martes, noviembre 03, 2020

¿Qué pasa con México si gana Biden?

Fuente: EFE


Por Rogelio Ríos Herrán


1) Si gana Joe Biden, su gobierno y los demócratas en el Congreso y el Senado castigarían a AMLO por su apuesta a favor de Trump, pero se cuidarían de castigar a México. Esto significa que podrían ejercer presión sobre López Obrador y llamarlo a cuentas por su apoyo a Trump, pero no van a poner en peligro la relación bilateral con México ni a descarrilar ninguno de sus aspectos.


2) En lo económico, defenderán los nuevos gobernantes a las empresas e inversionistas estadounidenses que se han visto afectados por las medidas tomadas por el actual gobierno mexicano, por ejemplo, en el sector de las energías alternativas, además de atender las quejas por lo que los inversionistas han llamado una política de “extorsión fiscal” de las autoridades mexicanas. La opción de suspender o cancelar el TMEC bajo un nuevo gobierno demócrata no está ni siquiera considerada sobre la mesa. Al contrario, bajo los nuevos y estrictos mecanismos de supervisión establecidos en el TMEC, por ejemplo, en las áreas laboral, de medio ambiente y derechos humanos, hay muchos hilos que el Gobierno de Biden puede jalar, legítimamente hablando, para ejercer contrapeso a medidas de AMLO que considere dañinas a los intereses americanos.


3) En materia de seguridad, la relación bilateral ha tocado fondo bajo el gobierno de AMLO. En público, funcionarios estadounidenses y el Embajador Christopher Landau han manifestado la falta de confianza que existe de parte de autoridades y agencias de inteligencia en Washington frente a sus contrapartes mexicanas. Hay desconfianza del lado americano para compartir información vital de inteligencia. La vía empleada por Washington lo revela con claridad: “El Chapo” Guzmán, García Luna y el General Cienfuegos, todos ellos figuras relevantes en la escena política mexicana, están sujetos a proceso en Estados Unidos, no en México (en donde “El Chapo”, recordemos, logró dos fugas espectaculares de penales supuestamente de alta seguridad); es decir, no hay confianza de que en México se investigue y procese a presuntos delincuentes de alto perfil y de que incluso, si ya están procesados, se les pueda retener en las cárceles y evitar sus fugas. Si esto ha sucedido bajo la Administración Trump, el cual supuestamente ha cultivado una buena relación personal con AMLO, seguramente continuará en términos muy similares con Biden (es decir, con la misma desconfianza), y no dudo que él sea cordial en lo personal con López Obrador, pero la relación bilateral en el área de inteligencia tendrá que empezar prácticamente desde el nivel cero.


4) Está claro que respecto a migración, el enfoque de Biden será distinto al de Trump en el tratamiento de los migrantes en Estados Unidos y, seguramente, se disminuirá el tono de castigo y criminalización de los migrantes en su territorio que hoy se utiliza en Washington. Intentará su gobierno una nueva reforma migratoria que deberá pasar por una batalla intensa por el Congreso y el Senado, sin que me atreva a pronosticar, desde ahora, su éxito. De lo que no estoy muy seguro es de que se modifique sustancialmente el papel asignado por Trump a México en su esquema migratorio: nuestro país es el guardián de USA en la frontera con Guatemala, la cual es la puerta de entrada de los migrantes centroamericanos a México en ruta a los Estados Unidos y, por lo menos hasta que se apruebe eventualmente una nueva reforma migratoria, ese rol asignado a México es conveniente para Washington (independientemente de quien esté en la Casa Blanca) y, en estos momentos, es conveniente para López Obrador para equilibrar las presiones que recibirá en el terreno económico y de la seguridad de parte de los norteamericanos. Así que ni Washington empujará mucho en este sentido, ni Palacio Nacional en México presentará grandes resistencias u objeciones.


5) En cuanto a la relación personal, de Presidente a Presidente, y puesto que Biden conoce bien a México y a muchos mexicanos, no habrá enojo ni distanciamiento en público entre ambos personajes, al contrario observaremos mucha cordialidad entre ellos, pues son dos viejos lobos de mar de la política. En todo caso, el “castigo” para AMLO será de otra forma: no será López Obrador el único canal o el más importante de conexión de Biden y su gobierno con los actores de poder y el escenario político en México, pues le dará más juego a las fuerzas opositoras mexicanas (el sector empresarial mexicano tiene ligas estrechas con la American Chamber of Commerce, por ejemplo) con la idea de que la arena pública mexicana se equlibre sin necesidad de mayores presiones de Washington. AMLO perderá el canal privilegiado que decía tener con Trump, pero no perderá su acceso a Biden ni a la Casa Blanca, aunque digamos que no será tan amigo de él como lo fue de Trump, si es que alguna vez lo fue.


6) Nadie en su sano juicio en Washington está pensando, en el caso de un eventual triunfo de Biden, en suspender la cooperación con México, el TMEC o descarrilar de alguna otra manera la relación bilateral con México. Esa relación es más importante que los Presidentes en uno a uno u otro lado de la frontera, y está definida sobre cauces institucionales que garantizan su permanencia. Por supuesto, necesita constantemente de ajustes políticos y administrativos, y se ve afectada, algunas veces severamente, por la personalidad y carácter de algún Presidente estadounidense o mexicano. Lo que quiero decir es que las relaciones entre México y Estados Unidos sobrevivirán a esta elección presidencial que puede resultar caótica y de cuyo resultado tengamos certeza, probablemente, varias semanas después, como fue el caso de la elección en el 2000. De lo que no cabe duda es de que mexicanos y gringos seguiremos conviviendo como vecinos, por lo que es mejor que nuestros gobernantes se entiendan y puedan trabajar juntos.


7) No olvidemos, finalmente, que Estados Unidos acapara toda la atención de México, pero México no atrae la de Estados Unidos en la misma medida. En la agenda externa de Washington, ocupamos un lugar en la parte media, mucho muy lejos de China, Rusia y Europa, Irán, Afganistán, India, el terrorismo, etcétera. A nosotros se nos va el sueño en las noches por lo que haga o deje de hacer Washington, mientras allá duermen plácidamente: eso es la asimetría entre ambos países. Es México quien tiene que acomodarse a Estados Unidos, no al revés.

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