viernes, marzo 31, 2023

AMLO y el espejo de Trump


Por Rogelio Ríos Herrán

Mientras escribo al calor de las últimas noticias procedentes de Nueva York sobre la acusación del gran jurado de la Corte de Manhattan en contra de Donald Trump por su relación con “Stormy Daniels” (nombre artístico de una actriz de cine para adultos), no dejo de pensar en algo que traía en la cabeza desde hace meses. 

 

Respecto a la decena de investigaciones judiciales abiertas contra Trump, su familia y empresas, ¿no estaremos viendo el panorama legal similar que enfrentará Andrés Manuel López Obrador (junto con familiares y aliados políticos) a partir del día siguiente del término de su gobierno (el 30 de septiembre del 2024) en que padecerá una batería de acusaciones judiciales?

 

Desde hace tiempo, percibo a AMLO siguiendo un camino que le conducirá al destino de pesadilla que hoy enfrenta el ex presidente Donald Trump: su posible culpabilidad en asuntos legales que lo podrían llevar a la cárcel, un lugar en donde ningún expresidente norteamericano contemporáneo ha estado, vaya, ni siquiera Richard Nixon.

 

El jueves 30 de marzo quedará como un día para la historia de Estados Unidos: por primera vez un ex presidente de ese país ha sido acusado por un gran jurado y deberá enfrentar juicio como cualquier otro ciudadano. Michael Cohen, el abogado de Trump, realizó supuestamente un pago de 130 mil dólares en 2016 a “Stormy Daniels” para que firmara un acuerdo de confidencialidad y no revelara una relación sexual con Trump, quien ya estaba casado con Melania Trump. Todo ello en víspera de la campaña presidencial de Trump y con dinero proveniente de los fondos de campaña, no de su bolsillo.

 

No es sólo un asunto de faldas, sino de uso ilegal de recursos. Al agravio cometido por supuestamente ser infiel a su esposa (cosa que Trump niega) se sumaría el cuestionable acuerdo de confidencialidad y el ilegal uso de recursos de los fondos de campaña.

 

El hilo del dinero sobre el que candidatos como Trump montaron sus campañas, su origen y utilización en asuntos oscuros e ilegales (“hush money”) es el hilo conductor hasta Andrés Manuel López Obrador, Morena y la opacidad que rodea a sus fuentes de financiamiento oscuro para campañas y actos de gobierno (“sobres amarillos”) desde hace años.

 

¿Se ha mirado ya AMLO en el espejo de Donald Trump? ¿Es posible que no vea en las hondas dificultades legales de su amigo gringo el futuro que a él le espera en México?

 

En su búsqueda por enjuiciar a los ex presidentes mexicanos por él más aborrecidos, ¿no habrá sentado López Obrador las bases para que sea él, posiblemente, quien enfrente múltiples batallas judiciales una vez que haya entregado el poder? Nadie sabe para quién trabaja, decimos en México.

 

Decisiones malas y costosas como la cancelación del aeropuerto en Texcoco, la construcción de una refinería en Tabasco, la disrupción de la cadena de distribución de medicinas, el deterioro del sistema de salud pública, el manejo de la pandemia de Covid-19 y la muerte (posiblemente evitable) de cientos de miles de mexicanos, el financiamiento ilícito exhibido en videos, las decisiones contrarias al TMEC, son apenas algunas causas posibles de acusaciones judiciales que asediarán al ex mandatario López Obrador y a los funcionarios que cumplieron incondicionalmente sus órdenes.

 

Parece imposible en la actualidad que AMLO, el poderoso presidente, vaya a revivir la pesadilla judicial por la que Trump atraviesa. No olvidemos, sin embargo, que hace pocos años parecía imposible que al poderoso presidente Trump lo pudieran tocar con el pétalo de una acusación en firme, como la que hoy enfrenta en Manhattan.

 

Nada es imposible en la política. Nadie es poderoso por siempre: el día del juicio llega inexorablemente. En el presente somos testigos del arresto de Trump; en el futuro ¿lo seremos del arresto de AMLO en México o Estados Unidos?

 

Rogelio.rios60@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

martes, marzo 28, 2023

La ‘Apertura Ebrard’




Por Rogelio Ríos Herrán

 

La presentación en marzo al público lector de “El camino de México: una experiencia de vida”, de Marcelo Ebrard me recordó la famosa apertura española que, en un tablero de ajedrez, busca desde la primera movida de piezas (P4R) el control del centro del tablero, vale decir, el control del centro del tablero político en México.

 

Aquí está sobre la mesa una propuesta de libro poco usual en nuestro país: no la memoria de un político sobre su pasado, sino la biografía de Marcelo con vista a su futuro político. 

 

Nada de lo que he leído sobre anteriores aspirantes presidenciales se equipara a este libro, pues esas obras, como un libro que lanzó AMLO con su plataforma de campaña (“2018: La Salida. Decadencia y Renacimiento de México”) u otro de Ricardo Anaya (“El pasado, presente y futuro de México”, 2020) se limitaban a lanzar una propuesta política, pero nunca una narración de vida privada y pública entrelazadas.

