viernes, abril 03, 2009

Gracias, Torre Eiffel



Por Rogelio Ríos Herrán



Celebrar desde México el 120 aniversario de la Torre Eiffel el 31 de marzo pasado es válido por lo que tiene de francés y de universal el monumento a la Revolución Francesa levantado por Gustav Eiffel.


“Igualdad, fraternidad, libertad” nos legaron los revolucionarios franceses del siglo 18, valores compartidos por la humanidad no obstante que persiste en nuestro mundo el autoritarismo y el desprecio por las libertades humanas.


La Torre Eiffel nos legaron los visionarios franceses del siglo 19 que, venciendo las críticas de su época (Paul Verlaine, por ejemplo, calificó despectivamente de “esqueleto de atalaya” a la Torre; Guy de Maupassant la llamó “pirámide alta y flaca de escalas de hierro”), levantaron en honor de su Revolución y para su inspiración perdurara para siempre, una incomparable maravilla arquitectónica.


La visito con frecuencia en viajes por el Google Earth y celebro el honor de haber posado un pie en ella, como tantos viajeros cuya expectación de llegar a París reside, en buena medida, en llenarse los ojos y el alma con la Torre Eiffel, divisarla desde lejos como si en el horizonte apareciera una estrella de la irrefrenable imaginación y tenacidad del hombre.


Una estrella que no es fugaz por cierto, y que requirió, nos informa EL PAIS, de unas 60 toneladas de pintura (“castaño Torre Eiffel” es el tono), para decorar 250 mil metros cuadrados de vigas.


Una estrella de Belén que trajo a 6.9 millones de visitantes en 2008, 75 por ciento de los cuales provenían de fuera de Francia.


Es la Torre Eiffel la que bien vale una misa. Desde su cima, con el Río Sena a sus pies, el observador comprende por qué la grandeza humana reside en sus obras buenas, magníficas y enhiestas por sobre la miseria de la condición humana que la encadena.


Dentro del conjunto de los monumentos europeos, la Torre Eiffel es mucho más que un rasgo arquitectónico de París para el solaz de los visitantes y turistas, al concentrar en su estructura la resistencia del espíritu francés a adversidades como la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial, y su fidelidad a las libertades políticas del hombre, anhelo no siempre bien cumplido por los gobernantes franceses.


Cuando un mexicano conoce la Torre Eiffel no se siente extraño ante la magnitud de sus dimensiones ni ante la admiración compartida universalmente que suscita. Sabe que puede verse reflejada en ella, sin ser francés, en cuanto su mensaje de invencibilidad del espíritu lo hace suyo y lo lleva consigo de regreso a su patria.


Es aquí, en el México de hoy que sufre el asedio a sus ciudadanos y sus libertades y cuando la vida humana y sus ideas de progreso y libertad parecen valer cada día menos, en donde el simbolismo de la Torre Eiffel cobra un significado con sabor mexicano: nos eleva a las alturas por encima de nuestras tribulaciones, nos da esperanza de que no estamos solos en el mundo.


No en las pirámides que representan antiguos imperios prehispánicos de sometimiento y violencia, no en los rascacielos contemporáneos de estilizados diseños que nos dejan fríos y no representan otra cosa que el poder y la opulencia de sus dueños.


Es en las alturas libres e ilimitadas de la Torre que domina la capital francesa en donde un ciudadano cualquiera, un ser humano sin poder y sin riqueza puede exaltar, sin embargo, la dicha sencilla de su condición humana en una cultura de libertad universal.


Gran logro y gran sueño que para cualquier mexicano, sumergido en la dura tarea cotidiana de salir adelante, puede parecer inalcanzable o quizá utópico, pero ahí están los símbolos universales para refutarlo.


