lunes, agosto 29, 2022

Ucrania, trigo y pasteles


 

Por Rogelio Ríos Herrán 

Los mexicanos tuvimos en el siglo 19 un conflicto humillante con Francia en la llamada “Guerra de los Pasteles” (1838-1839), que de reclamos comerciales específicos escaló a una contienda militar: las armas no fueron los pasteles, claro está, pero  supimos desde entonces que el comercio (su bloqueo como el del puerto de Veracruz, o su impulso) es una arma poderosa entre las naciones y puede servir para mantener la paz o encender una guerra. 

En la fase actual de la guerra de agresión de Rusia a Ucrania, iniciada el 24 de febrero con el intento fallido de la captura de la capital Kiev (como continuación del conflicto iniciado en 2014 en torno a Crimea), si quisiéramos ponerle un nombre, yo le llamaría “La Guerra del Trigo”. 

No por nada, Ucrania aporta el 10% de la provisión de trigo mundial (15% de maíz y 13% de cebada). Al verse impedida hasta hace poco de embarcar sus cosechas de trigo a través del puerto de Odesa, el estrangulamiento de unos 25 millones de toneladas de trigo afectó severamente tanto a países africanos como asiáticos: los cinco principales importadores de trigo en 2020 fueron Egipto (el mayor importador de trigo ucraniano), China, Turquía, Nigeria e Indonesia. Si no tienen trigo, tienen hambre.

Por su parte, los rusos reclamarían quizá que más bien se trata de “La Guerra del Gas”. Al menos, para ellos (aunque Rusia es también gran productora de cereales), cerrar su válvula de aprovisionamiento de gas licuado a varios países europeos es un arma más eficaz que lanzarles misiles (esos los reservan para los civiles ucranianos). 

Rusia exporta más de 6 mil millones de metros cúbicos de gas diariamente y, antes del conflicto ucraniano, aproximadamente el 72% iba dirigido a las principales naciones europeas. Dicho de otra manera, hasta antes de la guerra los rusos proveían a la Unión Europea (UE) hasta el 40% del gas natural y un 27% del petróleo, por lo cual recibían unos 400 mil millones de euros al año.

Si bien la UE en su conjunto se comprometió recientemente a disminuir su dependencia del petróleo y gas rusos, hubo reservas y excepciones para varios países europeos, el asunto no es nada fácil. Hungría decidió, aunque fuera en contra del resto de la Unión Europea, seguir adquiriendo petróleo ruso sin limitaciones.  

Gas y petróleo, su acceso o imposibilidad de suministro, es lo que tiene a Europa con el alma en un hilo a raíz del conflicto ucraniano. Recientemente, el español Joseph Borrell, jefe de la diplomacia de la Unión Europea (UE), expresó en una entrevista a El País que “hay que explicar a nuestros ciudadanos que la de Ucrania no es una guerra de los demás. Nos va mucho en ello: la ciudadanía tiene que estar dispuesta a pagar un precio para mantener el apoyo a Ucrania y la unidad de la UE.”. 

No paró ahí Borrell, pues agregó que “estamos en guerra: esas cosas no son gratis, aunque sí hay que tratar de repartir los esfuerzos de forma equitativa. Pero repito: esta guerra nos afecta directamente, aunque nuestros soldados no estén ahí”.

En un escenario ideal de corto plazo con un cese al fuego negociado entre Moscú y Kiev entre agosto y septiembre, Europa se salvaría de que la Guerra del Gas le impidiera contar con ese suministro vital para el inminente invierno. Para Africa y América Latina, sería una garantía de que la Guerra del Trigo ya no les ahogaría con la falta o escasez de cereales. El efecto de alivio sobre la economía mundial podría ayudar a bajar la inflación y el atasco en las cadenas de suministro internacionales al eliminar una fuente de tensión mundial (no olvidemos a otra tensión que se está gestando en torno a Taiwán).

