lunes, mayo 02, 2011

Osama: ¿Terminó la guerra contra Al Qaeda?



Por Rogelio Ríos Herrán


Ciertamente que la captura y muerte de Osama bin Laden a manos de fuerzas especiales estadounidenses en Paquistán cubre uno de los objetivos esenciales de los ocupantes de la Casa Blanca desde el inicio de la guerra en Afganistán, hace poco más de una década, como represalia al ataque del 9/11 en Nueva York perpetrado por la organización terrorista Al Qaeda: la captura y eliminación de los altos jefes de esa organización nefasta.


Es verdad, además, que la concepción y ejecución del ataque a las Torres Gemelas fue fruto de mentes tan fanatizadas y deshumanizadas, entre las que sobresalía la de bin Laden, que no tuvieron el menor escrúpulo en eliminar de manera artera a más de tres mil personas, destruir el magnífico complejo de las Torres Gemelas, y asestar un golpe terrorista de alcance universal, pues entre los escombros del World Trade Center quedaron los cuerpos de personas de muchas partes del mundo.


Por último, pero no de menor importancia, el Presidente Obama ganó una especie de lotería política al pegarle al “jack pot” más codiciado: la siniestra figura de bin Laden, aquel a quien el Presidente Bush persiguiera con tanto afán que resultó infructuoso, viene a inyectar una bocanada de aire fresco a la causa política de Obama al interior de Estados Unidos, en donde la magnitud de los problemas y desafíos políticos nacionales ensombrecía sus posibilidades de buscar la reelección presidencial en el 2012.


Considerado todo lo anterior, sin embargo, al analizar la cuestión de la captura de bin Laden como un observador mexicano , no deja uno de plantearse que, a fin de cuentas, el ahora finado terrorista no fue más que una figura adicional en esa larga lista de personajes siniestros auspiciados y puestos en el balcón de la notoriedad por impulso y a conveniencia de los intereses estratégicos de Estados Unidos, cuando en la ya lejana guerra de la Unión Soviética en Afganistán, en los años ochentas, bin Laden encabezó la resistencia afgana a los tanques soviéticos apoyado por la misma Agencia Central de Inteligencia que hoy se anota el mérito de haberlo localizado y liquidado.


Es cierto que como enemiga de la humanidad, Al Qaeda es también una organización enemiga de México (por los cientos de mexicanos que perecieron en el 9/11), y a la cual bajo ningún concepto, ni siquiera con el pretexto del más acendrado antinorteamericanismo, se le debe rendir la menor simpatía, pues no representa más que el pensamiento oscuro y desviado de personas que bajo la bandera de una cruzada santa podrían eliminar, si estuviera a su alcance, a la humanidad entera. Al Qaeda no encarna nada que no sea intolerancia, métodos violentos y objetivos retrógrados.


Pero queda en el aire la cuestión de saber bajo qué cálculo político del pensamiento estratégico norteamericano se permitió el encumbramiento de Osama bin Laden, durante los años ochentas, al nivel de combatiente aliado de Estados Unidos en los campos afganos, y, en consecuencia, en el gran teatro de la Guerra Fría. ¿Por qué se creó un Frankenstein árabe que luego se volvería en contra de su creador? En esa historia, ¿quién le va a responder al pueblo estadounidense por el grave error cometido de darle inicialmente a Osama la notoriedad para volverse después, con esas mismas herramientas, el enemigo número uno de Estados Unidos y del resto del mundo?


La perplejidad que provoca en el observador latinoamericano la biografía de Obama y su relación peculiar con Estados Unidos abre la puerta a un debate que promete ser intenso, apasionado y desgastante para la opinión pública norteamericana, pues la maldición de toda gran potencia es la de fomentar aliados locales de la más baja estofa, verdaderos títeres que se pueden utilizar a conveniencia, para luego darse por sorprendida cuando este títere se vuelve en su contra con trágicas consecuencias.


Una base para la discusión quedó establecida en el “9/11 Commission Report” (2004) de la Comisión Nacional sobre Ataques Terroristas a los Estados Unidos cuando se asegura lo siguiente en relación a la actuación de Osama bin Laden en Afganistán en el conflicto que se extendió desde 1979 a 1989:


“Bin Laden entendió mejor que la mayoría de los voluntarios la medida en la cual la continuación y el triunfo eventual de la jihad en Afganistán dependía de una organización crecientemente compleja y casi de alcance mundial. Esta organización incluía una red de soporte financiero que vendría a ser conocida como la “Cadena Dorada” ensamblada principalmente por financieros desde Arabia Saudita y los estados del Golfo Pérsico. Los donativos fluyeron a través de organizaciones de caridad y otras no guernamentales . Bin Laden y los “Árabes Afganos” se mantuvieron principalmente de fondos de estas organizaciones cuyos agentes recorrieron los mercados mundiales en busca de armas y pertrechos para los mujaidines o ‘guerreros sagrados’.


El ambiente internacional para los esfuerzos de bin Laden era ideal. Arabia Saudita y Estados Unidos proporcionaron asistencia secreta por un valor de miles de millones de dólares a los grupos rebeldes en Afganistán que peleaban en contra de la ocupación soviética. Esta asistencia se canalizó a través de Paquistán: el servicio de inteligencia militar paquistaní ayudó a entrenar a los rebeldes y a distribuir las armas. Pero bin Laden y sus camaradas tenían sus propias fuentes de financiamiento y entrenamiento, y recibieron poca o ninguna asistencia de Estados Unidos”.


Verídica o no la versión oficial estadounidense sobre el “nulo” financiamiento a Osama bin Laden durante el conflicto ruso-afgano, mientras a su alrededor fluían miles de millones de dólares para los rebeldes, el punto es que el perfil de la relación de bin Laden con el gobierno de Estados Unidos es consistente con aquel cuya mejor definición se atribuye al entonces Presidente Roosevelt sobre el dictador Anastasio Somoza, de Nicaragua: “Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Punto.


Ya se cerró el cilo de bin Laden, pero ¿quiénes faltan?, ¿cuántos más hay por ahí como él que seducen y engatusan como colegialas a Estados Unidos y a las grandes potencias (Gadaffi, por ejemplo) para luego pelearse a muerte con ellas?


Dejemos las interrogantes (¿terminó la guerra contra Al Qaeda?) para después: hoy es día de fiesta en Estados Unidos.

rogelio.rios60@gmail.com

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