia y del manejo de recursos públicos en las campañas de los candidatos de Morena (ver, por ejemplo, la acusación pública reciente de Sanjuana Martínez, ex directora de Notimex, sobre los porcentajes de las liquidaciones de los empleados que le solicitaron “para la campaña de Claudia”, según sus palabras). 

Sobre este segundo punto dirigiré mi comentario con partes del discurso: 

  1. “Ningún presidente que diga amar a México puede despreciar tanto a sus propios compatriotas” es una frase contundente que pega directo en el corazón del estilo de liderazgo de AMLO: su “amor al pueblo” en las palabras no es tal en los hechos: “este gobierno ya es responsable de la muerte de más de un millón de mexicanos (800 mil por la pandemia, 175 mil por la violencia y el crimen, 120 mil por la destrucción del sistema de salud y el desabasto de medicinas)... hoy México está peor que cualquier estado en guerra”. 

  2. “Con este gobierno, con este presidente, México está perdiendo tres valores fundamentales”, a saber, la vida, la verdad y la libertad. Esta es una crítica directa al declarado “humanismo” de AMLO y al credo progresista (de alguna manera hay que llamarlo) de los morenistas centrado en “no robar, no mentir y no traicionar” que nunca se hizo realidad. 

  3. “Se pierde el valor de la vida cuando el gobierno es absolutamente insensible. Cuando no se conmueve ante la muerte de sus propios ciudadanos. Cuando la autoridad abraza a los criminales y culpa a las víctimas. Que nunca se nos olvide: México fue el país con más médicos y enfermeras muertas en la pandemia (Covid 19)”. 

  4. “Se pierde la verdad cuando a mucha gente no le importa que el gobierno nos mienta a diario. Cuando se dicen mentiras como ‘primero los pobres’, cuando en realidad son primero los López’. Cuando se permite que el Jefe de Estado calumnie a personas de bien.” 

  5. “Se pierde la libertad cuando el gobierno amenaza a las empresas. Cuando pretende quedarse con los ahorros y pensiones de los mexicanos. Se pierde la libertad cuando vives con miedo. Se pierde la libertad cuando se deja que el gobierno amenace a la democracia por su maldita ambición de poder. “ 

  6. “Quiero desde aquí decirle a las autoridades electorales y al pueblo de México: No puede haber voto libre con gobernantes que atacan, acosan e intimidan a la oposición. Exijo al INE y al Tribunal Electoral que saquen al presidente y a los gobernadores de MORENA de estas elecciones. México quiere elecciones justas y libres.” 

Poner en el centro del mensaje electoral la defensa de la vida, la verdad y la libertad refleja una buena lectura, de parte del equipo de Xóchitl Gálvez, de las carencias graves de la gestión de López Obrador. 

Orientar la campaña electoral del Frente Amplio por México hacia un llamado a la rendición de cuentas de AMLO y MORENA es acertado en cuanto pone a Claudia Sheinbaum a la defensiva y ante la obligación de justificar su mensaje de “Continuidad” en vista de los resultados negativos del actual gobierno nacional. 

Finalmente, debo decir que me sorprendió el buen nivel y calidad del mensaje en la Arena Ciudad de México. Justo cuando crecían desde la sociedad las dudas y críticas a la precampaña de Gálvez, ella y su equipo responden con un cierre sorprendente: un gran evento electoral y un buen discurso. 

La vara queda muy alta para Claudia Sheinbaum: a ver si la puede brincar. 

lunes, enero 15, 2024

‘La figura del mundo’: el padre, el hijo y el libro



Por Rogelio Ríos Herrán 

“Los intelectuales no deberían tener hijos”, le dijo una amiga compañera de asiento a Juan Villoro durante un viaje en avión, y con esa frase abrió el prólogo (titulado “La dificultad de ser hijo”) de un buen libro en cual reflexiona sobre la relación con su padre. 

Villoro reúne en “La figura del mundo. El orden secreto de las cosas” (México: Penguin Ramdom House Grupo Editorial, 2023, 267 pp.) los escritos sobre su padre, el filósofo Luis Villoro, que redactó a lo largo de varios años con la idea de darle forma y contornos a la figura paterna desde su mirada filial. 

De entrada, la edición del libro se nota muy cuidada para que la composición del mismo fluyera como un manuscrito homogéneo, no elaborado por partes en épocas diferentes. Uno lo puede leer tal como se ve una película: la narración fluye, hay “flashbacks”, actores de reparto indispensables para entender al actor principal y comprender sus motivos y pulsiones, historias secundarias, escenas de tensión y de alegría desbordada (“Filósofos en el estadio”, mi capítulo favorito). 

