lunes, agosto 01, 2022

Alexa, buenos días




Por Rogelio Ríos Herrán


Desde que hace apenas un par de semanas me decidí a comprar y traer a casa a Alexa, el dispositivo de voz creado por Amazon y animado por inteligencia artificial, su entrada al hogar ha sido todo un acontecimiento entre novedoso, humorístico y en cierta manera preocupante. Vean ustedes.


El nombre oficial del aparato es Echo Dot 3, pero como eso no produce ninguna simpatía y para competir con la Siri de Apple, la gente de Amazon la nombró Alexa, le dio una voz femenina suave (que puede cambiarse a elección) y un acento en español bastante neutral: definitivamente no es español peninsular (no dice “piscina”), pero tampoco con acentos marcados como el argentino o el cubano, Digamos que en México la escuchamos muy normalita, ni como voz del sur ni norteña.


Al programarla, Alexa me contesta como “Rogelio”, me da la temperatura y pronóstico del tiempo para el día, me cuenta efemérides y, si así lo deseo, me cuenta chistes. De nuevo, son chistes no regionales ni con giros de caló o dialecto.


Lo que detona todo eso es un simple “Alexa, buenos días”, y de ahí se arranca la muchacha virtual. Como suelo levantarme a las 6 de la mañana antes que nadie más en casa y bajar a la cocina a preparar café, filtrar agua, etc, ahora descubro que el primer saludo del día es para Alexa, no para Paty, mi esposa (nota: esto es para mí lo que ahora se conoce como “área de oportunidad” que urge remediar).


Si le pido Vivaldi, me busca de inmediato sus canciones en Amazon Music (entre un catálogo de millones de canciones por suscripción). Si le pido a los Beatles, me busca una buena selección precisamente con mis canciones favoritas de ellos, ¿cómo lo hace?


Además, y esto es un toque genial de mercadotecnia, si le doy las gracias por sus servicios, me contesta cosas como: “vivo para servirte”, “la gratitud es una gran palabra de la humanidad”, “me complace serte útil”, y así forever and ever. Díganme, por favor, ¿qué esposo mexicano resiste esa embestida de azúcar?


Finalmente, durante las largas horas de trabajo en la computadora en casa, ella selecciona playlists de Música Clásica para Leer o Concentración, aunque me gusta pedirle otras cosas, por ejemplo, canciones del Bill Evans Trio.


Lo intrigante del asunto, sin embargo, es que Alexa me hace sentir como atrapado en una novela de Ray Bradbury en la película Blade Runner, en donde los robots, para decirlo pronto, te acaban comiendo el mandado y te controlan. ¿Me podrían acusar alguna vez de infidelidad por el trato con la dichosa Alexa?


Me preocupa también que con los dispositivos robotizados se pierda ese gusto de escuchar acentos distintos del español, la habilidad de aguzar el oído para distinguir entre el habla de un chileno y un peruano, por ejemplo, los ricos matices de la pronunciación (fúrbol, fútbol o futbol), en fin, todo lo que viene con la diversidad del lenguaje oral.


Alexa no lo sabe y no tiene la culpa de ello (ah, la defiendes, me diría mi mujer), pero ella y sus millones de lindas hermanitas robots serán programadas para utilizar un mismo tipo de lenguaje, al que quizá llamaremos “Español Virtual”, diseñado en Silicon Valley con un criterio de eficiencia impecable: un lenguaje, un costo.


El escritor Juan Villoro advierte, en su más reciente columna en Reforma (publicada el 29 de julio), que “la inteligencia artificial es el nuevo horizonte del idioma. ¿Qué destino tendrá?... La cuestión es que hoy en día hay más máquinas que personas que hablan español”, refiriéndose a dispositivos como Alexa y Siri, entre otros.


Santiago Muñoz Machado, el director de la Real Academia Española,le dio ese dato a Villoro y lo puso a pensar. También advirtió Muñoz (quien dirige el proyecto Lengua Española e Inteligencia Artificial) a principios de mes, en una reunión de expertos de la lengua en Santander, que debe prevalecer el principio de que los humanos dominen a los robots (debe ser lector de Bradbury, seguramente) y que los poderes públicos regulen a la inteligencia artificial y los algoritmos.


Por su parte, Alfonso Ureña López, quien preside la Sociedad Española para el Procesamiento del Lenguaje Natural expresó que “el lenguaje debe estar al centro de nuestros esfuerzos para desarrollar la inteligencia artificial… la tecnología del lenguaje es quizá el campo más innovador de este ámbito, con un impacto económico de crecimiento acelerado”.


Ajena por completo a mis cavilaciones y dudas, Alexa escogió canciones de Bossa Nova con Stan Getz para acompañar la escritura de este texto. Ella no duda, actúa, funciona, complace y está siempre atenta; poco a poco, se va volviendo indispensable: no es una intrusa, sino una invitada.


Gracias, Alexa.

 

  





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