 

“El camino de México”, da para viarias lecturas. La primera de ellas la hago como editor en las siguientes reflexiones:

 

1)     A la manera de Ron DeSantis (“The courage to be free”) y Mike Pompeo (“Never give an inch: fighting for the America I love”), dos aspirantes presidenciales republicanos en Estados Unidos para 2024 que ya lanzaron al público sus propios libros, Ebrard se suma a esa práctica político-literaria norteamericana que da buenos dividendos: cada político ubica a su libro como el referente central de la discusión pública en torno suyo. El testimonio por escrito alivia la tensión de las improvisaciones en conferencias de prensa o entrevistas con periodistas avezados en las cuales, en cualquier momento, se puede dar un traspié.

2)     Para la editorial Penguin Random House Grupo Editorial y sus editores abre también una veta novedosa en México: la publicación de libros como herramientas de campaña y testimonios sólidos de las vidas e ideas de los políticos aspirantes el 2024 al máximo cargo: la presidencia de su país. Al aplicar estándares rigurosos de edición y no aceptar cualquier texto, el reto para quien intente publicar su libro es muy desafiante: tener algo interesante qué contar y contarlo de manera amena, coherente y atractiva, ¿quién da más?

3)     Desde ahora y con su libro, Ebrard pone la vara muy alta para los demás aspirantes de Morena o de cualquier otro partido: ¿qué hay en sus vidas que merezca contarse? ¿Cómo se han formado en lo personal? ¿Qué libros y personas influyeron de manera decisiva en sus decisiones de entrar al servicio público? ¿Qué pueden contar Adán Augusto, Claudia, Ricardo o Fernández Noroña que esté al nivel de lo que relata Ebrard?

4)     Escribir bien es un reflejo de pensar con claridad y con coherencia. Marcelo lo hace muy bien y entre editores siempre se agradece un texto bien redactado, un libro ordenado en sus partes. Al dedicarle más de 200 de 300 y pico de páginas a la parte “Mi Ayer” por sobre “Mi Ahora” y “Lo Que Sigue”, es muy clara la intención del autor de revelar aspectos de su ascendencia familiar, estudios y matrimonios, la admiración por sus profesores universitarios (Manuel Camacho en especial), que destacan las cualidades que como persona le dan la confianza suficiente para aspirar a cumplir su sueño presidencial. El material adicional de fotografías familiares y notas de preparatoria, por ejemplo, son un gran complemento al libro como un producto editorial muy bien logrado entre editores y el autor.

5)     Ebrard advierte desde el prólogo lo siguiente: “Hay jirones de mi vida que me atrevo por primera vez a mostrar, persecuciones que he vivido, traiciones y también momentos muy emotivos desconocidos. Quienes me conocen saben que soy muy hermético y me cuesta muchísimo hablar de mí mismo”. Abrirse de tal manera a la opinión pública implica, en nuestro país, riesgos elevados al autor y a su familia. Para muchas personas, exponerse públicamente es hacerse vulnerable si dicha exposición es mal recibida por el público. La apuesta es muy grande y Marcelo ya la hizo con su libro; de nuevo, es algo que no se ve con frecuencia en México.

6)     ¿Qué caso tiene publicar un libro en un país en que se lee poco? La gran masa de votantes no lee, me dicen algunos colegas. No estoy de acuerdo. Tiene todo el sentido del mundo: aunque la gran masa no lea, la masa crítica y quienes toman decisiones importantes en la nación sí leen, como lo hacen además corresponsales de medios del exterior y buena parte de la clase media mexicana. El valor testimonial es elevado para el trabajo periodístico y tanto seguidores como detractores de Ebrard harán sus debates en torno a este documento central.

 

La “Apertura Ebrard”, como la apertura española, busca llevar el debate público al centro del tablero. Involucra su ataque a cada una de sus piezas que deberán coordinar sus movimientos y obliga al jugador oponente a jugar en el centro, no en los bordes del campo de batalla. 

 

Eso hace mucha falta en México: recuperar el centro como terreno de negociación política, y aplicar el conocimiento, la inteligencia y experiencia a la estrategia política. No hay buenos jugadores de ajedrez que no reflexionen detenidamente cada movimiento de piezas.

 

Échele un vistazo a “El Camino de México”, una obra novedosa en varios sentidos para la crítica y reflexión. Seguiré comentándola en entregas posteriores, pues hay una parte muy interesante sobre la recuperación de la clase media mexicana.

 

Rogelio.rios6o@gmail.com

 

Ebrard, Marcelo.”El Camino de México. Una experiencia de vida”. México: Penguin Random House Grupo Editorial. Colección Aguilar. 2023.1ª ed.313pp. 

 


viernes, marzo 24, 2023

AMLO: ¿el último discurso?


Por Rogelio Ríos Herrán

Desperdició el presidente López Obrador una hermosa tarde del sábado 18 de marzo en el Zócalo de la CDMX, en ese entretiempo muy agradable que de vez en cuando le regala la Capital a sus sufridos habitantes, para dar lo que hubiera sido quizá el mejor de sus discursos posibles y, en su lugar, nos ofreció uno al que le daría tres estrellas de cinco, siendo generoso.

