miércoles, octubre 17, 2018

Un 'toque' en Canadá




Por Rogelio Ríos Herrán

Mi primera reacción ante la entrada en vigor hoy 17 de octubre del uso legal de la mariguana recreativa en Canadá, fue recordar la ocasión en que uno de mis primos, recién llegado de un viaje de trabajo en Canadá allá por los años 80s, destapó una botella de whisky Canadian Club, la cual acometimos con entusiasmo.


“CC and soda”, me dijo mi primo que se escuchaba mucho en los bares canadienses. Son otra cosa los canadienses, me decía, te relacionas con ellos rápidamente y haces buenos negocios en conjunto.

Tiempo después, al entrar en vigor el TLCAN en 1994, me pareció que ahora sí podríamos hacer los mexicanos un “Canadian Club” con el vecino del norte de nuestro vecino del norte. Si ya hay un acuerdo comercial, pensaba yo, tal vez algún día avanzaríamos hacia etapas superiores de integración.

Tal vez el whisky canadiense me hizo pensar de esa manera. La realidad es diferente. Los canadienses avanzan hoy a su propio paso tanto en la defensa de sus intereses comerciales como en la definición de su propia postura ante el consumo de drogas.

El uso medicinal de la mariguana ya era permitido en Canadá desde 2001. Lo que se agrega ahora es el uso recreativo: 30 gramos como límite a la posesión de cannabis que cada persona puede tener en lugares públicos (si pescan a alguien con una cantidad mayor podría enfrentar hasta 5 años de cárcel). Las macetas que cada consumidor puede cultivar en su casa serán cuatro.

Aplican en su uso las mismas restricciones que al alcohol en cuanto a beber y manejar, y al tabaco en cuanto a fumar en restaurantes, escuelas y edificios.

Hay un periodo de transición en lo que las regulaciones locales se adaptarán a la regulación federal en Canadá, pero por lo pronto ya hay unas 111 tiendas legales de mariguana en varias partes del territorio para surtir pedidos en el mostrador o por internet.

Uruguay había el sido el primer país en dar ese paso audaz para regular un mercado informal al aprobar en 2013 (un 24 de diciembre, como regalo navideño) el uso recreativo de cannabis entre los uruguayos, a razón de 40 gramos mensuales por persona.

¿Qué representa en términos de mercado la medida canadiense? Desde 2001, el uso medicinal de cannabis fomentó la creación de compañías canadienses dedicadas a las macetas con plantas de mariguana: 140 de ellas se han hecho públicas con un valor de mercado combinado de 48 mil millones de dólares.

Las empresas de análisis Arcview Maret Research y BDS Analytics proyectan que en 2022 el valor de consumo alcance los 32 mil millones de dólares y que el mercado global de consumo llegue a 150 mil millones de dólares. El Gobierno canadiense recaudaría el 25% de las ganancias generadas (todos los datos de El Financiero, “Canadá, primer país industrializado en legalizar la mariguana de uso recreativo”, 17/10/2018).

La empresa estatal canadiense de estadística, Statistics Canada (www.statcan.gc.ca), calcula que hay 5 millones de consumidores (de una población total de 37 millones de canadienses) que podrían generar unos 3 mil 800 millones de dólares por año (citado en contenido.com.mx, 17/10/2018).

La variedad y volumen de las cifras permite prever que un mercado de mariguana recreativa y medicinal legal y controlado permitirá al Gobierno canadiense, como sucedió en Uruguay, desincentivar al crimen organizado, crear empleos y empresas dedicadas al sector, además de obtener las ganancias correspondientes que no son posibles bajo un régimen de prohibición del uso de mariguana.

Un “toque” en Canadá ya es otra cosa para los canadienses: no el juego del gato y el ratón con la policía, sino la posibilidad de decidir como consumidores si se toman una cerveza, un café, un cigarrito de tabaco o uno de mariguana, así de fácil. No más criminalización, no más cárcel a consumidores pequeños.

En algunos estados de la Unión Americana ya se permite el uso recreativo de cannabis, como en California, Maine, Alaska, Vermont, Nevada, Colorado, entre otros.

