domingo, diciembre 30, 2018

México 2018: un crucigrama político





Por ROGELIO RÍOS HERRÁN

Lo primero que me viene a la mente al tratar de capturar en una palabra lo que me dejó la vida política de México en el año que concluye es “incertidumbre”.

Hay en la arena pública una sensación de extravío entre los ciudadanos. No saben muchos, bien a bien, si la alternancia en el poder y la llegada de un nuevo Gobierno nacional, por la cual votaron a favor más de 30 millones de mexicanos, era la mejor solución al problema de corrupción e incompetencia del Gobierno de Peña Nieto que quisieron castigar en las urnas.

¿Fue la mejor opción la de Andrés Manuel López Obrador y el Movimiento de Regeneración Nacional para entregarles el gobierno y la administración de México? Cada vez es menos el grupo de fervorosos seguidores que no dudan de nada, no cuestionan nada de lo que digan o decidan sus líderes y para quienes la lealtad incondicional a su líder es la única forma de existencia política. Cada día crecen los cuestionamientos.

Bastaron los largos meses de la transición de gobierno y el mes de diciembre del 2018 para que los observadores periodísticos pudiéramos ver, sin el velo del militante fervoroso, que hay muchas fallas y deficiencias de forma y de fondo en el grupo gobernante que le hacen mucha sombra a los logros y actos positivos.

En lo que concierne a la libertad de expresión y los medios de comunicación, la actitud predominante del nuevo grupo gobernante (no sólo de Andrés Manuel, aunque más marcada en él) ha sido sumamente preocupante: un alto nivel de intolerancia ante la crítica, rechazo visceral a los argumentos y el debate razonado, una postura evasiva de no pronunciarse sobre ciertos temas (la relación con Estados Unidos, por ejemplo) que, según ellos, son meras provocaciones de opositores.

Yo esperaba, como muchos colegas del medio periodístico, una verdadera transformación en la relación gobierno-medios, en particular en torno a la transparencia y la rendición de cuentas, pero no ha sido así.

La opacidad persiste no solamente en el manejo de los recursos públicos, el dinero en sí, sino en otro ámbito más delicado. Me refiero a la calidad de las decisiones de política pública, el nivel real de liderazgo político de AMLO, los dirigentes de Morena y los coordinadores legislativos.

¿Cómo fundamentan sus decisiones? ¿Con base a qué deciden tomar uno u otro curso de política pública? Por ejemplo, ¿por qué se canceló realmente el Nuevo Aeropuerto Internacional de la CDMX, más allá de los simplistas argumentos de que se trataba de “un negocio entre corruptos”, a un costo elevadísimo para el tesoro nacional?

Las cualidades de un dirigente político exitoso incluyen tener una visión del país que se quiere, contar con objetivos definidos y realistas, elaborar una estrategia adecuada para alcanzarlos y disponer de los recursos humanos, políticos y económicos para obtener resultados concretos. Así lo han establecido los estudiosos del liderazgo político.

Honestamente hablando, ¿cree usted que tenemos hoy en México el mejor liderazgo político posible? Al final, el voto para los otros candidatos presidenciales derrotados sumó 25 millones y unos 34 millones de mexicanos se abstuvieron de votar de un padrón de electores de 90 millones de votantes, no podríamos tener un país más diversificado. Los más de 30 millones de votos para AMLO son valiosos e impresionantes, pero no son todo México. ¿Qué podemos hacer para remediar la situación?



En el medio en el que me desenvuelvo, la comunicación y el periodismo, nos gusta a veces jugar con las palabras. Yo le diría, estimado lector, que una forma de percibir la incertidumbre de los mexicanos es verla de manera contraria: cada mexicano le dirá una opinión contundente, “mi verdad”, elaborada penosamente con muy poca información y mucha emoción información no verificada, de la cual no se apartará un milímetro, no importa la evidencia abrumadora que se le presente en contrario. Primero morir en la raya que aceptar que se está equivocado.

Es decir, nuestra incertidumbre mexicana estaría formada de “certezas inciertas”: mi creencia, aunque ciega, me permite navegar por el mar picado de la política nacional sin perderme. Yo me apego a un líder, a un movimiento o partido, y así no tengo que pensar ni cuestionar nada. Por más incierta que sea mi creencia, por más endeble que sea su fundamento, es la única brújula que tengo. Así fui “educado”. Así funciona el sistema.

A eso me refiero con “certeza incierta”: mejor creer en algo, en lo que sea, que cuestionar todo y tener que pensar en los problemas. Hay una falta de educación y cultura general terribles entre la mayoría de la población; revertirlos sería, por supuesto, el instrumento para quitarle sus miedos a los mexicanos, sus temores a pensar por cuenta propia.

El problema más inmediato, sin embargo, es que a todo liderazgo político (cualquiera que sea su signo) le conviene más la incertidumbre, un país de “certezas inciertas”, que la armonía entre sociedad y gobierno. Es en la división y el enfrentamiento en donde los líderes, desde tiempos inmemoriales, tienen el terreno fértil para conquistar y retener el poder. La fórmula sigue siendo exitosa en el Siglo 21: Maquiavelo le gana la partida a Rousseau.

Si se cumple o no la visión que se tenía; si se alcanzan o no los objetivos propuestos; en fin, si la estrategia funciona y se obtiene los recursos para tomar el poder, se seguirá haciendo las cosas de la misma manera que se hacían para mantener el poder, ¿por qué cambiar si así funciona bien?

No sé si la incertidumbre que nos rodea sea una decisión deliberada del nuevo Gobierno, no llego a ese extremo. Más bien, me parece una decisión inconsciente que viene de las profundidades de su experiencia política, algo a lo que los políticos llaman “instinto”: ¿Por qué habría de cambiar AMLO su discurso de confrontación, por ejemplo, ahora que ya es Presidente de la República, si siempre le ha dado buenos réditos políticos?
A largo plazo, la mejor educación y capacidad de pensamiento crítico será la fórmula para que nos demos, como ciudadanos, los mejores gobiernos posibles.

