Por ROGELIO RÍOS HERRÁN
Aun después de tantos años de ser un observador de las
luchas sociales y analista de la política, no deja de sorprenderme que la
discusión sobre la persona de Andrés Manuel López Obrador (si es esto o aquello,
si fue y vino, si tiene o no tiene, si robó o es honesto), se coma a los temas
que deben ser realmente importantes en una campaña electoral, por ejemplo, la
desigualdad del ingreso, la pobreza, la debilidad de las instituciones, los
feminicidios, la falta de juego limpio en la política y las elecciones, el
nuevo aeropuerto en la CDMX, las amenazas de Donald Trump a México, etcétera.
Volteo hacia los otros candidatos a la Presidencia y casi
no escucho de ellos más que señalamientos a AMLO (candidato de Morena en la coalición
Juntos Haremos Historia), su temperamento y su vida privada, además de la
guerra sucia que en las redes sociales y algunos medios parece haberse desatado
sin freno tratando de denigrarlo como en campañas anteriores.
¿No tienen los candidatos contendientes contra López
Obrador algo propio qué decir sobre los problemas de México? ¿Alguien cree
todavía que en las redes sociales las cosas negativas surgen de manera
espontánea, cuando se sabe que hay manipuladores profesionales atrás de cada
campaña de desprestigio contra algún candidato? ¿Se benefician realmente los
mexicanos de medios de comunicación veraces e imparciales o siguen sufriendo la
vieja práctica de “seguir línea” de muchos medios y periodistas?
No puede haber una campaña electoral de altura cuando
toda la pólvora se gasta en infiernitos sobre la personalidad de uno u otro
candidato. Por el lado de Morena y la coalición Juntos Haremos Historia hay una
plataforma con base a un proyecto de nación redactado por -me consta- especialistas
de gran nivel.
Sobre eso y las plataformas de otros candidatos se
debe discutir: cómo se diagnostican los problemas nacionales, qué soluciones se
proponen, cómo se van a implementar esas soluciones.
A Ricardo Anaya, por ejemplo, se le echó encima el
sistema para tratar de bajarlo de la contienda como candidato de la coalición Por
México al Frente. AMLO conoce bien esa táctica porque la ha sufrido en carne
propia, según sus propias palabras. No es ésa la manera de derrotar a nadie,
Anaya merece competir en un terreno parejo y limpio como López Obrador, José Antonio
Meade y Margarita Zavala, hay que dejar que los ciudadanos decidan.
Sobre el caso de “El Bronco”, pues será él quien
enfrente en las urnas (como ya le están cobrando los nuevoleoneses con su
repudio) lo que ha hecho con apoyo de la polémica decisión del TEPJF con que
avaló sus firmas dudosas.
Por eso debemos movernos al terreno de los problemas y
dejar atrás el de las personas. Lo que sigue
es trascendental para México: la defensa del voto que se encuentra amenazado
por quienes no quieren -desde el poder o fuera de él- dejar al descubierto la
corrupción rampante.
Una nueva forma de que “se caiga el sistema” en la
votación, como ocurrió en 1988, sería un retroceso grave para nuestro país, sería
como llevarlo a la etapa anterior a 1968 cuando las protestas estudiantiles
sacudieron al Gobierno, el cual respondió con fuego y sangre, ¿acaso no
respondería con igual mano dura en 2018?
Hablemos más de cómo defender a la democracia y menos del
“Peje”. Anaya y “El Bronco”. Hablemos del fin de la corrupción y la impunidad
que se encuentra a la distancia de nuestros votos, no de dimes y diretes entre
candidatos.
Hablemos de proyectos de nación, no de si un candidato
es joven o viejo, flaco o gordo, rico o pobre, pelón o melenudo, corrupto u
honrado. La gente ya no quiere oír chismes de lavadero, sino saber cómo se va a
sacar a México de la economía estancada, de los cientos de miles de muertos y
desaparecidos, de la pobreza material y espiritual, de las amenazas de Trump.
Hay mucho de qué hablar si se usan la inteligencia y
la buena fe en lugar de la insidia y la mala fe. Una elección envenenada por la
manipulación propagandística que derive en decisiones equivocadas sería la peor
tragedia para los mexicanos.
Vivimos una hora crítica, podemos decir que la
democracia mexicana se juega su futuro. De eso hablemos, de lo importante. Lo
demás hay que dejárselo a los lobos hambrientos de poder e impunidad. Ya no
tendrán cabida en el nuevo país que podemos formar con nuestro voto por el
mejor proyecto de nación a partir del 1 de julio. Nunca más.
rogelio.rios60@gmail.com
2 comentarios:
Bravo!
Muchas gracias!
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