viernes, noviembre 03, 2023

#KidnappedFromIsrael

 


Por Rogelio Ríos Herrán

 

A Nitzan Mintz y Dede Bandaid, artistas callejeros israelíes residentes en Nueva York, se les ocurrió que una forma de no olvidar que en el centro de la guerra entre el Estado de Israel y la organización terrorista Hamás están los al menos 240 rehenes israelíes capturados el 7 de octubre, sería difundir sus rostros y nombres en pósters y pegarlos en muchas partes.

 

La idea, me parece, señala el punto central del conflicto: la lucha del gobierno israelí es por recuperar a sus ciudadanos secuestrados por los mujaidines palestinos, después de asesinar cruelmente a más de 1,400 civiles y soldados israelíes tomados por sorpresa.

 

“Por accidente”, declaró Nitzan a The New York Times, “esta campaña hizo algo más que crear conciencia sobre las personas secuestradas: creó conciencia sobre que tan odiados somos (los judíos) como comunidad”.

 

Al poner los pósters con 194 nombres y rostros de israelíes secuestrados en un portal de internet (www.kidnappedfromisrael.com), la difusión se volvió viral.

 

Independientemente de si estamos de acuerdo o no con la reacción extrema del gobierno de Netanyahu y con la visión radical y obcecada de Israel que lo anima, el punto de partida es el rescate de los rehenes.

 

No debe hacerse, por supuesto, al costo insostenible de las vidas de civiles palestinos utilizados como “escudo humano” por Hamás y asesinados en el fuego cruzado entre ambos combatientes o, en otro caso lamentable, por el “fuego amigo” de un cohete yihadista erróneamente dirigido a un hospital en la ciudad de Gaza.

 

Sobre el cese al fuego, hay un malentendido: no es negociable como “cese al fuego” porque Hamás es una organización terrorista bajo la fachada de una autoridad que “gobierna” con mano de hierro a la Franja de Gaza desde que tomó violentamente el poder en 2007, año desde el cual no hay elecciones en el territorio ni alternancia de gobiernos.

 

El gobierno de Israel no puede negociar, en este caso, con otro gobierno provincial establecido como autoridad legítima, ya que Hamás ha perdido en la práctica toda legitimidad al recibir apoyos y dinero de Irán y Qatar para sus esfuerzos militares, no para promover el bienestar de los gazatíes.

 

En este momento, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos estima, según el New York Times, que Hamás debe tener en caja unos 500 millones de dólares, pero no los emplea en ayudar a su propia población, sino para financiar su maquinaria de guerra. 

 

La ayuda humanitaria fluye a cuentagotas, sin embargo, por el estrecho corredor humanitario de Rafah, en la frontera entre Gaza y Egipto, recién abierto también al paso de algunos cientos de palestinos con doble nacionalidad y empleados de agencias internacionales de auxilio.

 

Ni Egipto en la Franja de Gaza ni Jordania en la Margen Occidental quieren abrir sus puertas a los refugiados palestinos. Temen, por los antecedentes históricos, que llegarían para quedarse casi permanentemente y que sus gobiernos cargarían con el costo de su manutención.

 

Lo que temen, sobre todo, es que a través de los refugiados palestinos se cuele la militancia de Hamás y lleve su modelo de explotación de refugiados a territorio jordano o egipcio, una verdadera pesadilla política para ambas naciones árabes.

 

Por las razones mencionadas, me llamó poderosamente la atención la campaña “Secuestrados en Israel” iniciada primero en Nueva York por Nitzan y Dede y extendida viralmente por las redes sociales a otras ciudades de Estados Unidos, Europa y América Latina.

 

La frase #KidnappedFromIsrael es un contrapeso a la campaña de antisemitismo y violencia contra personas judías que hemos observado alrededor del mundo, pero especialmente en Estados Unidos.

 

Llevo décadas observando por igual los brotes de antisemitismo y de islamofobia, las discusiones emocionales y virulentas en las cuales no se cruzan argumentos, sino insultos. Cada una de ellas más violenta que la anterior.

 

Lo de este conflicto del 2023 se lleva por mucho el estándar más alto de violencia y no sé cómo va a terminar.

 

Lo que sí sé es que en el centro de todo está la cuestión de los rehenes: los al menos 240 israelíes en manos de Hamás (#KidnappedFromIsrael) y los casi 2 millones de rehenes gazatíes también en manos de Hamás (que yo etiquetaría como #KidnappedFrom Gaza).

 

No hay escrúpulo alguno de Hamás en utilizar de escudo y de rehén a su propio pueblo, no digamos a los israelíes secuestrados.

 

No hay escrúpulo de parte de Netanyahu en recurrir a cualquier medio para ganar esta guerra contra Hamás.

 

Sólo queda orar por todos los secuestrados en el Medio Oriente.

 

Rogelio.rios60@gmail.com

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