jueves, julio 26, 2018

CDMX: la Morena de Sheinbaum



Por ROGELIO RÍOS HERRÁN


Una hipótesis aventurada: tal vez sea relativamente más fácil gobernar a todo México que a la CDMX. Es posible que le vaya mejor a la próxima Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum en su gestión pública que al mismísimo Andrés Manuel López Obrador en su labor nacional. Quizá Morena brille más en la Gran Tenochtitlán que AMLO en todo México.

De entrada, en el papel luce mucho más homogéneo el gabinete de Claudia Sheinbaum para la CDMX -presentado recientemente- que el anunciado por AMLO desde hace tiempo.

En el de Sheinbaum no hay esos contrastes que se ven en el de AMLO, en el cual, fuera de las áreas económica y diplomática, las personas propuestas no se ven homogéneas en cuanto a capacidad, compromiso y experiencia con “la causa” morenista.

No es poca cosa que Morena haya ganado en las urnas la CDMX arrebatándola al PRD. Es una alternancia que ha quedado opacada en los reflectores ante la atención que se le presta a la elección presidencial.

De la capacidad y efectividad que muestre el nuevo gobierno morenista en la Capital podremos comparar sus resultados con los de AMLO a nivel nacional.

La comparación no será en términos absolutos, por supuesto, sino relativos: qué equipo ha funcionado mejor, quiénes lograron tener una visión y una estrategia para lograr sus objetivos y, sobre todo, quiénes mostraron la habilidad efectiva para navegar en el mar traicionero de la política mexicana, la real, no la del deber ser.

En fin, veremos quién hizo lo mejor con lo que tenía a la mano.

La política más cercana a la gente se encuentra en las ciudades mexicanas. El Gobierno nacional es un gigante con pies de barro que depende de gobernadores, alcaldes y legisladores para dar resultados medianamente aceptables, en el mejor de los casos.

En Monterrey, la alcaldía la arrebató el PAN (Felipe de Jesús Cantú) al PRI (como en el caso de Guadalupe, N.L., gigantesco municipio connurbado) y San Pedro quedó en manos de un independientes (Miguel Treviño).

En Guadalajara, Movimiento Ciudadano retuvo la alcaldía en la persona de Ismael del Toro. Tijuana tiene alcalde panista (Juan Manuel Gastélum), Mérida (Renán Barrera, de PAN y Movimiento Ciudadano), etcétera. El mosaico político de las alcaldías es impresionantemente variado y refleja la complejidad del electorado mexicano.

Con equipos más compactos, con experiencia y contactos en las ciudades en que viven y gobiernan, los gobernantes locales tienen una amplia ventaja de arranque frente a los nacionales. La Federación es una entelequia lejana; el municipio es el contacto más cercano con el ciudadano.

Sheinbaum declaró, al presentar a su equipo de gobierno, que “son hombres y mujeres con experiencia, de probada honestidad y amplia preparación para sus cargos”. Como que ella sabe lo que tiene.

Algunos nombres que destacan: Andrés Lajous Loaeza, maestro en Planeación Urbana por el MIT (Movilidad); Ileana Villalobos, maestra en Políticas Públicas Comparadas de FLACSO (Desarrollo Urbano y Vivienda); Gabriela Rodríguez, maestría en Antropología Social (Secretaría de las Mujeres); Almudena Ocejo, doctora en Ciencias Políticas por la UNAM (Desarrollo Social), etcétera.

Claudia misma tiene un perfil profesional de alto nivel: egresada de Física de la UNAM, doctora en Ingeniería Ambiental por la UNAM con una investigación doctoral en el Lawrence Berkeley National Laboratory (manejado por la Universidad de California), egresada del Programa de Estudios Avanzados en Desarrollo Sustentable de El Colegio de México, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias. Participó en el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (ONU), cuando a ese grupo se le otorgó el Premio Nobel de la Paz en 2007 (compartido con Al Gore).
En su trayectoria política, la polémica más reciente en torno suyo fue cuando, como delegada en Tlalpan, le tocó hacer frente a los señalamientos a la autoridad citadina por la tragedia del derrumbe del Colegio Enrique Rébsamen y la muerte de varios niños en el temblor de septiembre pasado.