A corto plazo, en el 2019 habrá que esforzarse al máximo para elevar las voces críticas y evitar que se cierre por completo el debate público ante la fuerza de los discursos triunfalistas e intolerantes que provienen del nuevo grupo gobernante.

Hablo del ámbito periodístico, por supuesto, pero no creo que a nadie en general la caiga mal leer más, ejercer la mente y atreverse a pensar por sí mismo: descubrirán quienes lo hagan que pueden cambiar sus certezas de lo incierto a lo seguro, a los más documentado y probado posible, pues no hay, ni habrá jamás, verdades absolutas, ni nadie las puede llevar en sus manos: quien le diga eso, le estará mintiendo para, como decimos en México, “llevarlo al baile”.

Sigue estando en nuestras manos el cambio que anhelamos para México. Sólo a nosotros, como ciudadanos de libre pensamiento (y de libre pastoreo, diría un amigo), corresponde resolver el crucigrama mexicano.

¡Feliz año Nuevo 2019!


viernes, diciembre 28, 2018

Luis Cernuda, versos que acompañan...




Por Rogelio Ríos Herrán

Sevillano y mexicano, Luis Cernuda (1902-1963) escribió en México buena parte de su obra poética. Lo empecé a leer cuando yo era estudiante. Van unas líneas suyas, se leen como sentir una lluvia fina en el rostro:


No es el amor quien muere

No es el amor quien muere,

somos nosotros mismos.

Inocencia primera

abolida en deseo,

olvido de sí mismo en otro olvido,

ramas entrelazadas,

¿por qué vivir si desaparecéis un día?

Sólo vive quien mira

siempre ante sí los ojos de su aurora,

sólo vive quien besa

aquel cuerpo de ángel que el amor levantara.

Fantasmas de la pena,

a lo lejos, los otros,

los que ese amor perdieron,

como un recuerdo en sueños,

recorriendo las tumbas

otro vacío estrechan.

Por allá van y gimen,

muertos en pie, vida tras de la piedra,

golpeando impotencia,

arañando la sombra

con inútil ternura.

No, no es el amor quien muere.


Tomado de Luis Cernuda. “Antología Poética”. Madrid: Alianza Editorial, 1975, pp. 54-55. 



jueves, diciembre 27, 2018

Benedetti, un crimen siempre es un crimen...




Por Rogelio Ríos Herrán

De su cuento “Musak”, va una pincelada de periodismo que nos dejó Mario Benedetti (1920-2009):

“Uno se tranquiliza. Mirá, hay días en que llego al diario con la cabeza hecha un bombo, lleno de problemas, líos de plata, discusiones con mi mujer, preocupaciones por las malas notas de la nena, últimos avisos del Banco, y sin embargo me coloco frente al escritorio y a los cinco minutos de escuchar esa musiquita que te penetra con sus melodías dulces, a veces un poquito empalagosas, lo confieso, pero en general muy agradables, a los cinco minutos me siento poco menos que feliz, olvidado de los problemas y trabajo, trabajo, trabajo, como un robot, ni más ni menos. Total, no hay que pensar mucho. Un crimen siempre es un crimen. Para los pasionales, por ejemplo, yo tengo mi estilo propio. No me manejo con lugares comunes ni términos gastados. Nada de cuerpo del occiso, ni decúbito supino, ni arma homicida, ni vuelta al lugar del crimen, ni representantes de la autoridad, ni cruel impulso de un sentimiento de celos, nada de eso. Yo me manejo con metáforas. No pongo el hecho escueto, sino la imagen sugeridora. Te doy un ejemplo. Si un tipo le da a otro cinco puñaladas, yo no escribo como cualquier cronista sin vuelo: “El sujeto le propinó cinco puñaladas”. Eso es demasiado fácil. Yo escribo: “Aquel prójimo le abrió tres surcos de sangre”. ¿Captás la diferencia? No sólo le añado belleza descriptiva, sino que además le rebajo dos puñaladas, porque, paradójicamente, así queda más dramático, más humano. Un tipo que da cinco puñaladas es un sádico, un monstruo, pero uno que sólo asesta tres es alguien que tiene un límite, es alguien que siente el aguijón de la conciencia. Claro que yo nunca escribo “aguijón de la conciencia” sino “ansia que remuerde”. ¿Percibís el matiz? O sea que tengo mi estilo. Y el lector lo reconoce. Bueno, en ese sentido a mí el muzak me ayuda. Y me he acostumbrado tanto a su presencia que cuando, por cualquier razón, no funciona, ese día el estilo se me achata, me sale sin metáforas. ¿Te das cuenta?

De su libro “La muerte y otras sorpresas”. México: Siglo Veintiuno Editores, 1978, 12ed., p. 41-42.

miércoles, diciembre 26, 2018

Recordando a Aura...

REDONDO
Alejando Aura (1944-2008)

¿Son felices los peces adentro de su agua?
Parecen no temer que pase el tiempo,
se desplazan como si nada más en el mundo
se moviera,
oyen con los ojos atentos mis cantos matutinos
y la seda fugaz de sus aletas
envuelve su estudiada indiferencia.

Si no canto para ustedes, ¡mierda!,
canto para que la mañana se fortalezca y dure.

Se pasean en el agua de otro tiempo
distinto al tiempo del aire, orondos,
magníficos, vistosos,
felices como peces en el agua,
mientras canto
y absorto contemplo la pecera.
¿Son felices los peces adentro de su agua?

