miércoles, enero 15, 2025

Trump y Maduro: veredicto y recompensa


Frente a Venezuela y Estados Unidos, el gobierno mexicano ha tomado posturas que, combinadas, colocan a Sheinbaum en el área de perder-perd
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Por Rogelio Ríos Herrán  

En un mismo día, el viernes 10 de enero, se definieron de manera formal los dos desafíos inmediatos que enfrentará el gobierno de Claudia Sheinbaum en el exterior,  

Primero, la culpabilidad y sentencia de Donald Trump en un juicio criminal; segundo, la cuestionada toma de protesta de Nicolás Maduro a otro ciclo de gobierno y el aumento de la recompensa que ofrece el gobierno de Estados Unidos, por su captura, a 25 millones de dólares. 

Frente a Venezuela y Estados Unidos, el gobierno mexicano ha tomado posturas que, combinadas, colocan a Sheinbaum en el área de perder-perder. 

La presencia del embajador mexicano en la toma de protesta de Maduro dio fe del apoyo explícito del gobierno mexicano a Maduro, tras un proceso electoral denunciado desde instancias venezolanas e internacionales como fraudulento e inequitativo, y, por tanto, de su alejamiento de los países y la Unión Europea que criticaron el proceso electoral. 

Ahora, será Claudia la que tenga que responder ante otros gobiernos y la opinión pública mexicana, por ese error diplomático grave que coloca a México, una vez más, en incumplimiento de sus adhesiones a los tratados internacionales sobre derechos humanos y políticos. 

La cereza en el pastel venezolano es que el gobierno de Estados Unidos aumentó la recompensa que pide por información para la captura de Maduro a nada menos que 25 millones de dólares: es la entrada de Nicolás al club exclusivo de Osama bin Laden y Saddam Hussein. 

Por otra parte, el mismo viernes 10 de enero, Donald Trump recibió la sentencia de su juicio criminal en Nueva York: discharged o exento de pena de cárcel, pero con su veredicto de culpabilidad intacto en el caso legal que involucró a Stormy Daniels. 

A partir de su toma de protesta en la Casa Blanca, en Estados Unidos se dará el caso disparatado del flamante Presidente Trump oPresidente Criminal Convicto Trump”, como usted prefiera llamarlo, cuyas primeras órdenes ejecutivas, como él ha dicho, impactarán directamente a México. 

Imaginemos la escena en la Oficina Oval en el primer día de gobierno: Marco Rubio, secretario de Estado, le explica a Trump que México apoyó formalmente a Maduro, ignoró las denuncias de fraude electoral y dijo que en Venezuela había democracia (y, de paso, que Cuba era un país progresista). 

Agrega Rubio que, además, ni López Obrador ni Claudia se han pronunciado sobre los abusos extremos a los derechos humanos en Nicaragua y Cuba, y le recuerda a Trump, para acabar de encenderlo, que en el año 2023 desfilaron soldados rusos en el Zócalo de la CDMX en las celebraciones de la Independencia mexicana. 

La confrontación mediática de Sheinbaum con Donald Trump no ha cesado desde Palacio Nacional y, aparentemente, no hubo buenos canales de comunicación con el equipo de transición del presidente republicano electo. 

No quiero ni imaginar la reacción de Trump ante las posturas y dichos de Claudia. La lluvia de tuits adversos y denigrantes para México está garantizada desde hoy, además de las órdenes ejecutivas que firmará desde el primer día. 

El resto de los cuatro años del segundo ciclo de Trump en la Casa Blanca tendrá el mismo tono: cobrarle la factura al gobierno mexicano por sus posturas de política exterior y su incapacidad de combatir al crimen organizado. 

¿Había necesidad de que Sheinbaum llegara a este nivel de perder-perder? 

El tiempo nos dará la respuesta a esa interrogante, pero lo que señalamos desde ahora es que los errores de política exterior se pagan caro, pues son variables fuera del control del gobierno mexicano. 

El apoyo a Maduro lo va a capitalizar Trump, de eso podemos estar seguros. En el deporte del Tenis se les denomina “errores no forzados”, es decir, son culpa exclusiva del jugador que los comete, de nadie más. 

Rogelio.rios60@gmail.com 

 

 

 

 

 

  

 

 

martes, enero 07, 2025

USA: ¿A quiénes gobernará Trump?



 Washington no es Estados Unidos. Desde la espléndida ciudad a orillas del río Potomac, y particularmente desde la Casa Blanca, es tentador que el presidente en turno distorsione su perspectiva política al simplificar lo complejo: el ciudadano americano no tiene una, sino múltiples caras. 

