martes, febrero 28, 2023

¿Por qué México no ayuda a Ucrania?

Por Rogelio Ríos Herrán 

No me extraña que existan en México personas que simpatizan con el gobierno de Rusia y se sientan atraídos por una figura autoritaria como Vladimir Putin. Lo que sí me desconcierta es que el gobierno de México trate con indiferencia, por decir lo menos, a Ucrania en las horas difíciles que vive ese país.

 

Las simpatías de los mexicanos con el autoritarismo no son nuevas. En la época del ascenso del fascismo en Alemania, desde la llegada de Adolfo Hitler al poder en 1933 y hasta la conclusión de la terrible guerra mundial y su muerte en 1945, don Adolfo gozó de amplias simpatías en la sociedad y entre las fuerzas políticas mexicanas.

 

La causa de esas simpatías eran, entre otras, que una figura de autoridad como Hitler tuviera la capacidad de controlar el caos social y económico de su país, revertir su decadencia y recuperar una posición influyente en Europa. 

 

Desde ese punto de vista, la alternativa al desorden, las políticas extremas, el reparto de tierras, las expropiaciones y la educación socialista del gobierno de Lázaro Cárdenas, era el camino del autoritarismo, del cual la máxima inspiración en su tiempo fue Hitler. Tuvieron que hundir los nazis alemanes dos barcos petroleros mexicanos en el Golfo de México para declararles la guerra.

 

Quizá por razones parecidas a las de entonces, hay mexicanos en 2023 que desde el principio de la agresión de Rusia al pueblo ucraniano estuvieron de acuerdo con los argumentos disparatados de Putin: amenazaba Ucrania nuestra esfera de influencia, era un país manipulado por Estados Unidos y la Unión Europea, y el más increíble de todos: el gobierno ucraniano estaba capturado por neonazis.

 

En este ambiente, se pueden comprender mejor (aunque no justificar) las contradicciones del gobierno de López Obrador frente a la crisis ucraniana: no habla de agresión rusa, sino de un conflicto entre países; no se suma a las sanciones contra Rusia porque México “es neutral”; no ayuda a Ucrania en su esfuerzo de defensa contra un ejército superior en número de soldados y armamento, pero pide un cese al fuego favorable a Moscú con los rusos dominando territorio invadido.

 

En fin, los diplomáticos mexicanos votan en la Asamblea General de la ONU las resoluciones que piden a Rusia detener la agresión a Ucrania y salir de su territorio sin condiciones, pero fuera de ese gesto no se implementa ningún apoyo activo al gobierno ucraniano.

 

Casi inmediatamente al inicio de la invasión rusa el 24 de febrero de 2022, la embajadora ucraniana en México, Oksana Dramaretska, dijo el 10 de marzo que “esperamos que México se una a las acciones de la comunidad internacional, como son las sanciones económicas. El aislamiento y la exclusión de Rusia de todos los foros internacionales”.

 

La respuesta de los diputados mexicanos no se hizo esperar: legisladores de Morena, Partido del Trabajo y PRI recibieron en marzo en el Congreso a Viktor Koronelli, embajador ruso en México, como testigo de la creación del Grupo de Amistad México-Rusia. Koronelli se mostró tan complacido que dijo respetar mucho la decisión del Presidente mexicano de no unirse a las sanciones contra Rusia.

 

Poco después, en abril del año pasado, México se abstuvo de votar en la Asamblea General a favor de la suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, por las acusaciones de agresiones sexuales cometidas por soldados rusos.

 

A fines de septiembre, legisladores ucranianos que visitaron México fueron atendidos por diputados mexicanos de Movimiento Ciudadano y el PAN, pero no por los morenistas. No fueron recibidos por el Presidente López Obrador ni por el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard.

 

La situación no parece haber cambiado desde entonces. El 21 de febrero de este año, casi en la víspera del primer aniversario de la agresión rusa, de nuevo Oksana llamó a apoyar a su país en contra del invasor: “hacemos un llamado a los países que aún no han determinado su posición bajo el pretexto de la neutralidad o la no intervención, a tomar una posición clara de apoyo a la justicia, el bien, el derecho internacional… los instamos a ponerse del lado de la víctima y no del agresor”.