En un escenario negativo de fracaso de las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania y la prolongación indefinida del conflicto, podríamos presenciar cómo se materializan las dos guerras (trigo y gas) al mismo tiempo en una economía mundial que ya no soporta más tensiones: inflación desbocada, nuevas olas de Covid y otros virus, migraciones masivas, dislocación casi permanente de las rutas marítimas del comercio internacional en el Estrecho de Taiwán, el Medio Oriente y el Mediterráneo, guerras de aranceles y sanciones económicas que, recordemos, dañan tanto al que las emite como al que las recibe. “Europa debe prepararse para un conflicto de larga duración en Ucrania”, sentenció Borrell.

Con un intercambio comercial con Rusia y Ucrania sumamente pequeño comparado con el de nuestros socios del TMEC ( 4 mil 700 mdd y 291 mdd al año, respectivamente, en 2020) y con las reservas de petróleo y gas que existen en México, podemos caer en la tentación de decir, como se queja Borrell, “esta guerra no es nuestra”. Por el contrario, es más nuestra de la que pensamos: si la gana Vladimir Putin, cortaría de tajo la transición mundial hacia una economía verde, sustentada en la inteligencia artificial y las innovaciones tecnológicas para dejarnos anclados todavía en la era de los combustibles fósiles y el efecto invernadero, por no hablar del retroceso político.

Ucrania merece, por lo menos, nuestra comprensión y solidaridad, como una nación que a pesar de la pandemia y la guerra ha logrado mantener su dignidad nacional en pie y su aportación de cereales al mundo. Los ucranianos pagan un alto precio por ello en vidas y destrucción de sus ciudades. Su guerra es la nuestra: no son pasteles ni trigo o gas solamente; son la vida y la libertad que todos apreciamos. 

Rogelio.rios60@gmail.com 

El autor es periodista, escritor, editor y consultor independiente.

 

 


sábado, agosto 27, 2022

Adiós a las armas, Hemingway

 



Por Rogelio Ríos Herrán  

 

Justo cuando llevo días siguiendo a detalle y revisando la situación de la guerra en Ucrania para dar una plática, me tropecé en mi librero con “Adiós a las armas” (1929), del escritor estadounidense Ernest Hemingway, en una edición en español de la época del Círculo de Lectores, un proyecto editorial muy interesante que se difundió en México, allá por los años 80s, y en el que estaba afiliado mi hermano mayor Roberto, quien trajo muy buenos autores a casa. 


Siendo admirador de Don Ernest, yo no había leído esta novela en particular, uno de sus “Best Sellers”. Me acerqué inicialmente al autor con la infaltable “El viejo y el mar” y con otra novela que me gustó mucho, “Islas en el Golfo”, cuando la leí de estudiante, por su ritmo y ambiente marino que me recordaba los años en que viví en el puerto de Veracruz. 


Me siento atraído, en literatura, por los autores que despliegan una gran capacidad narrativa en sus textos. Busco a quienes, como Mario Vargas Llosa, José Agustín o John Steinbeck, hacen fluir el relato y lo convierten en el hilo conductor de personajes, lugares y situaciones; construyen buenos personajes, sí, pero no sacrifican el relato. Hay un punto de partida, un camino a recorrer y un destino de arribo en sus novelas e historias que permiten a sus lectores disfrutar tanto el conjunto de lo narrado, como la narración misma. 


Parafraseando a Jack Kerouac (“En el camino”, 1957), diríamos que con ellos el relato es la novela tal como el camino es el viaje.  


En “Adiós a las armas”, y en otras novelas, Hemingway ejerce el oficio de un narrador extasiado ante el paisaje, las personas, sus formas de hablar, vestir, beber y comer. Hay pasajes enteros en donde una simple caminata en un pueblo o bosque es evocada con tal intensidad que los lectores comparten ese viaje en particular. 


La historia de amor entre Frederick y Catherine durante la campaña militar en el norte de Italia, en la Primera Guerra Mundial, tema de la novela, sucede en medio de una guerra terrible cuya mortandad en el frente de batalla le hace exclamar a cada rato a Frederick que aquello se parece “a los mataderos de Chicago” más que a una gesta patriótica. 


La asociación de la guerra con una carnicería humana en la novela, casi 100 años de su publicación, me petrificó: ¿No estoy viendo acaso una situación similar en Ucrania a las que describe con agudeza Hemingway durante la Primera Guerra Mundial? 