Gracias, Torre Eiffel, por 120 años de portento.


sábado, marzo 28, 2009

HILLARY EN MONTERREY


Por Rogelio Ríos Herrán

rogelio.rios60@gmail.com

Muchas veces, la sola presencia de una figura pública es suficiente, más allá de lo que diga, para enviar un mensaje poderoso a sus receptores: aquí estoy con ustedes, parecía decir Hillary Clinton en México, en dos de sus principales ciudades (Ciudad de México y Monterrey) asediadas por el crimen organizado.


Ese gesto habló por sí mismo más que mil palabras. En particular en Monterrey, metrópoli que desde hace tres años ha visto recrudecer al crimen organizado y crecer exponencialmente las cifras de ejecuciones, secuestros y extorsiones, la visita de Hillary Clinton permitió a los regiomontanos contar con una referencia de en dónde está parada verdaderamente su ciudad: en una mala posición, es verdad, pero para salir de la cual no estará sola: contará con ello con el apoyo del gobierno de Obama.


Si en un punto hay acuerdo entre el Presidente Calderón y el Presidente Obama es en el relativo a la necesidad de hacer frente al narcotráfico. A partir de ahí empiezan los desacuerdos entre cómo hacerlo y quién lleva más responsabilidad en ello, pero me parece que después de negociaciones y acomodos se perfila una estrategia general a nivel bilateral: México seguirá enfrentando a los cárteles de la droga con el apoyo de la Iniciativa Mérida, y Estados Unidos pondrá atención a frenar el tráfico de armas a México.


Aparte de los aspectos de las controversias comerciales y la posibilidad de un acuerdo migratorio que empieza a abrirse entre los puntos de la agenda de Obama, el tema de la seguridad no admite dilaciones entre ambas naciones ni estará sujeto a otros temas.


No se puede esperar más, el crimen organizado no abre pausas de ningún tipo y la sociedad mexicana no aguanta más el hostigamiento y la violencia.


Hillary dijo, entre otras cosas, en Monterrey que la educación de los jóvenes (el principal recurso humano del narcotráfico) es la mejor manera de asegurar un futuro tranquilo para las sociedades de Estados Unidos y México, cuyas palabras llevaron ecos de aquella famosa campaña “It takes a village” de los años 90 sobre la conveniencia de que las comunidades acunaran a sus jóvenes y los educaran para tomar mejores decisiones en la vida.


Su figura serena, su semblante que refleja experiencia y agudeza, y su sonrisa cautivaron a los regiomontanos. Hillary habló fuerte y habló bien en Monterrey y venciendo la imagen negativa en los medios internacionales de la Sultana del Norte, la capital industrial del norte de México, vino a mostrar con su presencia que nadie que se proponga combatir a la delincuencia organizada estará solo en su lucha.


Lo dicho, una presencia vale más que mil palabras.

jueves, enero 29, 2009

FALSO DILEMA




Por Rogelio Ríos
rogelio.rios60@gmail.com



El hilo se tenía que reventar por lo más delgado: era insostenible la sumisión de los derechos humanos a la seguridad en Estados Unidos que prevaleció en los ocho años de gobierno republicano, era una daga clavada en el corazón de la democracia estadounidense que, con todo y sus defectos, no podía convivir en conciencia contra el ataque a los principios libertarios y de convivencia social perpetrado por Bush y su gabinete.



El flamante Presidente Obama estableció claramente desde su primer día en la Casa Blanca que rechazaba vivir bajo el falso dilema entre los ideales y la seguridad, una discusión tan viva y cercana a cada uno de nosotros en donde sea que nos encontremos en el mundo que no nos puede pasar desapercibida.



Las órdenes presidenciales sobre la prohibición de la tortura y el cierre del centro de detención en Guantánamo y otras prisiones secretas o clandestinas de la CIA en diversas partes del mundo son acciones contundentes con las cuales desde ya se pinta la raya de la presente administración en contraste con la anterior.



