A partir del primer día del año nuevo 2025, lo sensato es oponer la razón, la educación y la mente crítica al pensamiento populista y su discurso polarizador.
Por Rogelio Ríos Herrán
En la última columna del año 2024 que llega a su fin, no cabe el recuento de los sucesos más importantes a nivel mundial ni en México, pero sí una reflexión sobre cómo lo acontecido en el último año ha dejado huella en la percepción personal.
En las primeras horas del 31 de diciembre, yo busco en la memoria los acontecimientos y tendencias positivas del año 2024 que me den pie a renovar la esperanza de un mundo mejor en 2025, pero encuentro muy pocas cosas de valor.
Siendo un optimista empedernido desde joven, tal vez la edad aquietó ya el entusiasmo y abrió la puerta a la cara ruda del mundo: las cosas, lejos de mejorar, empeoran en el planeta.
Por cualquier indicador que lo veamos, el mundo sufrió tragedias, guerras, degradación ambiental, fenómenos climáticos extremos, migraciones bíblicas, violencia extrema y sociedades polarizadas que dejarían a la Edad Media de la humanidad como un juego de niños.
No sólo sociedades enteras, sino las familias y amistades cercanas se han separado por la polarización política que las enfrenta y divide.
No mejorará eso en el año nuevo 2025 por la razón de que la polarización política -el odio y resentimiento entre ciudadanos- es el combustible que alimenta a la política del populismo que permite a líderes y gobiernos sin escrúpulos capturar el poder y retenerlo a su antojo.
En Estados Unidos, en mi querido México y la América Latina toda, el liderazgo torcido que es el populismo se implantó con fuerza en el terreno fértil de la escasa educación, la debilidad moral y cívica, y las necesidades materiales de millones de personas.
Recordemos que el populismo “es un enfoque político que se caracteriza por apelar al ‘pueblo’ como una unidad homogénea, movilizar a las masas y proponer medidas de justicia social”.
El populismo “tiende a utilizar un discurso emocional, apelando a los sentimientos de frustración, miedo y esperanza de la gente. Esto puede incluir el uso de narrativas que evocan una identidad compartida o un sentido de pertenencia” (ver el portal concepto.de/populismo/).
Basta una mirada en el entorno personal, familiar y social que nos rodea, para constatar que “el discurso emocional”, el llamado a lo irracional de las personas en vez de a su racionalidad, es lo que desafortunadamente predomina.
Por eso, la democracia como concepto liberal y sistema de gobierno, cuya actitud de inclusión y diversidad abrió la puerta al populismo, es la primera víctima del resentimiento y la frustración que los liderazgos populistas utilizan para el control político.
No se sorprenda usted si su familia está dividida políticamente hablando, si los hijos se enfrentan a los padres, los hermanos entre sí y en las familias de amigos y compadres se vive la misma situación de polarización extrema.
La estrategia del populismo así lo determina: la destrucción de los lazos familiares, de parentesco y amistad es una condición indispensable para la captura y retención del poder político.
No puede ser de otra manera, pues sin el elemento de resentimiento social no podría prosperar el estilo populista de hacer política, del cual en Estados Unidos tenemos el ejemplo del movimiento MAGA ("Make America Greast Again") y en México tenemos el del gobierno de MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional), para no ir tan lejos hasta la Argentina de Javier Milei.
¿Qué hacer ante esta situación de predominio populista?
A partir del primer día del año nuevo 2025, lo sensato es oponer la razón, la educación y la mente crítica al pensamiento populista y su discurso polarizador.
Frente a la ignorancia, la ilustración. Ante la mente cerrada, el pensamiento abierto.
En fin, frente a los corazones contagiados del virus del resentimiento social, oponer los corazones llenos de bondad, solidaridad, fe y espiritualidad que nos impulsan a dar la mano a quien lo necesita, no a cortárnosla como proponen los populistas.
Ante el odio que divide a familias y amistades, el perdón y el agradecimiento de estar vivos y ayudar a los demás.
¡Feliz Año Nuevo 2025!
Rogelio.rios60@gmail.com