De su libro "Poeta en la Mañana". México: Fondo de Cultura Económica, 1991, p.43.

miércoles, diciembre 19, 2018

Cuauhtémoc Cárdenas: ¿Una nueva Constitución?



Por Rogelio Ríos Herrán
Desde que en un evento organizado por la Universidad de Monterrey a mediados de los años 90, escuché una conferencia del Dr. Miguel Acosta Romero (UNAM) en donde argumentó brillantemente sobre la necesidad de contar con una nueva Carta Magna para el México de hoy, no había vuelto a ver una postura del mismo nivel.
Asistí, junto con el grupo de PRO Propuesta Ciudadana, a escuchar al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas a una plática que ofreció el 17 de diciembre, invitado por Movimiento Ciudadano y acompañado por el Senador Samuel García, al público en el Pabellón M en Monterrey.
Su tema, en ocasión del 101 aniversario de la Constitución de Nuevo León, fue una interesante disertación sobre el proceso de creación de la nueva Constitución de la CDMX y, por extensión, de la necesidad y conveniencia de debatir sobre un nuevo texto constitucional para los mexicanos.
Cárdenas advirtió, con justa razón, que en todo momento el debate y la posible instalación de una asamblea constitucionalista deberá reflejar fielmente la pluralidad política y social de México.
Agregó que la negociación y la conciliación deben marcar la ruta para los acuerdos, no las imposiciones políticas ni mayoritarias.
En cada zona de México, como es el caso de Nuevo León, las constituciones estatales derivadas de una nueva Carta Magna deben incorporar las particularidades locales, la forma de ser de cada ciudadano y región de nuestro territorio.
¿Necesitamos en México una nueva Constitución? Viniendo de Cárdenas, el alegato es sumamente sugerente. Basta con verlo y escucharlo para saber que conserva lucidez y argumentos que la edad (nació en 1934) no ha mermado, sino al contrario, parece haber incrementado con una vida pública llena de vivencias intensas.
Concuerdo con la conveniencia de una nueva Constitución que refleje el México de hoy y que elimine hasta donde sea posible la avalancha de reformas hechas al texto constitucional desde 1917.
Mi reserva al respecto viene de otro tipo de consideraciones: ¿estamos preparados los mexicanos de hoy, de este siglo 21, para dotarnos de una Constitución moderna, realista y de principios? ¿Es suficiente nuestra cultura política actual para comprender la importancia de una nueva Carta Magna?
En fin, ¿seríamos capaces de dejar que una Asamblea Constituyente funcione como tal y no como instrumento de los intereses políticos de partidos, grupos e individuos poderosos? ¿Cuál es nuestro verdadero nivel de desarrollo político, cuando nos cuesta tanto trabajo obedecer las leyes?
No pude evitar, al escuchar a Cárdenas, que mi memoria reviviera la elección presidencial de 1988 (30 años atrás) en la cual muchos pensábamos que Cuauhtémoc era el candidato ganador hasta que nos dijeron que “se cayó el sistema”, según la clásica frase atribuida a Manuel Bartlett, entonces Secretario de Gobernación encargado de operar y calificar las elecciones.
Ante la aguda polarización que México vive hoy, dividido en bandos políticos irreconciliables, preso de un lenguaje excluyente e insultante entre los grupos y personajes políticos, tengo que hacer un esfuerzo supremo de imaginación para saber cómo sería posible llevar a la práctica el proyecto de una nueva Constitución para México.
¿Encabezaría Cárdenas, con su autoridad moral incuestionable, el proceso? ¿Se lo permitiría la edad? ¿Haría el Ingeniero una última aportación a su Patria?
No veo hoy a nadie más con su nivel y prestigio que pudiera hacerlo. Tal vez se pierda la oportunidad, como ocurrió en los 90 tras el llamado de Acosta Romero que cayó como voz en el desierto: México tendrá que esperar por tiempos mejores; quizá hoy -como entonces- no está la Magdalena para tafetanes.

sábado, diciembre 15, 2018

Coreanos: una fuerza comunitaria en Monterrey



Por ROGELIO RÍOS HERRÁN

No podría decir que soy experto en asuntos coreanos ni que he tenido mucho trato con ellos, pero hacer amigos y relacionarme profesionalmente con algunos coreanos del área de Monterrey me ha permitido saber cómo viven, trabajan y se entrelazan con los "regios" en el área metropolitana de nuestra ciudad.

Siempre me han causado una grata impresión, son leales, pero ahora confirmé algo más: son muy bien organizados para cuidar su comunidad y sus lugares de trabajo, para ellos una cosa va con la otra.

Fui testigo de ello cuando el 13 de diciembre, por invitación de nuestro amigo Byung Ha Lim, mi esposa Paty y yo atestiguamos la creación del Cuerpo de Policía de Nuevo León de la Comunidad Coreana, el cual estará bajo la dirección del Sr. Kevin Lee (director) y del Sr. Rubén Kim (secretario general).

La Policía Ciudadana es un cuerpo de voluntarios civiles coreanos (no armados), trabajadores y empleados de empresas coreanas, cuya tarea principal será la asistencia ciudadana a los integrantes de su comunidad y a sus empresas y lugares de trabajo.

Además, al trabajar en coordinación con las autoridades estatales y municipales, les prestarán ayuda auxiliar en cuestiones de tráfico vehicular y seguridad que son un gran desafío a resolver en las áreas de Apodaca, Pesquería, Guadalupe, Monterrey y San Pedro, zonas en donde reside la mayor parte de la comunidad coreana en Nuevo León.

Nuestro anfitrión fue el pastor de la Iglesia Presbiteriana La Esperanza, ubicada en un local sobre el antiguo camino a Huinalá, y se intercambiaron discursos en tono fraternal, buenos deseos y mucho entusiasmo por el inicio del nuevo cuerpo de voluntarios civiles.

