jueves, julio 25, 2019

Juguemos al 'cero-cero'


Diego Láinez (México) discute con Matt Miazga (USA).


Por Rogelio Ríos Herrán

“Cero” es la cifra, respondió Mike Pompeo a los entrevistadores de Fox News que lo cuestionaban, a su regreso a Orlando, Florida, después de que un día antes (21 de julio) se había reunido con Marcelo Ebrard, Secretario de Relaciones Exteriores de México, en la penúltima parada de su gira antes de dirigirse a El Salvador.

Cero es la cifra de centroamericanos indocumentados que intenten entrar a Estados Unidos. Ése es el objetivo final. No bastó el 36.2 por ciento en la disminución del flujo de inmigrantes indocumentados centroamericanos, mencionado por Ebrard, como resultado de las acciones de fuerza aplicadas por más de 20 mil elementos de la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina de México.

No mencionó esa cifra el Secretario Pompeo ante la opinión pública en México, ni se reflejó en el texto del comunicado de prensa oficial con el que se informó del evento:

“En materia migratoria, el Secretario Pompeo reconoció los significativos avances de los operativos mexicanos, en cumplimiento con el acuerdo entre ambos países alcanzado el 7 de junio en Washington, D.C.”

Morgan Ortegus, vocera del Departamento de Estado, comentó que, tras el visto bueno de su Gobierno, “los datos iniciales sugieren que estos esfuerzos están conllevando a reducir los flujos de migrantes que llegan de manera ilegal a la frontera sur de Estados Unidos”.

¿A dónde nos llevará esta alianza entre México y Estados Unidos pactada el 7 de junio en Washington con el objetivo inmediato, para México, de evitar que Estados Unidos aplicara una tasa de aranceles del 5% a los productos mexicanos que se exportaran a Estados Unidos?

Si el Gobierno de López Obrador sigue el curso actual de asociación con el de Donald Trump en sus políticas migratorias, en el mediano plazo, ¿se convertirá, en los hechos y sin proponérselo, en un soporte para la campaña electoral de Trump rumbo a su reelección presidencial?

Por otra parte, si el Partido Demócrata recupera la Casa Blanca en 2020 derrotando su candidato a Trump en su intento de reelección, ¿cómo quedará posicionado el Gobierno de López Obrador que hoy trabaja de la mano con Trump en cuestiones migratorias?

Además, para el corto plazo hay que enfrentar lo inminente: ¿qué pasará el 5 de septiembre (día del vencimiento del segundo plazo de 45 días renovado el 22 de julio) si cualquier cifra de disminución del flujo de migrantes que el Gobierno de México le presente al Secretario Pompeo le resulta insuficiente? ¿Y si Trump insiste en el “cero” que marcó Pompeo en Fox News?

Llegar al “cero”, es decir, anular por completo el flujo de inmigrantes centroamericanos que se dirigen a Estados Unidos, es materialmente imposible y políticamente inaceptable por el daño que ocasionaría a la soberanía mexicana.

El Secretario Ebrard insistió mucho en la conferencia de prensa matutina, la “mañanera”, del 22 de julio, en presencia del Presidente López Obrador, que lo que hacía México era aplicar las leyes mexicanas, que las decisiones de México han sido eficaces y obedecen a una preocupación propia (“agenda de preocupaciones de México”).

Agregó que no se aceptará ser un tercer país seguro, que se planteó a Washington un operativo conjunto contra el tráfico de armas y que se quiere negociar lo de la recuperación de activos del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzman.

Si ya está embarcado de todas maneras en el curso de una alianza con la Casa Blanca en cuestiones migratorias, me parece que un camino posible para el Gobierno mexicano es el de sacar las mayores ventajas de esa situación, para lo cual puede insistir en lo siguiente:

1)      Que Estados Unido detenga “a cero” (para igualar a Pompeo) el flujo de armas a México.

2)      Que Trump detenga “a cero” la detención y deportación de migrantes indocumentados mexicanos en suelo estadounidense.

3)      Que la Casa Blanca rebaje “a cero” el injusto arancel impuesto a los tomateros mexicanos.

