jueves, septiembre 22, 2022

'Her Majesty'


Por Rogelio Ríos Herrán

 

Primer encuentro:

Mi hermano mayor, Roberto, trajo a casa el flamante álbum de Los Beatles, recién desempacado de la tienda. En lo que él ponía el vinilo en la consola, yo andaba por ahí de pegote de mi brother el mayor, así me fui enterando de las canciones nuevas que venían en Abbey Road (1969). Sensacional para un niño de nueve años. La sorpresa vino al final: después de una pausa, Paul empieza a cantar “Her majesty is a pretty nice girl… (Su Majestad es una chica muy linda) but she doesn’t have a lot to say” (pero no tiene mucho qué decir”). Fascinante. ¿Quién es la Reina de Inglaterra?, me preguntaba. Afortunadamente, uno de los tomos azules de la Enciclopedia Británica que mis papás habían comprado en abonos me sacó de la duda.

 

Segundo encuentro:

Ya casi veinteañero, siendo yo estudiante de Relaciones Internacionales en la Ciudad de México, recuerdo una viva conversación en la cafetería de la escuela, entre varios de mis compañeros, sobre alguna noticia del día de la Reina Isabel y la monarquía inglesa, a fines de los años setentas. Me recuerdo como un intenso antimonarquista, consideraba a reyes, reinas y princesas una reliquia del pasado europeo, cómo era posible que siguieran existiendo si eran unos parásitos, en fin, todo lo que un joven izquierdista podría decir de Doña Isabel. Ah, pero me seguía gustando la canción “Her Majesty”, la tarareaba con sorna e irreverencia hacia Su Majestad.

 

Tercer encuentro:

Cuando estalló la Guerra de las Malvinas, allá por abril de 1982, a pesar de sentirme latinoamericano hasta las cachas, yo le di mi preferencia a la Gran Bretaña. La junta de militares asesinos que gobernaba Argentina, en ese entonces, en particular la imagen del General Videla, me parecían repulsivas. Ya nos habían engañado esos milicos organizando la Copa Mundial de Futbol 1978 y diluyendo en el futbol la cara oscura de la dictadura militar (Argentina ganó el torneo). En un mensaje, la Reina Isabel explicó a los británicos y al mundo entero las razones de la partida de la flota de guerra inglesa en defensa de las Malvinas, ocupadas ya por tropas argentinas. Hubo combates fieros y con elevadas bajas entre los valientes soldados argentinos y los audaces británicos, cada quien luchando por su causa, pero al final la derrota argentina fue la de su junta militar de gobierno, no la de su pueblo. Los militares argentinos pagaron un alto precio por ir a la guerra de manera tan irresponsable y absurda. Resta decir las antipatías que me gané entre amigos que apoyaban incondicionalmente a Argentina (por ser un país latinoamericano) en esta guerra sin reparar o saber que los gobernaba una junta militar con las manos completamente manchadas de sangre, pero de sangre de los argentinos.

 

Cuarto encuentro:

Ya treintañero y más enterado de los resortes humanos que mueven a la geopolítica mundial, de la importancia de los liderazgos y de las figuras de Estado que se colocan por encima de la política traicionera del día a día, veía a la Reina Isabel de manera mucho más equilibrada y había reconsiderado mi visión juvenil de antimonarquía a una aceptación de su importancia en el caso del Reino Unido. En eso, se viene toda la saga de la Princesa Diana, su matrimonio principesco con Carlos (el actual Rey de Inglaterra), los desdenes de la Reina y la familia real hacia la Princesa del Pueblo, en fin, la historia que todos ustedes conocen y que tuvo el final trágico de la muerte de Diana en París una noche de agosto de 1997. En la redacción de noticias de Radio Nuevo León, en donde laboraba en ese entonces, nos volvíamos locos con la avalancha de noticias, el inexplicable silencio de la Reina Isabel durante varios días y la tristeza por la muerte de Diana cuando tenía una vida por delante. Ahora, es Camila, la manzana de la discordia entre Carlos y Diana, la nueva Reina de los ingleses.

 

Quinto y último encuentro:

Será por mi arribo a la sexta década de edad y que con los años uno se hace más sensible, me pareció encantador el mensaje de Navidad de la Reina Isabel de diciembre del 2021, el último que le veremos (“la Navidad puede ser difícil para aquellos que han perdido a un ser amado; este año en particular yo entiendo el porqué”, en referencia a la muerte de su esposo, el Príncipe Felipe). Con su edad a cuestas y su elevada dignidad, llevando en sus hombros durante 70 años la pesada, pesadísima carga de su reinado, con esa serenidad que dan los años, la Reina habló como una Abuela a sus hijos y nietos (“la abuela de la nación”, dice Mick Jagger) ansiosos de encontrar un faro en medio de la tormenta, una voz que no fuera de fiereza ni de odio, un motivo para celebrar en Nochebuena. “La vida, al final, consiste de primeros encuentros y partidas finales”, es decir, la vida sigue, en especial la de toda la nación británica, agregó. Me quedo con su imagen y las palabras de su último mensaje navideño en el recuerdo.

 

Qué largo mi viaje desde niño con la Reina Isabel, lleno de encuentros y desencuentros. Me va a costar mucho trabajo acostumbrarme a que en el mundo de hoy nos faltará una Reina que nos serene. Por algo el irreverente de Paul, perdón, Sir Paul, le cantó: “Le voy a decir que la quiero mucho, pero necesito llenarme la panza con vino… algún día será mía, oh yeah.”

 

Dios salve a esta Reina.


rogelio.rios60@gmail.com

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