No es broma lo de “la dificultad de ser hijo”. Villoro nos advierte en el prólogo: “un veloz inventario de los hijos de los intelectuales mexicanos nacidos en los años cincuenta y sesenta arroja suicidios, adicciones, desempleo crónico, embarazos no deseados, pedantería extrema y un amplio repertorio de disfunciones”. 

En contra de esos momios, Villoro apostó (y ganó) a volcar en un libro las reflexiones e impresiones de la relación con su padre Luis y, en el camino, descubrir qué tipo de hijo fue para tal padre: “No pretendo erigir una estatua al Gran Hombre ni desacreditarlo por medio de infidencias. Por lo demás, el punto de vista elegido para narrar define más al autor que al protagonista retratado”. 

Al acompañarlo en su tarea, no dudo en hablar por muchos lectores cuando afirmo que ese descubrimiento interior del hijo que intenta definir a su padre es una experiencia compartida por quienes tuvimos en el padre a una “figura del mundo”.  

Juan Villoro escribió este libro para su padre, pero en buena medida para sí mismo: es el hijo al que su papá sigue formando. 

En lo personal, mi conocimiento sobre los Villoro empezó con Luis, el filósofo, mucho antes de Juan, el escritor. Me explico. Corrían los años noventa, el levantamiento zapatista había estallado al arranque de 1994 y todos buscábamos claves y lecturas para descifrar el acertijo indígena.  

Yo era un profesor treintañero en el área de estudios internacionales de la Universidad de Monterrey (UDEM) y trataba de explicar a los alumnos qué estaba pasando en Chiapas, quiénes eran los zapatistas y el porqué de su lucha armada.  

Un colega profesor me compartió el artículo iluminador que Luis Villoro había escrito en una revista de la UNAM sobre el levantamiento armado zapatista, sus raíces y el significado de su rebelión. Al contrastarlo con el punto de vista de Octavio Paz, por ejemplo, pude empezar a ver la luz dentro de ese complejo problema: los zapatistas como expresión genuina de rebeldía ante la sumisión histórica (Luis Villoro); el Subcomandante Marcos y su tropa como una lucha más contra la modernidad, un intento de aislar a los zapatistas de los males contemporáneos (Octavio Paz). 

Varios años después, como editor de opinión en Grupo Reforma, seguí con lealtad las columnas de Juan Villoro, pero siempre como a la sombra de su padre, es decir, veía las diferencias entre la formalidad académica del padre y la soltura periodística del hijo; en la primera novela que leí de Juan (“La tierra de la gran promesa”) reforcé mi lealtad como lector y me quedó en claro que él no iba a la sombra del padre, sino por su propio camino como gran autor contemporáneo. 

Menciono todo lo anterior porque desde esa época intuía que entre el padre prestigiado y el “hijo del intelectual” hubo una relación complicada, como lo puede llegar a ser cualquier relación entre padre e hijo (incluyendo mi caso personal).  

Con “La gran figura” mi presentimiento se cumplió, pero de tal forma que la solución que dio Juan a explorar y exponer la “relación complicada” con su padre sirve de inspiración a quien la lee y rememora cómo en su propia vida el padre –siempre querido y recordado- necesita ser observado a la distancia, criticado y elogiado, pero nunca olvidado. 

“Mi padre fue contradictorio, como todos los que no son santos, y esas contradicciones valieron la pena de ser vividas”, escribe Villoro. 

Claro que merecen ser vividas, Juan. Gracias por compartir ese sentimiento en tu libro. 

viernes, enero 12, 2024

Ecuador y México: ‘conflicto armado interno’

 


Por Rogelio Ríos Herrán

La situación de violencia generalizada y grave inestabilidad política en Ecuador ha sido enfrentada por el presidente Daniel Noboa con el reconocimiento de la existencia de un “conflicto armado interno” en su país, expresado en su mensaje a la nación el día 8 de enero.

Las fugas casi simultáneas de dos jefes de las más grandes organizaciones criminales en Ecuador de las cárceles en que estaban recluidos, los disturbios en las calles, la suspensión de actividades públicas y un número indeterminado de muertos y heridos, llevó al presidente Noboa a declarar el “Estado de Sitio” (la suspensión de los derechos civiles y el uso irrestricto de la fuerza armada gubernamental).

Si está justificado o no el Estado de Sitio y la declaración anticipada de perdón gubernamental a todo lo que hagan soldados y policías para “restaurar el orden”, lo cual estimo como una barbaridad, es una discusión que haré en otro momento.

