jueves, noviembre 24, 2022

Gracias por la Acción de Gracias


 Por Rogelio Ríos Herrán

La riqueza que nos llega de los intercambios culturales entre Estados Unidos y México la ejemplifico siempre con la magnífica oportunidad de celebrar, cada noviembre, el Día de Acción de Gracias desde México y pensando en la familia y amigos estadounidenses.

Es la gran fecha de reunión familiar para la sociedad norteamericana. Tengo amigos americanos que me han dicho que el Thanksgiving es, por sobre la Navidad, la mejor ocasión para verse entre padres, hijos y familia en general. En ese día, hacen los viajes largos (“coast to coast”) y dedican tiempo y esfuerzo para llegar a la ansiada mesa de reunión familiar; hay hermanos que sólo se ven en esta cena. 

Será la costumbre cada vez más arraigada de vivir solos o apartados del hogar materno; quizá el afán de autonomía y distancia que los hijos, desde temprana edad, quieren tomar frente a sus padres. No lo sé bien, pero por alguna razón el Día del Pavo es el imán más poderoso -el único- para juntar a las familias que el resto del año viven dispersas. 

Por una especie de inercia cariñosa, aquí en casa en Monterrey celebramos con una cena la Acción de Gracias. Digo inercia porque acostumbrábamos, cuando nuestras hijas estaban pequeñas, pasar cada Thanksgiving con familiares y amigos en San Antonio, Texas, para convivir y, al día siguiente, sumarnos al asalto a las tiendas en el Black Friday.

Nos tocó la época anterior a las ofertas en línea, así que Paty se lanzaba de madrugada a hacer fila de espera en las puertas del Mall o de las tiendas para entrar junto con la primera oleada de compradores. Eran unas verdaderas cargas de caballería, como las del General Custer en las películas de vaqueros, y no faltaban pleitos y discusiones entre los clientes por arrebatarse una televisión o cualquier otra cosa en oferta.

Antes, durante la cena en casa de Emma y junto con sus hijos y sus familias, yo percibía ese sentimiento fraterno entre quienes regularmente se veían muy poco o nunca, aunque estuvieran en la misma ciudad. La figura matriarcal de Emma, su semblante sereno y sonriente, era el puente que ella tendía a su familia y amigos para no dejar que la flama amorosa se apagara.

Así, entre oraciones, bromas, abundante y rica comida y sin faltar el tradicional juego de los Cowboys de Dallas en la televisión, se dibujaba ante mis ojos el cuadro de la familia americana en su esencia pura: dispersa pero reunida, independiente pero apegada, distante pero cercana. No son hispanos, negros, blancos o asiáticos; en este día, son norteamericanos. 

Ahora que vamos con menos frecuencia a San Antonio, que las hijas ya crecieron y no siempre viajan con nosotros, hemos pasado en los últimos años el Día del Pavo en casa, en Monterrey, pero no dejamos de unirnos a la celebración con una cena familiar.

Con nuestro Thanksgiving regio rendimos un pequeño homenaje a una gran tradición norteamericana que alienta a reunirse y perdonarse entre padres e hijos, entre hermanos y con los amigos que se distanciaron. 

En una época poblada de “guerras culturales” y “choques de civilizaciones”, como plantean algunos especialistas, yo prefiero poner el énfasis en el Día de Acción de Gracias que los estadounidenses regalan al mundo. Es un día de paz y regresos, de nostalgias por los ausentes, de anhelar un mundo mejor. Es un día para perdonar.

¡Cuánto de esos sentimientos nos faltan hoy en México! Por eso digo: Gracias, amigos gringos, por la Acción de Gracias.

Rogelio.rios60@gmail.com

 


miércoles, noviembre 16, 2022

El Ciudadano Woldenberg

 


Por Rogelio Ríos Herrán


Me pareció notable el discurso de José Woldenberg, ahora como el Ciudadano Woldenberg, que pronunció en el Monumento a la Revolución en la CDMX, al final de la marcha por la defensa de la Democracia y el INE convocada por el Frente Cívico Nacional y realizada en más de 50 ciudades mexicanas.


Lo digo porque, como pieza de oratoria, la claridad de las ideas expresadas, el momento y el lugar, su discurso de cierre del evento recogió las inquietudes de los marchistas y ciudadanos de todo el país y las plasmó en las cuartillas que leyó con sencillez y emoción.


