jueves, noviembre 21, 2013

El 'smog' y la corrupción

 
Fuente: www.portafolio.co.
 Por Rogelio Ríos Herrán

Es curioso, pero de la misma manera que sentimos casi a diario que el aire que respiramos en nuestra Sultana del Norte está cargado de polvo, olores y mónoxido de carbono de las emisiones de los automóviles, al punto que se torna irrespirable, así también percibimos el clima político mexicano en estos días de fines de Noviembre.

No importa el nivel de análisis, desde lo local hasta lo estatal y nacional e incluso en los asuntos que trascienden fronteras, el aire se vuelve, literalmente, asfixiante para los ciudadanos comunes.

El espectáculo de lo que es la arena pública, un eufemismo elegante para referirse a la lucha libre política, tal vez no sea ni más ni menos edificante que en otros momentos, pero en ésta época en particular nos lleva a los límites del hartazgo.

Se combinan entre los ciudadanos, situados en el último eslabón de la cadena alimenticia electoral, circunstancias personales y de calendario, pues el fin de año nos vuelve nostálgicos de los momentos dorados, además de que parece caernos encima, y de golpe, el estrés y las fatigas de todo el año de andar afanosamente “correteando la chuleta”, para decirlo llanamente.

Pero no sólo es eso, sino algo más: de veras, la clase política mexicana se esmera en alcanzar niveles de degradación cada vez más bajos y los escándalos de corrupción, las negociaciones truculentas y las declaraciones altisonantes se suceden sin freno, como si eso llenara por completo el hambre de vida pública que padecemos los mexicanos, pero de vida pública de altura, no de arrabal.

Es tan profundo el impacto de los personajes y los actos nocivos de la política mexicana que opacan casi por completo a aquel sector político que trabaja correctamente y empujado por un genuino interés en los asuntos públicos –no para enriquecerse groseramente- , realmente, la última muralla con la que contamos los ciudadanos para evitar el derrumbe total del escenario político y con ello de nuestras expectativas de alcanzar a vivir en una democracia que funcione, y que no sea sólo de membrete.

Gobernadores, alcaldes, diputados, funcionarios federales, estatales y municipales, todos ellos protagonizan escándalos y exhiben malas prácticas de gobierno que en verdad dan pavor por el nivel tan bajo y pedestre de sus motivaciones públicas. Si no aspiran esos malos políticos a otra cosa que no sea enriquecerse a manos llenas, si no hay en ellos un rastro ya de dignidad y de vocación de servicio, ¿qué nos espera a los mexicanos?

Transcurrida casi década y media de este siglo 21, aún tengo fresco en la memoria el ambiente de altas esperanzas y enormes expectativas que para la democracia representaba la alternancia política, en el año 2000, con la llegada de la Oposición panista a la Presidencia de la República, los rostros iluminados por el entusiasmo, las visiones idílicas del inminente fin de la añeja corrupción mexicana.

Sueños que no se cumplieron probaron ser, al final, muchos de ellos. En el final del año 2013 así se percibe, en particular, entre la generación de mexicanos menores de 25 años a quienes, en su mayoría, poco parece atraerles e importarles la política, opinar y participar en la vida pública, o por lo menos informarse de manera suficiente y útil sobre lo que sucede en su comunidad, ya no digamos en México o en el mundo.

¿Quién puede culparlos o reprocharles su actitud? Nadie de mi generación, ciertamente, quienes les hemos dejado una democracia limitada y que parece existir sólo en el papel, y un país en donde la corrupción no sufrió en la última década ni un rasguño a como se ha practicado ancestralmente.

Las prácticas corruptas siguen siendo, al final, el gran obstáculo al crecimiento de México como democracia moderna y como economía competitiva. No olvidemos eso en el 2014, mientras seguimos adelante en el trajinar de nuestras vidas, pero no dejemos de creer en la democracia posible en México, a pesar del “smog” político, luchemos duro por ella y porque los jóvenes tomen la estafeta del cambio político en nuestro país: es su turno.

@rogeliux


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