Los miles y miles de soldados rusos y ucranianos, jóvenes de menos de 25 años en su mayoría, destrozados por cañonazos, ametrallamientos, bombas y misiles no se alejan en nada a lo que el autor describe en el frente de batalla entre italianos, austriacos y alemanes.  


A un siglo de distancia, nos recuerda la novela de Hemingway, la guerra sigue siendo nada más que eso: una matanza de rastro, pero aplicada a los humanos. El otro saldo de la agresión rusa a Ucrania son los miles de civiles asesinados por las bombas y las balas rusas, los cinco millones de desplazados y refugiados, la destrucción física de pueblos, ciudades y su patrimonio cultural. La única diferencia de épocas es quizá la sofisticación tecnológica de los instrumentos de la muerte. 


Concluyo mi comentario con las palabras del autor en este pasaje revelador: 


“Me callé. Siempre me han confundido las palabras ‘sagrado’. ‘glorioso’, ‘sacrificio’, y la expresión ‘en vano’. Las habíamos oído de pie, a veces, bajo la lluvia, casi más allá del alcance del oído, cuando sólo nos llegaban los gritos. Las habíamos leído en las proclamas que los que pegaban carteles fijaban desde hacía mucho tiempo sobre anteriores proclamas. No había visto nada sagrado, y lo que llamaban gloriosos no tenía gloria, y los sacrificios recordaban los mataderos de Chicago, con la diferencia de que la carne sólo servía para ser enterrada. Eran muchas las palabras que no se podían tolerar...” 


Se puede leer a Hemingway, su asombro ante la guerra y su agudeza sobre la naturaleza humana con plena vigencia hoy como hace casi 100 años, no lo dude. Si no conoce todavía al autor, le recomiendo empezar con “Adiós a las armas”. 


Rogelio.rios60@gmail.com 

 

jueves, agosto 25, 2022

AMLO: legitimidad sin racionalidad


Por Rogelio Ríos Herrán


Tres años después del arranque de su gobierno, hay suficientes elementos para considerar que, en el caso del Presidente López Obrador, la legitimidad en las urnas no va de la mano de la racionalidad en la toma de decisiones presidenciales.


Salta a la vista uno de las carencias graves del Gobierno de la Cuarta Transformación: las decisiones y la formulación de políticas públicas trascendentales para la nación, no se toman con base en la evidencia estadística, la metodología y mejores prácticas de la administración pública, ni hay la congruencia entre lo que se dijo en campaña y lo que se hace una vez en el poder.


Al contrario y porque así lo pone en evidencia el Presidente López Obrador cada día en sus conferencias matutinas, la toma de decisiones no se apega a la evidencia estadística (“yo tengo otros datos”, dice), no respeta una metodología o criterios probados que sustentan a las administraciones públicas eficientes,ni mucho menos escucha consejo o asesoría de expertos.


Nada de eso. Se recurre en su persona y su gabinete de gobierno a una actitud reactiva ante las crisis y problemas, a decisiones basadas en la intuición y sustentadas en un cálculo político y electoral que distorsiona cualquier otra perspectiva. 


Como lo han señalado muchos analistas, hay frivolidad y desinformación en el discurso presidencial y en su toma de decisiones errática y meramente coyuntural.


Cuando platico con obradoristas o simpatizantes de López Obrador, aunque no necesariamente militantes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), y salen estos puntos en la conversación, el argumento que escucho de parte de ellos es que las decisiones de AMLO son legítimas porque ganó en las urnas, en 2018, con 30 millones de votos.


Por lo tanto, alegan, las críticas a su gestión son injustas porque no toman en cuenta que él tiene un amplio mandato para decidir e iniciar acciones de gobierno.


Ese argumento es como la Muralla China que erigen los simpatizantes de AMLO ante tanta crítica y ahí se plantan. No se mueven un centímetro de la muralla. Es un golpe sobre la mesa que, para ellos, pone punto final a cualquier discusión y crítica.