 

Me explico. Del total empleado en su mensaje, un hora y tres minutos, lo destacable lo dijo en los primeros 40 minutos con una larga perorata de escritorio sobre el presidente Lázaro Cárdenas, llena de lugares comunes y de clichés del historicismo izquierdista que reduce todo a dos bandos en una lucha de clases interminable: los ricos y los pobres, conservadores y progresistas, etcétera.

 

El resto del discurso lo dedicó a un somero balance de sus logros de gobierno y a despotricar, en los cinco minutos finales, en contra de los legisladores republicanos que desde el Congreso estadounidense hacen a AMLO el blanco de sus misiles políticos: el viejo peleador mexicano se replegó contra las cuerdas y les contestó con mentadas de madre (su equivalente retórico).

 

Para decirlo pronto, le faltó mucho  “punch” al orador y se vió escaso entre la multitud. Nada que ver con otras legendarias reuniones a plaza llena de un López Obrador opositor, crítico implacable del neoliberalismo y campeón de las causas sociales.

 

Puedes llenar el Zócalo con recursos públicos, pero no comprar el ingrediente fundamental: el entusiasmo surgido de la convicción profunda en una idea o un líder.

 

¿Por qué lo del último discurso? El aniversario de la Expropiación Petrolera es la fecha más relevante del santoral político mexicano para dar un mensaje contundente sobre el rumbo y los objetivos de gobierno. Ni el Grito de Independencia proporciona esa plataforma política ideal que es la figura de Cárdenas como símbolo de la justicia social.

 

Para el 18 de marzo del 2024, AMLO estará más bien en su “18 Brumario”, parafraseando a Karl Marx: “Yo demuestro cómo la lucha de clases creó en Francia las circunstancias y las condiciones que permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel de héroe” (en su obra “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”, 1852).

 

A partir de pocos meses, la escena política será dominada por la designación del candidato oficial de AMLO, la irá robando la atención de su adorado “pueblo” y su poder centralizado. Para cuando llegue el 18 de marzo del 2024, a pocos meses de la elección general, López Obrador competirá contra su propio elegido y perderá inevitablemente la guerra por la opinión pública.

 

Por eso creo que desperdició la tarde espléndida y la plaza llena al no fijar un mensaje claro por la estabilidad política de México y, en su lugar, ofreció una repetición de sus ideales políticos, una loa exagerada a Lázaro Cárdenas y el espectáculo de su fatiga física y mental evidente (muchos traspiés verbales) a los ojos de cualquiera.

 

Les comparto en una nuez lo que podría ser su testamento político, metafóricamente hablando:

 

1)     “Que se oiga claro, que se oiga fuerte: la política no sólo es racionalidad, necesita de mística y de convicciones.”

2)     “Los procesos políticos son más complejos de lo que suponen los intelectuales racionalistas. En los procesos políticos intervienen también factores como la suerte, la genialidad de los dirigentes y los sentimientos del pueblo.”

3)     “Cárdenas profesaba un sincero y profundo amor al pueblo: ‘acabar con la miseria que sufren las gentes está por encima de todos los intereses´”.

4)     “Para los jóvenes que quieren dedicarse al noble oficio de la política lo principal es el amor al pueblo.”

5)     “La política, entre otras cosas es el manejo de los tiempos.”

6)     “La derecha históricamente siempre se reagrupa y se torna de plano intolerante y violenta cuando se trata de reivindicaciones sociales y del dominio de la nación.”

7)     “En 1940, hubo una elección violenta por la acción de la derecha. Después de Cárdenas se instaló la paz de las componendas y la corrupción.”

8)     “Sólo con el pueblo se puede realizar una transformación y enfrentar a los conservadores  que se oponen a perder privilegios. Nada de zigzaguear, sigamos adelante con nuestros principios, reafirmemos la decisión y el rumbo que hemos tomado desde que inició el gobierno.”

9)     “No a las medias tintas, no aceptaremos nunca que en México se imponga una minoría a costa de la humillación y el empobrecimiento de las mayorías.”

 

Por un momento pensé que a López Obrador se le saldría el grito “¡Arriba y Adelante!” aprendido en su juventud priista, pero se contuvo. Si la política es “el manejo de los tiempos”, esa tarde perdió la última gran oportunidad de enviar un mensaje de reconciliación a los mexicanos.

 

Ya no va a cambiar la postura presidencial: tratará de conservar el poder a toda costa, algo a lo que ni Lázaro Cárdenas se atrevió. Yo sólo espero que la elección del 2024 no sea una repetición de la de 1940: a los opositores almazanistas los cosieron a balazos desde el partido oficialista.

 

Rogelio.rios60@gmail.com

jueves, marzo 23, 2023

Los dos Franciscos


Por Rogelio Ríos Herrán

In Memoriam

 

En la vida de cada quien suceden cosas curiosas y coincidencias impensables. Por ejemplo, en mi caso, tuve la suerte de tener en el camino a dos personajes muy cercanos a quienes quise mucho y los dos se llamaban igual: Francisco Ríos. Uno, mi padre; otro, mi hermano. El primero falleció en el lejano 1985, el segundo acaba de emprender el viaje final en días recientes.

