Por Rogelio Ríos
Herrán
Que el mundo se
mantenga en vilo, no sólo entre la población que profesa el catolicismo,
respecto al inicio del Cónclave vaticano del cual surgirá el nuevo Papa que
suceda a Benedicto XVI, es una muestra del peso continuo de la Iglesia católica
y su representante terrenal, el Estado del Vaticano, en el escenario político
internacional.
Brasil y México, en
América Latina, las naciones con mayor población católica del continente,
siguen con ansiedad la posibilidad de que entre los Papabili se destaque la
figura de algún cardenal latinoamericano, entre ellos, el argentino Bergoglio o
el brasileño Scherer, incluso el cardenal mexicano Francisco Robles Ortega,
quien ha sido mencionado entre los posibles sucesores de San Pedro.
No es una ansiedad
que se limite a la esfera espiritual; por el contrario, sus repercusiones
políticas terrenales nos llevan al terreno de los escenarios posibles que se
abrirían si la elección de un nuevo Papa recae en una figura europea,
latinoamericana, asiática o africana.
Es una tendencia conocida
que el crecimiento de la población católica se da en países de economías
emergentes, mientras que en los países desarrollados sucede lo contrario,
ligado además con sus tendencias poblacionales estancadas o decrecientes y el
envejecimiento de sus poblaciones.
La sangre joven del
catolicismo se encuentra en América Latina, en algunos países africanos o en
las densamente pobladas Filipinas en donde destaca la carismática figura del Cardenal
Luis Antonio Tagle.
Cifras recientes
difundidas por El Vaticano indican que la población católica a nivel mundial
creció en 1.3 por ciento entre 2009 y 2010, al pasar de mil 181 millones a mil
196 millones de católicos, de acuerdo con el Anuario Pontificio 2012 que
recogió cifras de las 2 mil 966 circunscripciones con que cuenta la Iglesia
católica, según la agencia EFE.
El 28 por ciento de
la población católica mundial corresponde a América del Sur, mientras que Europa
sigue viendo una declinación que la lleva al 23 por ciento.
El nombramiento de
15 prelados nuevos en el Continente Americano en el 2010 ayudó a elevar el
número de obispos en el mundo a la cifra de 5 mil 104.
Filipinas cuenta
con 72 millones de católicos aproximadamente, lo que la coloca sólo después de
Brasil y México como los países con mayor población católica y ciertamente como
el país de Asia con mayor número de creyentes católicos, según datos de
Wikipedia (ver como Iglesia católica en Filipinas).
Tres países en
desarrollo aportan un gran número de católicos en el mundo, pero se trata de
naciones que no son grandes potencias, ni mucho menos, en la arena
internacional. Muy probablemente no verán reflejados sus anhelos -a pesar de
tener candidatos idóneos al Pontificado- de contar en El Vaticano con un
Papa de los suyos, uno que refleje las nuevas realidades de la distribución
geográfica de la Iglesia católica.
En cualquier caso,
sea que resulte un Papa italiano, como se espera, o procedente de Europa en
general, la tarea del nuevo Pontífice será en buena medida la de integrar a los
católicos brasileños, mexicanos y filipinos en una Iglesia de la cual se
sientan verdaderamente parte de ella, en la cual su voz y su voto sea atendido y escuchado,
y que dé respuesta a las inquietudes y cuestionamientos de sus millones de
católicos jóvenes latinoamericanos y asiáticos que tienen muchas cosas que
preguntarle al Papa sobre los problemas que afectan sus formas de vida.
Veremos entonces si
el humo blanco que señale al nuevo Pontífice será uno que anuncie a un Papa
que hable español, portugués o tagalo, uno que provenga del tercer mundo, un Papa del siglo 21.
1 comentario:
Interesante como siempre, querido Roger. El nuevo Papa no solamente tiene que responderle a la comunidad católica, a los fieles y creyentes, sino que tiene que responder a las necesidades de un estado que se ha quedado caduco con el tiempo. Ojalá que este nuevo papa del que habla tenga, por lo menos, algo de decencia para aceptar los grandes problemas de una institución que sigue arrastrando sus condenas por siglos. Un abrazo, siempre un placer leerte.
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