Sheinbaum tiene, además, el gran desafío de regular el crecimiento urbano caótico de la CDMX, contener a los desarrolladores más voraces, prácticamente recuperar la Ciudad para beneficio de todos sus habitantes, como bien lo ha señalado reiteradamente el investigador Sergio Aguayo (El Colegio de México).
Nada fácil la tarea en la megaurbe de 20 millones de habitantes. Pero su gestión marcará inevitablemente un contaste con lo que haga AMLO a nivel nacional y con lo que los morenistas hagan en otros ámbitos como gubernaturas y legislaturas.

Todo es competencia de aquí al 2024, incluso entre morenistas: una competencia interna por ver quién lo hace mejor y una competencia externa ante la tarea crítica de los opositores que promete ser feroz.

Una vez que se propone a un gabinete para gobernar, empieza, como es la tradición en la política mexicana, a hablarse de la sucesión y de hacia dónde iría el gobernante que entrega buenos resultados.

¿Hacia dónde quiere ir Claudia Sheinbaum en el 2024?

Por lo pronto, que se sienta su huella en la CDMX: tiene muy buen equipo, un gobernante será tan fuerte como lo sea su círculo más próximo. Como decimos en Monterrey: echó toda la carne al asador @Claudiashein
rogelio.rios60@gmail.com


domingo, julio 22, 2018

AMLO: una 'caladita'




 Por ROGELIO RÍOS HERRÁN


El sistema político mexicano, al que ahora pertenecen Andrés Manuel López Obrador y su agrupación Morena, le da siempre una “caladita” al ganador de cada elección presidencial: éstas son las reglas, éste es el juego.

Así ha sido con muchos presidentes recién llegados al poder: el sistema los pone a prueba para ver cómo reaccionan, de qué están hechos. No parece, sin embargo, haber tenido AMLO (Presidente casi en funciones) su mejor momento al reaccionar acusando al INE de “mala fe” y “tendencioso” ante la sanción a Morena.

De las multas recientes del Instituto Nacional Electoral a los partidos Morena, PRI y PAN por irregularidades en el manejo de sus finanzas, la que resaltó con mucho fue la de los 197 millones de pesos a Morena por presuntas irregularidades en el manejo de un fideicomiso diseñado para ayudar a los damnificados por sismo del 19 de septiembre pasado. “No hagas cosas buenas que parezcan malas”, dice un popular refrán mexicano.

Recordemos que, al mismo tiempo, al PRI lo sancionaron con 36.5 millones de pesos porque en la época del Gobernador César Duarte le transfirieron a ese partido 14.5 millones de pesos retenidos a empleados y burócratas estatales. Mala jugada, los pescaron.

Para el PAN, también en el mismo evento, la multa fue de 3 millones de pesos debido a que una empresa mercantil impedida de hacer donativos electorales hizo llegar 1.5 millones de pesos a la campaña de Ricardo Anaya a través de tres depósitos en efectivo, de 500 mil pesos cada uno, hechos por personas que se prestaron a la simulación, según concluyó el INE. Malos panaderos: el pan se les quemó en el horno

Recordemos, finalmente, que Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, candidato independiente, fue sancionado por el INE con 739 mil pesos (sanción ratificada por el TEPJF, el Tribunal Electoral) por recurrir a esquemas de financiamiento ilegales y por obligar a funcionarios del Gobierno de Nuevo León a participar en la recolección de firmas en apoyo a su candidatura independiente. No le salió la manganita al “Bronco”.

Si consideramos además los más de 100 asesinatos de candidatos y personas relacionadas con las elecciones a lo largo de los meses de campaña, veremos que las elecciones del 2018 no fueron tan “limpias” como parecían.

Todos los partidos políticos involucrados -y algunos candidatos independientes- jugaron en el límite de lo legal o de plano lo traspasaron.

