miércoles, febrero 28, 2018

2018: ¿Empresas EPR?


 
Fuente: Google.com

Por ROGELIO RÍOS HERRÁN

 Quién sabe, pero la elección presidencial en México podría ser una gran oportunidad para que las empresas mexicanas, el sector empresarial y sus organismos representativos, asuman explícitamente su papel como el factor político que son y añadan a sus certificaciones una que ya resulta inaplazable: proponerse como Empresa Políticamente Responsable.

No solamente una ESR (Empresa Socialmente Responsable) sino además una EPR (que implica asumir sus responsabilidades políticas y cívicas). Si la empresa ya reconoce su impacto en el medio ambiente y en la sociedad en la que se desenvuelve, el siguiente paso natural es reconocer que su actividad generadora de capital y empleo juega un papel decisivo en la construcción de comunidades con un tejido social fuerte e instituciones y gobiernos sólidos que las hagan sentirse bien representadas y gobernadas.

No se trata de que las empresas o los empresarios poderosos quiten o pongan gobernantes o que se coludan, en casos lamentables, con autoridades corruptas para hacer negocios ilícitos. Todo lo contrario, el rol político de la empresa en una comunidad, bien asumido, puede ser un factor de impulso a la democracia, a la transparencia y rendición de cuentas y a las mejores prácticas de gobierno.

Pasar de una actuación en segundo plano, en lo oscuro a veces, o sustentada únicamente en relaciones personales inestables entre empresarios y políticos a una relación moderna entre empresa y política -a nivel de organizaciones más que de personas- sería la gran aportación de la empresa mexicana a la construcción de un país más democrático y mejor gobernado.

Todos hemos escuchado, a nivel de mesas de café, las leyendas de cómo grandes empresarios apoyan a varios candidatos a la vez con la esperanza de que lo que pierdan con los derrotados lo recuperen con el ganador; sin preferencias ideológicas ni perspectiva política, solamente el ojo del inversionista aplicado al mercado político.

Si esto fue cierto, en algún momento, es tiempo de enviarlo al baúl del olvido. Se trata de una práctica primitiva, premoderna y contraria a los intereses de todos, incluso de quienes lo hacen, pues ¿qué buen gobierno puede salir de ese tipo de arreglos?

Asumirse y comportarse con responsabilidad en la política nacional le daría a la empresa -por sí misma o a través de sus organizaciones- una voz legítima y representatividad plena ante gobernantes e instituciones. Con ello tendría la posibilidad de incidir positivamente en la formulación de políticas públicas de consenso con gobernantes y legisladores.

Proponer valores cívicos como la transparencia, la honestidad de funcionarios y empresarios como antídoto contra la corrupción, la rendición de cuentas, la gobernanza sustentada en conocimientos y procedimientos modernos que sigan las mejores prácticas de otras naciones, es una manera de defender la democracia mexicana amenazada por prácticas viciosas.

Instalar a la empresa mexicana como un actor político responsable, propositivo, alejado de los dañinos extremos políticos e ideológicos, equilibrante y no disruptivo, conciliador y no impositivo, sería la esencia de ser EPR: la empresa que aporta a la comunidad no sólo su capital y su capacidad de crear empleo y beneficiar a su comunidad, sino su capital político (basado en su prestigio y en su rechazo a la corrupción) para fomentar un mejor gobierno que nos beneficie a todos.

Sería raro que los partidos políticos, gobernantes o legisladores ignoraran ese llamado empresarial. No concibo que desde el nivel municipal, los gobernadores y hasta el Presidente de la República permanecieran indiferentes a un activismo cívico empresarial orientado a la lucha anticorrupción, por ejemplo, a las elecciones limpias, a la procuración de justicia eficiente y que estuviera además sustentado en valores políticos del centro -no de izquierda o de derecha, para usar las referencias tradicionales- compartidos por todos los mexicanos: que se apliquen las leyes, que se destierre la corrupción y la ineptitud en los gobiernos, que el Congreso trabaje en beneficio de la nación, no de los intereses partidistas, etc.