En México, ¿discutiremos algún día en serio sobre los usos medicinal y recreativo de la mariguana? ¿Qué estamos esperando? ¿Seguir con la "guerra contra las drogas" con su cauda de muerte y desolación?

No hay, por el momento, la posibilidad de un “Canadian Club” con nuestros vecinos de América del Norte que nos permitiera preguntarles cómo le hicieron para tomar la decisión de legalizar la mariguana para usos recreativos. Todos quedamos muy raspados después de la renegociación del TLCAN. No sé, tal vez una botella del excelente whisky Canadian Club (entre Trudeau y AMLO) pueda hacer la magia.















   

viernes, octubre 12, 2018

Clima desastroso, ¿qué esperamos?






Por Rogelio Ríos Herrán


Vi las imágenes por CNN de la devastación del huracán “Mike” en la península de Florida y quedé sumamente impactado: cuadras enteras barridas por los vientos en algunos poblados; en donde antes había casas y edificios no quedaba piedra sobre piedra. Todo ello a lo largo de una franja de 200 kilómetros de territorio floridense.
Por eso me sorprendió que ni en Estados Unidos ni en México, en plena temporada de tormentas y huracanes, se haya tomado con la debida importancia las señales provenientes de organismos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) mediante dos informes recientes que nos advierten sobre el cambio climático y sus consecuencias catastróficas.
En el reporte titulado “Pérdidas económicas, pobreza y desastres 1998-2017” (Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres), se menciona que el impacto de los desastres naturales en la economía mundial entre 1998-2017 fue de 2.9 millones de millones de dólares, lo cual significó un aumento del 151% respecto al periodo 1978-1997.


Estados Unidos ha sido el país más afectado por los desastres naturales en los últimos 20 años, seguido por China y Japón.

Lo preocupante es que los fenómenos meteorológicos considerados como “extremos” (huracanes, terremotos, etcétera) representan el 77% de las pérdidas (2.24 millones de millones de dólares).

Además, durante ese periodo fallecieron 1.3 millones de víctimas y nada menos que 4 mil 400 millones de personas (casi la Humanidad entera) fueron heridas, perdieron su hogar, tuvieron que desplazarse o acudieron a ayuda de emergencia. Si no se trabaja en la prevención de riesgos asociados al cambio climático, las pérdidas económicas y de vidas humanas se incrementarán.

Por su parte el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), reveló hace días los avances de un informe especial sobre la reducción del calentamiento global en 1.5 C (en lugar del 2 C) y los beneficios que tendría sobre las personas y los ecosistemas naturales.

El informe será la aportación científica a la Conferencia sobre Cambio Climático de diciembre en Polonia. Se realizó a invitación de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático tras aprobar el Acuerdo de París en 2015, del cual México es participante.

El esfuerzo de colaboración de los 133 autores contribuyentes al Informe nos proporciona una herramienta de primera mano para definir cómo y qué tan rápido podemos avanzar en la meta propuesta: disminuir el calentamiento global en 1.5 C -o menos- en las próximas tres décadas para asegurar la sustentabilidad del planeta y de las generaciones venideras.

Vale la pena resaltar algunos puntos del Informe sobre la diferencia entre 1.5 C y 2 C:

1)    En 2100 la elevación del nivel global del mar sería 10 cm inferior. La probabilidad de que el Oceáno Ártico quedara libre de hielo en verano sería de una vez por siglo (con 1.5 C) frente a mínimo de una vez por decenio (con 2 C).

2)    Los arrecifes de coral disminuirían entre un 70 y 90% con 1.5 C; con 2 C desaparecería el 99% de ellos.

3)    Arriba de 1.5 C se incrementa el riesgo asociado a cambios duraderos o irreversibles, como la pérdida de algunos ecosistemas.

Es difícil mantenerse impasible ante el avance del calentamiento global y el incremento del clima desastroso (“Nasty weather”, dicen los angloparlantes) y el azote de huracanes y tormentas devastadores. Hay quienes hablan ya de la posibilidad inminente de huracanes de categoría 6, los cuales no puedo ni imaginarme.

Lo de “Mike” en Florida, los tsunamis en Indonesia, las recientes experiencias trágicas en Puerto Rico y Houston, la pesadilla en que se han convertido las lluvias y tormentas furiosas en nuestras ciudades mexicanas es más que un aviso: no es algo que va a suceder en un futuro distante, sino un fenómeno que ya empezó a manifestarse y que avanza muy rápido.