 

Agregó que “no pedimos armas a México, pedimos otro tipo de apoyo. Es importante que México se sume a países que han impuesto sanciones contra Rusia”.

 

¿Por qué México no ayuda a Ucrania? ¿Qué le impide al Presidente López Obrador condenar la agresión rusa y su invasión y anexión de territorio ucraniano?

 

No se debe a una falla estratégica porque no parece haber una estrategia de política exterior. Son las filias y fobias personales del Presidente López Obrador las que guían sus acciones de política externa que caen en contradicciones.

 

Con un caudal de experiencia en el Servicio Exterior Mexicano, además de universidades y centros de investigación dedicados al estudio de las relaciones internacionales de México, el Presidente tendría a su disposición, si lo quisiera, una fuente inagotable de asesoría en esa área de gobierno.

 

No quiere hacerlo, sin embargo, y por eso desde el resto del mundo se percibe una política exterior mexicana como nunca se había visto: sin estrategia ni rumbo, casuística y de corto alcance que termina “respetando” a Putin, no se vaya a enojar con los mexicanos.

 

Rogelio.rios60@gmail.com

 

domingo, febrero 26, 2023

Crónica: “no somos uno, ni somos 100…”


Crónica personal de la Marcha 

en defensa del INE en Monterrey

Por Rogelio Ríos Herrán

 

Rumbo a la Macroplaza, en Monterrey, me di cuenta que sobre la mesa de la cocina dejé olvidadas las dos gorras para protegernos Paty y yo del sol, pero como estaba medio nublado a las 10:45 de la mañana y el evento empezaba a las 11:00, ya no quise regresar por ellas. Lo importante era no llegar tarde al inicio del mítin de ciudadanos en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE), cuya suerte está ahora en manos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

 

Arribamos justo a tiempo para escuchar a los oradores. No teníamos prendas de color rosa, como casi toda la gente, pero eso no fue obstáculo parea integrarnos de inmediato entre la gente, casi al pie de la estatua de Miguel Hidalgo (el original padre de la Patria) y de frente a la fachada magnífica del Palacio de Cantera (así se le llama al Palacio de Gobierno en Nuevo León) que no me canso de admirar cada vez que puedo.

 

Notamos de inmediato que la multitud era heterogénea en edad y sexo, en indumentaria y aspecto, quizá habría ligeramente más personas mayores. Parecía un abanico de regiomontanos desde el de sombrero norteño hasta el de los lentes oscuros elegantes. Difícilmente nos reuniríamos tantos regios tan distintos en recintos privados, pensé, pues cada uno vive en su propio mundo. Ahí capté la magia del momento: la plaza pública, el espacio de todos, nos iguala en la figura de ciudadanos y nos recuerda el poder de nuestras voces cuando se elevan juntas ante las arbitrariedades de los gobernantes.

 

Las nubes se disiparon y brilló un sol esplendoroso, pero que nos castigaba duro a los jóvenes adultos mayores. No importaba, pues la primera oradora, una joven de 17 años, decía con entusiasmo que votaría por primera vez en la elección nacional del 2024 y pedía respeto para su voto. Regina Julián hablaba rápido y con pasión contagiarte: “la Corte deberá resolver el problema (se refiere al Plan B de Morena para desmantelar al INE), desde aquí de la Macroplaza le pedimos su mejor juicio”.

 

Las personas iban y venían entre quienes estábamos fijos en un lugar. Con camisetas rosas, stickers, calcomanías sobre la ropa, banderas y con el celular en mano, me imagino que entre todos se tomaron miles de selfies. Había gusto por compartir en las redes sociales de cada quien la presencia en la Macroplaza, destacar la defensa del INE y, por supuesto, sentirse parte de la solución, no del problema.

 

No vi un solo conato de violencia o discusiones, ni enfrentamientos verbales entre los asistentes al mítin. Los conocidos se saludaban como si estuvieran en una fiesta, en este caso, en una fiesta cívica. Al terminar Regina, tomó el micrófono Lourdes López Flores, quien había sido consejera del entonces llamado Instituto Federal Electoral (IFE) en 1992. 

 

Ella habló claro y fuerte: “Esta batalla la damos todos, no es un asunto de derecha, es por la defensa de nuestros derechos, nuestra democracia no merece esta reforma electoral, nadie por encima de la Constitución… no queremos regresar al pasado”.