No más “asaltos a la razón”, como calificó Al Gore a la cruzada conservadora que en nombre de la seguridad nacional americana pisoteó su Constitución. No más utilización del aparato gubernamental para invadir ilegalmente la privacidad del ciudadano estadounidense. No más tortura como recurso de interrogación a detenidos carentes de las garantías debidas en todo proceso legal. No más barbarie judicial.



La implementación de las órdenes ejecutivas se cumplirá en plazos, por supuesto, y habrá detalles por afinar y reticencias por vencer. Pero es innegable que el espíritu que está detrás de las mismas, el de la vuelta al orden legal en la conducción del gobierno, ha detenido de golpe lo que ya equivalía a una vuelta a un orden político medieval en donde no había ciudadanos, sino súbditos, ni presidente, sino un rey de opereta con su corte y sus bufones.



La CIA en particular necesita de una profunda reestructuración en su organización, recursos humanos y procedimientos en vista de su ineficacia en la labor de inteligencia de alto nivel que apoye la toma de decisiones presidenciales en la defensa del interés nacional de Estados Unidos.



Las reiteradas fallas de la CIA en el acopio de inteligencia y su incapacidad para trabajar de manera coordinada con otras agencias de gobierno, son uno de los factores que explican, para analistas como Richard Clarke, lo que él llama los “desastres de seguridad nacional” que como el 11 de septiembre, pudieron ser evitados de haber funcionado la CIA y el FBI de manera eficiente, pues ya se sabía de los planes de los terroristas y se sabía que estaban en territorio estadounidense. Las señales de alerta, perdidas en un laberinto burocrático insalvable, no llegaron a donde tenían que llegar y el desastre ocurrió.



Poner a Leon Panetta, abogado y funcionario de impecable trayectoria en diversos puestos de alto nivel del gobierno estadounidense y una persona de aguda inteligencia, sensibilidad y capacidad analítica, es un buen primer paso para asegurarse que la Agencia Central de Inteligencia, de triste reputación en América Latina, empiece a transformarse profundamente para encarar los globales de seguridad para la Unión Americana en el siglo 21.



Guantánamo, por su parte, es apenas una señal de lo que se ve venir como un cambio largamente requerido en la relación entre Estados Unidos y Cuba que permanece como rehén de una Guerra Fría que hace tiempo concluyó y que deja sin sustento a la actual condición que aleja y enfrenta a los pueblos cubano y estadounidense mediante el encono de sus respectivos gobiernos.



Cambios geopolíticos de la mayor importancia se están gestando en el Golfo de México, en los cuales México necesariamente está presente, pues en realidad, la relación Estados Unidos-Cuba-México es un triángulo amoroso cuyos participantes no pueden vivir unos sin otros no sólo porque son vecinos geográficos en sus aguas marinas, sino porque la historia así lo ha dictado.


Barack Obama, León Panetta y Hillary Clinton habrán, pues, de maniobrar para hacer realidad las históricas órdenes dadas por el Ejecutivo norteamericano que, de cumplirse, transformarán en el corto plazo a la CIA y a la relación con Cuba, ambas instancias con repercusiones directas para México, dentro de las cuales no es menor el simbolismo de la prohibición de la tortura como recurso policiaco y de negar que los ideales deban someterse a las consideraciones de seguridad nacional, un falso dilema que también padecemos los mexicanos.



Buena suerte a León Panetta, considerado como un extraño dentro de la comunidad de inteligencia estadounidense que lo ve con recelo, en su cirugía mayor de la CIA. Los latinoamericanos se lo vamos a agradecer.




rogelio.rios60@gmail.com

sábado, enero 17, 2009

Día de Inauguración


Por Rogelio Ríos Herrán
rogelio.rios60@gmail.com


Los estadounidenses tienen una forma particular de denominar el inicio de cada administración presidencial, le dicen Inauguration day, día de la inauguración, simbolizando con ello la apertura de un nuevo gobierno como un nuevo comienzo para la vida política y económica de Estados Unidos.