Comparto la atinada observación de Antonio Ocaranza Fernández, consultor de empresas especializado en reputación corporativa: “Las empresas deben verse como un actor político y desarrollar planes que les permitan enfrentar escenarios que aseguren su capacidad de operar y continuar creciendo después de las elecciones del 1 de julio” (en “Tu empresa está en riesgo en el 2018”, elfinanciero.com, 23 de febrero del 2018).

La elección presidencial del 2018 en México no pinta nada bien, podría tener escenarios de inestabilidad y violencia. Nadie puede permanecer indiferente ante eso, mucho menos la empresa mexicana que tiene un papel clave en la economía y podría ser, si se decide, un actor políticamente responsable en nuestra vida pública, una EPR que haga contrapeso a las irresponsabilidades de otros actores públicos. Así lo esperamos.

rogelio.rios60@gmail.com


martes, febrero 13, 2018

Plataformas 2018: ¿para qué sirven?

Fuente: Google.com

Por ROGELIO RÍOS HERRÁN

En este año electoral me mueve un optimismo particular: ¿será ésta una elección general en que se debatan más las ideas que las personas? Llámenme ingenuo, pero a eso aspiro, a tener un debate público de alto nivel sustentado en propuestas más que en habilidades y señalamientos personales.

Hasta ahora, sin embargo, no se justifica mi optimismo. En las precampañas recién finalizadas, todo fue tirarse lodo entre los candidatos, llamarse por sus nombres, denigrarse e insultarse.

Es una lástima que eso suceda porque cuando uno se da a la tarea de revisar las plataformas electorales de los actores políticos participantes en la elección, sorprende encontrarse buenos diagnósticos de la situación del país, argumentos sustentados y propuestas interesantes y factibles para solucionar los problemas nacionales.

Si se tienen argumentos, visión y propuestas, ¿por qué no las usan los candidatos para difundirlas y seducir a la ciudadanía? ¿Son ignoradas deliberadamente o de plano ni siquiera las han leído?

Me consta que, por lo menos en un caso, a la elaboración de una plataforma le antecedió una labor de meses en la que especialistas y personas preparadas trabajaron desinteresadamente para plasmar su diagnóstico y sus propuestas para aliviar las penas de los mexicanos.

Hasta ahora, sin embargo, no veo que su candidato recurra a la plataforma en su día a día al opinar en el foro público, pues más bien emplea su tiempo y energías en defenderse y atacar a sus rivales en intercambios verbales que dan las notas de color a los medios de comunicación, pues a veces su pleito es con los periodistas o columnistas. Del fondo del asunto, de las propuestas e ideas, nada de nada.

¿Se guardarán todos esos análisis y propuestas en los cajones hasta que una vez definido un ganador en la contienda presidencial se rescaten para ser utilizados? ¿O son nada más el cumplimiento de un requisito ante el INE, pues todos los actores políticos están obligados a registrar una plataforma electoral ante el organismo?

Así fue el caso con todos los precandidatos: tengo una plataforma, pero me guardo de comentar sobre ella, parecían decirnos con sus actitudes. Si cambiará o no esa situación en la intercampaña y ya en plena campaña, no lo sabemos de cierto.

No todo en una contienda electoral son ideas y debate civilizado, hay que reconocerlo. Pero, en el otro extremo, consumir las campañas en ataques personales y en intercambios viscerales es un desperdicio de nuestro tiempo y dinero (los ciudadanos pagamos todo el baile, como dirían en el rancho) y es lo que menos necesita la nación para atacar los problemas que la aquejan.

Me daré a la tarea en las próximas colaboraciones de analizar algunos puntos de las plataformas de los partidos y alianzas que me interesan particularmente: la política exterior, la relación México-Estados Unidos, la reforma energética, la visión de los derechos humanos y el papel que se le otorga al ciudadano en los asuntos públicos: participación, discriminación, equidad de género, personas desaparecidas o desplazadas por el crimen organizado.

Así podré llenar mi afán de lector de plataformas. Algo bueno encontraré en ellas.

rogelio.rios60@gmail.com




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