jueves, septiembre 11, 2025

9/11 en 2025

Cada 11 de septiembre rememoro ese día fatal a partir de mis propias experiencias y elevo una oración por las personas injustamente asesinadas ese día y por el golpe directo al corazón de la nación estadounidense por parte de un grupo de terroristas islámicos. Que nunca más se repita un 9/11.

Por Rogelio Ríos Herrán


¿En dónde estaba usted en la mañana del 11 de septiembre de 2001?


Van mis recuerdos.


  1. Esa mañana, como lo hacía diariamente en esa época, salí de casa temprano a caminar a un parque cercano en compañía de mi perro husky “Billy”. Recuerdo una mañana fresca y plena de humedad en las ramas de los árboles y en el pasto de las veredas por donde paseábamos. Había llovido fuerte la noche anterior en Monterrey y el rocío descansaba por todas partes sobre las bancas, los automóviles estacionados afuera de las cocheras y en mi sudadera empapada. Al llegar a casa, Paty, mi esposa, me dijo que me asomara rápido a la televisión porque algo fuerte estaba sucediendo en Nueva York. Antes de meterme a la regadera, vi en la pantalla que en una de las Torres Gemelas del World Trade Center había un incendio en los pisos superiores, el humo salía por un boquete enorme y los locutores de CNN hablaban de que un avión de línea se había estrellado en el edificio, cosa que yo no podía creer, ¿un avión de pasajeros de American Airlines se estrelló en la torre? ¡imposible!, me decía. En el ángulo superior derecho de la pantalla apareció de repente la silueta de otro avión de pasajeros cruzando el Río Hudson y, dando la vuelta hacia el WTC a la altura de las Torres, se enfiló a la torre aledaña a la incendiada y se estrelló, así tan brutal como suena. Como si fuera una película de efectos especiales, el edificio engulló por completo al avión jet al abrirse otro boquete gigantesco. Grité a Paty para que se acercara a la televisión y abracé fuerte a mi perro.

  2. El resto del día fue de sentir ansiedad intensa en el estómago y en la cabeza. Por la tarde, llegué más temprano que de costumbre al periódico El Norte en donde trabajaba como editor, a revisar la información, armar la página de la sección internacional para el día siguiente y a engancharme en la adrenalina que llenaba a todos los presentes en la sala de redacción del periódico. No era para menos: el espacio aéreo de Estados Unidos estaba cerrado totalmente a la aviación civil, los aviones en ruta fueron obligados a aterrizar en el aeropuerto más cercano, la Fuerza Aérea norteamericana escoltaba al avión presidencial Air Force One y patrullaba los cielos en busca de más aviones secuestrados por terroristas islámicos; la frontera entre México y Estados Unidos estuvo cerrada por completo al cruce de personas y vehículo durante varias horas del día y en el territorio estadounidense se declaró una emergencia nacional.

  3. En los días de asueto por el "Thanksgiving Day" en Estados Unidos, en noviembre, apenas dos meses después del atentado terrorista en Nueva York, viajé con la familia a San Antonio, Texas. Entramos a una tienda Walmart en esa ciudad y pude observar que un hombre con turbante y barba, pero vestido a la usanza occidental, empezó a ser objeto de miradas, gritos y gestos agresivos de otras personas que le gritaban “¡regresa a tu país!”, ante lo cual dejó en un pasillo su carrito de compras sin pagar y salió apresuradamente de la tienda.  

  4. Un año después, yo viajé a Washington -en octubre del 2002- como parte de un grupo de periodistas invitados por el Departamento de Estado de Estados Unidos a esa capital, un viaje de trabajo muy productivo. Durante mi estancia en la capital federal, en todo tiempo, día y noche, sobrevolaban a baja altura varios helicópteros militares, lo hacían sobre la ciudad y a lo largo del Río Potomac. De vez en cuando, el ruido inconfundible de los jets de guerra se escuchaba sobre la ciudad.

  5. Sobre los mexicanos fallecidos el 9/11 en el World Trade Center, nunca se sabrá con exactitud la cifra real. Hay 16 víctimas identificadas únicamente, de las cuales solamente a cinco de ellos se identificó con pruebas de ADN para ser susceptibles de recibir las compensaciones otorgadas por el gobierno estadounidense (entre 1 y 1.5 millones de dólares). En muchos otros casos, los mexicanos desaparecidos en el lugar del atentado no fueron reportados por sus familiares a las autoridades por temor a sufrir represalias por su situación migratoria indocumentada. 

  6. Con la perspectiva de los años transcurridos desde el 9/11, fue la pérdida de la privacidad y de las libertades civiles, en nombre de la defensa de la seguridad nacional, el impacto más visible en la vida pública de Estados Unidos. Ya nada volvió a ser en las vidas privadas como era antes del atentado terrorista, pues las razones de Estado se impusieron sobre la tradición norteamericana de la defensa de la libertad individual y, en particular, el derecho a la libre expresión.


Desde entonces, cada 11 de septiembre rememoro ese día fatal a partir de mis propias experiencias y elevo una oración por las personas injustamente asesinadas ese día y por el golpe directo al corazón de la nación estadounidense por parte de un grupo de terroristas islámicos.


Que nunca más se repita un 9/11.


FIN



No hay comentarios.:

CLAUDIA: LA SORDERA HEREDADA

Si Andrés Manuel decía que él “tenía otros datos”, era por su sordera. A Claudia no le he escuchado esa frase, bien por ella, pero, con su a...