Mientras el cambio climático no se instale en forma preponderante en los temas mediáticos y de opinión pública, sin embargo, poco podemos esperar de nuestros gobiernos y de la exigencia que los mexicanos les hagamos sobre atender el asunto.

¿Qué tiene qué suceder? ¿Cuál será el punto que nos sacuda y nos haga reaccionar? No lo sé con certeza, pero como mexicano apoyo la idea de seguir participando activamente en el Acuerdo de París, el IPCC y los demás organismos de la ONU para dar la batalla al cambio climático.

El que no quiera sumarse a esa lucha pagará las consecuencias. La Madre Naturaleza no perdona.
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Link al reporte de la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción de Riesgos de Desastres:
https://news.un.org/es/story/2018/10/1443432
Link al Informe Especial del IPCC:
https://www.ipcc.ch/report/sr15/





miércoles, octubre 10, 2018

MORENA: un toque de mística


Por Rogelio Ríos Herrán
No había tenido la oportunidad de escuchar de viva voz y calibrar a gente cercana a Andrés Manuel López Obrador en Morena, personas de su círculo más próximo, bien preparadas y destacadas cada una en su ámbito profesional hasta que, invitado por un buen amigo economista, acudí a escuchar a Tatiana Clouthier, John Ackerman y Paco Ignacio Taibo II reflexionar sobre el significado de la Cuarta Transformación, el lema que captura los objetivos del próximo gobierno nacional.
El evento se celebró el 10 de octubre en el Teatro Universitario de la UANL, en su campus de Mederos al sur de Monterrey, un recinto que proporcionó la atmósfera adecuada para -en un ambiente cálido como de piano bar- escuchar el diálogo de los ponentes con la comunidad universitaria, qué pretende y hacia dónde va la llamada “4T”.
Pocas veces se conjunta un buen equipo de ponentes para exponer una plataforma de ideas y objetivos y aceptar preguntas y cuestionamientos de los asistentes. La buena química entre Tatiana, Taibo y Ackerman es evidente y contribuye a revelar, sin filtros ni ataduras mediáticas, lo que pocas veces se puede percibir entre el remolino de la política cotidiana: la mística que impulsa a las personas a involucrarse en la política, a imaginar utopías y horizontes mejores para nuestra nación, a luchar por la opción política que consideran justa y posible.
La mística se refiere a algo que “incluye misterio o razón oculta”, una “experiencia de lo divino” (según la Real Academia), que, contrario a lo que pensaríamos, tiene una gran aplicación a la actividad política.
Esa perspectiva nos facilita la comprensión de frases como “No hablar de tú y yo, sino de nosotros” (Tatiana); “soplan aires de libertad”, “el cambio llegará” (Taibo); “Lo que Morena ha hecho en pocos años no lo ha logrado ningún otro partido en el mundo” (Ackerman).
Sería fácil desechar esas palabras como “propagandísticas”. Craso error. No con este trío de convencidos de su proyecto de izquierda. No con sus antecedentes ni con su bagaje de vida y madurez políticas. Encuentro sumamente difícil no creerles, si quisiera llevar el escepticismo al extremo.
Sobre todo, cuando en determinado momento Taibo reconoció que a la 4T se ha subido personajes de “dudosa reputación” y, contestando una pregunta expresa, afirmó que garantizaba la buena fe de los ponentes y de su proyecto, pero que no podía absolutamente dar garantía alguna de que tendrían éxito, aunque sí de que “ninguno de nosotros nos vamos a quebrar”. Muchos aplausos, por supuesto (“¡Yo soy mitinero!”, remató Taibo).
Los temas se entrelazaban, llevaban unos a otros: una austeridad cuyas normas se establecerán en una Ley de Austeridad (“austeridad republicana”, agregó Ackerman) próxima a presentarse; “desmonetizar” el servicio público, el salario no será la única motivación para construir un nuevo perfil de funcionario público (Taibo); impulsar de inmediato la creación de una forma de Comisión de la Verdad sobre desaparecidos en México (apoyada por los tres ponentes); extender una mano a los jóvenes, darles becas, abrir las puertas a su participación en política (Tatiana).
Rosario Piedra Ibarra, asistente al evento, puso el toque dramático al poner sobre la mesa el clamor de justicia para los desaparecidos, los de ahora y los de antes, como una vieja exigencia de los mexicanos. Tatiana le contestó que ella tenía siempre en mente el ejemplo de lucha de Doña Rosario, la madre de Piedra Ibarra, como pionera de la causa a favor de los desaparecidos. Fue un momento intenso.
Llegado el tiempo de concluir, la penumbra se disipó no solamente en el sentido de que se encendieron las luces del recinto, sino de que se encendieron otras luces más: las del entendimiento sobre tres místicos de esta nueva plataforma que quiere transformar a México.
Eso fue lo más valioso: saber más de cómo viven ellos el momento político, qué los mueve, si hay o no brillo en sus ojos, pasión en la voz y cómo pueden transmitirle a AMLO y al resto ese espíritu de lucha.
No sé qué tanto avanzará a partir de diciembre el nuevo gobierno morenista entre lo prometido y lo cumplido, la tarea se ve de proporciones épicas. Hay mucho por remontar y muy poco tiempo para intentarlo. En la política los plazos son fatales, las exigencias son imperativas y al que no cumple se le castiga en las urnas.
Lo que sí sé es que Tatiana, Taibo y Ackerman van a dar una pelea formidable por su causa. A un místico lo mueve el fuego de las ideas, las propuestas, la utopía posible, no nada más los intereses y el pragmatismo. Tendrán que surgir oponentes de tan alto nivel como el de ellos para frenarlos, ¿los hay en México?
“Que no se confunda la crítica con la calumnia”, pidieron los tres ponentes. No conviertan las redes sociales en foros de linchamiento. En eso concuerdo plenamente, como periodista y como ciudadano, con ellos. No dejaré de criticar, pues ésa es mi función y razón de ser (mi propia mística, vamos), pero trataré de estar a la altura de quienes critique.
Buena fortuna a Tatiana, Taibo (¡"sin humor no hay izquierda"!) y Ackerman, creo que le aportarán mucha credibilidad a su causa. No dejen de conectar con la gente: que no se apaguen sus flamas.


