viernes, abril 28, 2023

AMLO: líder en decadencia


Por Rogelio Ríos Herrán

 

El fin de sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) será también el final de una trayectoria política que lo llevó de activista social a gobernante, de militante priista a fundador de Morena y de las mieles del poder a la decadencia física y mental.

 

Qué triste observar en su persona no sólo las huellas visibles de su debilitación física y las enfermedades que lo aquejan, sino la manera como desperdició el don del liderazgo que la Providencia le otorgó para transitar por la vida. Simplemente, lo dejó escapar de sus manos y ya no le queda nada.

 

AMLO tenía la visión, la estrategia y los recursos (ilícitos, pero recursos al fin y al cabo) para luchar por la presidencia en tres ocasiones hasta que logró conquistarla. Recordemos que apenas en el 2018, un lustro atrás, su candidatura suscitó la ilusión de un cambio verdadero en México en un amplio sector de la clase media, no se diga entre las clases populares. 

 

Tal como lo hizo Vicente Fox en el año 2000, AMLO logró “sacar al PRI de Los Pinos” para proponer una nueva forma de hacer política y nada menos que realizar  la “Cuarta Transformación” del país.

 

Desde la perspectiva actual, ¡qué ilusos fueron los mexicanos que se dejaron seducir por la estrella fulgurante de López Obrador! La misma capacidad de liderazgo y convencimiento de los ciudadanos que lo llevó al poder lo está destruyendo en el 2023 ante el choque de realidad: ¿En dónde quedó la promesa de una nueva política y la transformación de México? 

 

La realidad brutal de lo que México vive hoy borra toda ilusión de cambio. La incapacidad de AMLO de transformar en acciones y hechos concretos esa gran visión que lo animaba lo ha llevado a él, en lo personal, a instalarse en una realidad alterna, desde la cual se niega a confrontar la realidad.

 

La palabra “fracaso” le suena repulsiva, por supuesto, e inaceptable. La reducción de su círculo íntimo de asesores a media decena de personas de mentalidad extremista y lealtad incondicional lo encierra en una burbuja que no le deja percibir la realidad de su gobierno fallido.

 

Al igual que Fox, en López Obrador se repite la historia (la maldición, dirían algunos)  de un líder social y político que de ser un gran candidato termina como un pésimo gobernante. 

 

No hay mecanismo de mediación que le ayude a salir del agujero en que se metió: las conferencias matutinas (“mañaneras) perdieron su novedad y frescura iniciales para convertirse en una tribuna circense en la que AMLO emplea dos o tres horas de su tiempo para la esgrima política que, usando sus propias palabras, no es otra cosa que “politiquería”.

 

Los viajes presidenciales de cada fin de semana no agregan nada útil a su capital político. Al contrario, lo desgastan a él física y mentalmente, le ocurren episodios de quiebre en la salud y son escenarios ideales para las protestas de ciudadanos y grupos que le zarandean la camioneta presidencial.

 

La vida pública está en riesgo. El Congreso de la Unión colapsó por completo el 26 de abril y el Senado está paralizado por los desacuerdos al momento de escribir estas líneas. Se anuncian protestas ciudadanas. El Poder Judicial, la Suprema Corte y los organismos autónomos están bajo asedio morenista. Los militares cierran filas en torno al presidente. Esto apenas comienza.

 

La decadencia de AMLO y su liderazgo es un factor de inestabilidad para México, ¿cómo resolver ese problema? ¿Tendrá el líder la calidad moral de reconocer su fracaso y renunciar por el bien de su país?

 

Rogelio.rios60@gmail.com

 

 


 

  

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