 

Ambos estuvieron unidos conmigo con lazos de sangre, pero entre ellos dos los lazos se extendían a los gestos, ademanes, manera de hablar, don de encantar a las personas y a su carácter firme, ¡vaya que muy fuerte! Realmente, nunca sentí ausente a mi padre, Francisco Ríos Jasso, pues platicar con “Pacorro”, Francisco Antonio Ríos Villarreal, era como estar tomando un café con papá enfrente, así de parecidos eran.

 

Les contaré: mi padre tuvo dos matrimonios (“guapo pa’l matrimonio”, decía él). En el primero (con la señora Ofelia, a quien tuve el gusto de conocer), el único varón fue “Pacorro” y hubo dos hermanas mayores que él, Rosita y “Acú”. En el segundo matrimonio (con mi madre querida), yo entré en escena junto con mis hermanos Roberto y Rodolfo. Era natural que el vínculo más fuerte se estableciera entre los hermanos varones, quienes nos conocimos siendo nosotros adolescentes en Monterrey. “Pacorro” era un profesionista graduado y con vida laboral; nosotros, todos estudiantes.

 

Desde ese primer encuentro en la cafetería de Benavides de Garza Sada, cerca del Tec, hubo buena química con Paco. Creo que mi padre acertó en el momento de nuestras vidas para juntarnos: ni antes ni después, sino justo cuando el lazo podía establecerse con firmeza.

 

A quien preguntara, nos referíamos o presentábamos como “hermanos”, no como “medios hermanos”, a la usanza de antes. A mí ni siquiera me pasó por la cabeza cortar a la mitad a ninguno de mis hermanos, como tampoco digo: “les presento a mi media esposa” (por aquello de la mitad del matrimonio), ¡imágínense cómo me iría con Paty!

 

Esa reunión de hermanos fue una de las mejores herencias de papá. “Qué bueno que los conocí”, dijo, “Pacorro” esa vez en la Benavides, “¡para que no me agarren a reatazos en la calle!”, después de ver a Roberto, grandote y corpulento cuando era jugador de futbol americano con Lechuzas de Leyes.

 

Mi padre vivió una vida azarosa, de ires y venires entre dos matrimonios, una vida de agente viajero, de cantante de teatro de revista en su juventud, de graduado de la Escuela Industrial Álvaro Obregón (primera generación, presumía), de obrero en el legendario Taller de Fundición de la Fundidora de Monterrey, vendedor de periódicos y bolero en la Plaza de la Luz de niño, al salir de la escuela. La situación en su casa así lo requería. Además, no se perdía por nada del mundo sus reuniones diarias de AA (“un día a la vez”, decía). 

 

Uno de los pendientes que tuvo papá en su vida, según le escuché decir, fue que no pudo estudiar la carrera de ingeniería. Contaba que se enlistó en el Ejército en el Campo Militar, bajo la promesa de que lo apoyarían para graduarse de ingeniero militar, pero terminó con pico y pala, junto con otros conscriptos, construyendo la carretera a Chipinque. Esto no es para mí, pensó, y buscó otros rumbos en la vida.

 

Quién diría que Francisco su hijo se decidiría por estudiar Ingeniero Mecánico Electricista en la FIME de la UANL, decisión que tomó cuando papá ya estaba separado de su primera familia. Supongo que mi padre esbozó una sonrisa cuando se enteró de que “Pacorro” estudiaría ingeniería, un sueño cumplido para él en la persona de su hijo sin habérselo pedido. Dios trabaja en formas misteriosas.

 

Quién diría, además, que se transmitiría entre ellos el don de la conversación alegre, la simpatía entre amigos, ser el alma de las reuniones. Cuando murió papá en 1985, “Pacorro” se encontraba trabajando en San Luis Potosí, cerca de la casa de mi primo Polo. ¿Saben cómo lo localizó para avisarle del mensaje urgente? Como no recordaba el número de su casa, Polo caminó a lo largo de la cuadra hasta escuchar voces de un grupo, en una reunión, en donde sobresalía una voz: la de Paco contando no sé qué a los presentes que lo escuchaban encantados.

 

Y el carácter fuerte, ¡ah, el carácter! Sirve para unas cosas, pero echa a perder muchas más. Deshizo matrimonios, envenenó el alma, puso el enojo por encima de todo lo demás. “Paquito Ríos” le decíamos a mi padre cuando le ganaba el enojo. “Paquito Ríos”, le decía yo a “Pacorro” cuando caía en las mismas.

 

Con disciplina y tesón de ingeniero, con mentalidad trabajadora (“chamba es chamba”, como decimos en Monterrey), “Pacorro” forjó su camino en la vida, apoyó a su madre como buen hijo, conoció el matrimonio con “Beba”, su esposa hermosa, y le dio cariño y apoyo total a su hija Cristina, a quien quiso como a nadie en el mundo. 