 










  

jueves, octubre 04, 2018

USMCA: La política del comercio




Por Rogelio Ríos Herrán


A propósito del USMCA (por sus siglas en inglés), coincido, de entrada, con lo expresado por el analista Enrique Quintana: es mejor tener un acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá que ninguno. Siempre lo será, agregaría yo. Es mejor pescar con red que a mano.

Pero de ahí en adelante empiezan las inevitables diferencias de opinión y los debates en torno a lo acordado.

No podría ser de otra manera. Mientras se conoce más a detalle el contenido específico del acuerdo comercial (no sé si llamarlo “nuevo” o “revisado” de lo ya existente), y se sabe quiénes fueron los ganadores y los perdedores, se imponen algunas observaciones mínimas sobre lo que yo llamo “la política del comercio”, es decir, de qué manera influyeron los intereses políticos en el cierre del acuerdo comercial conocido ahora como USMCA.

1)    La negociación comercial estuvo condicionada por las presiones políticas. Los calendarios electorales en México y Estados Unidos marcaron una manifiesta prisa por cerrar un acuerdo a costa de la calidad de las negociaciones. Por más avezados que sean los negociadores en particular (y los representantes mexicanos lo eran) no es posible alcanzar los mayores beneficios cuando se imponen plazos forzados. Es como la vieja broma del mundo de los negocios: ¿Quieres rapidez o calidad? No se consiguen siempre ambas cosas a la vez.

2)    Parece una vuelta al pasado más que un salto al futuro. Lo digo porque, con lo que he visto y escuchado hasta ahora, predominó en la negociación (incluso en contra de la visión de los negociadores mexicanos) una concepción económica del comercio obsesivamente enfocada a los equilibrios en la balanza comercial, los déficits comerciales, cuánto exportas y cuánto importas. Nada menos que una concepción que los economistas llamarían quizá “mercantilista”, proteccionista y desdeñosa de la realidad de la globalización. Parece, en fin, para México una vuelta a escenarios anteriores a 1994 (TLCAN) o a 1986 (ingreso al GATT, ahora la OMC), a una visión de fronteras más cerradas y no de apertura al mundo, como se discutió intensamente entre los mexicanos en los años 80s.

