jueves, octubre 16, 2014

Guerrerenses del mundo

Estudiantes normalistas rurales marchan en protesta en Guerrero, México.
Fuente: Google.com



Por Rogelio Ríos Herrán 

Por un efecto de concentración intensa y excesiva en un tema noticioso que tienen los medios de comunicación en México -y para el caso, en casi todo el mundo-, el suceso trágico de la desaparición de 43 estudiantes de una escuela normalista rural en Ayotzinapa, Guerrero, México, ocupa un lugar central entre gran parte de la opinión pública mexicana.

No podía ser de otra manera: que tantas vidas perdidas y aparentemente segadas con crueldad por criminales sacudan la conciencia de los mexicanos y les arrojen al rostro una cara brutal de nuestra nación es un golpe brutal, sí, pero también una oportunidad para que la sociedad reaccione y exija una pronta acción del Estado mexicano para saber qué le pasó a esos muchachos normalistas y quiénes son los responsables.

El centro de nuestras preocupaciones como ciudadanos y como padres de familia son ellos, en primer término, saber en dónde están, averiguar sobre su destino, castigar con rigor a los culpables, evitar por todos los medios posibles que eso vuelva a suceder en Guerrero o en cualquier parte de México.

Lo demás, es decir, el juego político tejido alrededor de su tragedia, son asuntos de segundo plano: si renuncia o no el Gobernador Ángel Aguirre, si el PRD alentó a funcionarios y gobernantes con perfil de delincuentes en Guerrero, si el titular de la PGR sabía de antemano de la complicidad entre el Alcalde de Iguala y los delincuentes, pero no hizo nada al respecto, ¿qué más da eso ahora que ni siquiera rastros de 43 muchachos pueden ser encontrados?

Ni la enorme presión internacional sobre el caso de los desaparecidos de Ayotzinapa parece apurar a las autoridades mexicanas a dar resultados inmediatos de sus pesquisas, mientras día a día las ONGs pro derechos humanos señalan una y otra vez, con razón, la dramática debacle que se vive en algunas regiones de México respecto a las garantías esenciales para las vidas de las personas.

Pocas veces como hoy, en este tramo final del 2014, se siente en todo México una pesadumbre palpable en la opinión pública, un desánimo mayúsculo ante el grave retroceso que en la vida nacional representa lo de Ayotzinapa, que junto a otros eventos sangrientos como los de la masacre de Tlatlaya o la matanza de inmigrantes centroamericanos en San Fernando, Tamaulipas, abonan toneladas de pesimismo al ánimo nacional y casi nada de optimismo.

¿Cuál es la salida al grave problema que vive hoy Guerero? Cualquiera que sea se ve compleja y riesgosa, pero probablemente se necesite una inmediata intervención federal a gran escala ante la debilidad de las autoridades locales y su complicidad en algunos casos con la delincuencia regional.

Al final, sólo una gran presión de la opinión pública mexicana y de la organismos internacionales y ONGs dderechos humanos hará que la pesada maquinaria burocrática mexicana se eche a andar con rapidez y eficiencia en Guerrero.

Eso es lo menos que le debemos a lo estudiantes normalistas desaparecidos, ¿en dónde están? Que regresen vivos.

rogelio.rios60@gmail.com

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