 

Lourdes ganó muchos aplausos. Yo trataba de aplaudir mientras estaba atento a quién pasaba a mi lado. Un señor traía de la correa a un hermoso perro blanco de una raza parecida al Husky. El pobre chucho venía con la lengua de fuera por el calor, el sol seguía brillando y ponía a prueba la resistencia de cada uno. Antes de que empezara a hablar el último orador, desde el estrado avisaron a la gente que había ambulancias disponibles y puestos de auxilio en caso de que alguien se sintiera agobiado por el calor. De hecho, hubo algunos desmayos, nada grave por fortuna.

 

Cerró la fila de oradores Javier Prieto de la Fuente, quien preside la organización Sé Líder dedicada a la promoción del liderazgo entre jóvenes nuevoleoneses. Javier proviene de una familia de empresarios y en un momento de su vida se dedicó de lleno a la música clásica, en particular al violonchelo. Conozco la excelente labor de su organización juvenil porque mi hija menor participa activamente en las tareas de liderazgo.

 

Mayor que yo, Javier vivió la época de las elecciones manipuladas desde el gobierno y así lo relató en su valiente discurso: recurrió a anécdotas de la época de los fraudes electorales en donde él vivió en su persona, como representante de partido, la alteración de las urnas, la frustración y la impunidad del entonces partido gobernante.

 

Al escuchar esto, la gente se encendió, sacudió la pesadez del calor y empezó a corear el discurso de Javier: “Le pedimos a la Corte anular el Plan B por nefasto contra algo que hemos construido desde hace años. Estamos pidiendo que detengan el aberrante Plan B como propuesta del Ejecutivo que nos está robando la democracia”.

 

Yo ya no sabía sobre cuál pie pararme, apoyado en el hombro de Paty y auxiliado por un bastón de senderista que uso a veces para ayudarme a caminar. No quería de ninguna manera perder el hilo de las palabras de Javier: “hacemos un llamado a las instituciones, organismos empresariales, universidades e iglesias para manifestar descontento y lo hagan en todos los foros posibles”.

 

Cerró su oratoria diciendo que ésa “es la única manera de convertirnos en héroes de la historia, defendiendo la voluntad del pueblo y no de los que manejan al País”. ¡Duro!

 

Después de una hora transcurrida bajo el sol, parado en la multitud y sin mucho espacio para movernos, llegó un momento que nunca olvidaré por lo emotivo: cantamos todos los presentes el Himno Nacional bajo la guía de una soprano desde el estrado. No sé cómo relatarles la emoción que sentimos, la electricidad que generaba una multitud de aproximadamente 30 mil personas (“¡no somos uno, ni somos 100, pinche gobierno cuéntanos bien!”, fue uno de los gritos de guerra) cantando nuestro hermoso Himno y convirtiéndolo en un lazo de unión indestructible entre todos los presentes en la Macroplaza. 

 

Ese Himno Nacional asociado rutinariamente a los actos oficiales y acartonados del Gobierno, prácticamente robado por los gobernantes para su lucimiento personal, fue de golpe recuperado por sus dueños originales: los ciudadanos, nosotros mismos, y lo usaron como un canto de liberación frente a las arbitrariedades del poder. 

 

Más tarde, de regreso a casa, con la cara roja por el sol, pero muy contento por lo sucedido, apenas entramos de la cochera a la cocina vi las ingratas gorras olvidadas  sobre la mesa del desayunador. Me dio risa y luego pensé: bueno, las usaré en la próxima marcha, en la siguiente y en las que sean necesarias para defender al INE y a la democracia. Si por gorras no paramos, por marchas menos. Si es necesario, ¡hasta al perro me llevo!

 

Rogelio.rios60@gmail.com

26 de febrero de 2023.

lunes, febrero 13, 2023

AMLO: prensa, discurso y poder

 


Por Rogelio Ríos Herrán

 

Me acerqué al libro del periodista español Raúl Cortés (@_RaulCortes) en cuanto lo vi en la librería Gandhi a la que voy habitualmente en Monterrey, pues su título y enfoque me atrajeron hacia un tema del que poco hablan los periodistas mexicanos: la crítica a los críticos del poder, es decir, entre ellos mismos.