Al no hacer distinción entre legitimidad y racionalidad, los simpatizantes obradoristas caen en una trampa de la lógica: creer que la legitimidad da lugar, automáticamente, a la racionalidad en la conducción del gobierno o por lo menos dispensa los yerros porque son “legítimos” y van a favor de su causa.


“Legitimar” es convertir algo en legítimo o, en otra acepción, probar o justificar la verdad de algo o la calidad de alguien o algo conforme a las leyes (según el diccionario de la Real Academia Española). Eso no está a discusión en el caso de López Obrador: él fue el candidato ganador en la elección de julio del 2018 con 30 millones de votos en números cerrados.


Lo “racional” se refiere a lo que es perteneciente o relativo a la razón o que está en conformidad o dotado de ella (diccionario de la RAE). Por tanto, lo irracional es aquello opuesto o ajeno a la razón.


Cuando le pusieron en el pecho la banda presidencial a López Obrador aquel 1 de diciembre del 2018, recibió con ella el símbolo de su legitimidad; su complemento, la racionalidad, lo tenía que aportar él, no venía con esa banda tricolor.


¿En dónde dejó AMLO la racionalidad? ¿No la traía consigo? ¿Siempre había actuado de manera irracional y nunca lo supimos?


No es López Obrador el primero ni el último presidente irracional que tendremos en México, aunque lleguen al cargo con plena legitimidad. ¿Cómo salir de esta trampa?


Volviendo a las discusiones con los obradoristas, cuando les hago este señalamiento, ya ni se molestan en contestar, nada más dicen: “AMLO ganó con 30 millones de votos, tiene legitimidad”. Topamos con la Muralla China. Así no se puede dialogar.


rogelio.rios60@gmail.com


miércoles, agosto 17, 2022

Actualidad de Vidaurri

 





Por Rogelio Ríos Herrán


A lo largo de la lectura de “Los confines del fuego. Diarios de Santiago Vidaurri”, la magistral novela de Hugo Valdés, recordé muy agradables pláticas del pasado con Artemio Benavides, Federico Garza Martínez y Sergio Elías Gutiérrez sobre el tema eterno de Nuevo León, su relación con el Altiplano, el federalismo y, desde luego, Santiago Vidaurri,


Me sentaba en el desayuno a escucharlos hablar con entusiasmo e intensidad, al terminar sus comentarios en Radio NL en el programa “En Voz Alta”, sobre esa parte de la historia de Nuevo León tan compleja que sus consecuencias se viven hasta el presente: debatir sobre Vidaurri es un tema del siglo 19 que se aplica perfectamente bien a lo que ocurre en este 2022.


Bueno, así me hizo sentir la lectura de “Los Confines” al avanzar en sus páginas, como si estuviera de nuevo en esas legendarias mesas de almuerzo y café en el San Carlos, pero ahora con Hugo Valdés de invitado. 


El texto lo denomina el autor como “novela histórica” porque es la forma que creyó más apropiada para presentar los dos diarios que escribió Don Santiago y que sobrevivieron al final trágico de su vida, en manos de la familia Wright que lo refugió en la Ciudad de México en sus últimos días.


De esa manera, se abren muchas posibilidades tanto para el ensayista apasionado por la historia como para el novelista que construye (¿o reconstruye?) minuciosamente al personaje histórico utilizando sus palabras originales, pero en la narrativa del escritor.


No se sabe, y eso es parte del encanto de la novela, en donde termina el personaje y empieza el escritor. No saberlo a ciencia cierta revela a los lectores el poderoso influjo de la ficción que ayuda a poner en la mejor perspectiva a la realidad. 


Se nota en el texto un trabajo de años y años de revisión, búsqueda en archivos, intercambio con editores, por parte del autor. Lo noté también al acudir a la segunda presentación del libro el día 4 de agosto (la primera presentación había sido en 2021 de manera virtual) en el patio del antiguo Palacio Municipal (en compañía de los escritores Ofelia Pérez Sepúlveda y Alejandro Vázquez Ortiz), en donde Valdés abundó sobre la documentación necesaria para escribir su novela y su necesidad de encontrar un equilibrio entre la voz de Vidaurri y la suya propia.


