viernes, junio 20, 2014



Felipe VI, Rey constitucional 

Por Rogelio Ríos Herrán 


Encarno una monarquía renovada 
para un tiempo nuevo 
Felipe VI 

En qué momento más difícil en la historia de España asume la Corona el nuevo Rey Felipe VI, al recibir la investidura real de manos de su padre Juan Carlos: una época en que bajo cualquier indicador económico y social la sociedad española vive bajo la tensión de la crisis, el desempleo y el desasosiego que en la convivencia entre españoles produce la brecha generacional, las posiciones políticas y rupturas ideológicas, las rivalidades a muerte como entre los equipos de futbol, y, para rematar, la estrepitosa eliminación en la primera ronda de la Selección española en el Mundial de Brasil 2014.

Ante una nación desgarrada en lo interno, disminuida en su influencia externa en América Latina, golpeada en el orgullo deportivo y de la cual un sector mira con ojo sumamente crítico a la Monarquía y pide su abolición, el relevo generacional en la Corona aporta, al menos, la frescura que todo en cambio en el poder suele traer, sobre todo, cuando quien llega representa a una nueva generación de españoles más jóvenes que reclaman su papel en la vida pública de la nación ibérica.

Ha dicho atinadamente Felipe en su discurso de apertura de su reinado que es "mi convicción personal que la Monarquía Parlamentaria puede y debe seguir prestando un servicio fundamental a España".

Agregó el nuevo monarca que "la independencia de la Corona, su neutralidad política y su vocación integradora ante las diferentes opciones ideológicas, le permiten contribuir a la estabilidad de nuestro sistema político... y ser cauce para la cohesión entre los españoles".

Felipe es un Rey que accede a la cabeza del Estado español de acuerdo con la Constitución, un Rey constitucional como él mismo lo manifestó en su discurso inaugural, y no podemos dejar de subrayar la importancia de este hecho: la transición pacífica de la titularidad de la Corona como un reflejo de la madurez política de la nación española.

Su preocupación por dejar asentada la fuente de su legitimidad nos habla del tamaño del desafío que enfrenta, así como de una visión pragmática de un jefe de Estado que sabe cuál es su papel en el sistema político, pero que también reconoce que no es ajeno ni inmune al fragor de las batallas políticas ni al rechazo manifiesto de una parte de los españoles que en días recientes, desde el anuncio de Juan Carlos sobre su abdicación, se manifestaron ruidosamente en las calles madrileñas.

De los diversos puntos que abordó Felipe en su mensaje inicial, rescato dos que me parecen relevantes para el momento político español: 

1) Recuperar la autoridad moral de la Casa Real 

La Corona debe saberse ganar continuamente el aprecio, respeto y confianza de los ciudadanos, "y para ello velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta honesta, íntegra y transparente como corresponde a su función institucional y a su responsabilidad social". 

"Sólo de esa manera se hará acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones", concluyó el Monarca.

Sobra decir que éste es quizá el motivo de mayor irritación de una parte de la sociedad española con la familia real: el descrédito que alguno de sus miembros le ha embarrado al verse sujeto a proceso judicial, las pifias de don Juan Carlos, el alto costo del mantenimiento de la realeza en medio de una severa crisis económica. Mucho trabajo tiene por delante el joven Rey para reconquistar el aprecio perdido de la sociedad española.

LA FAMILIA REAL ESPAÑOLA
Fuente: Google Search.


2) El papel de Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía

Los nuevos reyes jóvenes no dejan de ser, en su rol de padres de familia, como muchas familias en España: con dos hijas pequeñas, con las preocupaciones familiares, y con una vida por delante para educar a las niñas y salir adelante como familia. Sólo que ellos, a diferencia del resto de la sociedad ibérica, tienen el sustento económico asegurado y no padecen las estrecheces de las clases media y baja en las ciudades españolas, ni han vivido la angustia de un desalojo ni han sufrido el zarpazo de la violencia y la inseguridad, los hijos adictos a las drogas, etc.
  
¿Cómo va a encarnar la Reina Letizia, mujer profesionista, periodista, inteligente y de visión moderna de la vida, a la mujer española de hoy, a las de su edad y experiencia de vida similar en la clase media, desde el rígido protocolo de la Casa Real? ¿Qué tiene qué decir y mostrar a las mujeres españolas como Reina, madre de familia y compañera de Felipe?

¿De qué manera la princesa y la infanta, adorables las dos, tendrán la simpatía y la cercanía con los niños españoles, los que ven sufrir a sus padres para ganar el sustento, los que perciben en los adultos la preocupación y la pesadumbre por lo difícil de la vida?

Cómo los jóvenes españoles, ellas también se enfrentan a una época de peligros, de amenazas por internet, de acercarse y caer en el abismo de las drogas y las adicciones; ellas, a diferencia de sus contemporáneos, corren además el riesgo de quedar doblemente aisladas del resto de la sociedad española por su investidura y por razones de seguridad. Si es difícil ser niño en el mundo de hoy, es doblemente arduo serlo cuando se es miembro de la familia real.

Empieza una nueva era en la Corona española, una de renovación no carente de retos y adversidades. Por todo lo que representan hoy y lo que pueden llegar a "encarnar", como dice Felipe, para la sociedad española y para ayudarle a recuperar la esperanza, sigamos con interés las acciones y palabras de Felipe VI, el Rey joven, universitario, con postgrado en Estados Unidos y que con entereza ha asumido la Corona: no es fácil ser el hijo de un Rey, ni mucho menos ser Rey de España.  

#YoNoMeDistraigo

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