Al finalizar el evento se sirvieron refrescos y canapés, lo cual nos dio la oportunidad de conocer a algunos de los invitados: Lic. Leticia Platas, Comisaria General de Fuerza Civil; los secretarios de seguridad pública de Apodaca (Víctor Manuel Navarro), Guadalupe (Gerardo Saúl Palacios) y Park Sung Hun, Cónsul de Policía de Corea en Monterrey, lo cual es un buen indicio de que la comunidad coreana es tomada en cuenta.

Hay aproximadamente 3 mil coreanos residiendo en Monterrey, los cuales impulsan unos 300 negocios y empresas medianas y grandes. De hecho, aunque hay un número mayor de coreanos viviendo en otras partes de México, es en Nuevo León en donde la comunidad coreana concentra su mayor actividad económica y tiene a una de sus empresas insignia a nivel mundial: KIA Motors y subsidiarias.

La fiesta, sin embargo, ya terminó. Lo que sigue ahora es el trabajo duro y cotidiano de esta Policía Ciudadana Coreana que se suma, junto al Gobierno estatal y los gobiernos municipales en Nuevo León, al gran objetivo de todos los regiomontanos: prevenir el crimen y la violencia en nuestras tierras y solucionar los problemas de vialidad que nos aquejan día a día.



Qué bueno que los coreanos quieran echar una mano en los problemas de los regiomontanos. No olvidemos que ellos se encuentran a miles de kilómetros de su Madre Patria, que necesitan cuidarse y sentir que son parte de la sociedad regiomontana en la que viven, no una isla distante.

Seguiré con interés el desarrollo de este proyecto y estaré en contacto con su director para ver qué avances tienen. Si la Policía Ciudadana Coreana funciona bien y tiene un impacto positivo servirá de ejemplo para que otras comunidades foráneas en Monterrey y en otras partes de México sigan su ejemplo y lo pongan en práctica: "nos cuidamos y ayudamos a cuidar", sería el lema coreano, ¡buena fortuna!

Para emergencias contactar:
(81) 1481 7999
(81) 1996 4646
siminpolicia@gmail.com



Koreans: a community force in Monterrey





By Rogelio Rios

It is not that I have been consistently in touch with koreans living in the Monterrey city area in Mexico. However, I have seen enough of them to get a good impression on how they work, the way they live and interact among themselves and with the "regios", and above all the way they have truly been integrated to the city life.

Now I was a witness of the way they organized themselves to protect their community and their working places, for example, in Apodaca, one of the suburbs of the city area.

In December 13th, me and my wife Paty were invited by our friend Mr. Byung Ha Lim to the announcement of the creation of the "Cuerpo de Policía Ciudadana de Nuevo León" (Nuevo Leon Corps of Citizen Police), under the direction of Mr. Kevin Lee. These "Policías Ciudadanos" (Citizen Policemen) are not armed guards but korean citizens (working men, employees at the factories) with the task, in the first place, of assisting other korean nationals in case of accidents or any other situation involving the local authorities.


Furthermore, they are going to be an additional help to local authorities in traffic and security matters, wich are two of the most pressing issues to be resolved in the areas of Apodaca, Pesquería, Guadalupe, San Pedro and Monterrey (the areas where most koreans live and work).

Our host was the pastor of the Iglesia Presbiteriana La Esperanza, located on the old road to Huinalá. After speeches were told in good spirits from korean residents, the korean Consul in Monterrey, the people from Apodaca city government, we had a moment to sit at the same table and take some refreshments and appetizers.

The list of guests is a testimony to the importance of the project: Leticia Platas (Commissioner to Fuerza Civil) and the directors of public security of Apodaca (Víctor Manuel Navarro), Guadalupe (Gerardo Saúl Palacios) and the korean Consul of Police in Monterrey, Mr. Park Sung Hun.



In Nuevo Leon there are approximately 3,000 korean residents working on some 300 small businesses, medium and big enterprises. This korean community in particular produces more economic output than any other in Mexico and our state hosts one of the leading korean firms worldwide: KIA Motors and its associates.

After the party was over, however, I realized that from now on the hard part of the task of these "Policías Ciudadanos" is only at the starting point: they are going to serve their fellows koreans but they are also going to be part of this larger commitment to wich Nuevo Leon (state and cities alike) is devoted to: the fight to prevent crime and violence in our society.

It is good that the koreans lend a hand on this issue. That shows a lot of their sense of community: they are thousands of miles away from their Motherland, but they seem to never abandon each other. I know they are very competitive for jobs and careers, but when it comes to think in bigger terms beyond one small group of persons and take in consideration the interests of others, they do it without blinking.

They are indeed a community force in Monterrey, and Mr. Kevin Lee and Mr. Ruben Kim (with the support of Consul Park Sung Hun) will surely let us know about their advancements in this new task. We will have our eyes on you because this could be an example to be replicated in other cities in Mexico by other foreign communities. The koreans will surely set up the pace, good fortune!