¿Qué podemos decir al respecto cuando las ilegalidades vienen de adentro del sistema político, es decir, de parte de los mismos participantes que ahora reclaman porque la autoridad electoral saca a la luz sus trapitos sucios?

¿Por qué Morena, PRI, PAN y el Bronco se prestaron a esquemas oscuros de financiamiento, a romper de hecho las reglas del juego?

¿Justifica el triunfo avasallador en las urnas que se haya recurrido, según la investigación del INE (a la cual Morena ya anunció que apelará en el TEPJF), a un verdadero entuerto financiero en el dichoso fideicomiso que nos recuerda lo que sus contrincantes hacían y que incansablemente les criticaba López Obrador? ¿El fin justifica sus medios?
Con la información pública disponible sobre el fideicomiso bajo cuestionamiento de Morena y sobre las actuaciones irregulares de los otros partidos políticos, no hay duda de que nos falta todavía mucho camino por recorrer en términos de la transformación de una cultura política tradicional (la de la opacidad electoral) que se niega a morir. Es verdaderamente decepcionante que todos los actores salgan manchados.

Como ciudadano sin preferencias partidistas, y porque se trata de dinero público, yo espero que el sistema electoral en su conjunto esté a la altura de lo que necesita el país: vigilar, investigar, señalar irregularidades, sustentar las sanciones, dar vista a las autoridades judiciales sobre posibles delitos electorales y aceptar las decisiones del Tribunal Electoral, vengan o no favorables. En el Tribunal se decidirá, no en otra parte, si la acusación del INE está fundada.

Lo demás es retórica desgastante que nada aporta al equilibrio político que México necesita en este momento. AMLO y Morena le deben a la sociedad mexicana una explicación amplia y convincente de los actos que el INE ha señalado y sancionado como irregulares, no una andanada verbal agresiva demeritándolo: que hablen los hechos, no las palabras.

Si el Tribunal Electoral confirma, en efecto, la sanción del INE, una actitud cívica morenista de altura con México sería la de aceptar la resolución judicial, reconocer su error, sancionar internamente a quienes incurrieron en él (no tengo noticia de que hayan iniciado ya una investigación interna), disculparse con el electorado y seguir adelante con la tarea que tienen enfrente: gobernar a México con la mayor credibilidad posible. 

Gobierno para todos

Treinta millones de mexicanos votaron por AMLO y los morenistas no porque los creyeran ángeles impolutos y libres de pecado, sino para que hicieran la diferencia. No los decepcionen con reacciones emocionales.

Aproximadamente 25 millones de mexicanos no votaron por AMLO y Morena, sino por los otros candidatos o anularon sus votos. A ellos (y a los más de 30 millones de electores que se abstuvieron de votar), los va a representar el nuevo Gobierno del cambio. Ya no piensen ni actúen como partido en campaña, sino como nuevo gobierno.

Si los morenistas no son iguales a quienes van a sustituir, es tiempo de probarlo en los hechos: éstas son las reglas, éste es el juego. ¿Acatarán las reglas o tumbarán el tablero? Ésa es la mexicanísima “caladita”.