4)      Que reduzca “a cero” la amenaza de imponer aranceles a productos mexicanos si no se cumplen las exigencias migratorias.

5)      Ya encarrerados, que se queden en Estados Unidos con “cero” activos de “El Chapo” Guzmán, y los devuelvan completos a México.

De lo perdido, lo que aparezca. Juguemos al “cero-cero” con Estados Unidos.

Rogelio.rios60@gmail.com








martes, julio 16, 2019

Un cafecito




Por Rogelio Ríos Herrán

Hagamos un lado, por un momento, nuestra preocupación habitual por la marcha incierta del mundo y sus problemas.

Hablemos hoy de la maravilla del café, de la magia que provoca su aroma y su sabor cuando alrededor de una taza humeante nos sentamos con los “cuates”, como decimos en México, la familia, la novia o la esposa y dejamos que fluyan nuestros sentimientos y opiniones sin prisa, relajados por esta bebida milenaria sin la cual muchos simplemente no podríamos empezar el día.

No, no estoy evadiendo los problemas. No le escondo el rostro a la realidad. Simplemente, la veo con otros ojos cuando lo hago al tomar una de mis tazas cotidianas de café.

Esa lucidez que provoca el tomar un cafecito, esa forma que tiene de elevar nuestra mirada del suelo de las cosas mundanas al techo de las cosas importantes de la vida, me permite ver que no importa qué tan duras sean las adversidades, siempre podré encontrar una salida a ellas.

Otra cosa en que me hace pensar una taza de café es cómo llegó a mis manos. ¿Cuál es el camino que tiene que recorrer el grano de café desde que es desprendido del fruto de la mata en Chiapas hasta que se sirve en una humeante taza en Atlanta?

Es una larga marcha y un camino muy mal remunerado para los pequeños productores de café, quienes en las montañas de México se esfuerzan duramente por cuidar sus cafetales y levantar las cosechas, sólo para descubrir que los precios siguen a la baja.

En México, el precio pagado a los productores cafetaleros ha disminuido hasta 40% en dos años, aunque los precios del café servido en los establecimientos comerciales siguen al alza, según estimó la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras.

El 60% de la producción de café mexicano se destina al consumo interno, México es el décimo exportador mundial de café (el primero es Brasil). Los precios internacionales del café se determinan en la Bolsa de Valores de Nueva York mediante un sistema tradicional que ha estado en vigor durante muchos años.

Eso ocasiona que a pesar de que la rentabilidad de la venta de café en establecimientos comerciales (Starbuck’s puede llegar a ganar hasta 45% del precio de venta en una taza de café) y en la cadena de logística es elevada, al pequeño productor le toca la peor parte y se le paga muy poco por su grano.

En la reunión reciente del Foro Mundial de Productores de Café, en Brasil, a donde asistieron productores mexicanos, se planteó un nuevo modelo para la determinación de un precio más justo para el pequeño productor.

Suena complicado, pero se puede lograr. Con base en un estudio sobre el café elaborado por el prestigiado economista Jeffrey Sachs, se concretaron propuestas interesantes, entre otras las siguientes:

“Promover la creación de una plataforma tecnológica para agregar y hacer disponible informaciones y números de todos los segmentos de la cadena de valor del café, de forma que se genere transparencia comercial y en la formación de precios”.

“Desarrollar mecanismos, estrategias de marketing e innovaciones tecnológicas que permitan alcanzar un precio remunerativo a los productores, tales como sellos de ‘sustentabilidad económica’ y ‘torrados de origen’”.

En fin, se formalizará una entidad jurídica a nivel internacional para planear la ejecución de las estrategias propuestas. Si se logra que el precio del café se determine por su calidad y no por la Bolsa de Valores de Nueva York, se habrá dado un gran avance para el pequeño productor.

Por lo pronto, hágale caso a la etiqueta “Fair Trade” cuando la vea en el café que compra. Es lo mejor que hay para ayudar a los pequeños productores.