 

Ese enfoque lo desarrolla de forma paralela al tema central de la relación entre el gobierno de López Obrador (AMLO), su Movimiento de Regeneración Nacional, y los medios de comunicación y periodistas, a partir de su llegada al poder en diciembre del 2018.

 

¿Por qué me llamó la atención, en primer lugar, lo que analiza Cortés en su obra “El choque inevitable. Prensa, discurso y poder en el sexenio de López Obrador” (México: Penguin Random House Grupo Editorial, sello Grijalbo, 1a edición, 2022, 405 pp.) respecto a la actuación, conductas y apego de los periodistas a los estándares más rigurosos del periodismo?

 

La razón de ello es que se trata de un tema casi tabú entre los del gremio sujetar su trabajo periodístico a la revisión de sus pares, los académicos y la ciudadanía misma. Hacer eso se considera una deslealtad de grupo, considerando además que el oficio vive en México, bajo este gobierno y desde los anteriores, tiempos duros y arriesgados que han costado muertos, heridos, censura y represión. Si ya se recibe fuego desde el gobierno, ¿por qué agregar el “fuego amigo”?, piensan muchos colegas.

 

Considero, sin embargo, que es necesaria esa discusión crítica entre periodistas incluso bajo las peores circunstancias que se viven para la realización del trabajo periodístico. Ya lo han hecho otros periodistas como Raúl Trejo Delarbre y Marco Lara Klahr 

 

Por ejemplo, Cortés, con su experiencia de trabajo en agencias de información regidas por códigos de ética rigurosos (Agencia EFE), se pregunta a lo largo del libro por qué los medios de comunicación mexicanos, sus reporteros y columnistas estrellas, no han aprovechado la oportunidad de cuestionar severamente a AMLO durante las conferencias de prensa matutinas o “mañaneras” y prefieren mantener distancia:

 

“¿Comenzarán alguna vez los reporteros de medios nacionales  e internacionales a acudir de forma sistemática a las conferencias de prensa diarias del mandatario a realizar preguntas realmente periodísticas para obligarlo de verdad a rendir cuentas sobre su gestión y contrarrestar el clima de condescendencia que reina habitualmente en esos eventos por las intervenciones de las estrellas de la nueva fuente presidencial?”, cuestiona en las conclusiones.

 

Esa sería, para el autor, una forma de romper el monopolio presidencial del “debate sobre la ética de la profesión, sentando cátedra sobre un tema del que no sólo no es experto, sino que manipula a su conveniencia”.

 

Lo que ofrece Cortés en su libro es un panorama general sobre la relación entre López Obrador y los medios de comunicación y periodistas mexicanos. El capítulo 3, “La ética periodística en el olvido”, es un repaso necesario para los periodistas sobre el ejercicio del oficio, sus objetivos y valores, tarea que debe realizarse en todo momento y no importa bajo qué circunstancias se haga.

 

Los temas abordados por el autor imprimen a la obra un valor elevado como punto de referencia para periodistas que se preguntan constantemente sobre los límites y posibilidades del periodismo. No sólo eso, fuera del gremio le da a ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil, a las instancias de gobierno por igual, una especie de manual de las mejores y peores prácticas del oficio, así como revela las carencias del modelo actual de comunicación social del gobierno de López Obrador.

 

Bien escrito, ágil (se lee como libro de cabecera), sólidamente respaldado por la investigación documental y por la experiencia profesional del autor, no dudo que #ElChoqueInevitable llegará a estar en el centro del debate sobre la comunicación social y la cobertura periodística en México.

 

Finalmente, Cortés tiene un punto de observación inmejorable: como periodista español, pero radicado en México, y como periodista formado en agencias de noticias, puede analizar el tema con la ventaja de la distancia emocional que los mexicanos muchas veces perdemos cuando se trata de abordar un buen pleito entre colegas o descalificarlos por cuestiones viscerales. En su caso, la nacionalidad no es obstáculo a la comprensión, sino un peldaño en el cual apoyarse. 

 

No se pierda su lectura, estimado ciudadano preocupado con el gobierno, pero, sobre todo, con los periodistas: los va a conocer mejor.

