domingo, julio 02, 2006

2 de Julio 2006 en México


Hoy es un día de fiesta para el ciudadano, una de esas raras ocasiones en las que puede premiar o castigar a su clase política mediante el acto de votar.

Para llegar a vivir una fecha como la de hoy, y otros 2 de julio significativos en la historia contemporánea de México, mucha audacia y sufrimiento ha quedado en el camino de gente que entregó su vida a impulsar la democratización de la política mexicana.

Desde cualquier punto de las geometrías políticas, es posible rescatar historias y anécdotas de personajes que pusieron su granito de arena para hacer posible la celebración electoral de hoy.

En nuestras manos está decidir qué candidato y grupo político queremos en el poder ejecutivo, a cuáles diputados preferimos y quién será nuestro próximo alcalde. Nunca como antes en México, están a la vista del ciudadano las cualidades y virtudes de los proponentes a gobernarnos, sus grandezas y miserias.

La transparencia y la rendición de cuentas, conceptos de nueva y reciente aplicación en la legislación y la política mexicana, ya empiezan a dejar sentir sus efectos en las posibilidades que la sociedad tiene de conocer las irregularidades de los políticos y sancionarlas.

Esa es una de las diferencias de esta elección presidencial con la anterior: mayor transparencia, una más exigente rendición de cuentas. Y no es poca tal diferencia, pues no es lo mismo moverse en lo oscurito, hablando desde el punto de vista del servidor público, que bajo la luz de los reflectores cívicos.

Siento más motivos para la tranquilidad que para la alarma en los comicios de hoy. En el escenario político de guerra sucia que nos presentaron los candidatos y partidos políticos, por supuesto, predomina la falsa noción de que el país está prácticamente al borde del abismo, y que sólo la pericia de tal o cual candidato logrará salvarlo.

Nada más absurdo. Una cosa es que los candidatos hagan su lucha con sus escenarios apocalípticos, pero otra muy distinta es que las estrategias de aniquilamiento del contrario intenten robarnos la tranquilidad para luego revendérnosla a un precio mucho más caro: el de extenderles un cheque en blanco para gobernar, el de tener que prácticamente agradecerles que nos hayan salvado.

La verdad, y hablando en el lenguaje deportivo del momento, la pelota está en nuestra cancha. Los ciudadanos decidimos si compramos la basura de la guerra sucia o la desechamos como la baratija política que es en el basurero de la historia.

Los candidatos de todos niveles y perfiles, no son más, ni menos, que hombres y mujeres de carne y hueso. Buenos y malos, listos y no tan listos, picudísimos y confiados, de mala entraña y de buena fe. De todo hay en la viña política, y qué bueno que así sea, pero sin perder el debido equilibrio entre buenos y malos políticos.

Por eso, por más poderosos que parezcan en las pantallas de televisión, por más honestidad que presuman, por más justicia social que quieran reivindicar, no van a llegar más allá de lo que nosotros querramos. Ahí está el motivo de que hayan gastado fortunas en las campañas políticas más caras de las que tenga memoria, simplemente para convencer al mayor número de ciudadanos posible a que vote por ellos.

La pelota está en nuestra cancha, reitero, y en las estrategia de juego que decidamos: voto dividido, voto de castigo, voto útil, voto duro e incondicional, voto ponderado, etcétera.

A este punto se reduce el bombardeo de campaña de los últimos meses, un dispendio que ya ha puesto a pensar a muchos ciudadanos si no sería mejor emplear ese dinero en otras cosas que beneficien directamente a la población.

En la intimidad de la casilla electoral, nadie le va a poner una escopeta en la cabeza al ciudadano para obligarlo a votar de tal o cual manera. ¿Le cae gordo el Peje?, ¿no soporta a calderón o a Madrazo? ¡Pues castíguelos con su voto y elija a otro candidato! ¿No está de acuerdo con lo que han hecho y proponen los diputados y candidatos de tal o cual partido? ¡Ahora es cuándo se les puede hacer saber lo que pensamos de ellos! ¿Quiere premiar a un candidato que le parece particularmente capaz e inteligente para un puesto ejecutivo? ¡No vacile en apoyarlo con su voto!

Los abuelos y bisabuelos son la mejor referencia para contarnos las historias de horror y abusos que eran las elecciones en décadas anteriores, la falta de respeto al voto, el pisoteo de la ley, la imposición y la mentira como sustento de los poderosos. Eso es cosa del pasado en el 2006, pero nada garantiza que no vuelvan esas épocas si persistimos los mexicanos en los altos índices de abstencionismo que hemos visto en elecciones federales y estatales recientes.

¿Recuerda usted los gestos de alegría que la televisión y los periódicos mostraban al mundo cuando los ciudadanos iraquíes votaron a fines del año pasado, muchos de ellos por primera vez en su vida, para elegir a sus representantes a la asamblea constitutiva que le dio una nueva ley general a esa nación? ¿Recuerda la campaña de miedo y terror con que los grupos terroristas amenazaron a la población que saliera a votar el día de la elección y, cómo desafiando el peligro y reivindicando su dignidad ciudadana, las mujeres y hombres del pueblo iraquí salieron a votar y derrotaron a los provocadores del miedo?

Las de Iraq eran condiciones adversas en extremo, por eso, los pretextos que podamos esgrimir para no votar, comparado con eso, van a sonar infantiles a los oídos de quienes ya quisieran tener, con todo lo imperfecta que nos parezca, una democracia como la mexicana.

Hoy es un día de fiesta cívica, no dejemos pasar la oportunidad de expresar en las urnas lo que pensamos de nuestros políticos. ¡Adelante!

rogelio_riosherran@hotmail.com

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