Por ROGELIO RÍOS HERRÁN
Si alguien resulta el “ganador” del debate de hoy
organizado por el Instituto Nacional Electoral, el perdedor será México. Si el
resultado es que la agresividad o el carácter de un candidato se impone sobre
los demás, les arrebata la palabra y los pone en ridículo, el perdedor será
México. Si “gana” una persona en esta reunión, pierden las propuestas, se
opacan las ideas. Si gana la fuerza, pierde la razón. Así de simple.
Cuando escuchamos a mercadólogos de la política (no
todos, todavía hay gente seria) que se frotan las manos ante la posibilidad de
convertir el debate en una pelea de box y que aconsejan públicamente a los
candidatos “noquear”, “tirarse a la yugular”, “ser agresivo desde el principio”
con quien va adelante en las encuestas, nos damos cuenta que para ellos -y
muchos otros más- es el caos y la confrontación violenta lo que alimenta sus
bolsillos y sus egos. No les conviene que eso se termine.
¿Quieren declarar un “ganador” para los titulares de
los noticieros y para el prestigio -o desprestigio- de los encuestólogos? No
hay problema, sugiero al puntero en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador,
en un gesto conciliatorio, que le levante la mano en señal de victoria a
cualquiera de los otros candidatos desde antes de comenzar a discutir. Resuelto
el problema del “ganador”, satisfecha la multitud en el Coliseo romano,
entonces todos se pueden poner a debatir en serio.
Si el tema del debate es la política, es mejor que los
debatientes pongan su atención en los problemas de la frágil democracia
mexicana que está a punto de naufragar. Discutan, sí, pero no sobre ellos
mismos, sino sobre el amplio repudio que han generado las instituciones, el
Presidente, los diputados, los partidos políticos, los jueces y magistrados entre
la población mexicana.
Entiendan que es a todos, López Obrador, Anaya, Meade,
Zavala y Rodríguez, a quienes los van a “noquear” los ciudadanos si no dan la
talla de seriedad y profesionalismo que como políticos están obligados a tener
si quieren parecer Presidenciales.
A quienes tengan pensado desplegar hoy sus mejores
armas de agresividad, firmeza de carácter, capacidad de levantar la voz y
acusar con el dedo flamígero, les decimos los ciudadanos que esas mismas
cualidades de bravura y coraje debieron mostrarlas cuando tuvieron la
oportunidad en el Gabinete presidencial, el Congreso de la Unión, como Primera
Dama en Los Pinos, en el Gobierno de la CDMX o como Gobernador de Nuevo León,
¿lo hicieron ahí? Si no, ¿cómo quieren ser Presidentes?
Ese récord de peleas ganadas y perdidas, para seguir
hablando de box, dice más por todos los aspirantes presidenciales que cualquier
actuación de bravura fingida en el debate de hoy. No busquen ganar el Oscar,
señores, sino ganar los votos.
Noquear es una estrategia equivocada que no servirá de
nada a nadie, pues noqueador y noqueados quedarán todos desprestigiados a los
ojos de los mexicanos: “Mmta, ¿Para eso se juntaron a debatir?”, va a decir la
gente al final del evento.
Persuadir de que la propuesta de nación que cada uno
trae es la mejor, argumentar sobre las necesidades políticas de México
(instituciones débiles, representación fallida, nula rendición de cuentas,
inseguridad y corrupción en ascenso como señala el reciente informe de la CNDH
2017), mostrar dominio de lo que se dice, exhibir claridad en la visión que se
propone. A eso nos referimos.
Persuadir es “conseguir con razones y argumentos que
una persona actúe o piense de un modo determinado”, define el diccionario. Si
alguien lleva puestos sus guantes de box para el debate de hoy para imponerse a
toda costa, que le levanten la mano de “ganador” en el arranque, que se los quite y que
todos se pongan a debatir como la gente de razón.
Persuadir, persuadir, persuadir: ¡México ya no aguanta más nocauts!
rogelio.rios60@gmail.com
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