For emergencies you can contact:

(81) 1481 7999
(81) 1996 4646
siminpolicia@gmail.com














  












martes, diciembre 11, 2018

Penn Warren, los hombres del Rey




Por Rogelio Ríos Herrán

El propio escritor norteamericano Robert Penn Warren, autor de “All the King’s Men” (1946), reconoció en alguna entrevista que la suya no era una novela política, sino una historia personal narrada en el contexto de un líder político tocado por el populismo y la corrupción.
Me acerqué a esa obra porque buen número de reseñas la señalaban como una de las grandes novelas contemporáneas de un escritor norteamericano (a quien yo no conocía), ganador del premio Pulitzer de Ficción en los años 40s por su narrativa y galardonado por sus poemas.
De una manera que me recordó el “libre albedrío” postulado por John Steinbeck en su novela “East of Eden”, la tensión de Penn Warren entre la fuerza de los acontecimientos y la voluntad de los hombres por labrar ellos mismos sus caminos, imponer sus voluntades y obtener lo que desean en la política y en la vida privada le da un giro extraordinario a su narración.
Yo esperaba tal vez una “novela política” que me ayudara a entender lo que está pasando hoy en la escena política estadounidense, sus protagonistas y sus motivaciones, pero obtuve un premio doble: un escenario político magistralmente dibujado y tan vigente hoy como en los años 30 (época en que se sitúa la narración), cruzado por la corrupción, el egoísmo y las traiciones; además, la oportunidad de conocer a un narrador fantástico (un García Márquez anglosajón), de rico lenguaje y sintaxis desbordante, que construye y desarrolla párrafos memorables, giros del lenguaje, oraciones que denotan lo más profundo y lo más banal a continuación uno de lo otro. Sí, como un plus, con acento sureño.
No le contaré la trama ni el perfil de los personajes, no quiero ahorrarle, estimado lector, el placer de leer esta novela que seguramente le deslumbrará como lo hizo conmigo. No por nada Penn Warren es uno de los escritores más reconocidos en la literatura norteamericana, y además uno de los que resaltan por su manejo del lenguaje: si usted creía que ya ha visto todo lo que se puede hacer con el idioma inglés, espérese a leer “All the King’s Men”.
Mi vieja edición de bolsillo (paperback) casi se me deshace entre las manos de tanto doblarla, llevarla en la bolsa trasera del pantalón, traerla en el piso de la camioneta, ponerle tazas de café encima, en fin, todo lo que un libro sufre cuando uno simplemente no puede dejar de leerlo.
¿Ahora sé más del espíritu que impulsa a los políticos estadounidenses, de sus motivaciones profundas? Es probable que sí, pero estoy mucho más contento con el descubrimiento de un autor que no conocía y, llevado de la mano de Penn Warren, de las riquísimas posibilidades del manejo del idioma inglés para contar una historia, dibujar a los personajes y hacerme reflexionar sobre el azar y el destino.
“… for any place in wich you may flee will now be like the place from wich you have fled, and you might as well go back, after all, to the place where you belong, for nothing was your fault or anybody’s fault, for things are always as they are. And you can go back in good spirits, for you will have learned two very great truths. First, that you cannot lose what you have never had. Second, that you are never guilty of a crime you did not commit…”
Robert Penn Warren. “All the King’s Men”. New York: Bantan Books, 1980, 438 pp.
About the author (1905-1989): Born in Kentucky, educated at Vanderbilt University, The University of California, and Yale University, a Rhodes Scholar at Oxford, Robert Penn Warren made his literary debut as a member of the “Fugitive” group of young Southern poets. Since then he has taken his place as one of America’s most multi-faceted leading men of letters. As editor of The Southern Review, he deeply influenced the development of Southern writing. As critic, teacher and anthologist, he has played an important role in American higher education. Above all, however, his name will endure as a poet and a novelist whose works have been accorded a rare combination of critical and popular recognition. He has been awarded both the Pulitzer Prize for Fiction and the Bollingen Prize for poetry, to name but two highlights of a career graced with honors.



domingo, diciembre 09, 2018

Corrupción: muñecos de ventrílocuo




Por ROGELIO RÍOS HERRÁN

Para celebrar en el 9 de diciembre una jornada más del Día Internacional contra la Corrupción de las Naciones Unidas (ver www.un.org) y no dejar que el tema resbale de la memoria en favor de otras cuestiones noticiosas del día, se me ocurre hablar sobre lo que los escritores y analistas proclives a los términos románticos llamaban en otras épocas la “corrupción del espíritu”.

No es la vulgar dádiva o “mordida” en la ventanilla del burócrata para agilizar un trámite. No es tampoco la primitiva bolsa de dinero en efectivo al funcionario o político en campaña que se cobrará después pidiendo algunos favores.

Nada de eso, sino algo más profundo: la gradual degeneración de los impulsos y afanes democráticos e igualitarios que son el motor de entrada para muchos hombres bien intencionados a la política, pero que inevitablemente acaban torciendo el rumbo.

¿Qué hace el poder con los hombres y mujeres cuando los transforma por completo en aquello que juraban que nunca serían? ¿Por qué terminan los políticos convirtiéndose en lo que ellos criticaban, aquello que los impulsó a dedicarse a la vida pública para mejorar las cosas?

¿Por qué nada puede detener la corrupción del espíritu, la transfiguración de conciencias libertarias en caricaturas del autoritarismo? ¿Cuándo empezaron los gobernantes a creer que el fin siempre justifica los medios y a degenerar -no a evolucionar- hasta caer en la figura del político que todos conocemos: progresista y democrático en el discurso, pero intolerante, ambicioso y autoritario en la práctica?

Esa corrupción de ideales nos daña a todos. No se limita a las personas en el poder, sino que se extiende a los ciudadanos que son gobernados e influidos por los corruptos de espíritu y se mete a sus vidas privadas y públicas de tal manera que se torna imposible quitárselos de encima.

Se daña a la democracia en su conjunto cuando la corrupción en todas sus formas se vuelve parte de la vida institucional y cotidiana de los ciudadanos.

No es una vida pública normal la que se sostiene en la doble condición de los políticos y gobernantes: dicen una cosa, pero piensan y obran de otra manera, usualmente la contraria a sus “ideales” democráticos e igualitarios que manejan en la oratoria. Total, según ellos, si sus intenciones son buenas no importa qué métodos usen para alcanzarlas, como si hubiera corruptos “buenos” y corruptos “malos”.

“La corrupción engendra más corrupción y fomenta una cultura destructiva de impunidad”, afirma Antonio Guterres, Secretario General de la ONU.