 

Murió de forma repentina (el infarto es como un toque del dedo de Dios) y en la soledad de su casa por decisión propia, la cual no hubo manera de hacerle cambiar. Cuando iba a visitarlo, desde la puerta del comedor me arrojaba las llaves a través de la cochera y a veces tiraba un mal lanzamiento, usando la expresión del béisbol, y caían lejos; ya te falla el brazo, Paco, le bromeaba yo, no debes vivir solo, pero por supuesto nunca hizo el menor caso. Genio y figura.

 

Ni a papá ni a mi hermano les escuché jamás quejarse de la vida, sentir lástima de ellos mismos o lamentarse de nada, y vaya que enfrentaron adversidades y enfermedades duras. Carácter fuerte de ambos, reitero. Luchadores hasta el final, esforzándose por vivir y ser útiles hasta el último segundo, cada uno siempre a su manera. Esa fue una lección de vida.

 

Esta es la historia de los dos Franciscos que compartieron mi vida: padre y hermano. Me los imagino en un rincón platicando y tomando café con la Corte Celestial, a la que deben tener muy entretenida contando las mil anécdotas de sus vidas y poniéndose al día entre ellos.

 

Ya los veré de nuevo un día; no tengo prisa, aclaro. Nos volveremos a reunir como aquella vez en la Benavides con asombro y alegría de conocer al nuevo hermano. Los llevo en mis recuerdos, de ahí no se irán jamás. Descansen en paz los Pacos y, por favor, ¡no discutan en presencia del Todopoderoso!

 

Monterrey, N.L.

6 de marzo del 2023.

 

 

miércoles, marzo 22, 2023

Xi no es Mao; Putin no es Stalin



Por Rogelio Ríos Herrán

 

La reciente visita de Xi Jinping a Moscú, el despliegue de fotografías junto a Vladimir Putin, las expresiones verbales de amistad y alianza entre países “amigos” me provocaron dos reacciones: una sonrisa ante la amistad de cartón que se profesan los gobernantes de China y Rusia; otra sonrisa ante el recuerdo de las peripecias de un viaje de Mao Zedong a Moscú a principios del año 1950.

 

Relaciono ambos eventos, tan distanciados en el tiempo, porque nos ayudarán a obtener una mejor perspectiva del significado de la visita de Estado de Xi a su homólogo ruso, justo cuando Putin acaba de ser acusado de crímenes de guerra en Ucrania por la Corte Penal Internacional el 17 de marzo.

 

En 1949, en pleno fragor de la guerra civil china entre el Partido Comunista Chino y el Kuomintang (Partido Nacionalista Chino), Mao Zedong y Chiang Kai-sheck se disputaban a muerte el control sobre el territorio y los corazones de cientos de millones de chinos.

 

Derrotado Japón en 1945, el invasor nipón se había retirado del suelo chino y quedó el campo listo para la contienda fratricida. Nada estaba completamente asegurado para ninguno de los bandos a mediados de 1949 y los comunistas chinos estaban desesperados por obtener apoyo político y material de Stalin.

 

Personajes de plena confianza de Mao se trasladaron a Moscú desde agosto de 1949 para afianzar con el líder soviético el apoyo ruso a su causa. El primer consejo que recibieron de Stalin al llegar a Moscú fue que realizaran a la brevedad posible la proclamación de la República Popular China, de tal manera que la Unión Soviética reconociera al nuevo gobierno y desconociera a los nacionalistas. Así sucedió el 1 de octubre de 1949 al nacer el nuevo estado chino.

 

Además, los chinos necesitaban urgentemente el apoyo militar ruso para convertir al Ejército Popular de un cuerpo de milicianos campesinos a una fuerza armada profesional dividida en los tres cuerpos tradicionales: infantería, fuerza aérea y fuerza naval, todo bajo la dirección de asesores rusos.

 

Toda la ansiedad de los comunistas chinos se reflejó en las sucesivas reuniones preparatorias al viaje de Mao, el cual finalmente se concretó al principio de 1950. Entre el 20 de enero y el 17 de febrero, Mao y sus camaradas cabildearon incesantemente con Mikoyan y los funcionarios rusos del primer nivel, pero pasaban los días y semanas y no eran recibidos por Stalin.

 

Casi al final del viaje, Stalin se dignó a recibir a Mao y funcionarios en su despacho en el Kremlin. En la primera visita, cuentan algunos historiadores, tuvo el Gran Timonel chino que hacer antesala como cualquier hijo de vecino hasta que pudo estrechar la mano de Josef, quizá en ese momento la mano más dura y cruel del mundo.

 

Como haya sido, tragarse la pequeña humillación fue redituable para Mao: regresó a Beijing con un tratado de amistad y alianza estratégica con Rusia, un préstamo de 300 millones de dólares y el compromiso de envío de grandes cantidades de equipo militar (aviones, tanques, cañones, etcétera) que le ayudaría a liquidar a los nacionalistas y obligarlos a refugiarse en la isla de Taiwán.

 

No es extraño que cuando Nikita  Jrushchov denunciara los abusos de Stalin en 1956, sacudiendo por completo al mundo socialista, la de Mao fuera una de las pocas voces del socialismo que lo defendiera a ultranza, pues le debía prácticamente el surgimiento del Estado comunista chino.

