lunes, marzo 11, 2013

Un nuevo Papa ¿en español?




 

Por Rogelio Ríos Herrán


Que el mundo se mantenga en vilo, no sólo entre la población que profesa el catolicismo, respecto al inicio del Cónclave vaticano del cual surgirá el nuevo Papa que suceda a Benedicto XVI, es una muestra del peso continuo de la Iglesia católica y su representante terrenal, el Estado del Vaticano, en el escenario político internacional.

Brasil y México, en América Latina, las naciones con mayor población católica del continente, siguen con ansiedad la posibilidad de que entre los Papabili se destaque la figura de algún cardenal latinoamericano, entre ellos, el argentino Bergoglio o el brasileño Scherer, incluso el cardenal mexicano Francisco Robles Ortega, quien ha sido mencionado entre los posibles sucesores de San Pedro.

No es una ansiedad que se limite a la esfera espiritual; por el contrario, sus repercusiones políticas terrenales nos llevan al terreno de los escenarios posibles que se abrirían si la elección de un nuevo Papa recae en una figura europea, latinoamericana, asiática o africana.

Es una tendencia conocida que el crecimiento de la población católica se da en países de economías emergentes, mientras que en los países desarrollados sucede lo contrario, ligado además con sus tendencias poblacionales estancadas o decrecientes y el envejecimiento de sus poblaciones.

La sangre joven del catolicismo se encuentra en América Latina, en algunos países africanos o en las densamente pobladas Filipinas en donde destaca la carismática figura del Cardenal Luis Antonio Tagle.

Cifras recientes difundidas por El Vaticano indican que la población católica a nivel mundial creció en 1.3 por ciento entre 2009 y 2010, al pasar de mil 181 millones a mil 196 millones de católicos, de acuerdo con el Anuario Pontificio 2012 que recogió cifras de las 2 mil 966 circunscripciones con que cuenta la Iglesia católica, según la agencia EFE.

El 28 por ciento de la población católica mundial corresponde a América del Sur, mientras que Europa sigue viendo una declinación que la lleva al 23 por ciento.

El nombramiento de 15 prelados nuevos en el Continente Americano en el 2010 ayudó a elevar el número de obispos en el mundo a la cifra de 5 mil 104.

Filipinas cuenta con 72 millones de católicos aproximadamente, lo que la coloca sólo después de Brasil y México como los países con mayor población católica y ciertamente como el país de Asia con mayor número de creyentes católicos, según datos de Wikipedia (ver como Iglesia católica en Filipinas).

Tres países en desarrollo aportan un gran número de católicos en el mundo, pero se trata de naciones que no son grandes potencias, ni mucho menos, en la arena internacional. Muy probablemente no verán reflejados sus anhelos -a pesar de tener candidatos idóneos al Pontificado- de contar en El Vaticano con un Papa de los suyos, uno que refleje las nuevas realidades de la distribución geográfica de la Iglesia católica.

En cualquier caso, sea que resulte un Papa italiano, como se espera, o procedente de Europa en general, la tarea del nuevo Pontífice será en buena medida la de integrar a los católicos brasileños, mexicanos y filipinos en una Iglesia de la cual se sientan verdaderamente parte de ella, en la cual su voz y su voto sea atendido y escuchado, y que dé respuesta a las inquietudes y cuestionamientos de sus millones de católicos jóvenes latinoamericanos y asiáticos que tienen muchas cosas que preguntarle al Papa sobre los problemas que afectan sus formas de vida.

Veremos entonces si el humo blanco que señale al nuevo Pontífice será uno que anuncie a un Papa que hable español, portugués o tagalo, uno que provenga del tercer mundo, un Papa del siglo 21.

 

1 comentario:

Bruno Ríos dijo...

Interesante como siempre, querido Roger. El nuevo Papa no solamente tiene que responderle a la comunidad católica, a los fieles y creyentes, sino que tiene que responder a las necesidades de un estado que se ha quedado caduco con el tiempo. Ojalá que este nuevo papa del que habla tenga, por lo menos, algo de decencia para aceptar los grandes problemas de una institución que sigue arrastrando sus condenas por siglos. Un abrazo, siempre un placer leerte.

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