miércoles, septiembre 03, 2025

Morena: ¿A quemar incienso?

La condición y los desafíos que enfrenta la numerosa población indígena en México requieren de sus gobernantes la mayor preparación académica, experiencia profesional y el apego a los valores republicanos y a la visión científica de la administración pública que sea posible acumular.

Por Rogelio Ríos Herrán


Tal vez desde el gobierno del presidente Álvaro Obregón (1920-1924), cuando bajo su impulso se dio el auge del renacimiento de la imagen del indígena mexicano en los libros de historia, las bellas artes y los murales pintados por Rivera, Orozco y los muralistas a invitación de José Vasconcelos, según consta en las crónicas sobre la época, yo no había percibido una manipulación tan intensa de los rituales indígenas como el pasado día 1 de septiembre.


Las imágenes de los rituales de purificación mediante la quema de incienso en vasijas en la pirámide de Cuicuilco (en CDMX), las invocaciones a deidades ancestrales y el discurso panfletero del “reconocimiento” de los pueblos indígenas de parte del gobierno y el partido de Morena superaron con creces al muralismo y la narrativa romántica de los antiguos libros de texto mexicanos.


Ver a los ministros de la Suprema Corte participar no tan entusiastamente, por ejemplo, en el caso de una horrorizada Yazmín Esquivel ante el aluvión de humo que se le venía encima, además de divertido, da mucho qué pensar.


Vivíamos hasta el 31 de agosto en un Estado laico, pero a partir del 1 de septiembre las invocaciones a deidades ancestrales, no al Dr. Ignacio Burgoa (eminente jurista), serán recurrentes en los juzgados mexicanos.


Cada vez que un conflicto jurídico escale a la instancia de la Suprema Corte, más le valdría a los abogados litigantes quemar incienso al ministro presidente, reverenciar a las deidades mixtecas, zapotecas o las que vengan al caso, para que las nubes del fuego sagrado soplen a favor de sus clientes.


Yo no hago escarnio de los pueblos indígenas, sus creencias y costumbres. Lo que no acepto es la mezcla de la dignidad de la etnia indígena con los asuntos de Estado bajo la forma de la burda manipulación política.


¿Qué pretende el ministro presidente de la Suprema Corte al recibir el “bastón de mando”, adornar su túnica con bordados indígenas e identificarse con un supuesto pasado indígena?


¿Cree el ministro oaxaqueño Hugo Aguilar que con el ritual indígena a las cinco de la mañana en la pirámide de Cuicuilco va a suplir (la suplencia de la queja, dicen los abogados) su notoria falta de formación y experiencia jurídica para la elevada tarea de presidir la Suprema Corte?


¿Qué tipo de criterios jurídicos podemos esperar de su parte al romper con sus rituales prehispánicos la imparcialidad ante la ley de los demás ciudadanos mexicanos?


Desde el anterior gobierno de López Obrador y en el actual de Claudia Sheinbaum, los indígenas mexicanos han seguido olvidados como siempre, excepto cuando al entonces presidente López Obrador se le ocurría darse una vuelta por territorio yaqui en Sonora a llenarlos de promesas incumplidas.


Hasta donde yo he visto, los pueblos indígenas siguen ocupando el triste lugar de comparsas de escenografía en el escenario teatral de la política mexicana, del cual se bajan una vez concluido el acto al que fueron requeridos y siguen después tan amolados como vinieron.


Por si hiciera falta, me permito recordar a los morenistas algunos datos (todos provenientes del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, INEGI) sobre los indígenas a los que han manipulado:


  1. En el año 2022, la población indígena respondió en una encuesta que los cinco desafíos principales que enfrentaban eran: el desempleo (18.5%); la falta de recursos económicos para comer y vestir (16.9%); falta de atención médica (13.2%); falta de apoyo del gobierno en programas sociales (12.6%); discriminación por su apariencia (12.2%). Estos porcentajes suman 73.4% y el resto de los encuestados (26.6%) agregaron otros desafíos: falta de oportunidades para seguir estudiando, discriminación por hablar una lengua indígena y falta de respeto a sus costumbres y tradiciones.

  2. En el año 2020, México contaba con la mayor población indígena (23.2 millones) en el Continente Americano, seguido por Guatemala (6.5 millones), Bolivia (5.6 millones), Estados Unidos (4.3 millones) y Perú (4 millones).

  3. En el año 2020, dos de cada 10 personas de 3 años en adelante se consideraban parte de la población indígena.

  4. En el país se hablan 68 lenguas indígenas, según el Catálogo de Lenguas Indígenas Nacionales elaborado por el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas.

  5. En el año 2022, el 28% de la población indígena consideró haber sufrido discriminación en contraste con el 23.7% de la población total que consideró lo mismo.

  6. Los estados en donde más se hablan las lenguas indígenas son Chiapas y Oaxaca con más de un millón de hablantes indígenas cada uno. El 25.2% en Chiapas y 22.4% en Oaxaca manifestaron que no sabían leer ni escribir.


La condición y los desafíos que enfrenta la numerosa población indígena en México requieren de sus gobernantes la mayor preparación académica, experiencia profesional y el apego a los valores republicanos y a la visión científica de la administración pública que sea posible acumular.


¿En qué abona, me pregunto, al mejoramiento de los indígenas el acarreo a la CDMX a participar en una ceremonia ritual en favor de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación?


Imaginemos por un momento cómo se percibió en el exterior de México esa extraña ceremonia en Cuicuilco en la que mezclaron, para fines propagandísticos, rituales antiguos con una institución contemporánea como la Suprema Corte.


El mensaje percibido es muy claro: ¿así pretenden jueces y ministros en México proporcionar certeza jurídica a los gobiernos y ciudadanos extranjeros? ¿Quemando incienso?


FIN



   


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