rogelio.rios60@gmail.com

miércoles, julio 11, 2018

México y USA: una búsqueda eterna



Por Rogelio Ríos Herrán
Me parece útil hacer, como simple observador mexicano, unos apuntes previos a la reunión que el viernes 13 de Julio celebrarán en la CDMX funcionarios norteamericanos del Gobierno del Presidente Trump y el candidato presidencial ganador Andrés Manuel López Obrador y su equipo:
1)    Pueden variar las circunstancias del momento en cada encuentro de alto nivel entre mexicanos y estadounidenses, pero lo que no cambia es la vecindad geográfica que nos obliga a vivir juntos. Lo queramos o no, somos vecinos eternos. Eso nos obliga a buscar a toda costa los puntos de entendimiento mutuo por sobre las diferencias.
2)    No importa quién esté en Los Pinos y en la Casa Blanca, la realidad que enfrentan los gobernantes en turno es sólida como una roca: las economías de ambos países se atraen, son complementarias, se necesitan una a la otra para su sustento y crecimiento.
3)    No menos importante es que los innumerables lazos y cruces que unen a las dos sociedades vecinas no conocen, en verdad, frontera alguna: fluyen naturales, imparables, conflictivos, benévolos, de muchas formas, pero no dejan de fluir. Con muros o sin muros.
4)    A los mexicanos, la historia nos recuerda que nuestro vecino es poderoso y que en épocas anteriores nos ha causado mucho daño. Nuestra idea de soberanía difiere, por tanto, ampliamente de la del vecino en tanto somos la parte más vulnerable de la relación bilateral. Ninguna retórica puede cambiar eso.
5)    La defensa de la soberanía de México se definió desde el siglo 19 como la defensa de su territorio ante las amenazas externas e intervenciones: Estados Unidos, Francia, España, por mencionar algunos casos. Así lo consideran los estudiosos del tema, de ahí se derivan los principios de política exterior defensivos establecidos en la Constitución mexicana.
6)    Son los principios de política exterior estipulados en el Art. 89 los que el Presidente de México debe seguir en la conducción de la política exterior y de los que no debe apartarse, en tanto no se modifiquen, a riesgo de incurrir en una grave irresponsabilidad histórica: no intervención en los asuntos internos de los otros países, autodeterminación de los pueblos, resolución pacífica de controversias, etcétera. Son como una vía del ferrocarril: no hay posibilidad de desviarse.
7)    Creo firmemente que Estados Unidos es hoy, a diferencia del siglo 19, un vecino que nos abre más oportunidades de crecimiento y desarrollo que problemas. Lo digo más allá de quienes están en el Gobierno tanto en Washington como en la CDMX. La vecindad geográfica con la economía más grande del mundo es una ventaja comparativa de valor incalculable para los mexicanos. No está exenta de riesgos y “daños colaterales”, pero compartir una frontera de más de 3 mil kilómetros con Estados Unidos es una montaña de oportunidades si la sabemos aprovechar.
8)    Defender la soberanía mexicana pasa, en el mundo globalizado de hoy, por enfrentar muchas más amenazas externas que la que pudiera plantear un gobierno hostil en Washington. Es el mundo entero el que se transforma, son los efectos globales del cambio climático lo que nos afecta; no dejarán de dominar la escena internacional en las décadas por venir los capitales financieros, las grandes empresas y los inversionistas.
9)    ¿Actualizar los principios de política exterior? ¿Adoptar nuevos principios que den herramientas constitucionales frescas a los nuevos gobiernos en México? Es una discusión que deberíamos tener desde hace décadas, pero que hemos pospuesto. Seguimos siendo un país volcado al interior en el que se relegan, salvo en un sector pequeño de mexicanos, los asuntos internacionales a segundo o tercer término. Desde el exterior se estudia y se sabe más de México que lo que los mexicanos estudiamos y sabemos sobre el mundo, en particular sobre Estados Unidos.
10)  Bienvenidos los encuentros de todo tipo (de cortesía o visitas de Estado) entre funcionarios y gobernantes o futuros gobernantes de Estados Unidos y México. Es en las mesas de negociación (y quizá en las canchas de futbol) en donde mejor se dirimen las diferencias aparentemente irreconciliables. Cara a cara, resulta que el león no es como lo pintan y que no es tan complicado negociar con él. Eso es siempre una buena apuesta. Pero no olvide jamás ningún negociador mexicano que en sus espaldas trae el peso no sólo de su partido o tendencia política, sino de todos los mexicanos, de toda la larga y dolorosa trayectoria de México por afianzar su independencia y su lugar firme entre las naciones del mundo. Suena dramático, es cierto, pero así es: llevamos nuestro pasado a cuestas. ¡Buena suerte!



jueves, julio 05, 2018

Tres cosas de AMLO




Por CRISTINA REYES
COLABORADORA INVITADA

Para muchos mexicanos haberle dado su voto a Andrés Manuel López Obrador (MORENA), Presidente virtual, ha sido su mejor decisión, así como para otros tantos no. Ambas son respetables, pero en mi opinión esa es sólo la decisión que ya se venía venir, la que muchos mexicanos iban a tomar dado el rumbo del país.