 

Volvamos a 2023. En comparación a lo que le sucedió a Mao en 1950, el viaje reciente de Xi fue un día de campo: en el Kremlin, Xi llevó ahora la “upper hand” (la mano ganadora en el póker) sobre un desvalido Putin, a quien le tocó jugar el papel del suplicador de la ayuda china aún a riesgo de colocar a su país en posición de vasallaje moderno ante China.

 

Por supuesto que Putin no obligó a Xi a esperar unos minutos antes de recibirlo, antes bien pudo haber sido al revés (como ya le sucedió a Putin al esperar un par de minutos al presidente turco Erdogan en una reunión en Teherán en agosto del 2022). Ironías de la historia: el Camarada Mao debe estar revolviéndose en su tumba, pero de contento por haber cobrado el viejo agravio que Stalin le hiciera. “¿Quién manda ahora?”, diría el Gran Timonel.

 

Concuerdo con la internacionalista Gabriela de la Paz (profesora e investigadora del Tecnológico de Monterrey) en su columna “La potencia alternativa” (22/03/2023, el norte.com) cuando dice: “Por lo pronto, independientemente del resultado de la guerra (de Ucrania) para Rusia, China ha fortalecido su posición internacional como un poder político y económico alternativo a Estados Unidos y Europa”.

 

Xi Jinping no es Mao Zedong. Vladimir Putin no es Stalin. El dragón dominó al oso en 2023.

 

Rogelio.rios60@gmail.com

  

lunes, marzo 20, 2023

Putin: los niños de Ucrania

 


Por Rogelio Ríos Herrán

 

¿Cómo interpretar desde México la gravedad de la acusación de crímenes de guerra cometidos en Ucrania que la Corte Penal Internacional (CPI, establecida en 1998) ha fincado en contra de Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa?

 

Los cargos son deportación ilegal de niños y transportación ilegal de personas de la zona de guerra de Ucrania a Rusia.

 

A través de María Belova, la comisionada para los derechos de los niños (coacusada como criminal de guerra), el presidente Putin implementó en las áreas ocupadas por Rusia en el oriente ucraniano una política de Estado, desde febrero de 2022, para separar a niños ucranianos de sus familias, declararlos huérfanos sin investigación previa, y transportarlos sin su consentimiento a territorio ruso (lo que equivale a la deportación ilegal) para ser entregados a la tutela de familias rusas.

 

Increíblemente, Belova implementó dichas acciones como política de Estado, sin ocultarla prácticamente a la observación mundial. Fue un desplante de soberbia y estupidez de Putin y su funcionaria incondicional que los colocó, ironías de la historia, en el mismo nivel de aquello que dicen detestar: el de los criminales de guerra nazis juzgados en los Juicios de Nuremberg al término de la Segunda Guerra Mundial. 

 

Los investigadores de la CPI reunieron evidencia suficiente en el terreno, recopilaron testimonios, recibieron denuncias de muchos países sobre lo que pasaba con los niños ucranianos para que, finalmente, el magistrado británico Karin Khan (fiscal para crímenes de guerra) emitiera la acusación formal y la orden de arresto sobre Putin y Belova para que respondan por sus actos.

 

A partir del viernes 17 de marzo, la lista de criminales de guerra enjuiciados o buscados se incrementa con los dos gobernantes rusos señalados por la CPI. ¿Cómo interpretar esto desde México?

 

No espero mucho del Gobierno de López Obrador en nada que afecte su visión de la Guerra de Ucrania, la postura rusa o su simpatía abierta por Putin. Recordemos que el año pasado legisladores morenistas -y de otros partidos afines- tuvieron la ocurrencia de formar un Comité de Amistad con Rusia, apoyando de esa manera al agresor ruso de Ucrania, no al país agredido.

 

Lo que sí creo es que la acusación de crímenes de guerra contra Putin ayudará a definir con nitidez  en México la magnitud de la amenaza rusa en su descabellada guerra:  no es una “campaña militar” rusa por reivindicaciones geopolíticas en sus fronteras, sino un ataque de degradación o exterminio a la identidad nacional, el idioma, la cultura y la sociedad ucranianas.

 

No es un ataque que persiga únicamente objetivos militares, sino políticos. Busca la destrucción de la democracia y autonomía de Ucrania, la sumisión de su pueblo y territorio a la autoridad rusa y la separación de sus ciudadanos, familias y comunidades para debilitar lo que es esencialmente ucraniano: su identidad nacional.

 

Finalmente, es un ataque artero del autoritarismo del gobierno de Putin a la democracia ucraniana, frágil e imperfecta como todas las democracias, pero que aún bajo esas condiciones es el régimen en el que anhelan vivir y prosperar los ucranianos: una democracia nativa integrada a la Europa occidental, no al Oso de los Urales.

 

Las simpatías por Rusia de parte gobernantes populistas, como los de México y otros países latinoamericanos, desembocan en un callejón sin salida: al apoyar a Moscú se ataca a la idea misma de democracia como proyecto de nación y de sociedad en México, Venezuela, Nicaragua, etcétera. Es como dispararse en el pie.