3)    ¡Bye, bye diversificación! Como por arte de magia desapareció del debate público toda referencia a la necesidad imperiosa de que gobierno y empresas mexicanas diversifiquen sus relaciones económicas externas hacia otras partes del mundo y aminorar así la elevada dependencia comercial frente a la economía de Estados Unidos. Ya ni quien se acuerde de eso, sino hasta el próximo ciclo de crisis de la economía estadounidense o cuando se venza el primer plazo de revisión del USMCA en seis años aproximadamente.

4)    La meta del USMCA es corta: comercio, no integración. No se habla ahora -cuando en su momento, en 1994, sí se mencionaba- de que la idea de un acuerdo comercial con otro país no se reduce a comerciar con él, sino a lograr una mayor integración económica entre naciones, sobre todo cuando son vecinos fronterizos. De nuevo, el clima político actual impide plantear siquiera la posibilidad de avanzar hacia la vieja noción de una comunidad integrada de naciones de América del Norte.

5)    Los poderes mágicos del USMCA. Por lo que escucho y leo, volvemos los mexicanos a caer en el mismo vicio de atribuir poderes sobrenaturales a los acuerdos comerciales, como en su momento ocurrió con la entrada al GATT o el TLCAN. Se habla de ellos como varitas mágicas de Harry Potter que allanarán los obstáculos a un horizonte idílico de crecimiento y prosperidad para México. Muchos empresarios mexicanos piensan que por el solo hecho de contar con un acuerdo comercial ya tienen su éxito económico asegurado, ¿para qué preocuparse de la diversificación y de ser lo más competitivos posible si ya se firmó con los gringos un nuevo tratado comercial? Mejor sigamos con el “business as usual”.

6)    No es así, no hay soluciones mágicas. Un acuerdo comercial es solamente un instrumento para el emprendimiento empresarial, un marco regulatorio para facilitar los intercambios económicos. No está aislado del entorno político; por el contrario, se somete a la política de poder de las naciones, es una herramienta para presionar hacia otros fines no económicos ni comerciales, sino políticos y estratégicos. Si la política cambia, también cambia todo lo demás, no olvidemos eso jamás cuando pensemos en Estados Unidos y Canadá.

Como dije al principio, estoy convencido de que es mejor un acuerdo comercial que ninguno. Si ya lo tenemos, no importa en qué condiciones se haya negociado, tratemos de sacarle el mayor provecho.

México tiene muchas ventajas competitivas y un capital humano invaluable con gente creativa y emprendedora. De nosotros depende dar a nuestras relaciones con Canadá y Estados Unidos el giro más benéfico posible y no dejar de impulsar la idea de que una comunidad económica y política entre las tres naciones es posible, no una utopía.

Presidentes van y vienen. Los países permanecen en su lugar.

martes, octubre 02, 2018

El 68 en el 78, Colmex, las marchas...







Por Rogelio Ríos Herrán

Por supuesto que era yo un niño en el 68, un chamaco de apenas ocho años, pero tuve la primera impresión física de lo que había sucedido el 2 de octubre en Tlatelolco cuando, unas semanas después de la masacre, mi padre nos llevó a mí y a mis hermanos a la Plaza de las Tres Culturas, creo que por un trámite del pasaporte que en ese entonces requería una foto familiar.

No puedo olvidar los agujeros de las balas que aún se veían en algunos edificios, la sensación de estar en un lugar sacramentado, como en una iglesia, en donde hasta el aire se respiraba distinto. Era como atravesar a otro mundo, como descubrir algo que casi nadie más conocía.

No había internet ni redes sociales en 1968. Lo que se sabía del 2 de octubre en el puerto de Veracruz, en donde vivíamos, era muy poco por los periódicos -en casa se leía El Dictamen- y mucho por los rumores y chismes que cada vecino contaba.

Mi hermano mayor y sus amigos, mis primos mayores que ya estudiaban en la Unam y el Poli, fueron quienes pudieron platicarnos algo al respecto cuando nos visitaban en el Puerto.