En el prólogo a la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (2004), expresó por su parte Koffi Annan (entonces Secretario General de Naciones Unidas) que la Convención “advertirá a los corruptos que no vamos a seguir tolerando que se traicione la confianza de la opinión pública. Y reiterará la importancia de valores fundamentales como la honestidad, el respeto del estado de derecho, la obligación de rendir cuentas y la transparencia para fomentar el desarrollo y hacer que nuestro mundo sea un lugar mejor para todos”.

Annan reconoce en el prólogo citado que fue en Monterrey, México, sede de la Conferencia Internacional para la Financiación del Desarrollo (2002), donde se dio uno de los primeros pasos en torno a la determinación de las naciones por combatir la corrupción:

“Una de nuestras prioridades es la lucha contra la corrupción en todos los niveles. La corrupción es un grave obstáculo que entorpece la movilización y asignación eficientes de recursos que deberían destinarse a actividades indispensables para erradicar la pobreza y promover un desarrollo económico sostenible” (ver Proyecto de documento final de la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, Monterrey, México, 2002).

Lo que se dijo en el año 2002 en mi ciudad sobre la corrupción, como parte de lo que entonces se denominó el “Consenso de Monterrey”, lo retomo en el 2018 para elevar la voz contra la nociva “normalidad” de la corrupción en nuestra vida pública, en particular aquella que carcome el espíritu de nuestros representantes y gobernantes.

La frustración de los mexicanos con sus gobernantes no se termina simplemente con un cambio de gobierno ni con la renovación de las promesas de desarrollo, prosperidad y alivio a las necesidades del pueblo. Eso lo hemos escuchado -una y otra vez- a lo largo de varias décadas por proponentes de todo el espectro político.

Aun si se alcanzaran algunas de las metas propuestas por el nuevo Gobierno nacional en México encabezado por Andrés Manuel López Obrador y MORENA, pero a través de métodos no democráticos o desdeñosos de la legalidad de los actos de gobierno, el resultado sería negativo: se pueden cumplir quizá metas materiales, pero la corrupción de la democracia, su degeneración en instrumento de poder de un grupo político dominante, no habría cambiado ni un milímetro. La transformación quedaría incompleta.

El sociólogo Rodolfo Stavenhagen hacía notar agudamente en uno de sus escritos de los años 70 sobre las organizaciones políticas en México que “el diálogo que supuestamente mantienen entre sí el gobierno y las organizaciones y grupos de intereses recuerda mucho el que mantienen los ventrílocuos con los muñecos sentados en sus rodillas”.

Muy triste sería el futuro de la nación mexicana si no avanzamos desde la sociedad en la lucha contra la corrupción. Son igual de dañinas la inmediata, la “mordida” en la ventanilla, como la de fondo, la doble ética de los gobernantes (democrática en lo público, autoritaria en lo privado).

Me simpatizan mucho los muñecos de ventrílocuos, son ingeniosos y mordaces, pero no quiero ser uno de ellos en el foro público, a ese extremo nos lleva la corrupción del espíritu. Por eso ya no atiendo a lo que me dicen los políticos, sino a lo que hacen en la práctica: hechos son amores, no palabras.

jueves, diciembre 06, 2018

¡Monterrey está enojado!




Por Rogelio Ríos Herrán


Tras la anulación por el Tribunal Electoral Federal de la elección ordinaria para Presidente Municipal de la ciudad de Monterrey (alegando razones de fallas en el resguardo de las boletas electorales), todos los candidatos participantes que se alistan para una nueva jornada electoral extraordinaria el 23 de diciembre, quedaron en desventaja.

Me refiero a todos, sin excepción, aunque en mayor medida afecta al ganador Felipe de Jesús Cantú, propuesto por el Partido Acción Nacional (PAN). Quedan en esa situación los candidatos porque la anulación de la elección (más de medio millón de votos cancelados) causó enojo y desasosiego entre los ciudadanos regiomontanos que acudieron puntualmente a las urnas el 1 de julio pasado.

“¿De qué sirvió nuestro voto?”, “¿por qué no respetaron el trabajo de los ciudadanos que participaron en las casillas?”, “¿por qué las elecciones no se resuelven en las urnas, sino en los tribunales?”, me comentaban amigos y vecinos míos en Monterrey. Ninguno quedó satisfecho con las respuestas y la actuación de las autoridades judiciales electorales.

No es poca cosa lo que ocurrió en la Sultana del Norte. Parece mentira que en una ciudad tan importante, desarrollada y dinámica no haya podido darse un proceso electoral fluido y certero a nivel municipal. ¿Fue culpa de los ciudadanos y funcionarios de casillas? ¿O lo que presenciamos fue una intervención de las instancias judiciales que fue, por decir lo menos, insensible e indiferente ante la ciudadanía?

Con un presupuesto que en 2017 superó los 5 mil 200 millones de pesos y al menos 7 mil empleados en la administración central, el Municipio de Monterrey es, digamos, la joya de la corona para cualquier político que aspire a la Gubernatura de Nuevo León.

El desempeño bueno o malo en la alcaldía regiomontana definirá el futuro político de cualquier alcalde, siendo el caso más reciente el de Margarita Arellanes, la alcaldesa panista que prácticamente terminó su carrera pública al concluir su gestión entre cuestionamientos.

Así que la apuesta por ganar Monterrey se elevó al doble: al riesgo que se deriva de una posible mala gestión municipal se agrega ahora el enojo de los regiomontanos por la anulación de sus votos y la repetición de la jornada electoral.

Duele a los regiomontanos que se hallan perdido los millones de pesos gastados en organizar la elección ordinaria, además del dineral que se va a gastar en la extraordinaria (alrededor de 50 millones de pesos, según la Comisión Estatal Electoral): ¿no se pudo aprovechar mejor ese dinero para, por ejemplo, tapar de una vez todos los baches de las calles y avenidas regiomontanas?

