lunes, marzo 20, 2023

Putin: los niños de Ucrania

 


Por Rogelio Ríos Herrán

 

¿Cómo interpretar desde México la gravedad de la acusación de crímenes de guerra cometidos en Ucrania que la Corte Penal Internacional (CPI, establecida en 1998) ha fincado en contra de Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa?

 

Los cargos son deportación ilegal de niños y transportación ilegal de personas de la zona de guerra de Ucrania a Rusia.

 

A través de María Belova, la comisionada para los derechos de los niños (coacusada como criminal de guerra), el presidente Putin implementó en las áreas ocupadas por Rusia en el oriente ucraniano una política de Estado, desde febrero de 2022, para separar a niños ucranianos de sus familias, declararlos huérfanos sin investigación previa, y transportarlos sin su consentimiento a territorio ruso (lo que equivale a la deportación ilegal) para ser entregados a la tutela de familias rusas.

 

Increíblemente, Belova implementó dichas acciones como política de Estado, sin ocultarla prácticamente a la observación mundial. Fue un desplante de soberbia y estupidez de Putin y su funcionaria incondicional que los colocó, ironías de la historia, en el mismo nivel de aquello que dicen detestar: el de los criminales de guerra nazis juzgados en los Juicios de Nuremberg al término de la Segunda Guerra Mundial. 

 

Los investigadores de la CPI reunieron evidencia suficiente en el terreno, recopilaron testimonios, recibieron denuncias de muchos países sobre lo que pasaba con los niños ucranianos para que, finalmente, el magistrado británico Karin Khan (fiscal para crímenes de guerra) emitiera la acusación formal y la orden de arresto sobre Putin y Belova para que respondan por sus actos.

 

A partir del viernes 17 de marzo, la lista de criminales de guerra enjuiciados o buscados se incrementa con los dos gobernantes rusos señalados por la CPI. ¿Cómo interpretar esto desde México?

 

No espero mucho del Gobierno de López Obrador en nada que afecte su visión de la Guerra de Ucrania, la postura rusa o su simpatía abierta por Putin. Recordemos que el año pasado legisladores morenistas -y de otros partidos afines- tuvieron la ocurrencia de formar un Comité de Amistad con Rusia, apoyando de esa manera al agresor ruso de Ucrania, no al país agredido.

 

Lo que sí creo es que la acusación de crímenes de guerra contra Putin ayudará a definir con nitidez  en México la magnitud de la amenaza rusa en su descabellada guerra:  no es una “campaña militar” rusa por reivindicaciones geopolíticas en sus fronteras, sino un ataque de degradación o exterminio a la identidad nacional, el idioma, la cultura y la sociedad ucranianas.

 

No es un ataque que persiga únicamente objetivos militares, sino políticos. Busca la destrucción de la democracia y autonomía de Ucrania, la sumisión de su pueblo y territorio a la autoridad rusa y la separación de sus ciudadanos, familias y comunidades para debilitar lo que es esencialmente ucraniano: su identidad nacional.

 

Finalmente, es un ataque artero del autoritarismo del gobierno de Putin a la democracia ucraniana, frágil e imperfecta como todas las democracias, pero que aún bajo esas condiciones es el régimen en el que anhelan vivir y prosperar los ucranianos: una democracia nativa integrada a la Europa occidental, no al Oso de los Urales.

 

Las simpatías por Rusia de parte gobernantes populistas, como los de México y otros países latinoamericanos, desembocan en un callejón sin salida: al apoyar a Moscú se ataca a la idea misma de democracia como proyecto de nación y de sociedad en México, Venezuela, Nicaragua, etcétera. Es como dispararse en el pie.

 

Como miembro de la ONU y adherente de la CPI (en donde se desempeña como magistrada la mexicana Socorro Flores Liera desde mayo del 2021), el compromiso del gobierno mexicano de AMLO debe ser con lo establecido en la Carta de Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con la democracia y la defensa de las libertades fundamentales de los ciudadanos y con las dos resoluciones de la Asamblea General de la ONU (la de marzo del 2022 y la de febrero de 2023) que condenan la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y exigen su retiro inmediato y sin condiciones del territorio ucraniano. 

 

Con la condena de Putin como criminal de guerra por su política de deportación ilegal de niños ucranianos a Rusia (acción de una bajeza moral inconcebible) y la evidencia de su verdadero rostro de estilo nazista, será en las mentes y corazones de los mexicanos en donde surgirá el sentimiento no sólo de condena a esos actos inefables, sino por la defensa a ultranza de la democracia y los derechos del hombre.

 

El gobierno ruso es un paria internacional, es verdad, pero no olvidemos que Putin no ha logrado aplastar a la oposición interna. Su máquina de propaganda de guerra  es eficaz, pero sus mentiras no pueden ser sostenidas por siempre. 

 

Condenar desde México al gobernante ruso es también una forma de apoyar a la oposición interna en Rusia que busca con afán llegar al día en que se libren del autoritarismo de su clase gobernante.

 

La sociedad rusa puede renacer y su juventud retornar al país que cientos de miles han abandonado por temor al reclutamiento forzado de carne de cañón para combatir en Ucrania.

 

No espero nada de la política exterior mexicana, pero sí espero todo de los hombres y mujeres mexicanos que luchan a favor de la democracia en cualquier trinchera del mundo: los guerreros por la libertad.

 

Rogelio.rios60@gmail.com

 

 

 

 

 

 

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