En esa fecha, el ritual del cambio de poder de manera pacífica se cumple puntualmente en la democracia americana: servicio religiosos en la mañana, recorrido al capitolio, el juramento presidencial y el discurso de apertura, el primero de los cuales lo dio George Washington en 1789, entonces en la ciudad de Nueva York.

Todo debe salir a la perfección para evitar que un error o un contratiempo empañe la magnificencia de las ceremonias y el entusiasmo de la opinión pública que observa su cambio de gobierno.

Pocas veces como ahora, sin embargo, el concepto de inauguración en su sentido más amplio es perfectamente aplicable a la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca y la despedida de George W. Bush de la misma. Termina una época que desde ya muchos analistas no dudan en llamar de nefasta, y se inaugura otra plena de esperanzas y expectativas por lo insólito del caso: la llegada de un político afroamericano o negro si usted prefiere, a la presidencia de la Unión Americana.
No podemos dejar de resaltar la importancia simbólica de este suceso. Es, en efecto, un día histórico para Estados Unidos y para el resto del mundo. A partir del día 20 de enero, los libros de historia quedarán obsoletos si no incluyen en sus páginas un evento que es comparable, por ejemplo, en su sentido de hazaña positiva, a la llegada del hombre a la luna en 1969.
A partir del 20 de enero, la definición de “insólito” será elevada a un nuevo estándar, una vez superada lo que parecía la infranqueable muralla racial en Estados Unidos.

A partir del 20 de enero, los pesos y contrapesos del sistema político estadounidense tendrán a un nuevo actor político en el poder ejecutivo y junto con él a una nueva generación de políticos y asesores que serán como una bocanada de aire fresco al espeso ambiente dejado por los Rumfelds y Chineys y su mentalidad conservadora decadente que costaron la vida de miles de jóvenes en el campo de batalla.
El escritor de los discursos de Obama, por ejemplo, es un joven brillante de 27 años y uno de sus asistentes personales tiene apenas 24 años y muy poco tiempo desde que le permiten entrar legalmente a los bares.

A partir del 20 de enero, sólo habrá sucesos verdaderamente extraordinarios, como la llegada del hombre a marte o la llegada de un presidente de izquierda en México, que susciten el asombro de este observador en un sentido de cambio positivo en las sociedades.

En fin, a partir del 20 de enero, después de cumplidos rituales y ceremonias, de haberse concretado el cambio de poderes en el país más poderoso del planeta y como símbolo del funcionamiento de su democracia –un lujo que otras potencias como Rusia y China, por su autoritarismo, no pueden presumir- la Historia marcará en su calendario el 20 de enero de 2009 con una gran paloma para recordarnos que no a muchos les es dado vivir una jornada célebre como esta en el curso de sus vidas.

Al despertarse el 21 de enero, hacer sus ejercicios, despedir a sus hijas que van a la escuela, a su esposa en la puerta y presentarse al salón oval de la casa Blanca a despachar, empezará para Obama el día a día político, la vuelta a la realidad sin brillo ni gloria de la crisis, las emergencias, los problemas internacionales y el ejercicio del liderazgo.

Pero, como en la canción de Serrat, por una noche se habrá olvidado que cada uno es cada cual y la fiesta presidencial se habrá celebrado en Washington bajo los ojos anhelantes de media humanidad. Ahora, Presidente Obama, a cumplir en el gobierno como se espera de usted. Buena suerte.
rogelio.rios60@gmail.com

sábado, noviembre 22, 2008

EL 'DEFECTO' PALIN

Por Rogelio Ríos Herrán


Quienes esperaban que la pasada elección presidencial estadounidense predominara el "Efecto Bradley" (la derrota sorpresiva en las urnas del candidato negro que iba adelante en las encuestas), no vieron venir, por el contrario, el "Efecto Palin": la pérdida de votos causada por una candidata cuyo atractivo mediático inicial no pudo ser mantenido por su falta de conocimientos y preparación para abordar los asuntos públicos.