Lo que me interesa abordar aquí es la caracterización que hace Noboa de la situación violenta en su país como “conflicto armado interno”, pues tiene implicaciones y lecciones para México y otros países de América Latina.

No sé si, al calor de la situación el día 8 de enero Noboa se percató de los alcances de esa declaración, pues reconocer un conflicto armado interno abre la puerta, además de la utilización sin restricciones de la fuerza armada estatal, al derecho internacional humanitario (DIH) y a las limitaciones de quienes participan en el conflicto.

Me apoyaré en una interesante entrevista, publicada en el portal del Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC, por sus siglas en inglés, icrd.org), realizada a Kathleen Lawand, quien encabezó la unidad que asesora a la institución sobre el derecho aplicable en los conflictos armados en los que se hace presente.

Los conceptos que expresa Lawand son esclarecedores, los cito textualmente:

1)     Un conflicto armado no internacional (o “interno”) se refiere a una situación de violencia en la que tienen lugar, en el territorio de un Estado, enfrentamientos armados prolongados entre fuerzas gubernamentales y uno o más grupos armados organizados, o entre grupos de ese tipo.

2)     En contraste con los conflictos armados internacionales, en los que se enfrentan las fuerzas armadas de los Estados, en un conflicto armado no internacional al menos una de las partes que se enfrentan es un grupo armado no estatal.

3)     La existencia de un conflicto armado no internacional da lugar a la aplicación del derecho internacional humanitario (DIH), también conocido como derecho de los conflictos armados, que impone limitaciones a la forma en que las partes pueden llevar adelante las hostilidades y protege a todas las personas afectadas por el conflicto.

4)     El DIH impone iguales obligaciones a ambas partes en el conflicto, aunque no confiere ningún estatuto jurídico a los grupos de oposición armados que participan en las hostilidades.

5)     En el DIH se exige la presencia de dos condiciones para determinar la existencia de un conflicto armado no internacional: los grupos armados deben tener un nivel mínimo de organización y los enfrentamientos armados deben alcanzar un nivel mínimo de intensidad.

De entrada, resalto la contradicción de Noboa al declarar la existencia de un conflicto armado interno de su gobierno contra grupos armados y, a la vez, decretar un Estado de Sitio por 60 días en los que hay toque de queda, se suspenden las garantías a los ciudadanos ecuatorianos y se da carta blanca (con perdón anticipado) a las acciones de las fuerzas armadas.

De la declaración de un conflicto armado interno no se desprende ni se justifica el Estado de Sitio, concepto que es contrario al espíritu y la letra del Derecho Internacional Humanitario “que protege a todas las personas afectadas”, como lo vimos en las palabras de Kathleen Lawand.

La inexperiencia de Noboa y su apresuramiento o pánico ante el estallido de violencia en su país lo llevaron a tomar medidas contrarias a lo que debe ser un gobierno que defiende la democracia y se apega a la ley, a toda costa y bajo cualquier circunstancia.

Desde México, veo con preocupación la situación en Ecuador como un aviso de lo que puede suceder si los poderosos cárteles de la droga mexicanos (los mismos que operan con sus socios ecuatorianos), que controlan aproximadamente un tercio del territorio nacional (según estimaciones públicas de funcionarios del Pentágono y la DEA estadounidenses), ven amenazados sus intereses.

Existe en México un “conflicto armado interno” contra el crimen organizado no reconocido oficialmente por el gobierno nacional mexicano, pero percibido por cada mexicano al que usted le pregunte. 

El no reconocimiento de ese conflicto por el gobierno de López Obrador y su política de “abrazos, no balazos” no oculta la realidad de la verdadera situación de amenaza que representa el crimen organizado para la gobernabilidad de México.

La negativa a reconocer el conflicto interno existente impide al gobierno y a la sociedad mexicanas acogerse, por un lado, a la protección del derecho internacional humanitario (por ejemplo, mediante la acción de la Cruz Roja Internacional y la ONU) y, por otro, buscar la ayuda internacional necesaria para enfrentar a los grupos armados y desmantelarlos. 

La situación en Ecuador está más cercana a México de lo que imaginamos.

Rogelio.rios60@gmail.com

lunes, enero 08, 2024

A tres años del Asalto al Capitolio: lecciones para México



Por Rogelio Ríos Herrán 

Debo confesar que, a tres años del evento conocido como Asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, durante el cual una multitud azuzada por el presidente Trump desde la Casa Blanca bloqueó por unas horas la certificación del triunfo electoral del demócrata Joseph Biden, no acabo de salir de mi asombro. 