 

Por Rogelio Ríos Herrán 

Como en otros países de grandes poblaciones y extensos territorios (China, India y Rusia), la gobernabilidad estadounidense se enfrenta a un dilema: crece y se diversifica su población, pero su sistema político, líderes y organizaciones políticas obsoletas no tienen la capacidad de representar a todos los ciudadanos ni gobernar eficazmente sobre ellos. 

Ni Donald Trump y los republicanos, ni Joseph Biden y los demócratas y ni el mismísimo Superman puede gobernar hoy a los Estados Unidos: Washington no es un espejo de la sociedad norteamericana, sino un cristal que refracta la luz, es decir, distorsiona al poder emanado de las urnas. 

La Oficina del Censo dio a conocer en diciembre pasado las cifras actualizadas del perfil demográfico de los Estados Unidos, de entre las cuales resaltaré algunas que documentan la diversificación y la movilización de sus habitantes. 

  1. 1) La población estadounidense llegó a más de 340 millones de personas. 


  1. 2) Entre los años 2023 al 2024, la población creció a una tasa del 1%, la más alta desde el año 2001. Durante el pico de la pandemia de COVID 19 (año 2021), la tasa de crecimiento fue de 0.2%. 


  1. 3) En números absolutos, aumentó la población en 3.3 millones de personas, de las cuales 2.8 millones (84%) corresponden a la migración neta. 


  1. 4) La inmigración fue el factor de crecimiento en 16 estados que, de otra forma, hubieran perdido población debido al traslado de sus habitantes a otros estados o porque los fallecimientos sobrepasaron a los nacimientos. 


  1. 5) La región Sur de Estados Unidos (particularmente el South East) fue la de mayor crecimiento del país: más de 1.8 millones de personas que todas las demás regiones juntas. 


  1. 6) En Texas se sumaron 502 mil nuevos residentes. Para Florida, la cifra fue de 467 mil nuevos residentes. 


  1. 7) El Distrito de Columbia, sede de los poderes federales en la ciudad de Washington, aumentó su población en 2.2%.


No importa lo que crean y digan Donald Trump y su gabinete de gobierno poblado de personajes extremistas del movimiento MAGA (Make America Great Again), sobre la migración, la seguridad nacional y el crecimiento económico: si no entienden la complejidad de la sociedad que pretenden gobernar, la realidad les hará pagar un duro precio. 

Washington no es Estados Unidos. Desde la espléndida ciudad a orillas del río Potomac, y particularmente desde la Casa Blanca, es tentador que el presidente en turno distorsione su perspectiva política al simplificar lo complejo: el ciudadano americano no tiene una, sino múltiples caras. 

Los americanos se mueven constantemente, los migrantes llenan los huecos dejados por los traslados de personas de una región a otra y nadie parece echar raíces permanentes en ningún lado. 

Parece que esos movimientos de personas de un lugar a otro de los Estados Unidos encuentran un factor de equilibrio en la migración, ¿o se imaginan ustedes a Delaware o Maine despoblados casi por completo? ¿Cómo hubiera podido crecer Texas sin ese medio millón de personas que llegaron a su territorio? 

Además, ¿qué clase de lealtades políticas crean o destruyen la movilidad y el crecimiento de la población estadounidense? 

Es evidente, a partir de las cifras de la Oficina del Censo, que la visión política restringida, simplificadora y fanatizada del nuevo gobierno MAGA que llegará a la Casa Blanca junto con Donald Trump, no responde a la dinámica de la población americana. 

Al final, solamente bajo la mano dura de un gobierno autoritario, apoyado por las fuerzas armadas, podría imponer a toda la población de Estados Unidos las acciones y políticas radicales anunciadas por el presidente electo Trump a partir de su llegada a la Casa Blanca el día 21 de enero. 

Si eso intentara hacer Donald Trump, el choque en contra de sus ciudadanos a lo largo y ancho de la Unión Americana sería brutal y, probablemente, las deportaciones masivas llevarían al despoblamiento de algunos estados que no sobrevivirían sin los migrantes. 

De ninguna manera quiero yo ser testigo de acontecimientos catastróficos en Estados Unidos, una nación a la que respeto y admiro.  

Por esa razón, yo estaré atento a lo que ocurra en ella a partir del día 21 de enero de 2025, pues en México viviremos las consecuencias. 

Rogelio.rios60@gmail.com 

 

 

 

 

Trump y Maduro: veredicto y recompensa

Frente a Venezuela y Estados Unidos, el gobierno mexicano ha tomado posturas que, combinadas, colocan a Sheinbaum en el área de perder-perd ...