Además de adentrarme en el relato como lector, la vena periodística no dejaba de señalarme una impresionante vigencia de los argumentos de Vidaurri sobre la tensión entre Nuevo León y la Federación, por ejemplo, en este pasaje extraído del Segundo Diario:


“Cuando subía Patricio Milmo a la torre para admirar el paisaje conmigo (en la finca Catujanes), reflexionaba sobre lo que sentiría un irlandés proveniente de un reino que avasallaba a su tierra al ver cómo el centro quería enseñorearse de Nuevo León. Irlanda no se aceptaba colonia de Inglaterra, como tampoco el norte se sometía al gobierno de México. Los fronterizos éramos, así fuera virtualmente, un país dentro del otro. Por lo que me había dicho, entré en la cuenta de que Irlanda y mi región se asemejaban mucho: ambas significaban quizá separatismo o, más bien, un anticentrismo declarado”.


Otro extracto del mismo Segundo Diario me cautivó:


“Juárez vio en la Constitución el equivalente de las Tablas de la Ley y él se tuvo como su Moisés redivivo: abrazó con insania un poder del que sería difícil que se apeara, según el modo en que se retrodegradaba hoy la cosa pública. Entendió el mandato civil como algo sagrado: por eso se conducía como el rey de un país por el que no aventuró nada, escudándose en su retórica de la sencillez y la austeridad republicanas: por eso su procesión taimada: el solemne carnaval de Juárez: ese cundir como miasma inervándose en el país para hacerse el muy querido: como si un presidente, para legitimarse, necesitara siempre del aplauso público”. 


Después de leer “Los Confines” es inevitable recuperar a Vidaurri como una voz plenamente vigente en el debate público actual sobre Nuevo León. Acusarlo de “traición a la patria” (como hace hoy, por ejemplo, el presidente López Obrador a la oposición “conservadora”) junto a Miramón, Mejía y quienes fueron derrotados por los republicanos, es utilizar el lenguaje de la Historia Oficial y de libro de texto y aceptar la narrativa escrita mañosamente por los vencedores.


En este sentido, la novela de Hugo Valdés, y su ensayo y escritos previo sobre Vidaurri, nos ayudan a recuperar su voz y la de su tiempo y circunstancia, así como a terminar de demoler la narrativa escrita como cuento de hadas de los triunfantes.


“Yo sólo esperaba que tras recibir el disparo final mi voz sobreviviera para dar cuenta de cómo viví, bien o mal, aquel tiempo”, anhelaba Vidaurri: Ya escuchamos su voz a través de la novela de Hugo Valdés.


Valdés, Hugo. “Los confines del fuego. Diarios de Santiago Vidaurri”. México: Consejo para La Cultura y las Artes de Nuevo León y Editorial AN-ALFA-BETA, 2021, 1a edición, 325 pp




 


sábado, agosto 13, 2022

¿Por qué importa la guerra de Ucrania?


 


Por Rogelio Ríos Herrán



Cualquiera de las guerras ocurridas en este siglo 21 en Medio Oriente, África o en Asia, el ataque a las Torres Gemelas, etcétera, ha recibido mayor atención en México que la actual guerra en Ucrania.


Increíble, pero cierto: ¿estamos jugando los mexicanos al avestruz (enterrar la cabeza en la arena) con la grave agresión rusa a los ucranianos? Si no le interesa a muchos mexicanos lo que sucede hoy en Europa del Este es porque no hemos comprendido lo que ahí está en juego. 


¿Por qué no debemos perder de vista lo de Ucrania? Lo que ahí sucede es una guerra de agresión de Rusia a Ucrania que empezó en 2014, hace casi una década, pero cuya fase de mayor impacto global arrancó en febrero de este año al extenderse el conflicto desde una región del oriente ucraniano a todo el país, considerado como un granero de Europa y África.


Si en 2014 los rusos se apropiaron de la península de Crimea y la anexaron a Rusia, en este 2022 querían hacer algo similar pero con toda Ucrania. Putin eligió mal el momento y calculó terriblemente mal la reacción de Estados Unidos y Europa Occidental en su alianza militar, la OTAN. 


