miércoles, marzo 07, 2018

#MeToo y medios de comunicación

Aurelio Collado y Mariana Gabarrot en ITESM Campus Monterrey

No pude haber pasado hoy una mañana más interesante que la de escuchar a Aurelio Collado y a Mariana Gabarrot (ambos profesores del ITESM Campus Monterrey) conversar, en particular, sobre el movimiento #MeToo y su impacto en los medios de comunicación y, en general, sobre un tema fascinante de comunicación: ¿cómo se logra que un tópico llegue a la agenda pública de discusiones?

La mesa de análisis se presentó en el marco de la cuarta edición de la Semana de Feminismos (5 al 9 de marzo) que un grupo entusiasta de maestros (con la colaboración de alumnos y sociedades de alumnos) impulsa en el Campus Monterrey con temas como violencia de género en universidades de Estados Unidos, dignidad humana y género, lenguaje y discurso de género, consentimiento vs. acoso, protocolo de acoso del Tec de Monterrey, etcétera.

Aurelio, experto en comunicación, periodista y académico, señaló de entrada que la cuestión de la relevancia del movimiento #MeToo como tema en la opinión pública (su capacidad de influir en el proceso de “agenda setting”) creció a raíz de que varias artistas de Hollywood se atrevieron a alzar la voz en contra del acoso del productor cinematográfico Harvey Weinstein, a partir de lo cual el tema se hizo fuertemente visible en los medios de comunicación.

¿Cómo hacer que un tema global se vuelva local, es decir, que una vez posicionado en los medios globales y en las redes sociales tenga repercusiones concretas en México y Monterrey? Es una buena pregunta que Aurelio mismo trató de responder: no hay un factor único que explique por qué el #MeToo saltó ahora a la palestra y lo hizo en boca de artistas famosas.

Todo debe ponerse en el contexto de una sociedad y una cultura determinadas. Si en Estados Unidos hay un mayor grado de participación ciudadana y de apertura a la discusión pública de ciertos temas, como el acoso sexual, en México, por el contrario, el contexto social es más cerrado a ese tipo de protestas y debates.

Mariana, experta en temas de género, migrantes y globalización, señaló al respecto que muchas veces una “voz poderosa” es el detonante de la intrusión en la opinión pública de temas que permanecían en segundo plano.

Ahora bien, el acoso y en general la inequidad de género no son temas sencillos y se corre el riesgo de la “trivialización” cuando son expuestos en los medios o cuando los valores y la cultura política de una comunidad no son receptivos a esa discusión.

Mencionó también Mariana la intensa discusión que sobre el tema mantiene en los salones de clase y, por las atinadas preguntas que plantearon varios de sus alumnos presentes en la plática, me dio la impresión de que esa semilla sembrada en las aulas dará buen fruto una vez que los estudiantes se desenvuelvan como profesionistas en la comunidad. A ellos tocará dirigir la conversación pública hacia el mejor camino posible.

¿Qué lección nos deja el #MeToo en nuestra comunidad? En primer término, señalaron ambos catedráticos, la necesidad de mantener el tema vigente en el interés de la opinión pública mediante una deliberación de mayor nivel que ayude a elevar la conciencia sobre el asunto.

Además, que la discusión del acoso sexual en la opinión pública derive en legislación adecuada y protocolos claros y útiles en empresas, universidades e instituciones de gobierno para abordar las situaciones de acoso sexual en donde quiera que se presenten sin que vaya, como sucede ahora, en detrimento de la dignidad de las víctimas.

Faltó tiempo, como sucede con las cosas interesantes, para seguir esa conversación, pero valió la pena escuchar a Mariana y Aurelio en el bello recinto de la nueva biblioteca del ITESM en el Campus Monterrey. Que no se agote el tema.

rogelio.rios60@gmail.com





viernes, marzo 02, 2018

Rusia y China: 'tigres de papel'

Fuente: google.com


Por ROGELIO RÍOS HERRÁN

El camarada Mao Zedong tenía, en los años 50 del siglo pasado, una forma peculiar de criticar a Occidente cuando tildaba a las potencias imperialistas de “tigres de papel”, es decir, de ser países cuyos líderes presumían un poder que realmente no tenían, gigantes con pies de barro incapaces de cumplir sus amenazas de dominación imperial.

