Cuando usted desecha el lenguaje de rencor social y adopta uno de reconciliación cívica y moral, lo que se multiplica es un sentido positivo de convivencia social que empieza desde el respeto al prójimo y la forma en que nos dirigimos a él.
Por Rogelio Ríos Herrán
En la lista de propósitos para el año nuevo 2026, el número uno es aplicar en mi vida personal y profesional la reconciliación con los prójimos que, en el terreno político, piensan distinto a mí.
Es un primer paso inmediato y a nuestro alcance en el ámbito de la familia y amigos. Su aplicación tendrá resultados benéficos e inmediatos en la comunidad en donde vivimos en el día a día.
Para combatir la pirámide del odio entre las clases sociales promovido por el pensamiento populista, del cual Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) es el principal promotor, empecemos a limpiar desde abajo a la pirámide del rencor social.
A este nivel, los pequeños actos personales tienen el mayor impacto posible.
Reconciliar es, según la Real Academia Española de la Lengua, volver a las amistades y acordar los ánimos desunidos. Sus sinónimos son: avenir, apaciguar, desenfadar, arreglar, mediar y contentarse.
El antónimo es enemistarse, el cual es el estado de ánimo que más conviene promover desde el gobierno populista como arma de control político.
Cuando hay discordia entre los antiguos amigos, en el seno familiar y en las palabras de rencor social que usamos habitualmente para comunicarnos con los demás, menor es la posibilidad de superar la situación de distanciamiento social que conviene a los gobiernos populistas.
Haga Patria, reconciliese con su compadre “chairo”. Es más, ya no use las palabras nocivas “chairo” y “fifí” en sus diálogos, pues al hacerlo cae usted redondito en las redes de la manipulación política.
Lo que los economistas llaman el “efecto multiplicador” en la economía, es decir, cuando la modificación en una variable X produce un incremento en la variable Y (por ejemplo, reducir impuestos para alentar el consumo y la inversión), nos ayuda a entender el impacto de la reconciliación en el ámbito social y político.
Cuando usted repite, a veces inconscientemente, las palabras y las frases del discurso político populista, provoca la multiplicación de las expresiones verbales negativas que nos mantienen enemistados con los demás.
Por el contrario, cuando usted desecha ese lenguaje de rencor social y adopta uno de reconciliación cívica y moral, lo que se multiplica es un sentido positivo de convivencia social que empieza desde el respeto al prójimo y en la forma en que nos dirigimos a él.
Sí, es un efecto multiplicador de la reconciliación social y está a la mano de cada uno de nosotros de inmediato, desde ahora mismo.
Repita conmigo: yo me sacudo la esclavitud del lenguaje populista y me libero de su opresión, a la vez que contribuyo con un grano de arena al incremento de la armonía social y la convivencia pacífica en el terreno político.
Con relación a los gobernantes, promover la reconciliación nacional es una tarea urgente, pero debe quedar en claro que, desde el punto de vista de los ciudadanos, no se extiende una amnistía incondicional a su deber de rendir cuentas ante la sociedad.
Los delitos cometidos por los gobernantes populistas (como las decisiones de gasto público absurdas, la corrupción del huachicol fiscal, el enriquecimiento ilícito y las alianzas con el crimen organizado) deben ser sancionados en cumplimiento del principio de la rendición de cuentas.
La reconciliación social no es un borrón y cuenta nueva para quienes desde el gobierno incurrieron en corrupción.
Al contrario, la liberación ciudadana de las cadenas del rencor social promovido desde el gobierno populista abrirá las puertas a determinar las responsabilidades de cada gobernante y su castigo correspondiente.
Todo empieza desde abajo de la pirámide social. Desde la mesa familiar, de la cual deben desterrarse, por siempre, las interminables polémicas fraternales que han arruinado muchas comidas de familia y han alejado permanentemente a padres, hijos, primos y hermanos.
No tenemos nada qué perder al participar en un ejercicio de reconciliación nacional que es urgente para tener esperanza de que el año 2026 sea mejor que el 2025, tan sacudido por la violencia y el rencor social.
Así que ¡Haga Patria, ya no le diga “chairo” a su compadre del alma!
Rios60H
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