Sufrió la imagen de la mujer estadounidense, menguó la imagen de la mujer en la política, se dañaron las posibilidades de futuras candidaturas a la máxima contienda electoral de la Unión Americana por la actuación poco brillante de Sarah Palin en la campaña presidencial.


No la culpo del todo, sin embargo, ella no es en realidad la causa sino el efecto de un sistema político cuyas campañas electorales han devenido por momentos en simples ventas de candidatos a la opinión pública, en el privilegio de la imagen y el atractivo instantáneo por sobre características como la educación y el buen juicio que son esenciales para el desempeño de un cargo público.


No por nada se preguntaba Al Gore, en su obra The Assault on Reason (The Penguin Press, 2007) por qué el discurso público estadounidense se había vuelto menos centrado y menos razonado.


"El valor inherente o la validez de las propuestas políticas de los candidatos a un cargo de elección popular es ahora extensamente irrelevante comparado con las campañas de anuncios basadas en la imagen que se usan para moldear las percepciones de los votantes", concluye Gore.


Después de todo, no fue Sarah la que pidió ser la compañera de fórmula de John McCain, sino éste último quien la invitó y quien debería detener de inmediato el fuego amigo que sus ex colaboradores de campaña disparan contra la Palin.


Bien hace la Palin en defenderse diciendo que eso es "cruel, es malintencionado, inmaduro, poco profesional, y esos tipos son unos imbéciles".


Pero mejor hubiera sido que de ella misma hubiéramos conocido el valor inherente de sus propuestas políticas, parafraseando a Gore, por sobre la exageración de su imagen de "Hockey Mom", sus frases pegajosas (you betcha!) o sus nulos conocimientos de política internacional exhibidos en las entrevistas televisivas.


Al final, quien nos ilustró de manera excepcionalmente humorística cuál era el fondo sobre la forma de Palin fue Tina Fey con sus ya clásicas parodias para el programa Saturday Night Live.


El humor, afortunadamente, ayudó a evitar una catástrofe política: la llegada de la superficialidad y la ligereza a la Casa Blanca.


Fama querían los estrategas republicanos, y fama obtuvieron, pero a un precio jamás calculado por ellos: el electorado no compró al final a Sarah Palin en cantidades suficientes para que los republicanos derrotaran a los demócratas.


Que la gobernadora de Alaska abrigue ambiciones políticas para los años por venir no debe extrañarnos, pues ya probó las mieles de la mercadotecnia política y sabe que en un mercado electoral como el estadounidense, todo se vende y se compra. Ahora no estuvo en el momento adecuado, pero esperará el suyo.


Los vacíos de liderazgo tienden a llenarse con lo que hay en el mercado de las ideas y los republicanos están ávidos, desde ahora, de volver a dar la pelea en el 2012, tan lejano ahora, pero tan cercano en el reloj político como las elecciones del 2010 en las que estarán en juego 36 gubernaturas.


Al final, fue el "Defecto Palin" una consecuencia no sólo de decisiones de campaña erróneas, sino de algo mucho más general: el cansancio hasta el hartazgo de la sociedad estadounidense con su gobierno republicano y el contexto de crisis que se vive ahora en Estados Unidos. El horno no estaba para bollos como Sarah Palin.

domingo, noviembre 02, 2008

NEGRITUD



POR ROGELIO RÍOS HERRÁN
rogelio.rios60@gmail.com


Se me reveló súbitamente que yo era diferente a los otros y estaba separado del mundo por un vasto velo.
W.E.B DU BOIS



Gane o pierda la elección presidencial, Barack Obama, con su negritud, su edad, origen social y carrera política, habrá cambiado radicalmente la faz de la política estadounidense en un sentido fundamental: el rompimiento del poder elitista y sus cimientos de discriminación por riqueza y raza.