Iré al grano sobre las tres cosas que podrían ser ventaja en este nuevo gobierno:

Primero, independientemente de todo lo que se ha dicho y escrito sobre nuestro nuevo Presidente virtual -con todo y comentarios con aires de segregación sobre la ciudadanía que optó por su propuesta que han aflorado en redes sociales-, el hecho es que no fue fácil para él llegar a la Presidencia y menos lo será el cumplir lo dicho en su “eterna campaña”.

Por tanto, haber esperado 18 años para ver cristalizado un sueño que confiamos será el de luchar por una Patria mejor, es algo que tiene a su favor.

Debo reconocer que esto me habla de un gran ejemplo de perseverancia y ahínco. Por tanto, no debe ser tan fácil dejar a un lado las promesas después de conseguir algo que costó tanto.

Habrá errores, sin duda, pero no sería lo mismo cometer errores que olvidarse de lo propuesto (aunque, como en todos los sexenios, lo único que queda es esperar y darle seguimiento a él y a la gente que estará a su alrededor).

En segundo lugar, no obstante ser un personaje cuya lucha social ha sido apreciada y reconocida por gente de diversa clase social y pensamientos (un raro fenómeno en México respecto a una figura política), también se encuentra el contrapeso de la ciudadanía que nunca ha creído en él.

¿Cuál sería la ventaja? Una mayor responsabilidad de cumplirles a todos; sin duda estará más en la mira y será un gobierno que esté bajo la crítica tanto de quienes le dieron su voto como de quienes no.

Tercero, no menos importante es que con el triunfo de un partido que apenas se fundó en 2014, MORENA, los demás partidos se llevaron una gran lección, un balde de agua helada, incluidos los independientes, ya que estarán advertidos de que si no cambian su estructura el pueblo sabrá tomar decisiones.

Los integrantes de MORENA sabrán igualmente que si no hacen las cosas bien y trabajan unidos, el pueblo se dará cuenta: tiene la capacidad para “castigar” con su voto.

La alternancia es saludable y no podemos dejar en manos de un solo partido el poder, como sucedió por muchos años, llámese PRI, PAN, PRD, MORENA o quien sea. Esto ayuda a que los propios partidos acepten sus errores, se sacudan y traten de limpiar el polvo que los ha opacado. La confianza se gana. Acciones como ésta ayudan a superarse en cualquier ámbito.

Quedó demostrado que muchos ciudadanos ya no quieren lonches ni tarjetitas que prometen dinero y otras estrategias de campaña que no les dejan nada perdurable. Lo que añoran es un mejor país, por lo que muchos mexicanos vieron en AMLO una pequeña esperanza válida, pues ¿qué harían sin ella?

Esa esperanza nos mueve todos los días a luchar por algo. Es cierto que cada uno es responsable de salir adelante, pero también que muchas de las exigencias de los ciudadanos no son más que el reclamo de nuestros derechos. 
Merecemos que el pago de nuestros impuestos se utilice en realidad para lo que está destinado: derecho a una educación mejor y para todos (no sólo en una escuela de “paga”), un sistema de salud digno, calles transitables, salir a la calle sin miedo, en fin, tantas cosas que debieran caminar a la par de echarle ganas para lograr una verdadera calidad de vida, estemos en el campo o en la ciudad. ¿Será mucho pedir?

Escrutinio popular

AMLO estará en el escrutinio de un pueblo que ya no es el mismo y que va en camino de madurar en su participación ciudadana, para lo que en gran parte han contribuido, bien o mal, las circunstancias que nos han heredado los pasados gobiernos.

Lo dijo López Obrador en su discurso del 1 de julio: “tengo una ambición personal, trascender como un buen Presidente”. Eso dependerá mucho de él y sus resultados.

Los mexicanos dieron el primer paso a una nueva etapa para México saliendo a votar, independientemente de por quien lo hayan hecho. Lo que resta será historia y mucho dependerá del nuevo gobierno, pero también de nosotros.


