miércoles, marzo 06, 2024

Elecciones 2024: misioneros y ayatolas del voto


Por Rogelio Ríos Herrán 

“Entre broma y broma la verdad asoma” dice un refrán, al cual acudo para hacer un comentario medio crítico, medio en broma, pero muy cierto, sobre la transfiguración que sufren algunos familiares, amigos y conocidos en época de elecciones presidenciales. 

Los llamaré los “misioneros del voto” porque actúan de buena fe, movidos por su conciencia, aunque al final resultan un poco como como los mosquitos en el oído, un poco molestos, pero nada más. Se puede discutir sabroso con ellos. 

De los que hay que cuidarse es de los otros, “los ayatolas del voto”, quienes no se andan por las ramas, no quieren convencer, sino imponer, y te dan un palo en la cabeza (digital o físico) si les llevas la contraria. 

El típico “misionero” es el familiar o el amigo que, de pronto, en una comida, saca a relucir el tema de las elecciones (“¿y tú por quién vas a votar?”) y antes de que puedas decir la primera palabra de respuesta ya se arrancó con su propia opinión sobre el mejor candidato (el suyo, por supuesto) y la larga lista de defectos del otro candidato (el nuestro, claro está). 

Muy amablemente, con toda gentileza se planta en su trinchera. Ni un paso atrás. A veces, por ejemplo, ante los videos de los hermanos de AMLO recibiendo dinero oscuro en sobres amarillos, titubea un poco, parece estar a punto de conceder, pero se recupera muy pronto y simplemente dice algo como que “eso no es evidencia suficiente” o “el PRI robó más”. 

En el territorio de los chats de WhatsApp, la cuestión es más intensa. Ahí, los misioneros le dan RT a todo lo que les favorece: datos duros sacados de Dios sabe dónde, escritos de columnistas afines al líder y partido gobernante, y la repetición incesante de la narrativa épica de López Obrador. 

Reitero, “el misionero” cree de buena fe en su opción política; reconoce quizá algunas fallas y errores, pero no le parecen suficientes como para caer en el desencanto con su causa. No son personas que reciban beneficios directos desde el gobierno o tengan parientes trabajando en alguna secretaría de estado, nada de eso. 

Por eso, “el misionero” no duda en inundar, literalmente, cualquier chat de WA en el que participa con “información” de corte propagandístico, sesgada, pero que de todas maneras le sirve para hacer presencia en esos foros digitales, hasta que un alma piadosa lo da de baja por engorroso. 

Los que sí me dan mucho pendiente son “los ayatolas del voto”, tipos duros de origen desconocido e incierto que “trolean” ferozmente desde las redes sociales a quien se dedica a criticar al gobierno morenista y al Amado Líder.  

Con ellos no hay concesiones de ninguna especie. Su lenguaje es vulgar y compuesto de cinco insultos por cada palabra regular que pronuncian. Son legiones de individuos o “bots” entrenados y pagados para apabullar a los críticos y a los espacios digitales en donde haya conversaciones críticas al poder. 

No sólo viven “los ayatolas” en el mundo digital. En cualquier marcha en las calles de ciudadanos, ya sea en la CDMX o en cualquier otra ciudad, van a la caza, como infiltrados, de la primera oportunidad para provocar violencia y disturbios. 

Antes les llamábamos “porros” a quienes por dinero o por conveniencia se prestaban a irrumpir violentamente en cualquier marcha o mitin de los “opositores” al gobierno. 

Ahora les llamo “ayatolas” porque, más allá del dinero, su celo ideológico es extremo y los imbuye de una convicción política que se reduce a la visión de “los buenos” (ellos) contra “los malos” (nosotros). 

De “los ayatolas”, que nos libre la Providencia. Me quedo mil veces con “los misioneros”, pues su celo partidista no los lleva a los extremos y permiten todavía la conversación y el intercambio de argumentos sin llegar a la violencia. 

Mi consejo es que trate usted de convivir con los “misioneros” y evite como a la peste a “los ayatolas”, con quienes departir es imposible. Identificar a unos y otros se volverá crucial para crear un entorno sin violencia política en nuestras vidas de aquí al 2 de junio.  

Así que no se enojen con sus amigos “misioneros”, aguántenlos y cuídenlos como a un tesoro: ¡es preferible a que se conviertan en “ayatolas”!

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