 

Rogelio.rios60@gmail.com

@rogeliux


 

 

 

 

 

 

sábado, febrero 11, 2023

Ildefonso levanta la mano al 2024


Por Rogelio Ríos Herrán 

Desde hace años, décadas ya, la orientación de mi voto en todo tipo de elecciones, desde presidente hasta diputado, se decide por el perfil de los candidatos, su trayectoria profesional y académica, capacidad de liderazgo y cualidades personales que exhiban comprensión de los problemas e imaginación y decisión para resolverlos.

 

Ese criterio lo aplico por encima del partido político en que militen las personas aspirantes, para mí eso es lo de menos. Primero la persona y su propuesta, después su partido. Primero el voto por el candidato idóneo para una alcaldía, gubernatura o presidencia, diputación o senaduría; después, mucho después, el partido en que milita.

 

Por tal razón mis idas a las urnas son un carnaval de siglas y colores azules, tricolores, verdes, naranjas, etcétera. Cruzo boletas al por mayor y por diferentes candidatos, vale decir distintos partidos. ¿Incongruencia? No, desde mi personal punto de vista; más bien, emito mi preferencia por la capacidad de una persona para gobernar, independientemente de su filiación política. 

 

Disminuyo al mínimo la militancia partidista; aumento al máximo el liderazgo y capacidad de una persona.

 

Digo todo esto (y me disculpo por la extensa introducción) porque me dio gusto saber el 10 de febrero que el nuevoleonés Ildefonso Guajardo ha decidido buscar la candidatura presidencial para la elección del 2024 en México, después de meses de deliberaciones y vacilación de su parte.

 

No me extenderé sobre su preparación como economista, larga trayectoria en el servicio público y experiencia legislativa como diputado federal, eso es de sobra conocido. Lo que deseo destacar es que el simple anuncio de su intención de pelear la candidatura de la alianza Va por México es, me parece, una forma de elevar la calidad del debate de los problemas de México cuando Ildefonso lo sustenta en un conocimiento profundo del país.

 

Perfiles como el suyo merecen la ponderación de la opinión pública, no su descalificación fulminante por el sentido de tal o cual voto (sobre la “militarización”, por ejemplo, como le reclaman muchos tuiteros) que en la brega del Congreso emite un diputado. 

 

En vista de la guerra de propaganda política, ataques, insultos y bajezas que se aproxima en el terreno electoral hasta el 2024, el antídoto al populismo y sus candidatos irracionales e ineptos es lo opuesto: candidatos bien preparados, conocedores y sabedores de la administración pública y los avatares de lo que algunos llaman hoy la “política real”, la de los trancazos en la calle, las negociaciones inconfesables y otras cosas más, pero que por encima de eso han mantenido su preparación y experiencia como un estandarte.

 

No, no quiero más Mesías populistas ni seguidores incondicionales (90 por ciento lealtad, 10 por ciento preparación, dice la fórmula presidencial); no quiero más candidatos opositores que parecen un espejo de los oficialistas y que, como muchos toreros, no supieron retirarse a tiempo. Lo que como ciudadano aspiro a tener, cuando llegue a la urna a votar, es una oferta de muy buenos candidatos en la boleta electoral.


No quiero decidir por “el menos peor”, sino tronarme los dedos ante la dificultad de elegir entre puros buenos candidatos, gente preparada y que es capaz de poner el interés público por encima de intereses personales, de partido o de grupos en el poder. En una palabra, quiero elegir entre candidatos que no vayan a sustituir una mafia por otra una vez que lleguen al poder.

 

Aquí entra la candidatura de Ildefonso Guajardo en mi radar, como otras más de gente preparada para gobernar que espero se lance al ruedo de la “política real” a ensuciarse los zapatos, como se dice, por México.

 

Gracias por subirse al ring, Ildefonso. Como los buenos boxeadores, hay que saber elegir las peleas. Buena fortuna.

 

Rogelio.rios60@gmail.com


 

 

miércoles, febrero 08, 2023

Joseph Biden está de regreso

 


Por Rogelio Ríos Herrán 

Escuché en la noche del martes 7 de febrero el mensaje del Estado de la Nación (State of the Union) del Presidente Joseph Biden ante el Congreso de Estados Unidos y me llevé una gran sorpresa. Esperaba, lo confieso, un discurso a la manera en que a Mr. Biden le ha dado por hablar en público recientemente: demasiado pausado, un poco errático, la voz apagada y como si llevara su edad (80 años) sobre la espalda.