Todo lo de Tlatelolco, sin embargo, nos envolvió como con su manto. Las referencias políticas, las marcas en las vidas de quienes estuvieron esa tarde trágica en la Plaza, el antes y después que marcó el suceso. Yo creo que desde ahí me ubiqué firmemente en la oposición a lo establecido, en desafiar los prejuicios, en el rechazo al abuso de poder, a la moral rígida y absurda de las generaciones que nos precedían, a las siniestras figuras de policías y agentes judiciales, era inevitable.

Me ubiqué firmemente en una trinchera que se construía entonces a manos de la generación del 68. Nos arrastraron a los más jóvenes hacia su causa, sus actitudes. Nos dijeron que pensar con libertad, con creatividad y con audacia era la manera de derrumbar un sistema obsoleto y corrupto hasta la médula de los huesos. 

Nos enseñaron con su valentía que había que cruzar los límites para extender nuestras propias fronteras, marcarlas a nuestra medida y desechar lo viejo y caduco. Nos mostraron cómo ser alivianados, libres de cadenas del espíritu y de la moral añeja, cómo encontrar nuevas formas de amor, cómo vivir en la tolerancia.

Vimos en ellos también que la armonía no era perfecta, que había traiciones, deslealtades, enconos y grandes divisiones en su causa, que unos jalaban más que otros o tiraban hacia otra parte. Es decir, mostraron sus luces y no ocultaron sus sombras.

No pude pagarles mi tributo personal sino hasta 1978, cuando siendo yo estudiante de licenciatura en Relaciones Internacionales en la Ciudad de México, participé en la marcha del 2 de octubre de ese año, la del décimo aniversario del 68. Ahí, con mis compañeros del Colegio de México agrupados en un pequeño contingente (entre unos grupos de la Ibero y la Anáhuac) y con una manta que cargábamos por turnos, con los libros bajo el brazo porque veníamos de clases, recorrimos la ruta que ellos siguieron 10 años antes por Reforma y llegamos, entre un cerco cerrado de granaderos mal encarados de varias cuadras, hasta Tlatelolco.

Han pasado 40 años de eso y aún recuerdo la viva emoción que sentí al marchar, al tomar las calles, al presentar mis respetos de esa manera a la generación del 68, la de los caídos en la lucha de su tiempo. Era algo genuino, espontáneo incluso entre quienes militaban en partidos, todos los chavitos del Colmex estábamos presentes con la plena convicción personal de estar haciendo algo por la memoria de los muertos y desaparecidos del 2 de octubre.

¿Ingenuidad, me dirán? ¿Candidez de estudiante que ve la utopía como algo realizable nada más por salir a marchar a las calles? Puede ser, pero sé que lo que hicimos, no solamente marchando ese 2 de octubre sino de muchas otras maneras y con nuestros ejemplos de vida, y nuestra toma de conciencia -de vida y política- fueron un tributo válido a quienes nos precedieron y, quién sabe, un legado a quienes nos seguirán.

Yo no le quito ni una coma ni un punto a esa ingenuidad y candidez de estudiante. Ha sido mi mejor forma de ser, el estado de pureza a partir del cual la vida me ha ido puliendo los extremos, afinando los contornos, cortando aquí y allá según sus exigencias para ayudarme a pasar el examen de la madurez. Lo he pasado, creo yo, y me he graduado, no sin algunos apuros. Pero algunas tardes, al tomar un café en solitario y ver pasar a los estudiantes a sus clases, al oírlos charlar y discutir, opinar y arrebatarse la palabra, me reconozco en alguno de ellos y vuelvo a ser lo que fui: alegre, despreocupado, vital y plenamente consciente de que pensar es una forma de ser libre, quizá la única forma de ser libre. Tan joven que la conciencia no me cabía en el cuerpo, me desbordaba, me hacía abrazar el mundo entero.

No estaré en la marcha del 50 aniversario, no puedo ir a la Ciudad de México y ya no puedo caminar distancias largas, mucho menos andar en una manifestación. No importa: alguien lo hará por mí, otro muchacho loco y melenudo de 18 años que grite con fuerza, viva con libertad de conciencia y se consuma totalmente en el fuego de la juventud. Ahí nos vemos.  
rogelio.rios60@gmail.com  

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