Otra mala coincidencia en la decisión de Putin fue la de apostar a que se incrementara la disrupción en las cadenas globales de suministros iniciada tiempo atrás con el azote de la pandemia de Covid 19, y que esa disrupción dañaría irremediablemente a Estados Unidos dejándole el campo libre a los rusos en Europa.


La gran diferencia entre el golpe de suerte de Rusia en 2014 (en donde obtuvo ganancias territoriales) y el desastre de esta ofensiva militar del 2022 (el desempeño del ejército ruso ha sido cuestionable, por decir lo menos) es que la economía mundial en su conjunto puede aguantar quizá una crisis (una pandemia letal), pero no más de dos crisis a la vez: pandemia más cadenas de suministro rotas más aceleración de los efectos del cambio climático y, además, a media humanidad exhausta por la pandemia, las muertes, el hambre y las migraciones forzadas.


En medio de ese panorama se ubica México. Sí, es verdad, tenemos nuestros propios problemas de qué preocuparnos y ocuparnos como para pensar en las guerras en Europa, pero el mundo ya no funciona como antes: si no sabemos leer e interpretar lo que sucede alrededor del planeta, no podremos prepararnos para mitigar los golpes que vengan del exterior.


Llevamos ya casi un cuarto de siglo recorrido en este siglo 21, pero me atrevería a decir que en realidad es con lo que ha ocurrido en los últimos dos años (pandemia, logística mundial de cabeza, guerra de Ucrania) cuando realmente ha empezado el nuevo siglo. Todo lo ocurrido antes fue el remanente del siglo 20; de ahora en adelante, nos adentramos realmente en un territorio desconocido.


En los próximos diez años, aproximadamente, la economía mundial dará el giro irreversible hacia un nuevo mundo: la inteligencia artificial, los grandes avances en medicina y vacunas, la computación quántica, los vehículos eléctricos, la primera expedición humana a Marte, la transformación radical de la cultura del trabajo, las destrezas individuales, los títulos académicos y la escuela y la academia, la adaptación de los deportes y la actividad física a las nuevas tecnologías. el Big Data, y un enorme etcétera. 


Visto así, la guerra en Ucrania es una reliquia de la Edad Media europea, un sueño de opio de Putin con sus tanques, tropas, cañones y barcos que sobre el terreno han probado su ineficacia. No nos engañemos: es una guerra brutal, hay miles de muertos (civiles y militares), es una verdadera carnicería, tal como en la Edad Media, pero su mera existencia supone un error gigantesco en la historia, una especie de falla estadística improbable.


De cualquier manera, en ese campo de batalla no solamente hay rusos y ucranianos, sino la humanidad que quiere desterrar para siempre las guerras y a los tiranos como Putin, y la otra parte que sólo se siente protegida con los autoritarios Putin y Xi Jing Pin del mundo.


¿Por qué importa la guerra en Ucrania? Porque es el nacimiento del siglo 21 y sus amplias posibilidades de bienestar mundial, si es que la democracia sobrevive al avance del autoritarismo. Tenemos que acabar de enterrar a lo peor del siglo 20 que no quiere dejar crecer nada nuevo.


¿Y los mexicanos? ¿Todavía creemos que Ucrania está muy lejos como para preocuparse,, que el cambio climático es culpa de otros y que el petróleo y las energía fósiles nos llevarán al desarrollo?


No nos servirá de mucho mantener la cabeza enterrada en la arena. Mejor vayamos levantándola: un nuevo mundo está por nacer, ¿cómo vamos a vivir y trabajar en él?


@rogeliux

rogelio.rios60@gmail.com


El autor es periodista e internacionalista, editor y consultor independiente.


De Mar-A-Lago a 'La Chingada'


 

Por Rogelio Ríos Herrán



Una larga carretera recorre la distancia entre Mar-A-Lago y la finca “La Chingada” en Palenque, Chiapas: la carretera de la rendición de cuentas. No perdamos la esperanza: el que la hace la paga, tarde o temprano.