 

Como miembro de la ONU y adherente de la CPI (en donde se desempeña como magistrada la mexicana Socorro Flores Liera desde mayo del 2021), el compromiso del gobierno mexicano de AMLO debe ser con lo establecido en la Carta de Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con la democracia y la defensa de las libertades fundamentales de los ciudadanos y con las dos resoluciones de la Asamblea General de la ONU (la de marzo del 2022 y la de febrero de 2023) que condenan la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y exigen su retiro inmediato y sin condiciones del territorio ucraniano. 

 

Con la condena de Putin como criminal de guerra por su política de deportación ilegal de niños ucranianos a Rusia (acción de una bajeza moral inconcebible) y la evidencia de su verdadero rostro de estilo nazista, será en las mentes y corazones de los mexicanos en donde surgirá el sentimiento no sólo de condena a esos actos inefables, sino por la defensa a ultranza de la democracia y los derechos del hombre.

 

El gobierno ruso es un paria internacional, es verdad, pero no olvidemos que Putin no ha logrado aplastar a la oposición interna. Su máquina de propaganda de guerra  es eficaz, pero sus mentiras no pueden ser sostenidas por siempre. 

 

Condenar desde México al gobernante ruso es también una forma de apoyar a la oposición interna en Rusia que busca con afán llegar al día en que se libren del autoritarismo de su clase gobernante.

 

La sociedad rusa puede renacer y su juventud retornar al país que cientos de miles han abandonado por temor al reclutamiento forzado de carne de cañón para combatir en Ucrania.

 

No espero nada de la política exterior mexicana, pero sí espero todo de los hombres y mujeres mexicanos que luchan a favor de la democracia en cualquier trinchera del mundo: los guerreros por la libertad.

 

Rogelio.rios60@gmail.com

 

 

 

 

 

 

miércoles, marzo 15, 2023

‘ Where is Samuel García?´

  



Por Rogelio Ríos Herrán

 

Se ve, se siente: Nuevo León va en retroceso en la política. Al enorme entusiasmo levantado por la noticia de la llegada a Monterrey de la empresa automotriz TESLA y la inversión y tecnología de punta que trae consigo,  se opone la realidad de la incapacidad de superar la inmadurez y subdesarrollo político que manifiestan sus gobernantes y actores públicos.

 

La política va dos pasos atrás de la economía; la política daña a los negocios en Nuevo León.

 

Sí, el gobernador Samuel García anunció que viene TESLA a instalar una planta en Santa Catarina cuando se encontraba bajo un juicio político para destituirlo o inhabilitarlo, iniciado por el Congreso de Nuevo León por no presentar a tiempo el proyecto de presupuesto y, además, por no publicar los decretos aprobados por la Cámara nuevoleonesa. El juicio incluye a Jaime Navarro, Secretario de Gobierno estatal.

 

No sé cuál será el desenlace del juicio político, pero un escenario probable es el que no sea Samuel García quien corte el listón inaugural de la flamante planta de autos eléctricos.

 

No sólo es el gobernador el causante de la crisis política. Desde meses atrás, cuando el gobierno estatal incumplió el plazo de entrega al Congreso del proyecto de presupuesto 2023, los principales partidos de oposición estatales, PRI y PAN, se trenzaron en una batalla política que incluyó, además del presupuesto estatal y los decretos no publicados, el proceso de selección del nuevo Fiscal de Nuevo León.

 

Desde el año pasado, la confrontación política ha sido llevada a los tribunales y al Congreso estatal. Los poderes legislativo y ejecutivo en pugna bloquearon el funcionamiento del gobierno estatal al atrincherarse ambas partes en posturas irreconciliables.

 

Es una pena que la gobernabilidad de Nuevo León dependa ahora de la resolución de juicios en el Poder Judicial y del juicio político en el Congreso del Estado: muchos juicios para amansar a políticos sin juicio. ¿En dónde quedó el interés público?

 

Mientras tanto, el Gobierno federal metió desde el año pasado un pie firme en Nuevo León a raíz de la crisis de abasto de agua potable a la población el año pasado. Ya no son el Gobierno estatal y la empresa pública Agua y Drenaje de Monterrey quienes lideran el abordaje al problema del agua, sino la agencia federal Conagua y el Presidente López Obrador, quienes ahora deciden cómo, cuándo y de dónde se abastecerá de agua a Nuevo León.

 

Se paga un precio muy caro por no superar las diferencias políticas. El costo no es sólo en el ego de cada quien, sino en la insuficiencia o carencia absoluta de resultados ante la población: el aire malo de toda la temporada invernal es una muestra de ello, la contaminación que provoca la refinería de Cadereyta, el grave problema de la movilidad y el transporte, son cuestiones que siguen agravándose mientras gobernantes y políticos se pelean y anulan mutuamente.

 

La llegada de TESLA a Nuevo León en términos en que no se ha discutido ni en el gobierno estatal ni en el Congreso su impacto ambiental, por ejemplo, es un caso claro del análisis insuficiente que se hizo por la premura de “enganchar” a Elon Musk a Nuevo León:

Se analizaron los “pros”, pero no los “cons”, es decir, sólo se habló de lo positivo de TESLA, pero nada, absolutamente nada de lo que posiblemente sea negativo.

