miércoles, enero 01, 2025

Año 2025: el primer cuarto del siglo 21


No es ya un adolescente imberbe ni un muchacho joven el siglo 21: entra a su segundo cuarto de siglo que culminará en el año 2050 que llegará, se lo aseguro, en un abrir y cerrar de ojos.


Por Rogelio Ríos Herrán 

Mientras recordaba en los últimos minutos del año 2024 al fenómeno del Y2K (el supuesto quiebre mundial de las computadoras en todo el mundo en el primer minuto del año 2000 que no ocurrió), me asaltó de golpe otra idea: cumplimos ya el transcurso ¡del primer cuarto del siglo 21! 

No es ya un adolescente imberbe ni un muchacho joven el siglo 21: entra a su segundo cuarto de siglo que culminará en el año 2050 que llegará, se lo aseguro, en un abrir y cerrar de ojos. 

Aquel aire de frescura por vivir un cambio de siglo que le tocó a mi generación, de entusiasmo por atestiguar la llegada de tecnologías maravillosas, de la promesa teléfonos celulares fantásticos y crecimiento económico sin igual para la Humanidad, no se materializó durante estos primeros 25 años. 

Al contrario, la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania ha llevado a Europa de regreso a las batallas medievales por el territorio, asedios y asaltos de soldados de infantería que se convierten en carnicería de jóvenes rusos y ucranianos. 

En el Medio Oriente, la milenaria costumbre de guerras y agresiones sin piedad entre musulmanes y judíos no tiene trazas de resolverse, en definitiva, al menos por otros 25 años. 

La idea de una globalización benéfica para todas las naciones está bajo un cuestionamiento tan severo que ha ocasionado ya el retroceso de la mentalidad de apertura e interacción entre los países, tanto en las áreas de comercio y economía como en las de valores universales supuestamente compartidos bajo el amparo de la Organización de las Naciones Unidas, organismo que navega como un buque fantasma por el siglo 21. 

Respecto al cambio climático, resulta evidente en el año nuevo 2025 que el Acuerdo de París y el espíritu ambientalista que lo anima se agotó, en buena medida, por la imposibilidad de una transición rápida y equitativa de las energías fósiles a las energías limpias, ¿alguien se acuerda qué se dijo y se negoció en la reciente COP 29 en Azerbaiyán sobre la lucha contra los efectos perniciosos del cambio climático? 

Las sociedades de las economías más avanzadas viven cambios demográficos profundos, en la forma de migraciones internas, composición de la mezcla entre jóvenes y viejos, tasa de nacimientos y diversidad de identidades humanas que se resumen en dos palabras: envejecimiento social y segmentación de sus poblaciones. 

Las democracias, los sistemas de balance de poderes, las ideas liberales sustentadas en el valor universal de los derechos humanos y la transparencia y la rendición de cuentas no han soportado el asedio de los líderes, movimientos políticos y gobiernos populistas destructores del régimen democrático. 

Cuando la conversación mundial se desarrolla en torno a tipos como Vladimir Putin, Xi Jin Ping y Donald Trump, personajes que son el extremo opuesto de los valores de Occidente y especialmente enemigos de las democracias, ¿quién nos dice que ellos o sus herederos no seguirán dominando el panorama político de los próximos 25 años? 

Sobre ese panorama, la consideración más importante que me viene a la mente es la siguiente: ¿cuál será el impacto del desarrollo de la Inteligencia Artificial en las vidas de todos nosotros? 

¿Cómo cambiará la Inteligencia Artificial a las economías del mundo? ¿Será una tecnología que, en su lado más oscuro, ayude a los Big Brothers (por citar a George Orwell) de la política y los negocios a vigilar y controlar a los ciudadanos? 

¿Nos pondrá la Inteligencia Artificial en la ruta de mejorar sustancialmente la lucha contra los efectos nocivos del cambio climático? ¿Ayudará a los médicos del mundo a investigar y curar las enfermedades que siguen matando a millones de personas en el mundo? ¿Encontrará la cura del cáncer? 

En el ahora lejano año 2000, yo creía que el siglo 21 sería el siglo de las respuestas a los grandes desafíos de la Humanidad; de veras, lo creía ante el entusiasmo del cambio de siglo y bajo la ilusión de una transformación casi mágica de los hombres hacia la solidaridad mundial. 

No han llegado tales respuestas en los primeros 25 años de este siglo y quizá no lo harán tampoco en el año 2050, el cual ya no me parece tan lejano y que le tocará vivir a mis hijas como testigos. 

Pero no me siento decepcionado. Si usted es un optimista incurable como yo, entonces sabrá de lo que le hablo: siempre es fascinante, en cada arranque de año nuevo, sentir esa llama de esperanza de que las cosas van a mejorar. 

Así que lo invito a decir junto conmigo: ¡Bienvenido, 2025! El primer cuarto de siglo te saluda. 

Rogelio.rios60@gmail.com 

No hay comentarios.:

Trump y Maduro: veredicto y recompensa

Frente a Venezuela y Estados Unidos, el gobierno mexicano ha tomado posturas que, combinadas, colocan a Sheinbaum en el área de perder-perd ...