El líder tabasqueño se desgastó de tal manera en el camino a la cúspide del poder que, al dejar pedazos de su salud física y mental en el camino, llegó menguado a su meta final, tan desgastado que no pudo ni supo gobernar con prudencia y responsabilidad para todos los mexicanos, no solamente para su base dura morenista.
Por Rogelio Ríos Herrán
La reciente publicación del libro Grandeza, del autor metido a historiador improvisado Andrés Manuel López Obrador, me dio la clave para reforzar una hipótesis que he ido elaborando desde los dos años en que seguí, por razones de mi trabajo periodístico, las conferencias de prensa matutinas al inicio de su presidencia (2018-2024).
Empecé a creer, desde entonces, que Andrés Manuel vivía un declive intelectual y emocional de su vida, el cual no le permitió ejercer su mandato presidencial en plenitud de facultades personales.
El ciclo de su llegada al poder en 2018, un anhelo largamente buscado, no coincidió con su mejor condición física y mental para asumir las responsabilidades del cargo y soportar la carga de tensión a la que se enfrentaría.
El líder tabasqueño se desgastó de tal manera en el camino a la cúspide del poder que, al dejar pedazos de su salud física y mental en el camino, llegó menguado a su meta final, tan desgastado que no pudo ni supo gobernar con prudencia y responsabilidad para todos los mexicanos, no solamente para su base dura morenista, tal como lo hizo.
Parafraseando al escritor Gabriel García Márquez y su obra El Otoño del Patriarca, el político tabasqueño ni siquiera llegó en el otoño, sino en el invierno de su vida: demasiado tarde para hacer bien las cosas y gobernar con sentido de estadista.
Conozco bien de lo que hablo. Soy un hombre de más de 60 años de edad, sé que las fuerzas menguan, la mente empieza a divagar y solamente una plena aceptación de que el declive natural en la vida ha empezado me permite administrar la fuerza física y energía mental, de la mejor manera posible, para seguir adelante en mi vida personal.
No me complace ver lo que está ocurriendo en la persona de Andrés Manuel. Mi desacuerdo con sus posturas políticas y sobre las sospechas de su posible involucramiento con el crimen organizado, no me impiden sentir empatía por un hombre que rápidamente agotó sus reservas emocionales y mentales y ahora camina por el territorio incierto del deterioro mental propio de los años, pero que en su caso y por la vida que lleva avanza a gran velocidad.
El hecho lamentable de que no se haga una revisión crítica de su gestión presidencial desde el Congreso de la Unión o desde el nuevo gobierno nacional, daña a Andrés Manuel más de lo que podemos imaginar.
La impunidad que lo rodea e intenta proteger, junto con sus hijos, de la revisión de sus decisiones de políticas públicas y posible corrupción suya y de su familia, es una jaula de oro: la prisión del descrédito personal que él no sale a defender y la sombra de la sospecha pública sobre la corrupción que se le atribuye.
¿Vale la pena vivir en la impunidad, pero alejado forzosamente de la vista pública en una finca en Chiapas? ¿Está consciente Andrés Manuel de que la reputación de sus cuatro hijos quedará permanentemente ensombrecida por la suspicacia?
¿Qué hombre de honor no sale a defender públicamente su reputación poniéndose a la inmediata disposición de las autoridades, en México o Estados Unidos, para lavar su nombre y apellido?
No espero, sinceramente, que en 2026 salga el expresidente mexicano a dar la cara a los millones de mexicanos que lo acusan con índice de fuego por su supuesta corrupción y su comprobado mal gobierno, y enfrentar judicialmente cada acusación hasta completar su defensa.
Publicar su nuevo libro, Grandeza, no valió para Andrés Manuel la redención pública que tal vez pretendió buscar con esa obra, la cual ha sido duramente criticada por historiadores profesionales y serios.
Veremos, entonces, en el año nuevo 2026, un poco más de lo mismo y quizá un desenlace definitivo a lo que ahora se observa públicamente: el invierno del patriarca.
@Rios60H
No hay comentarios.:
Publicar un comentario