domingo, diciembre 31, 2023

Bye, bye, año 2023

 


Por Rogelio Ríos Herrán 

Más que nostalgia por los últimos 365 días transcurridos, me invade el gozo de saber que el año 2023 se acaba, al fin, y me da oportunidad de reflexionar a botepronto sobre algunas cosas que lo describen, desde mi personal punto de vista: 

  1. La Inteligencia Artificial (IA) se desplegó con intensidad en este año que termina, si bien con más confusión que claridad sobre sus alcances y limitaciones. No importa. Ya no nos libraremos nunca de la IA y, en mi calidad de nativo no digital de +60 años, la acepto como herramienta de trabajo, no como sustituto. No la dejaré que me robe la alegría de pensar y escribir por mi cuenta, en el teclado o de mi puño y letra; a ningún robot le permitiré eso. 

  2.  No logramos recuperarnos por completo como comunidad de la pandemia de Covid 19 en uno de sus efectos más perniciosos: la interacción personal y el contacto presencial. No me refiero a reuniones sociales y fiestas, sino a la conexión más profunda que surge en los entornos profesionales y los personales cuando las personas nos abrimos a la colaboración en equipo, al esfuerzo común o la posibilidad de enamorarnos o hacer nuevos amigos. Tal vez demasiados encierros y sesiones de Zoom nos han dejado una huella difícil de borrar, pero yo percibo la dificultad de conocer realmente a alguien o de que nos conozcan cabalmente. 

  3. Se va el año 2023 con otro aspecto negativo: yo lo considero como un escalón más en la degradación del diálogo público entre los mexicanos sobre los problemas del país. Sumergidos cada vez más en la incapacidad de escuchar al otro y comunicarnos con argumentos, no con insultos, en el espacio de la opinión pública se instaló la intolerancia y la estupidez: “polarizar es comunicar”, gritan algunos despistados que de esa manera tratan de disimular sus carencias intelectuales. 

  4. Por cierto, estoy a punto de depurar a fondo mis redes sociales. Entré a Twitter (hoy X) en 2009, por ejemplo, y estaba satisfecho con la utilidad de esa red, pero de unos pocos años a la fecha percibí en ella la prevalencia de señales de intolerancia en el diálogo: descalificaciones tajantes, insultos, retuits de información falsa o de veracidad dudosa, demostraciones abiertas del lenguaje de odio. La situación no ha cambiado con el nuevo dueño, Elon Musk, ni con la modificación del nombre. Creo que en enero del año nuevo cancelaré mi cuenta, con la pena. 

  5. Otras redes como YouTube, Facebook e Instagram las mantendré, pero con reservas: borrar toda información personal, tomar precauciones contra el hackeo de identidades, utilizar todos los filtros posibles para defenderme de la manipulación de la información susceptible de florecer en esas redes. Llevo más de una década en cada una de ellas, pero no las dejaré. 

  6. Mi experiencia de inicio en el ciberespacio fue con un blog que data del año 2006 y todavía conservo: Mirada al Mundo (www.rogeliorios.blogspot.com), lo cual es más cercano a mi experiencia no virtual como columnista de periódicos que armaba sus artículos en una Olivetti Lettera 32 portátil. El blog tiene un encanto propio, un espacio compartido con buenos lectores, y una dignidad editorial que no tienen las otras redes sociales.     

  7. Yo no sé ustedes, pero por lo menos en mi ciudad (Monterrey, Nuevo León, México), fue en el 2023 cuando me di cuenta de que los problemas de tráfico vehicular y contaminación del aire no eran episodios anecdóticos ni pasajeros: llegaron para quedarse, se instalaron como una nueva normalidad y serán, en adelante, compañeros inseparables de los regiomontanos. Adiós a la ciudad idílica de hace 50 años, adiós a costumbres, maneras de hablar y la cocina tradicional (el consumo de cabrito, por ejemplo, va a la baja), Monterrey es hoy, para bien y para mal, una ciudad transformada por la industrialización y la globalización. Mejor así, pienso a veces, para que mi generación no se sienta como prisionera del tiempo pasado. 

  8. Durante el año que finaliza, tuve oportunidad de platicar con muy buenos amigos venezolanos y estadounidenses que residen en el exterior y de compartir una preocupación común por varias cosas: entender qué pasa en el mundo, cuáles son las tendencias de la política internacional, la distorsión de la comunicación, las guerras tan cruentas como en la Edad Media y, en mi caso, saber cómo veían a México. El saldo no es positivo para la imagen de nuestro país en el exterior, cosa en la que yo no puedo influir ni mucho menos controlar, pero que me llena de pesar. 

Finalmente, les agradezco a todos ustedes que tienen la paciencia de asomarse a mis opiniones en cualquiera de las redes sociales, intercambiar comentarios, debatir con argumentos. Saber que me dedican una parte de su tiempo en un día cualquiera es el mejor regalo para mi trabajo de analista y periodista de opinión. Muchas gracias por su apoyo en 2023 que me permitió crecer en todos los sentidos. 

Y bueno, como optimista incurable, yo creo que el año 2024 nos traerá cosas buenas en lo personal y algún alivio al mundo en general.  

¡Feliz Año Nuevo! 

No hay comentarios.:

Anabel desnuda al Rey AMLO

  Por Rogelio Ríos Herrán  Como periodista de opinión quiero comentar el libro de Anabel Hernández, periodista de investigación, y lo resum...