Fue un discurso de época, como cuando Bob Dylan escribió su legendaria canción “Blowin’ in the wind” o Miguel Ríos “Todo a pulmón”, que le da, de ahora en adelante, un símbolo reconocido y compartido por todos los mexicanos que defienden la democracia en contra del embate de la Cuarta Transformación.


No podía haber sido otro mexicano que el Ciudadano Woldenberg quien pronunciara esas palabras a favor de la democracia. Su integridad personal e intelectual, además de su trayectoria académica y al frente del entonces IFE, más su activismo político honesto, lo avalan como reflejo de muchos otros mexicanos comprometidos con la defensa de la democracia.


Yo no diría que el Ciudadano Woldenberg es único o excepcional; más bien, es como muchos otros ciudadanos que piensan y sienten como él, quien ha tenido, eso sí, la oportunidad de ser visible y una voz autorizada en la opinión pública: su voz es la de muchos, no la de una sola persona sentada en la cúspide del poder.


Por estas razones, considero su discurso del 13 de noviembre como notable. En adelante, será una referencia central para quien quiera entender, bien a bien, de qué se trata este movimiento en defensa de la democracia y en contra de los intentos de la Cuarta Transformación y del Presidente López Obrador para debilitarla vía una “reforma electoral” engañosa.


Comparto con ustedes algunos fragmentos del discurso:

  1. “Estamos aquí reunidos con un solo objetivo claro y trascendente: defender el sistema electoral que varias generaciones de mexicanos construyeron, que ha permitido la convivencia y la competencia de la pluralidad y la estabilidad políticas, la transmisión pacífica de los poderes públicos y la ampliación de las libertades”.

  2. “Como país fuimos capaces de edificar una germinal democracia. Dejamos atrás el país de un solo partido, de un presidencialismo opresivo, de elecciones sin competencia ni opciones auténticas”.

  3. “Y para que ello fuera posible se requirió de movilizaciones, luchas, denuncias, acuerdos, muchos acuerdos, y sobre todo conformar normas e instituciones electorales capaces de ofrecer garantías de imparcialidad y equidad”.

  4. “Esta democracia se construyó con el trabajo de millones, de varias generaciones de mexicanos y mexicanas, cuyo edificio culminante fue el Instituto Nacional Electoral. Ese gran cambio histórico no puede ser explicado sin la existencia de nuestro sistema electoral”.

  5. “México no puede volver a una institución electoral alineada con el gobierno, incapaz de garantizar la necesaria imparcialidad de todo el proceso electoral. Nuestro país no merece regresar al pasado porque lo construido permite elecciones auténticas, piedra angular de todo sistema democrático”.

  6. “México no merece una reforma constitucional en materia electoral impulsada por una sola voluntad, por más relevante que sea”.

  7. “El día de hoy refrendamos nuestro profundo compromiso con la democracia y por ello defendemos un sistema electoral que nos cobija a todos”.


No deje de leer o escuchar el discurso del Ciudadano Woldenberg. Hasta el momento, son las palabras que recogen y sintetizan la voluntad de muchos mexicanos que desean avanzar, no retroceder, en la democracia. 


De mi parte, le digo gracias al Ciudadano Woldenberg.


rogelio.rios60@gmail.com


Texto del discurso en Grupo Reforma:

https://www.reforma.com/aplicacioneslibre/preacceso/articulo/default.aspx?__rval=1&urlredirect=https://www.reforma.com/en-defensa-de-la-democracia-el-discurso-de-woldenberg/ar2503537?referer=--7d616165662f3a3a6262623b727a7a7279703b767a783a–



Video del discurso en Grupo Reforma:

https://youtu.be/n6gdlKKTAKM


Blog de Woldenberg en revista Nexos:

https://josewoldenberg.nexos.com.mx/


Perfil en Wikipedia:

https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Woldenberg





sábado, noviembre 05, 2022

Mi vieja credencial de elector


 

Por Rogelio Ríos Herrán 


Como suele suceder en estos casos, al buscar entre mis documentos personales un papel, encontré otro del cual ya ni me acordaba: mi vieja credencial de elector, la primera que tuve al cumplir mis tiernos 18 años. 


La pongo entre mis manos y me llena de nostalgia. Recuerdo la emoción que sentí entonces al contar con el documento que me acreditaba como ciudadano: un sentimiento equivalente al paso de la adolescencia a la hombría.