Mientras tanto, seguiré bebiendo mi café favorito: café de Chiapas.

rogelio.rios60@gmail.com






miércoles, julio 10, 2019

El último moderado

Carlos Urzúa, ex Secretario de Hacienda



Por Rogelio Ríos Herrán

La salida de Carlos Urzúa del Gabinete presidencial marca el retiro del último de sus funcionarios de tendencia moderada, por lo menos del último a nivel de Secretarios de Estado.

Su retirada del equipo presidencial por la vía de la renuncia deja prácticamente el camino libre a los radicales, quienes rodearán por completo con su influencia al Presidente López Obrador.

En un momento en que los contrapesos al poder presidencial provenían de adentro del gabinete, pues de afuera la oposición partidista es muy débil o inexistente, la facción moderada pierde al mejor de sus guerreros, a Carlos Urzúa.

Su renuncia presentada el 9 de julio pone el dedo en el renglón: el Presidente López Obrador maneja mal a su equipo, no tolera los puntos de vista contrarios y no delibera más que con él mismo las decisiones de gobierno.

En lugar de mantener un buen equilibrio de puntos de vista diferentes entre sus funcionarios, orilló a uno de ellos a la objeción de conciencia que se presentó en la forma de una renuncia con argumentos concisos y sólidos, sin vuelta de hoja: hay tráfico de influencias y conflictos de interés en su gabinete, dos formas nocivas de corrupción.

El Presidente López Obrador, sin embargó, se negó a aceptar los señalamientos de Urzúa y en la conferencia mañanera del 10 de julio simplemente dijo:

“No hay conflicto de interés, no hay corrupción, es el punto de vista de Carlos. No existe ninguna prueba, ningún hecho, no hay por qué abrir una investigación”.

El campeón de la lucha contra la corrupción, la bandera que lo llevó a ganar arrolladoramente en las urnas la elección presidencial, no dejó que se investigaran las acusaciones sólidas de Carlos Urzúa, quien pone detrás de ellas todo el peso de su autoridad moral y de su prestigio como funcionario público.

A menos que el Congreso tome cartas en el asunto, lo cual es altamente improbable, la denuncia de Urzúa no derivará, como debería ser, en una investigación acuciosa del “personaje influyente” al que hace referencia en su carta de renuncia.

La cruzada contra la corrupción del Presidente López Obrador, entonces, tiene límites. Uno de ellos es el de no permitir una investigación en torno a una denuncia pública presentada por un funcionario de alto nivel y de reputación intachable.

Incluso si su denuncia no prospera, Carlos Urzúa ya le ganó la primera batalla al Presidente López Obrador: la batalla de la credibilidad.

El Presidente no permite que se le investigue. Su celo anticorrupción se aplica de su equipo hacia afuera. El Gran Inquisidor no puede ser inquirido.

Peor aún, uno de los diferendos más fuertes con Urzúa se dio en torno al borrador del Plan Nacional de Desarrollo:

“Carlos y yo tuvimos diferencias. Me presentó un plan de desarrollo que para mí no reflejaba el cambio, como si lo hubiera hecho Carstens o José Antonio Meade, tenemos concepciones distintas. Siempre estuvimos en contra de la política neoliberal.”

Al final, según lo dijo él mismo, fue el propio López Obrador quien redactó la versión final del Plan Nacional de Desarrollo que aprobó el Congreso, sin importar los numerosos señalamientos de que no era un documento que cubriera las formalidades de un plan de desarrollo.

Urzúa no es neoliberal, como lo acusan los radicales en el Gobierno, para quienes todos los demás, menos ellos, lo son. Su preparación académica, experiencia como funcionario y su edad y conocimiento de la vida hubieran sido un valioso activo humano para el Presidente López Obrador, quien no lo supo apreciar.

Pero no fue así, y salió del gobierno federal el último moderado. Hay vía libre para los radicales, ¿hasta dónde llevarán a AMLO? ¿Hasta dónde quiere ir López Obrador escuchando nada más lo que él quiere?

Rogelio.rios60@gmail.com  

Nahuel, fútbol y políticos: adiós “fair play”

  Por Rogelio Ríos Herrán En México, el fútbol precede a la política en el triste arte de no respetar a los demás contendientes, violar las ...