Lo que está a punto de suceder el 4 de noviembre en Estados Unidos, el resquebrajamiento del monopolio anglosajón en el poder sobre el resto de los estadounidenses, con sus instrumentos de discriminación racial y elitismo económico, abrirá la puerta a nuevos escenarios políticos, no completamente armónicos, pero no fatalmente caóticos.


La negritud, cuyo legado histórico de condición sumisa del negro ante el blanco no empezó a romperse sino hasta mediados del siglo 20, es el telón de fondo de esta contienda electoral, el invitado oculto entre líneas en los discursos de campaña, la tinta invisible con la cual se escribe la palabra libertad.


W.E.B. Dubois decía que el problema del siglo 20 era el problema de las líneas de color, de la relación de las razas más oscuras con las más claras.


Para el gran pensador de la negritud del siglo 19, la dualidad de su coterráneo Negro era una sensación peculiar, “una doble conciencia, una forma de verse a uno mismo a través de los ojos de otros, de medir la propia alma a través de los sentidos de un mundo que observa con enojo y lástima” (en The Souls of Black Folk, 1903).


El propio candidato demócrata Obama reconoce la importancia de la raza como factor político y en su libro The Audacity of Hope propone los mecanismos legales e institucionales del sistema político y el camino electoral como la mejor forma de lograr un equilibrio entre los extremos: ni la sumisión convenenciera del negro al blanco ni la oposición radical y armada contra la tiranía blanca.


En ese sentido, coincide con Dubois cuando éste último enfatiza que los negros deben recurrir a todos los métodos civilizados y pacíficos para obtener sus derechos (en una época en que se linchaba con el menor pretexto al negro).


Ninguna contienda electoral menos en Estados Unidos, puede ser civilizada y pacífica por completo, y la negatividad irrumpió con su cauda de polarización en la lucha entre Obama y McCain, pero el apego del candidato demócrata a una actitud controlada y prudente en el debate, aunque desesperante por momentos en vista de la pugnacidad de su oponente, hizo honor no sólo a su formación personal sino a la memoria del pueblo negro en su país.


Puesto que el acceso al poder de los negros en Estados Unidos -disputar la Presidencia con posibilidades reales de ganarla es una muestra- abrió la puerta a la cumbre, la posibilidad de romper los privilegios de la élite es real y concreta.


El virtual secuestro del acceso al poder por los blancos, ricos y poderosos, señalado como una de las lacras de la democracia americana por pensadores como Al Gore, y el uso de las instituciones políticas para servir intereses de grupo y el enriquecimiento personal será puesto a juicio el 4 de noviembre.


La discriminación racial y la marginación social y económica que la sustenta, las menores posibilidades de acceso a la educación o de ejercer plenamente sus derechos como cualquier otro estadounidense, en fin, la conjunción de los problemas de raza y de lucha de clases en una de las peores crisis económicas de Estados Unidos, es lo que ha hecho posible la oportunidad histórica de la llegada de un Negro a la Casa Blanca, siglo y medio después de la abolición de la esclavitud.


La negritud tiene ya su reivindicación al dar Barack Obama una pelea electoral digna, de raciocinio y diálogo de altura a su oponente republicano, sumido ahora en el lodo de la negatividad.


Pero no se detendrá ahí. Verá su prueba de fuego si, al llegar a la Presidencia, Obama es capaz de gobernar no como un Presidente negro, sino como un Presidente de todos los estadounidenses. Seamos testigos de la Historia.


Publicado en El Norte el 30 de octubre de 2008.

jueves, octubre 16, 2008

EL HUMMERÓMETRO



Por Rogelio Ríos Herrán
Que nos perdonen los señores de Transparencia Internacional y su sofisticado Índice de Percepción de la Corrupción (una herramienta estadística sumamente útil para medir la venialidad pública), pero los mexicanos ya tenemos una escala más sencilla y contundente: el Hummerómetro.