 

Al instante, otro rayo me cruzó: ¡la voy a volver a usar! Sí, tal cual viene, por ejemplo, sin foto ni mayor protección que la del papel similar al de cheques y pagarés y ninguna salvaguarda. 


¿Por qué la voy a usar de nuevo? Las propuestas de reformas a la legislación electoral enviadas por el presidente López Obrador, “reforma electoral” que considero un “huracán electoral” por su elevado poder destructivo, al devolver el manejo de las elecciones al ámbito del gobierno, apuntan hacia la degradación de la seguridad y confiabilidad en el manejo de las elecciones y a la depreciación de los documentos de identificación.

 

Entre mi vieja credencial de elector y la que porto hoy, expedida por el Instituto Nacional Electoral, hay un abismo de diferencia que tiene una razón de ser: se refleja en esa pequeña credencial de plástico ultra protegida contra alteraciones y fraudes, el largo y tortuoso avance de la legislación y la cultura electoral en México, una lucha ciudadana que nos ha colocado entre los países con elecciones más seguras en el mundo. 


No hay más que leer a académicos, columnistas y la opinión de la Comisión Venecia (de El Consejo de Europa) en donde establece su análisis sobre las reformas a 17 artículos constitucionales propuestas por el presidente López Obrador, para darse cuenta de la profundidad e irracionalidad de ese intento de liquidar el sistema electoral actual (INE incluido) para, de sus ruinas, construir uno nuevo bajo su control absoluto. 


Pero vuelvo a mi primera credencial de elector. Nada más consideren esto, por favor: 


  1. Fue expedida el 28 de abril de 1979 por el Registro Nacional de Electores dependiente de la Comisión Federal Electora, a su vez dependiente de la Secretaría de Gobernación. En esa época, las elecciones las realizaba dicha Comisión gubernamental y las revisaba el Congreso de la Unión (de mayoría priista) erigido en Colegio Electoral. Actualmente, el Registro Federal de Electores es parte de la estructura autónoma del INE, quien revisa el cómputo. Otros órganos autónomos, el Tribunal de Justicia Electoral de la Federación y los Tribunales Electorales estatales, conocen y resuelven las disputas judiciales electorales. 

  1. La firma y la huella digital, datos de nacimiento, ocupación (estudiante) y domicilio en la Ciudad de México y la pregunta sobre si sabía leer, eran lo único que se asentaban en la boleta. No llevaba fotografía, te acreditabas en la casilla con la credencial que tuvieras a la mano. Si, así era mi vieja credencial para votar. La veo hoy muy vulnerable a alteraciones y usos fraudulentos. Nada, absolutamente nada que ver con la credencial de elector del INE y sus protocolos de seguridad. Según recuerdo, no servía para otra cosa que no fuera ir a votar. 

  1. Al reverso, en una columna se enlistaban los años de las elecciones federales (desde 1967 hasta 1991); en otra más, se registraban las estatales y municipales. Un sello pequeño daba cuenta de las votaciones, pero no era difícil de borrar. En esa época, los fraudes electorales se hacían no tanto con las credenciales, sino directamente en las urnas: robadas, rellenadas, manipuladas en el conteo, etcétera. 


En esos 43 años transcurridos desde mi primera credencial de elector hasta la actual, no es sólo la forma, la utilidad y la seguridad de la credencial lo que ha cambiado.

  

Lenta y penosamente, con el trabajo y las vidas de muchos mexicanos valientes, se construyó un sistema electoral independiente del gobierno, con un IFE/INE sólido y profesional y los tribunales electorales, con base en un sistema mixto de representación directa y proporcional y que sirve como dique a las pasiones y barbaridades de los partidos políticos y al autoritarismo.  


¿Se va a borrar lo construido para poner en su lugar un sistema electoral bajo el cual ya vivimos una vez, controlado por el gobierno y por un partido dominante? 


Conservo con cariño nostálgico mi vieja credencial de elector; nunca imaginé que volvería a usarla al retroceder cuatro décadas las elecciones en México. 


Digo no al huracán electoral. Defendamos al INE. 

 

rogelio,rios60@gmail.com

AMLO: la fatiga del poder

  Por Rogelio Ríos Herrán  Al poco tiempo de empezar las conferencias matutinas (“las mañaneras”) en el arranque del gobierno de López Obra...