 

Nada de eso, Joseph Biden está de regreso. No dudo en afirmar que su discurso del 7 de febrero ante una asamblea legislativa estadounidense polarizada hasta el ridículo, plena de rostros hostiles y de “negacionistas” (republicanos que apoyan la idea lunática de que fue Trump quien ganó las elecciones, no Biden, pero los demócratas le robaron el triunfo), fue el mejor que le he visto.

 

En primer lugar, su voz sonó fuerte y clara como en sus años más jóvenes. Ya no recuerdo la última ocasión en que lo escuché hablar como lo hizo en el State of the Union del martes. Con la amplificación del sonido, sus palabras y afirmaciones más enfáticas retumbaban en el recinto, pero pudo muy bien hacerlo a capela si lo hubiera querido, como lo hacían los cantantes de ópera de leyenda (Enrico Caruso, por ejemplo).

 

En segundo lugar, sus gestos, movimientos de cuerpo y manejo de la oratoria y la sesión, fueron magistrales. Se dio el lujo de salirse del escrito de vez en cuando, bromear con la audiencia y desafiar retóricamente a los republicanos presentes, por ejemplo, al grupo que había pedido la desaparición de programas de salud como Medicare (sí, la eliminación), según consta en documentos enviados a la Casa Blanca.

 

Furiosos, los republicanos aludidos no por nombre, sino por su extremismo, no supieron más que replicarle a gritos de mal tono. Los exhibió como lo que son: legisladores subordinados a un personaje (Trump), no al servicio de su país.

 

No voy a entrar al detalle de los temas abordados por el Presidente Biden, lo cual haré en entregas posteriores. Lo que todavía conservo de su mensaje, al momento de escribir a la mañana siguiente, es lo sorpresivo de un regreso tan impresionante que reafirmó sus posibilidades de obtener la candidatura demócrata para la reelección presidencial.

 

En lo personal, no daba ya nada por su continuación en la Casa Blanca. Lo veía agobiado por la edad y la magnitud de los desafíos económicos, climáticos y políticos que enfrenta, aunque se mostró cordial ante los mexicanos en su reciente visita a nuestro país. Quizá fue lo repetitivo de sus gestos cansados, el volumen inaudible de su voz, la mirada extraviada por momentos, lo que me llevó al mayor escepticismo sobre la pertinencia de que repitiera un segundo mandato.

 

Se impone un relevo generacional, pensaba yo. Abrir el camino a los líderes jóvenes en el Partido Demócrata que le dieran un perfil distinto a lo que es un candidato presidencial en Estados Unidos. Recordemos que la última elección presidencial en ese país se resolvió entre dos septuagenarios (Biden y Trump) que no necesariamente expresan la diversidad de la sociedad en los Estados Unidos. En términos de futbol, Biden ya no aguantaba jugar un segundo tiempo.


Después de este mensaje sobre el Estado de la Unión, he cambiado de opinión sobre su reelección. Al ver la forma en que se condujo en el Congreso con ese dominio del escenario, hablando y pausando como un conductor de orquesta, y con voz fuerte y clara, cambié mi percepción: Biden no sólo puede jugar un segundo tiempo, sino ¡aguantar al tiempo extra!

 

Mi lectura del Mensaje sobre el Estado de la Nación es directa: el Presidente Biden está de regreso, recuperó su mejor condición de jugador político y arrancó magistralmente su carrera de reelección hacia el 2024.

 

Buena suerte, Joe.

 

Rogelio.rios60@gmail.com

jueves, febrero 02, 2023

‘La democracia no se toca’: un comentario


 Por Rogelio Ríos Herrán 

Al enterarme que ya estaba en circulación, esperaba encontrar en el libro reciente de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama una defensa apasionada y densa del sistema electoral mexicano y del Instituto Nacional Electoral (INE), del cual ambos autores son consejeros, ante las amenazas que enfrentan por parte del partido oficial MORENA y del presidente López Obrador, sintetizadas en lo que conocemos como “Plan B” de reforma electoral.

