Por Rogelio Ríos Herrán
A
Manuel Clouthier C.
1) No
hay “momento político” ni “entorno histórico” ni llamado a la “unidad nacional”
que justifique la suspensión, disminución o franca anulación de la crítica pública
a los miembros de la clase política, la gobernante o la ganadora en las
elecciones presidenciales. Es inadmisible que se pida esto a los críticos del sistema
político.
2) Las
opiniones, propuestas, declaraciones y proyectos políticos presentados por la
clase política, en particular por la que asumirá el nuevo gobierno nacional a
partir del 1 de diciembre de 2018, todo lo que digan y hagan está sujeto al
escrutinio público y a la crítica de ciudadanos y periodistas o editorialistas
que la ejercen con pleno derecho. No hay “beneficio de la duda” que justifique
una suspensión del oficio crítico.
3) La
libertad de expresión y el libre albedrío de los ciudadanos son los elementos
esenciales para que un sistema político cualquiera pueda denominarse como
democrático. En México, el camino hacia la libertad de expresión, de disensión
y crítica, se ha ganado a través de generaciones de críticos que la han
ejercido con el precio de sus vidas, su libertad y su escarnio público por la
intolerancia de las clases gobernantes, cualquiera que haya sido su signo
político de derecha o izquierda.
4) La
crítica, como ejercicio básico de la libertad de expresión, no es una graciosa concesión
del gobernante o líder político en turno, sino un bien cívico del mayor valor
ganado a pulso por quienes la ejercen aun en las condiciones más adversas y en
contra del encono de quienes la rechazan y la suprimen de muchas maneras.
5) El
culto a la personalidad en el cual han incurrido muchos gobernantes y líderes
políticos mexicanos es completamente nocivo para el ejercicio de la libertad de
expresión, pues no cabe -desde la perspectiva del político o líder que se cree
iluminado por la Historia- la menor disensión a quien señala el rumbo de la
Patria en vista de que “debilita” o “socava” la consecución de sus fines
políticos y equivale a una “traición” a quienes buscan la “salvación” de
México.
6) Colocar
al derecho a la crítica como un activo político que se puede negociar según las
circunstancias del presente, suspender o postergar para otros momentos, es un
error que se ha repetido a lo largo de la historia de México y que siempre ha tenido
como consecuencia la deriva al autoritarismo y a la intolerancia de la
autoridad, presidente, líder o caudillo en turno. No caigamos hoy en ese error
lamentable, no volvamos al pasado.
7) Llamar
o dejar que los seguidores, simpatizantes, militantes o como quiera
denominárseles, “defiendan” a su líder a través de la réplica no civilizada, sino insidiosa y ofensiva a quienes en las redes sociales y medios de
comunicación elevan sus voces críticas señalando lo que perciben como equivocado
en las propuestas de gobierno, pero reconociendo aquéllas que les parecen razonables
y haciendo un balance desde sus perspectivas de vida y de profesión, es
inaceptable y va en detrimento de las mejores prácticas democráticas. Debe
cesar de inmediato el linchamiento mediático a la crítica en las redes sociales.
8) La
disidencia política, ejercida a través de la crítica periodística, llevada a
cabo con rigor y buena fe, es la marca irreductible de que un sistema político funciona
como razonablemente democrático. Sin la disidencia, no hay democracia; sin la
crítica, no hay conciencia.
9) Los
jóvenes y viejos periodistas, críticos y editorialistas de la nueva y vieja
escuela proporcionan el elemento más dinámico en nuestra comunidad política:
señalan, advierten, proponen, ironizan, son los que aplican la suspicacia como la
prueba del ácido de los políticos, los líderes y el gobierno, los que dudan de
todo y de todos y hacen reflexionar a los ciudadanos sobre las intenciones verdaderas
de sus gobernantes, no sobre las aparentes.
10) Si la democracia pudiera ser definida en
una sola palabra, ésa sería la crítica. Por eso le temen los políticos, por eso
intentan comprarla o coartarla por cualquier medio, pues saben que lo que les
señale una conciencia crítica será su verdadera cara, no la de la propaganda ni
la imagen construida y los discursos que dibujan horizontes de arcoiris para la
Patria. La palabra dura les duele, pero es la palabra indispensable para
llamarnos democráticos: sin crítica, no hay humanidad posible, ¿lo entenderán
algún día?
Rogelio.rios60@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario