Por Rogelio Ríos Herrán
La mejor noticia posible sobre la jornada electoral de
ayer en México es que no hubo impugnaciones a la ventaja que el candidato de
MORENA llevaba sobre los otros contendientes de las coaliciones formadas en
torno al PAN y al PRI.
No habrá conflicto postelectoral en la elección
presidencial. No tendremos el desgaste político terrible de las elecciones del
2006 y 2012 con su cauda de problemas como la inestabilidad política que México
proyectaba en la arena internacional en lo político y lo económico.
Adquiere suma relevancia la aceptación temprana que
tanto los candidatos José Antonio Meade y Ricardo Anaya hicieron (antes de las
9 de la noche del domingo en los dos casos) sobre la ventaja irremontable de
Andrés Manuel López Obrador en el conteo preliminar de votos. Honor para ellos.
Al hacerlo así, los candidatos derrotados le dieron al
sistema electoral y al sistema político la estabilidad necesaria para concluir en
unos días más el ciclo electoral actual una vez realizado el conteo de votos. Se
prevé que AMLO obtenga más del 50% de los votos, lo cual da idea de cómo se
volcaron los votantes a su favor.
No más plantones, ni tribunales electorales abrumados
por las denuncias de los candidatos. No más incertidumbre en la opinión pública
sobre los ganadores y perdedores: eso se sabe con certeza desde el domingo en
la noche.
Llegaron ya los mensajes de felicitaciones y apoyo
para el candidato ganador de parte de varios presidentes del Continente
Americano: los de Estados Unidos, Colombia, Venezuela, Cuba y Bolivia, por
ejemplo, recibidos durante la misma noche del domingo.
El nivel del peso frente al dólar descendió por debajo
de los 20 pesos por un dólar americano. Sus variaciones recientes se debían a
factores externos a México, pero una jornada electoral conflictiva e impugnada
le hubiera acabado de dar el impulso final hacia el abismo (¿recuerdan los
pronósticos de 25 pesos por un dólar a estas alturas de la jornada electoral?).
No fue así y qué bueno.
El mensaje de México hacia el mundo es claro: los
votantes hablaron, el sistema electoral funcionó razonablemente bien, las
instituciones aguantaron la tormenta de las campañas y un entorno internacional
completamente adverso, por lo que hay un resultado certero y no impugnado sobre
la votación del 1 de Julio.
No hablamos de poca cosa, al contrario, es una
verdadera hazaña para quien esto escribe. No puedo dejar de recordar los
conflictos postelectorales presidenciales del 2006 y 2012, sino el de 1988 tan
doloroso y angustiante para el país. Una herida que no cicatriza es una agonía
constante en la política.
Pasamos a la siguiente etapa: a la de la transición
entre gobierno saliente y el entrante. No estará exenta de riesgos y
sobresaltos, pero no afectará a la certidumbre lograda en las elecciones.
Desde hoy mismo, los mexicanos todos, votantes y no
votantes, debemos pasar también a la siguiente etapa: ¿seremos ciudadanos
activos, exigentes y críticos de nuestros gobernantes? ¿O volveremos, una vez
depositado nuestro voto, a la pasividad y el desinterés de siempre en la
política?
No hay un saldo blanco por completo en la jornada
electoral del 1 de Julio. Hay muchas críticas qué hacer, hubo más de un
centenar de candidatos asesinados, gasto excesivo, desinformación y “fake news”,
el abstencionismo superó de nueva cuenta el 30%, etcétera.
Ya habrá tiempo de hacer eso. Por lo pronto, demos su
justo valor a los que como ciudadanos hemos logrado, pues es una hazaña
ciudadana lograda con votos: no más conflictos postelectorales en 2018. ¡Qué
alivio!
rogelio.rios60@gmail.com
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