La autora es comunicóloga, editora, correctora de estilo y una ciudadana preocupada por México.






lunes, julio 02, 2018

2018: Sin conflicto postelectoral






Por Rogelio Ríos Herrán


La mejor noticia posible sobre la jornada electoral de ayer en México es que no hubo impugnaciones a la ventaja que el candidato de MORENA llevaba sobre los otros contendientes de las coaliciones formadas en torno al PAN y al PRI.

No habrá conflicto postelectoral en la elección presidencial. No tendremos el desgaste político terrible de las elecciones del 2006 y 2012 con su cauda de problemas como la inestabilidad política que México proyectaba en la arena internacional en lo político y lo económico.

Adquiere suma relevancia la aceptación temprana que tanto los candidatos José Antonio Meade y Ricardo Anaya hicieron (antes de las 9 de la noche del domingo en los dos casos) sobre la ventaja irremontable de Andrés Manuel López Obrador en el conteo preliminar de votos. Honor para ellos.

Al hacerlo así, los candidatos derrotados le dieron al sistema electoral y al sistema político la estabilidad necesaria para concluir en unos días más el ciclo electoral actual una vez realizado el conteo de votos. Se prevé que AMLO obtenga más del 50% de los votos, lo cual da idea de cómo se volcaron los votantes a su favor.

No más plantones, ni tribunales electorales abrumados por las denuncias de los candidatos. No más incertidumbre en la opinión pública sobre los ganadores y perdedores: eso se sabe con certeza desde el domingo en la noche.

Llegaron ya los mensajes de felicitaciones y apoyo para el candidato ganador de parte de varios presidentes del Continente Americano: los de Estados Unidos, Colombia, Venezuela, Cuba y Bolivia, por ejemplo, recibidos durante la misma noche del domingo.

El nivel del peso frente al dólar descendió por debajo de los 20 pesos por un dólar americano. Sus variaciones recientes se debían a factores externos a México, pero una jornada electoral conflictiva e impugnada le hubiera acabado de dar el impulso final hacia el abismo (¿recuerdan los pronósticos de 25 pesos por un dólar a estas alturas de la jornada electoral?). No fue así y qué bueno.

El mensaje de México hacia el mundo es claro: los votantes hablaron, el sistema electoral funcionó razonablemente bien, las instituciones aguantaron la tormenta de las campañas y un entorno internacional completamente adverso, por lo que hay un resultado certero y no impugnado sobre la votación del 1 de Julio.

No hablamos de poca cosa, al contrario, es una verdadera hazaña para quien esto escribe. No puedo dejar de recordar los conflictos postelectorales presidenciales del 2006 y 2012, sino el de 1988 tan doloroso y angustiante para el país. Una herida que no cicatriza es una agonía constante en la política.

Pasamos a la siguiente etapa: a la de la transición entre gobierno saliente y el entrante. No estará exenta de riesgos y sobresaltos, pero no afectará a la certidumbre lograda en las elecciones.

Desde hoy mismo, los mexicanos todos, votantes y no votantes, debemos pasar también a la siguiente etapa: ¿seremos ciudadanos activos, exigentes y críticos de nuestros gobernantes? ¿O volveremos, una vez depositado nuestro voto, a la pasividad y el desinterés de siempre en la política?

No hay un saldo blanco por completo en la jornada electoral del 1 de Julio. Hay muchas críticas qué hacer, hubo más de un centenar de candidatos asesinados, gasto excesivo, desinformación y “fake news”, el abstencionismo superó de nueva cuenta el 30%, etcétera.

Ya habrá tiempo de hacer eso. Por lo pronto, demos su justo valor a los que como ciudadanos hemos logrado, pues es una hazaña ciudadana lograda con votos: no más conflictos postelectorales en 2018. ¡Qué alivio! 
rogelio.rios60@gmail.com










Nahuel, fútbol y políticos: adiós “fair play”

  Por Rogelio Ríos Herrán En México, el fútbol precede a la política en el triste arte de no respetar a los demás contendientes, violar las ...