Cada diciembre llegan también, adicionalmente, las campañas antialcohólicas que los municipios de Monterrey y la zona metropolitana implementan para, según ellos, evitar accidentes y tragedias a los conductores, si bien los ciudadanos las perciben, con justa razón, como una fuente de extorsiones y mordidas, un verdadero asalto a campo abierto.

Si juntamos lo electoral, las antialcohólicas, los aumentos desmedidos que proyecta el Gobierno estatal en el pago de derechos a los automovilistas y los incrementos que vienen al impuesto predial municipal tendremos una tormenta perfecta: el grito de “¡Feliz Navidad!” se ahogará en los bolsillos de los regiomontanos.

De veras, ¿ésta es la mejor ciudad que podemos tener? ¿Ni siquiera una elección municipal es creíble? La respuesta estará en las urnas el 23 de diciembre, pero ¿quién va a andar pensando en elecciones en vísperas de Nochebuena?

Sí, hay mucho enojo en Monterrey, ¿no lo perciben los políticos?  


miércoles, diciembre 05, 2018

Sheinbaum, CDMX: ¿la nueva fuerza de MORENA?




Por ROGELIO RÍOS HERRÁN


Al asumir hoy Claudia Sheinbaum (56 años) el Gobierno de la Ciudad de México, la candidata ganadora del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) toma en sus manos las riendas de una Ciudad que muchos han juzgado, desde hace tiempo, como “ingobernable”.

¿Por qué sería ingobernable? La CDMX por sí misma es una ciudad de casi 9 millones de habitantes; si agregamos la zona metropolitana (un total de 60 municipios de Edomex e Hidalgo) la cifra de habitantes se eleva a más de 20 millones de pobladores. Una aglomeración de ese tamaño es un reto en todos los sentidos, mucho más aún para administrarla y gobernarla.

Desde las campañas electorales y durante el proceso de transición a partir de los resultados del 1 de julio, he observado que Sheinbaum mantuvo un perfil más discreto que Andrés Manuel López Obrador ante los medios y en la conformación de su equipo de trabajo.

Digamos que el costo o desgaste de la larga transición entre elecciones y toma de protesta fue mucho menor para el nuevo equipo que gobernará la CDMX que para el nuevo gobierno nacional. No hubo necesidad, en la CDMX, de tomar decisiones tan desgastantes y costosas como la cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco que puso en graves aprietos financieros al gobierno de AMLO.

Lo menos que se puede decir de quien será la primera mujer gobernadora de la Capital es que mantiene en buen nivel su capital político y, sobre todo, logró armar un equipo joven e inteligente, compacto, serio, sin cuestionamientos públicos ni adicción a los reflectores con el cual empezará a gobernar.

El contraste con el equipo de AMLO es evidente. No hay polémicos y cuestionados Jiménez Espriús ni Pacos Taibos en el “team” de la Sheinbaum, sino mujeres y hombres con postgrados y sólido conocimiento de las áreas para las que están propuestos. Y, un plus, no hacen “ruido” mediático, ni sueltan frases léperas ni aparecen un día sí y otro también en los noticieros.

Eso lleva un paso adelante a Sheinbaum para dos cosas: enfrentar la responsabilidad de gobernar a la CDMX y, por otra parte, perfilarse como la opción más firme y seria dentro de MORENA para las elecciones presidenciales del 2024.

No se ve, en este momento, al interior de MORENA otro grupo con la misma solidez y similar capital político que el de ella. AMLO asumió la Presidencia con un equipo de trabajo del cual es visible, desde afuera, la falta de armonía y de trabajo de conjunto. Se habla de los radicales y moderados entre su gente, de neoliberales y nacionalistas, de inexpertos y expertos, en fin, de todo menos de que sea un equipo compacto.

No le garantiza mucho a Sheinbaum, sin embargo, arrancar con ventaja. De veras, la CDMX es una megalópolis que desafía a cualquier intento de racionalidad y legalidad y puede hacer fracasar a cualquier autoridad. Todos los días, ella y su equipo, una vez en el gobierno, se verán sometidos a una intensa presión por dar resultados efectivos y aguantar como mejor puedan la crítica incisiva de los medios.

¿Cuál MORENA sobrevivirá a la tarea de gobierno? ¿La nacional o la de la CDMX? Es una interrogante inevitable al observar los contrastes entre los dos líderes (AMLO y Sheinbaum) y sus “dream teams”: edad mayor ante más juventud, diferencias de nivel académico y cultura en general, carácter y temperamento ante la presión de la opinión pública, etcétera.

Otra cosa más: que MORENA asuma a la vez el gobierno nacional y el de la CDMX es señal de que fluirán abundantes recursos federales a la Capital, como ya ha anunciado el propio López Obrador, lo cual son buenas noticias para Sheinbaum.

Igualmente, es muy probable que la CDMX sufra el “fuego amigo” de morenistas que no verían con tan buenos ojos tanta alfombra roja para la Capital y su gobernadora.

La Ciudad de México, la ciudad de todos los mexicanos, los aguarda para ponerlos a prueba, la más dura de sus vidas públicas, ¡buena fortuna a la nueva gobernadora!

  



lunes, noviembre 26, 2018

Año de las Caravanas






Por ROGELIO RÍOS HERRÁN

Yo recuerdo, en estos días, una visita que hice, en el año 2003, a Tijuana y San Diego con un grupo de periodistas mexicanos invitados por el Departamento de Estado de Estados Unidos, en la cual las autoridades migratorias que cuidaban la garita de San Ysidro nos hablaron de sus experiencias con los indocumentados.