¿Cómo fue que en el país con la democracia madura por excelencia, cuya Constitución fue como un faro para guiar a varios países de América Latina en la redacción de sus propios estatutos fundacionales, una turba violenta la atacara en uno de sus símbolos más caros: el Congreso de los Estados Unidos? 

Por consecuencia, ¿qué advertencias podemos entrever los mexicanos de ese evento en vista del ataque a la Constitución y a los mecanismos democráticos que Andrés Manuel López Obrador, emulando a Trump, realiza para la destrucción de la constitucionalidad mexicana? 

Aunque lentamente, el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha tratado de desenmarañar las múltiples facetas del Asalto al Capitolio (que van desde grupos perfectamente organizados como Proud Boys hasta gente de la calle que se unió a la turba ese día), y ha obtenido algunos resultados, si bien el Premio Mayor (Donald Trump) es el que falta de echar a la red. 

Hasta diciembre del 2023, un conteo del periódico The New York Times nos dice lo siguiente: 

  1. Han sido arrestadas 1,240 personas por diversos cargos: desde allanamiento (delito menor) hasta conspiración y sedición (delitos graves). 

  2. Restan 350 casos pendientes de presentar los cargos en su contra.  

  3. Aproximadamente 170 personas han sido sometidas a juicio. 

  4. 710 personas aceptaron declararse culpables sin someterse a juicio, 210 de ellas por delitos graves. 

  5. Hay aproximadamente 720 personas sentenciadas (con o sin juicio), de las cuales 450 de ellas recibieron sentencias de cárcel que van desde unos cuantos días hasta más de 20 años: Enrique Tarrio, líder del grupo extremista Proud Boys, recibió 22 años de cárcel de sentencia. 

  6. Los 1,240 arrestos realizados podrían ser solamente la mitad las acusaciones totales. 

Dentro de las 91 causas judiciales abiertas en su contra (sí, ¡son 91!), la de sedición por el Asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 es la que mejor revela la vena autoritaria y antidemocrática de Donald Trump. 

Abiertamente, Trump acusa al Departamento de Justicia y al presidente Biden de “judicializar” (disfrazar la persecución política como actos legales) el aparato de gobierno en su contra y de sus seguidores, y no duda de calificar a Biden como una “amenaza a la democracia”. 

La defensa de Trump es retórica y estridente, sin presentar evidencias, la hace en sus actos de precampaña y tiene mucho impacto entre sus votantes duros, pero no tanto entre los votantes republicanos moderados y los independientes. 

No creo que Trump escape en los tribunales, al final, a los cargos graves de conspiración y sedición, de los cuales hay abundantes evidencias y testimonios. 

El problema para la estabilidad política de Estados Unidos sería su negativa a aceptar el veredicto y desestimarlo como “cacería de brujas”. Al hacerlo, el evento de Asalto al Capitolio de 2021 se repetiría en muchos asaltos violentos similares a todas las instituciones norteamericanas, hasta obstruirlas por completo. 

Desde México, las advertencias que leemos al observar lo que sucede con Trump y la elección general en Estados en noviembre del 2024 son cristalinas: Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena no van a reconocer otro resultado que su triunfo en la elección general mexicana de junio próximo. 

Para lograr ese fin, López Obrador ha intentado durante su sexenio destruir sistemáticamente a instituciones y organismos autónomos nacionales en nombre de su “Cuarta Transformación” que implica la erosión de la democracia liberal y su reemplazo por un modelo híbrido de populismo y presidencialismo sin contrapesos. 

Que López Obrador logre o no su propósito, eso está por verse. El problema en México, como en Estados Unidos, es que está en riesgo la transmisión pacífica del poder porque los actuales gobernantes no conciben la posibilidad de la alternancia política ni cederán fácilmente ante una derrota electoral. 

A diferencia de las personas arrestadas y sentenciadas por su participación en el Asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, en México no hay nadie en el gobierno investigado ni procesado por violar la Constitución y las leyes electorales con el fin de torcer la democracia hacia sus intereses personales y de grupo. 

Si en Estados Unidos el Premio Mayor para la justicia es Trump, en México lo es López Obrador: cuanto antes sea llamado a rendir cuentas de sus actos ante la justicia, mejor protegida estará la frágil democracia (como la llama José Woldenberg) mexicana. 

Rogelio.rios60@gmail.com


AMLO: la fatiga del poder

  Por Rogelio Ríos Herrán  Al poco tiempo de empezar las conferencias matutinas (“las mañaneras”) en el arranque del gobierno de López Obra...