 

Lo que encontré en el texto, sin embargo me sorprendió gratamente. La mejor defensa de nuestra “germinal democracia” (como la nombra José Woldenberg) que concibieron los autores fue difundir breve y claramente sus antecedentes, estructura y funcionamiento actual, sus instituciones clave y el camino de escollos que recorrió hasta el presente, en una obra pensada y diseñada para capturar al gran público.

 

Nada de eso demerita el perfil académico de Córdova y Murayama. Al contrario, refleja un gran esfuerzo de ellos por presentar en forma accesible temas difíciles, técnicos e inusuales para el lector general, a personas no especializadas en la materia, a jóvenes, adultos y a todos los que observan desde la posición de ciudadanos una guerra verbal “por la democracia” en la que se intercambian argumentos e insultos que les resultan incomprensibles.

 

¿Qué es exactamente lo que está en discusión en el debate por la “defensa de la democracia”? ¿Cómo se va afectar al INE? ¿De qué manera el cambio en las reglas del juego pone en grave peligro la celebración de elecciones limpias y creíbles en México?

 

Son algunas preguntas que nos hacemos quienes vemos con interés profesional el debate. Como periodista, confieso que debo sumergirme en libros, artículos, entrevistas, conversaciones con expertos, en fin, en todo lo que me ayude a comprender el tema de la defensa de la democracia, de una manera que demanda mucho tiempo y concentración.

 

Para el ciudadano de la calle, ese tiempo para leer e informarse es un lujo que difícilmente se puede dar. Una tarea de los periodistas es ahorrarle el mayor tiempo posible sin sacrificar su entendimiento de los problemas. Un libro como “La democracia no se toca” es un instrumento ideal para capturar el ABC de la cuestión, de ahí su gran valor didáctico: un “manual de uso y defensa de la democracia”, como lo consideran Córdova y Murayama.

 

No sacrificaron, por otra parte, los autores su profundidad académica. Hay pasajes en los que sintetizan en párrafos breves nociones muy extensas y las destacan sobre un diseño impecable con fondo naranja: “La democracia es una forma de organización humana, la más legítima y cercana a las personas porque las toma en cuenta, porque las incluye y son ellas mismas las que deciden”.

 

La definición de trabajo de democracia, sobre la cual construyen el armado del libro, es encantadora en su sencillez y “punch”: “La democracia es el sistema que permite la participación de la totalidad de los miembros de una comunidad en la toma de decisiones”. Una definición limpia y directa para los mexicanos del 2023.

 

A lo largo de una introducción breve y nueve capítulos, se abarcan cuestiones como qué pasaría si no tuviéramos el INE, el derecho a pensar distinto, el camino a la autonomía, ciudadanos que votan y cuentan votos, derecho a la identidad, dinero y elecciones, oír a todos los actores políticos, cuidar los votos, calificar las elecciones y salvaguardar la democracia, temas que fluyeron en 239 páginas como agua una vez que me senté a leer.

 

El complemento es un epílogo y un Post Scriptum que son llamados urgentes a sacudir la pasividad y comportarnos como ciudadanos activos y despiertos, enterados y firmes ante las amenazas hacia un sistema democrático construido a lo largo de décadas. Recuerde usted que fue en 1990 cuando se fundó el Instituto Federal Electoral (IFE), precursor del Instituto Nacional Electoral (INE).

 

Cierro mi comentario sobre el libro con una cita de los autores que suscribo completamente:

 

“Cuando las democracias han colapsado es porque hay culpables, aquellos que con sus acciones demolieron  las instituciones, las reglas y los derechos políticos. Pero también hay responsables: los que veían que el autoritarismo avanzaba , pero miraron hacia otro lado y se cruzaron de brazos. Nuestra democracia te necesita. Defiéndela, es tuya”.

 

Rogelio.rios60@gmail.com

 

Referencia:

Córdova, Lorenzo; Murayama, Ciro. LA DEMOCRACIA NO SE TOCA. México: Editorial Planeta Mexicana, 239 pp. 

AMLO: la fatiga del poder

  Por Rogelio Ríos Herrán  Al poco tiempo de empezar las conferencias matutinas (“las mañaneras”) en el arranque del gobierno de López Obra...