Agentes del FBI entraron a la residencia de Donald Trump con una orden de búsqueda avalada por un juez federal el 9 de agosto. Hay razones suficientes para los investigadores del Departamento de Justicia para creer que guardaba, indebidamente, documentos oficiales que se había traído de la Casa Blanca al terminar su mandato.


La importancia de este evento es elevada: por primera vez, un ex Presidente de Estados Unidos es registrado por mandato judicial en su domicilio por presuntas violaciones a la ley, en este caso la ley que regula la custodia y manejo de los archivos nacionales.


Al día siguiente, Trump acudió a declarar ante la Fiscal Letitia James, de Nueva York, como parte de una investigación civil sobre una posible distorsión deliberada del valor de las propiedades, acciones y valores del expresidente, a lo largo de los años, para atraer de esa manera a socios e inversionistas. 


Además, se investiga desde el Congreso al antiguo inquilino de la Casa Blanca por instigación a la insurrección del 6 de enero del 2021 y el asalto al Capitolio; también hay una investigación abierta por interferencia indebida en el proceso electoral en Georgia, en fin, suma un total de siete investigaciones abiertas en su contra, incluyendo una posible evasión de impuestos.


No sé por cuál de ellas (civil, criminal o electoral) podrá ser acusado y procesado, pero todo indica que a Trump le llegó la hora de responder por todos sus malos actos: no va a escapar a la rendición de cuentas, aunque estará dispuesto a llamar a una nueva insurrección para salvar su pellejo.


En México, nuestro propio coleccionista de probables delitos de variado tipo, Andrés Manuel López Obrador, al ver lo que le sucede a su amigo Trump, debería poner sus barbas a remojar.


Ese hilo de la rendición de cuentas (que hoy en México y en “la plenitud del pinche poder”, como diría un político mexicano, parece imposible de aplicar) que ya llegó a Florida no tardará en llegar al lugar del retiro dorado de AMLO: su finca chiapaneca “La Chingada”.


Cuando restan un poco más de dos años a su ciclo de gobierno, con un poder disminuido y una salud y mente deterioradas, no veo en el horizonte cómo va a evitar López Obrador una andanada judicial en su contra similar a la de su amigo gringo.


Lo que hoy parece inimaginable, no lo será tanto en dos años. Si de algo podemos estar seguros en la política mexicana es de aquella famosa frase que se hereda de sexenio en sexenio: los carniceros de hoy serán las reses de mañana.


Nada resulta tan atractivo para quien llega al poder, no importa si del mismo partido del que se lo entrega, que acusar al gobernante anterior de todos los males del gobierno, de ser un corrupto e inepto y de haber dejado el país hecho un desastre, ¿le suena familiar el argumento? ¿En dónde lo ha escuchado antes?


Las decisiones irracionales tomadas por AMLO a lo largo del sexenio, empezando por ejemplo por la cancelación del aeropuerto en Texcoco cuando era Presidente electo, le han costado a México inmenso daño patrimonial y el errático manejo de la pandemia provocó a sus habitantes dolor, enfermedad y muerte.


Será más redituable para el próximo gobierno llamarlo a rendir cuentas, romper el tabú de investigar y encarcelar a ex presidentes (como lo están haciendo ahora en Estados Unidos), que defenderlo invocando una especie de ley no escrita que ampara a los ex mandatarios no importa lo que hayan hecho.


Junto con él, su círculo inmediato de incondicionales que lo siguieron y se beneficiaron a su sombra (incluyendo a los altos mandos del Ejército y la Naval) serán llamados en los procesos judiciales y enfrentarán el dilema que tantos padecieron durante este mismo sexenio de justicia torcida: si testificas contra tu ex Mesías, te damos beneficios judiciales (el patético pero eficaz “criterio de oportunidad”). 


Va a estar muy feo el 2024: los carniceros de hoy serán las reses de mañana. No falla. 


lunes, agosto 08, 2022

Pelosi y los machos


 

Por Rogelio Ríos Herrán



Bastó el anuncio de Nancy Pelosi, presidenta (speaker) del Congreso de Estados Unidos, de una parada en Taiwán en su gira reciente por Asia, para sacar de sus casillas a Xi Jing Ping, el líder autoritario chino, y exhibir la pobreza de su liderazgo: ¿esto es, rabia y ruido de las armas, lo que China Popular ofrece al mundo?


