martes, diciembre 20, 2016

Un Hyundai en la cochera

Marchistas coreanos salieron a las calles a pedir la destitución de su Presidenta Park.
FUENTE: Google.com



Por Rogelio Ríos Herrán

Casi me voy de espaldas cuando leí las declaraciones del presidente de la Federación de Industrias Coreanas, Huh Chang-soo, al ser citado por legisladores coreanos para explicar la participación de Samsung, Hyundai y otras gigantescas corporaciones en supuestos donativos a dos fundaciones manejadas por Choi Soon-sil, asesora informal y brazo derecho (o la “Rasputina”, como la llaman los medios coreanos) de la recientemente depuesta Presidenta Park Geun-hye por encontrarla la ASamblea Nacional culpable de cargos graves de corrupción.

El esquema utilizado por Choi -por instrucciones de Park- era muy simple y curiosamente familiar para los mexicanos: acudir con los CEOs de las más grandes empresas coreanas para “invitarlos” a dar sus donativos a dos Fundaciones que los utilizarían supuestamente para fines benéficos.

El señor Huh, en representación de los empresarios coreanos, dijo simplemente que “es una realidad de Corea del Sur que si hay un requerimiento del gobierno, para las empresas es muy difícil declinarlo”.

Sí, claro, eso suena muy familiar en México y América Latina, pero lo que me llamó la atención es que a ese razonamiento de que “ni modo, si lo pide el Gobierno hay que hacerlo”, se sumara Chung Mong-koo, el jefe de Hyundai Motor, la empresa hermana de Kia Motors establecida en Monterrey.

Me dieron ganas de ir a devolver mi Sonata a la agencia Hyundai. No puede ser, pensé, que las empresas coreanas de vanguardia, las que han salido a conquistar el mundo con automóviles, celulares, televisiones y electrodomésticos (¿ya contó usted cuántas marcas coreanas usa en su casa o en su familia?), salieran ahora con eso de que cuando su Gobierno les pide algo, aunque sea notoriamente indebido y falto de ética, ellos no tienen otro remedio que aceptarlo.

Pero no lo hice. El Sonata es una maravilla de carro familiar, un sedán confiable y de manejo seguro en ciudad y carretera, y no es cosa de cuestionar los buenos productos coreanos por las malas prácticas empresariales de los presidentes de las compañías que se encuentran al otro lado del Océano Pacífico.

En el escándalo de Park, Choi (la “Rasputina”) y los donativos a Fundaciones equis están involucrados los más grandes corporativos coreanos: Samsung, Hyundai, LG, SK Group, Lotte Group, Hanwha Group, CJ Group y Hanjin Group, cuyos CEOs fueron interrogados por un comité de la Asamblea Nacional coreana el pasado 6 de diciembre con relación al asunto de los "donativos" en un evento transmitido en vivo por televisión a la sociedad coreana.

Pero no obstante las manifestaciones masivas durante varios días en las calles de varias ciudades coreanas y el “impeachment” de Park el 9 de diciembre por cargos graves de corrupción, los sucesos coreanos no merecieron más que una pobrísima cobertura mediática electrónica e impresa en Monterrey y en el resto de México, lo cual no corresponde en absoluto no sólo a la importancia de la inversión coreana en Nuevo León, por mencionar a nuestra comunidad, sino al impacto cultural que ya se siente en Monterrey con la presencia de los coreanos: compartiendo el Uber Pool, leyendo en el Starbucks, comprando jamón en HEB, caminando en el parque con sus niños, con la animada plática de las esposas coreanas en el café mientras sus maridos trabajan (imagen también muy familiar para nosotros), etcétera.

Debería haber sido noticia principal en los noticieros y primeras planas de los periódicos locales, pero lamentablemente no lo fue. Eso, por supuesto, habla más de nosotros que de los coreanos, al no poder levantar los regiomontanos la mirada más allá del Cerro de la Silla ni acabar de entender que no basta con ser una metrópoli industrial, sino que hay que parecerlo como tal con una perspectiva global de nuestra mirada al mundo en cuestiones políticas y sociales, no sólo en los negocios.

Motivos sobran, con la presencia de una enorme planta de KIA (empresa hermana de Hyundai) en Nuevo León y de los coreanos que alegremente enriquecen nuestra diversidad, para interesarnos en sus asuntos nacionales que ahora van ligados a los nuestros como nunca antes porque ¿qué tal si por sus turbulencias políticas en Seúl decidieran los coreanos ya no seguir invirtiendo en México?

No voy a devolver mi Sonata por lo que pasa en Corea del Sur, para nada. Pero no dejo de pensar que los coreanos ya están hasta en la cochera de mi casa y que eso me da el derecho de escribirle un e-mail al señor Chung, dueño de Hyundai, para expresarle respetuosamente mi desacuerdo con sus declaraciones y prácticas que caminan en la delgada línea entre la integridad y la corrupción, y que de pasada se lo comente a sus colegas CEOs: “Me escribió un cliente de Monterrey para decirme que…”

Si no somos globales, entonces ¿qué somos?

rogelio.rios60@gmail.com

#YoNoMeDistraigo

  Por Rogelio Ríos Herrán  Mientras se dirime en el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos el conflicto que ocasionó l...