Dos cosas que nos mostraron me dejaron muy impresionado. La primera, una serie de videos en donde se veía la forma de cruzar de los indocumentados en los 80s y 90s, antes de que se construyera un muro que empezaba desde la playa y continuaba durante varias millas hacia el desierto: se juntaban del lado mexicano grupos de cientos de migrantes y se arrancaban corriendo a pasar entre las casetas hacia el lado estadounidense.

Los agentes de migración, escasos y tomados por sorpresa, no atinaban más que literalmente a “taclear” a los indocumentados que pescaban (muy pocos, por supuesto), mientras el grueso del grupo seguía corriendo por la carretera o entre los campos.

Lo más peligroso de todo, nos decían los de la “Migra”, era que había atropellados y muertos en la carretera, pues el caos era tremendo para conductores y peatones. No había, sin embargo, uso de las armas de fuego de los agentes.

Como parte de la visita, nos subimos después a unas camionetas de Migración y enfilamos por el camino aledaño a la cerca divisoria, durante varias millas, hasta llegar a la playa. La cerca se internaba todavía algunos metros más en el agua con la vana esperanza de disuadir a los migrantes de rodearla a nado.

El contraste entre el lado americano y el mexicano era brutal. Los sensores, cámaras, reflectores y la vereda bien definida les servían a los agentes de la Migra para realizar su labor de vigilancia. Del otro lado, oscuridad casi total, sin cámaras ni agentes que resguardaran la frontera mexicana.

Había algunos puntos de reunión de indocumentados, quienes se apostaban ahí a la espera de una oportunidad para intentar saltar la cerca. Por supuesto que eran vulnerables a asaltos y vejaciones de pandilleros y criminales que hacían con ellos lo que querían.

Mike, uno de los agentes migratorios, nos contó que lo más duro que le había tocado vivir había sido la ocasión en que, recién ingresado a la Migra, en sus primeros patrullajes le tocó observar desde su lado de la frontera cómo un grupo de pandilleros violaba a una muchacha en total impunidad.

Al gritarles los agentes estadounidenses que la dejaran en paz, los pandilleros se burlaron de ellos y siguieron con la violación grupal como si nada. Mike no pudo contenerse, desenfundó su pistola y apuntó a los violadores, pero su compañero le tomó la mano y lo contuvo, no había nada que ellos pudieran hacer salvo dar aviso a la policía mexicana. Mike lloró de coraje, desde ese día quedó profundamente marcado por la realidad del cruce fronterizo.

Por eso cuando veo lo que sucede ahora en Baja California con el grupo de centroamericanos que intentan entrar como sea a Estados Unidos, comprendo que se trata de la nueva versión de un problema viejo, muy viejo, que de tanto en tanto vive escenas climáticas como las del domingo 25 de noviembre en Tijuana y las corretizas y golpes entre policías mexicanos, agentes de la Migra y los indocumentados.

No ha existido antes empatía alguna de las autoridades migratorias estadounidenses contra los indocumentados, ni la habrá hoy. La respuesta en esta ocasión ha sido de mayor dureza hacia quienes intentan acercarse a la frontera, de despliegue militar, de alambres de púas e instrucciones de uso de “fuerza letal” completamente absurdas.

No veo, por otra parte, la capacidad suficiente de las autoridades mexicanas, municipales, estatales y federales, para abordar el problema desde otra perspectiva que no sea la de la contención policiaca. Ahí se agota el esfuerzo, hasta ese punto parece llegar la comprensión del fenómeno migratorio.

No hay, en fin, quién atienda ahora oficialmente lo que sucede en Tijuana y lo que se viene para varias ciudades fronterizas mexicanas: el fenómeno de la migración por caravanas o grupos de miles de personas desde América Central, muchas de las cuales -quizá la mayoría- tendrán que quedarse en territorio mexicano.

Se nos vino encima a los mexicanos la versión nacional del gran desafío que son las migraciones internacionales, el desplazamiento de personas y la necesidad de auxiliarlos humanitariamente que agobia a muchas otras naciones, desde Alemania, hasta Colombia y Turquía, por mencionar algunos casos.

Es un fenómeno del siglo 21 ese desplazamiento desordenado de personas expulsadas de sus comunidades por la guerra, la violencia o la pobreza. México acaba de entrar apenas al nuevo siglo, al siglo de los migrantes, en este 2018 que será el Año de las Caravanas.

No estábamos preparados, no sabemos bien qué hacer, vaya ni siquiera cómo mirar a los inmigrantes: ¿son personas que necesitan y merecen nuestra ayuda por razones humanitarias? ¿Son una bola de holgazanes que no quieren trabajar, sino vivir de lo que les den?

¿Se trata de familias enteras desesperadas por huir de las amenazas y la muerte o son meramente unos padres irresponsables que arriesgan a sus hijos en un viaje aventurero?

¿Son seres humanos y personas como nosotros que buscan salir de la pobreza o son extranjeros de un nivel inferior que amenazan nuestro nivel de vida?
Cada quien deberá responder a esas cuestiones según sus principios, creencias y sentido humanitario. Lo que es ineludible para el Gobierno mexicano (el federal, los estatales y municipales) es atender el fenómeno, no evadirlo ni diluirlo en la agenda pública, tomar posiciones firmes frente a la hostilidad manifiesta de Estados Unidos en este tema y aliviar, a la altura de sus responsabilidades y el derecho humanitario, la penosa vulnerabilidad de los migrantes centroamericanos.

Hoy, desafortunadamente, no hay quien dé la cara entre las autoridades mexicanas ni quien le conteste al Presidente Donald Trump las barbaridades que dice por Twitter sobre la Caravana.

Bienvenido México al siglo 21, el de los migrantes.

Nahuel, fútbol y políticos: adiós “fair play”

  Por Rogelio Ríos Herrán En México, el fútbol precede a la política en el triste arte de no respetar a los demás contendientes, violar las ...