sábado, noviembre 22, 2008

EL 'DEFECTO' PALIN

Por Rogelio Ríos Herrán


Quienes esperaban que la pasada elección presidencial estadounidense predominara el "Efecto Bradley" (la derrota sorpresiva en las urnas del candidato negro que iba adelante en las encuestas), no vieron venir, por el contrario, el "Efecto Palin": la pérdida de votos causada por una candidata cuyo atractivo mediático inicial no pudo ser mantenido por su falta de conocimientos y preparación para abordar los asuntos públicos.


Sufrió la imagen de la mujer estadounidense, menguó la imagen de la mujer en la política, se dañaron las posibilidades de futuras candidaturas a la máxima contienda electoral de la Unión Americana por la actuación poco brillante de Sarah Palin en la campaña presidencial.


No la culpo del todo, sin embargo, ella no es en realidad la causa sino el efecto de un sistema político cuyas campañas electorales han devenido por momentos en simples ventas de candidatos a la opinión pública, en el privilegio de la imagen y el atractivo instantáneo por sobre características como la educación y el buen juicio que son esenciales para el desempeño de un cargo público.


No por nada se preguntaba Al Gore, en su obra The Assault on Reason (The Penguin Press, 2007) por qué el discurso público estadounidense se había vuelto menos centrado y menos razonado.


"El valor inherente o la validez de las propuestas políticas de los candidatos a un cargo de elección popular es ahora extensamente irrelevante comparado con las campañas de anuncios basadas en la imagen que se usan para moldear las percepciones de los votantes", concluye Gore.


Después de todo, no fue Sarah la que pidió ser la compañera de fórmula de John McCain, sino éste último quien la invitó y quien debería detener de inmediato el fuego amigo que sus ex colaboradores de campaña disparan contra la Palin.


Bien hace la Palin en defenderse diciendo que eso es "cruel, es malintencionado, inmaduro, poco profesional, y esos tipos son unos imbéciles".


Pero mejor hubiera sido que de ella misma hubiéramos conocido el valor inherente de sus propuestas políticas, parafraseando a Gore, por sobre la exageración de su imagen de "Hockey Mom", sus frases pegajosas (you betcha!) o sus nulos conocimientos de política internacional exhibidos en las entrevistas televisivas.


Al final, quien nos ilustró de manera excepcionalmente humorística cuál era el fondo sobre la forma de Palin fue Tina Fey con sus ya clásicas parodias para el programa Saturday Night Live.


El humor, afortunadamente, ayudó a evitar una catástrofe política: la llegada de la superficialidad y la ligereza a la Casa Blanca.


Fama querían los estrategas republicanos, y fama obtuvieron, pero a un precio jamás calculado por ellos: el electorado no compró al final a Sarah Palin en cantidades suficientes para que los republicanos derrotaran a los demócratas.


Que la gobernadora de Alaska abrigue ambiciones políticas para los años por venir no debe extrañarnos, pues ya probó las mieles de la mercadotecnia política y sabe que en un mercado electoral como el estadounidense, todo se vende y se compra. Ahora no estuvo en el momento adecuado, pero esperará el suyo.


Los vacíos de liderazgo tienden a llenarse con lo que hay en el mercado de las ideas y los republicanos están ávidos, desde ahora, de volver a dar la pelea en el 2012, tan lejano ahora, pero tan cercano en el reloj político como las elecciones del 2010 en las que estarán en juego 36 gubernaturas.


Al final, fue el "Defecto Palin" una consecuencia no sólo de decisiones de campaña erróneas, sino de algo mucho más general: el cansancio hasta el hartazgo de la sociedad estadounidense con su gobierno republicano y el contexto de crisis que se vive ahora en Estados Unidos. El horno no estaba para bollos como Sarah Palin.

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