 

Si es verdad que gracias a TESLA estará Nuevo León en la mirada de los grandes inversionistas globales, esa mirada atenta no pasará por alto el contraste agudo entre el desarrollo económico y el subdesarrollo o franco atraso político de Nuevo León: ¿quién gobierna a Nuevo León?, se preguntarán los analistas internacionales. 

 

Es insostenible en el mediano y largo plazo esa situación. La tensión llegará a un punto de quiebre en donde se afecte severamente al perfil económico atractivo de esta región del noreste mexicano.

 

Me imagino a Elon Musk en la inauguración de la flamante planta en Santa Catarina cuando anuncien la presencia del Gobernador Fulano de Tal y asombrado pregunte: “¡Hey! ¿Where is Samuel García?” En su casa, Mr. Musk.

 

Rogelio.rios60@gmail.com

 

 

 

 

jueves, marzo 09, 2023

#8M: ESCUCHAR A LAS MUJERES


Por Rogelio Ríos Herrán 

No fue distinta en este 2023 la cobertura mediática de las marchas y mítines de mujeres mexicanas EL #8M en muchas ciudades de la República: titulares y fotografías de portadas y de noticieros de televisión mostraron predominantemente la parte violenta de las marchas, pero dejaron en segundo plano las reivindicaciones.

 

Hay que decir que en ello influye también un efecto dañino que los grupos radicales de mujeres marchistas ocasionan al pintar muros y paredes, romper aparadores y ventanas y quemar puertas de edificios de gobierno: los reflectores se enfocaron casi exclusivamente en ellas y dejaron en la semioscuridad la parte reivindicativa de las marchistas.

 

Digo “dañino” con plena consciencia de meterme a un debate inacabable: ¿es legítimo el comportamiento violento de algunas marchistas? ¿Es una medida de su gran frustración ante la indiferencia, falta de voluntad e incapacidad del Estado para hacer valer toda la protección y garantías posibles a las mujeres mexicanas? ¿No es acaso esa indiferencia del Estado una forma de violencia peor que romper ventanas y quemar puertas?

 

No tengo una respuesta definitiva, lo confieso. Lo que quiero resaltar es que en la percepción de la opinión pública mexicana, predominantemente de clase media, las “feministas” quedan en el papel de agresivas y violentas, y que esas no son formas de protestar, deberían ser pacíficas, etcétera. Es una batalla mediática desventajosa para ellas.

 

En lo que coinciden muchos medios de comunicación es en el incremento de las mujeres marchistas. En Monterrey, por ejemplo, se calcula entre 24 mil (cálculo de Protección Civil de Monterrey) y 30 mil (cálculo del Gobierno del Estado) las asistentes a la marcha, que tuvo su corolario en la quema de puertas del Palacio de Gobierno y rotura de algunas ventanas. ¿Se imaginan las fotos de portada de los periódicos locales? Sí, acertaron, destacaron las puertas incendiadas.

 

En San Luis Potosí, acudieron unas 15 mil personas y en la CDMX, la madre de todas las marchas, el gobierno capitalino calculó en 90 mil a las asistentes (su cálculo siempre va por lo bajo). El periódico Reforma publicó una encuesta realizada en la capital de la república: En los últimos 12 meses, ¿Qué diría sobre la violencia contra las mujeres? 61 por ciento de las entrevistadas contestó que ha aumentado; 27 por ciento que sigue igual, y 17 por ciento que ha disminuido. ¿Cómo permanecer impasibles ante esas cifras?

 

En Monterrey no hubo mítin al final de la marcha ni posicionamientos, como lo recuerdo en la marcha del 2022. En otras ciudades sí hubo oradoras. Lo que me pareció notable fue un posicionamiento que dio Norma Piña, ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, respecto a una de las principales reivindicaciones de las marchas: la sed de justicia.

 

La ministra Piña expresó que “en el Poder Judicial reconocemos las deudas históricas del sistema de justicia con las mujeres. Las asumimos de frente a los problemas que persisten en la efectividad de la impartición de justicia”. 

 

Agregó Piña que “iniciaremos una escucha permanente y progresiva, de forma prioritaria, a mujeres en situaciones diversas de vulnerabilidad acrecentada. Sólo escuchando contaremos con eficiencia clara que nos permita atender los principales problemas que enfrentamos las mujeres para acceder a la justicia en México. Este es mi compromiso, nuestro compromiso desde el Poder Judicial”.

 

La palabra clave del mensaje de la ministra Piña es “escuchar” a las mujeres, algo que evidentemente no hace el Estado mexicano en su conjunto y que está en el centro de las exigencias de la sociedad.

 

La combatividad de las mujeres en las marchas del 8 de marzo está en relación directamente proporcional a la sordera del Estado. Mientras menos las escuchen, más gritarán. Mientras más puertas les cierren, más puertas quemarán. 

 

¿”Escucharán” también los medios de comunicación la voz de todas las mujeres? Vaya desafío para los periodistas.

 

Rogelio.rios60@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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