Con sus 80 años a cuestas muy bien llevados, la figura de una Pelosi bajando la escalerilla del avión a medianoche en Taipei, con el cansancio de las horas de vuelo, me acabó de convencer de que, a pesar de los elevados riesgos del viaje y las críticas a su “impertinencia” al provocar al líder chino, la visita de la speaker a Taiwán tuvo aspectos positivos que quizá superan a los negativos. Vean ustedes.


Primer punto: desde el inicio de la agresión rusa a Ucrania en febrero pasado, analistas de la comunidad de inteligencia en Estados Unidos, de Think Tanks en Europa y América Latina, previeron un ángulo derivado muy inquietante: la decisión de Putin de “recuperar” Ucrania para retornar a la Madre Rusia podría animar a Beijing a “retomar” Taiwán para la Madre China. Así, entre Madre y Madre, Moscú y Beijing impulsarían su narrativa nacionalista como justificación a sus agresiones. 


En vista del desacuerdo público entre la Casa Blanca y la speaker del Congreso sobre la visita a Taiwán, me pregunto si, en realidad, en privado, el Presidente Biden no vio con malos ojos ese viaje de Pelosi como instrumento de disuasión a cualquier plan de ataque de Beijing contra la isla; después de todo, el asalto gradual a la autonomía de Hong Kong está casi consumado, ¿no es Taiwán el siguiente paso?


En las semanas recientes se había incrementado la inquietud sobre un ataque, lo cual se reflejaba incluso en columnas de opinión y declaraciones de funcionarios en notas de prensa.


Segundo punto, pero no menos importante. Pelosi visitó a otra mujer, la Presidenta de Taiwán Tsai Ing-wen, y envió un mensaje de género muy poderoso a China Popular y su gobierno de Club de Tobi (“prohibida la entrada a las niñas”, ¿recuerdan la historieta?): en contra de lo que ustedes hacen en su país, en una democracia como la nuestra (por imperfecta que sea) los desacuerdos y diferencias entre poderes son reales, se ponen en práctica y son una parte esencial de nuestra vida pública. 


En contra de lo que ustedes hacen en la China autoritaria y misógina, las mujeres en la política americana tienen gran peso e influencia y son imágenes visibles: Kamala Harris, Nancy Pelosi, Alexandria Ocasio-Cortez, Liz Cheney, Elizabeth Warren, Jill Biden, entre otras. 


Todas ellas hablan, debaten, argumentan en público, a nivel personal o con sus parejas, le dan vida al funcionamiento democrático. Eso es simplemente intolerable para Xi Jing Ping, el Macho Man de China Popular, a quien jamás he visto hacerse acompañar en un acto público de su esposa o pareja, si es que tiene a su lado a una mujer que lo soporte; el mismo caso es el de Putin, el Macho Man ruso que se exhibe a caballo con el torso desnudo como su cerebro. 


Así que el Macho chino se enojó, golpeó la mesa y ordenó ejercicios militares alrededor de la isla y en el Estrecho de Taiwán, pero para su mala suerte, a la puntería china le falta una buena calibración: algunos misiles fueron a caer ¡cerca de la costa de Japón! Sí, Made in China.  


Tomen estos puntos de vista, estimados amigos, como hipótesis de trabajo, pues en realidad es complicado saber lo que sucede entre telones en la política norteamericana y, para el caso, en la china o rusa. 


Lo que es evidente es el contraste agudo entre el liderazgo de una democracia occidental (de nuevo, con todo y sus imperfecciones) y los liderazgos de regímenes autoritarios como China Popular y Rusia: ¿es esto lo que Xi y Putin tienen para ofrecer al mundo? Qué pobreza de líderes, que miseria de hombres con las mujeres.


Gracias por exhibirlos, Nancy Pelosi.


AMLO: la fatiga del poder

  Por Rogelio Ríos Herrán  Al poco tiempo de empezar las conferencias matutinas (“las mañaneras”) en el arranque del gobierno de López Obra...