Por Rogelio Ríos Herrán
En un mismo día, el viernes 10 de enero, se definieron de manera formal los dos desafíos inmediatos que enfrentará el gobierno de Claudia Sheinbaum en el exterior,
Primero, la culpabilidad y sentencia de Donald Trump en un juicio criminal; segundo, la cuestionada toma de protesta de Nicolás Maduro a otro ciclo de gobierno y el aumento de la recompensa que ofrece el gobierno de Estados Unidos, por su captura, a 25 millones de dólares.
Frente a Venezuela y Estados Unidos, el gobierno mexicano ha tomado posturas que, combinadas, colocan a Sheinbaum en el área de perder-perder.
La presencia del embajador mexicano en la toma de protesta de Maduro dio fe del apoyo explícito del gobierno mexicano a Maduro, tras un proceso electoral denunciado desde instancias venezolanas e internacionales como fraudulento e inequitativo, y, por tanto, de su alejamiento de los países y la Unión Europea que criticaron el proceso electoral.
Ahora, será Claudia la que tenga que responder ante otros gobiernos y la opinión pública mexicana, por ese error diplomático grave que coloca a México, una vez más, en incumplimiento de sus adhesiones a los tratados internacionales sobre derechos humanos y políticos.
La cereza en el pastel venezolano es que el gobierno de Estados Unidos aumentó la recompensa que pide por información para la captura de Maduro a nada menos que 25 millones de dólares: es la entrada de Nicolás al club exclusivo de Osama bin Laden y Saddam Hussein.
Por otra parte, el mismo viernes 10 de enero, Donald Trump recibió la sentencia de su juicio criminal en Nueva York: “discharged” o exento de pena de cárcel, pero con su veredicto de culpabilidad intacto en el caso legal que involucró a “Stormy” Daniels.
A partir de su toma de protesta en la Casa Blanca, en Estados Unidos se dará el caso disparatado del flamante Presidente Trump o “Presidente Criminal Convicto Trump”, como usted prefiera llamarlo, cuyas primeras órdenes ejecutivas, como él ha dicho, impactarán directamente a México.
Imaginemos la escena en la Oficina Oval en el primer día de gobierno: Marco Rubio, secretario de Estado, le explica a Trump que México apoyó formalmente a Maduro, ignoró las denuncias de fraude electoral y dijo que en Venezuela había democracia (y, de paso, que Cuba era un país progresista).
Agrega Rubio que, además, ni López Obrador ni Claudia se han pronunciado sobre los abusos extremos a los derechos humanos en Nicaragua y Cuba, y le recuerda a Trump, para acabar de encenderlo, que en el año 2023 desfilaron soldados rusos en el Zócalo de la CDMX en las celebraciones de la Independencia mexicana.
La confrontación mediática de Sheinbaum con Donald Trump no ha cesado desde Palacio Nacional y, aparentemente, no hubo buenos canales de comunicación con el equipo de transición del presidente republicano electo.
No quiero ni imaginar la reacción de Trump ante las posturas y dichos de Claudia. La lluvia de tuits adversos y denigrantes para México está garantizada desde hoy, además de las órdenes ejecutivas que firmará desde el primer día.
El resto de los cuatro años del segundo ciclo de Trump en la Casa Blanca tendrá el mismo tono: cobrarle la factura al gobierno mexicano por sus posturas de política exterior y su incapacidad de combatir al crimen organizado.
¿Había necesidad de que Sheinbaum llegara a este nivel de perder-perder?
El tiempo nos dará la respuesta a esa interrogante, pero lo que señalamos desde ahora es que los errores de política exterior se pagan caro, pues son variables fuera del control del gobierno mexicano.
El apoyo a Maduro lo va a capitalizar Trump, de eso podemos estar seguros. En el deporte del Tenis se les denomina “errores no forzados”, es decir, son culpa exclusiva del jugador que los comete, de nadie más.
Rogelio.rios60@gmail.com
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