Puede ser que estemos al borde de usar esa expresión de Mao para calificar, ahora en el siglo 21, tanto al líder chino Xi Jingpin como al prócer ruso Vladimir Putin: ¿presumen de un poder del que en verdad carecen?

Da la impresión de que ambos líderes pretenden establecer sus áreas de influencia a golpe de discursos y doctrinas de dominación y zonas de influencia que suenan obsoletas en nuestros días.

En China, el Partido Comunista Chino abrió la puerta en días pasados para cambiar la Constitución china y permitir a Jinping su reelección por un nuevo periodo de gobierno al abolir los límites a su reelección.

Además, elevó a rango constitucional lo que los comunistas chinos llamaron “el pensamiento Xi Jinping”, a la manera de “el pensamiento Mao Zedong” que en su época se convirtió en la doctrina de Estado, en la cartilla (“El Libro Rojo”) que todos los chinos en edad escolar debían leer para su adoctrinamiento.

En Rusia, Putin anunció esta semana en su mensaje a la nación desde el Kremlim nada menos que una nueva generación de misiles nucleares “invencibles” que evaden cualquier tipo de defensa antimisiles conocido. El 18 de marzo se celebrarán elecciones presidenciales en ese país y Putin navega con tranquilidad, una vez suprimida toda oposición, hacia un nuevo periodo presidencial.

Adelantándose a la crítica por emplear los recursos rusos en un enorme gasto militar y en nuevos sistemas de armas, Putin afirmó que se duplicaría el gasto social en la salud pública, que se incrementará la expectativa de vida de los rusos de 73 años en la actualidad a 80 años de vida en 2030 y que colocará a Rusia entre las cinco primeras economías del mundo (no está posicionada hoy ni entre las 10 primeras, según se mide por su PIB).

Es decir, Xi y Vladimir lo pueden hacer todo: proyectar a sus naciones al exterior incrementando su poderío militar sin que ese gasto implique una reducción de los recursos internos que sus sociedades necesitan para prosperar.

Son naciones súperpoderosas con sociedades con bajos niveles de vida, si se miden con diversos indicadores como el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas. Tienen sofisticados sistemas de armamentos convencionales y nucleares, pero rudimentarios sistemas políticos autoritarios en los que la democracia está explícitamente excluida (China) o existe en la forma, pero no en la realidad (Rusia).

Hablamos de sociedades divididas entre segmentos que viven en la modernidad y amplios sectores que lo hacen en la economía y sociedad tradicionales. Potencias de dos piernas: una que avanza firme hacia el frente, otra que se atora en el pasado.

Sus élites gobernantes no pueden o no quieren darse cuenta de ello porque se derrumbaría su legitimidad y terminaría su dominación. Por ello recurren a una herramienta de supervivencia: inventar amenazas externas, establecer zonas de influencia que defiendan su soberanía, proyectar una grandeza que es ilusoria, llevar a sus naciones al borde de la guerra o involucrarlas en guerras locales sangrientas en apoyo de dictadores.

Ni los campesinos rusos ni los chinos comen misiles. De nada les sirve a las clases pobres y medias de sus ciudades el despliegue de sistemas de misiles ultramodernos, es como el mendigo que ve pasar un Cadillac en la calle: "qué bonito", pensará, "pero no me sirve de nada".

Si estamos viviendo una vuelta a la Guerra Fría, a sus discursos de odio y a su armamentismo, bien valdría la pena retomar desde México la valiosa postura de la lucha contra la carrera armamentista, la delimitación de zonas en donde se prohíban las armas nucleares y la defensa de la autodeterminación de los pueblos en contra de las intervenciones de las superpotencias, esos tigres de papel que no dejan de mostrar sus garras. Ante ellos, defendamos la paz.

rogelio.rios60@gmail.com




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