El método es muy simple: toma usted un estimado del valor del Hummer H3 a un promedio de 500 mil pesos, agarra lápiz y papel o una calculadora, y se pone a convertir de pesos a valor en Hummers cada ocurrencia de nuestros gobernantes y sindicalistas, de menor a mayor, pues el Hummerómetro así construido tiene aplicación en la vida pública de nuestra sociedad y allende las fronteras, ya lo verá usted.


¿Que Elba Esther Gordillo, inventora honoraria del Hummerómetro, quiere ayudar a la transportación de los líderes de secciones sindicales? Pues ahí van 59 Hummers para aliviar sus fatigas.


¿Que el PAN también tuvo sus desaciertos en el 2006 y fue multado con 38 millones de pesos por la intervención directa del Presidente Vicente Fox a favor del candidato Felipe Calderón? Pues al que ya manejaba Fox en su rancho, con esos recursos bien le pudo haber agregado otros 76 todoterrenos.


¿Que el PRD fue multado con 57 millones de pesos por acciones del 2006 que fueron desde el plantón en Reforma, en la Ciudad de México, hasta la toma de la tribuna del Congreso de la Unión? Fácil, apenas unos 114 Hummers, con los cuales hubieran hecho los perredistas una protesta móvil -un performance- mucho más vistosa por Paseo de la Reforma y con menos molestias para la gente.


¿Que la Biblioteca José Vasconcelos no está abierta al público por las fallas en su construcción a un costo de mil 300 millones de pesos? Pues imagine ver pasar frente a su casa los 2 mil 600 Hummers que se comprarían con ese dinero.


El gasto programado en imagen y difusión de la Presidencia de la República para el 2009, mil 553 millones de pesos: 3 mil 106 Hummers y un Chevy de pilón.


¿Que la Secretaría de Educación Pública no pudo implementar la famosa Enciclomedia y tuvo que pagar mil 654 millones de pesos en indemnizaciones a las empresas proveedoras? Pues convierta esa cantidad y tendrá ¡3 mil 308 Hummers a la puerta! Para los cuales habría que rentar la Macroplaza regiomontana como estacionamiento.


El costo de las elecciones federales de 2009 incluyendo los gastos de los partidos y sus burocracias: 12 mil 800 millones de pesos, para lo cual tendrían que salir de la armadora ¡25 mil 600 H3!, de los cuales, si mejor fueran repartidos entre los 32 estados de la República, tocaría a 800 por entidad, por supuesto, para ser rifados entre los ciudadanos con credencial de elector.


Finalmente, la escala del Hummerómetro alcanza proporciones cósmicas cuando la aplicamos en Estados Unidos: rescatar a los pobrecitos banqueros de Wall Street que perdieron sus apuestas en la economía de casino, 700 mil millones de dólares, equivale a llenar el desierto de Mojave con ¡14 millones de Hummers! de a 50 mil dólares, los cuales, de haber tenido el Congreso estadounidense un poco más de sentido común, hubieran podido servir de hogar, por su amplitud y comodidad, a las personas que perdieron sus casas y que ahora viven en sus carros.


Muy divertido es armar un Hummerómetro si no fuera porque, al igual que lo hace Transparencia Internacional, lo que medimos es la corrupción e incompetencia de los gobiernos de todos niveles y colores políticos que apuestan con dinero ajeno "nuestro dinero" en la política de casino.


Al final, una vez hechas las apuestas, nunca veremos a un político pobre ni a un banquero en la calle.


El Hummer colma las ansias de fetichismo de sindicalistas y políticos mexicanos. El Índice de Percepción de la Corrupción (con México en un sólido lugar 72 en 2008) y este modesto Hummerómetro miden su incapacidad y codicia, pero ¿ya hemos visto todo en la política mexicana o habrá más sorpresas?


Publicado en EL NORTE

16 de Octubre de 2008.

Mi Grito

Las historias de apoyos abiertos y excesivos a candidatos de los partidos oficiales en México (nombre usted al que quiera: PRI, PAN, PRD, PV...